sábado, 26 de mayo de 2007

CCXCVI... El balcón

TINTERO VIRTUAL CCXCVI.- El balcón
Eh, qué buena gente¡¡¡ Se agradece mucho el premio. Esta semana ha sido como para presumir de ella. Muchísimas gracias.
Esta semana venimos asistiendo a una lenta escena del balcón, modificada para la vida moderna. El joven galán pone la pasión y la fuerza pero también tiene que cargar con los yerros mismos hasta un segundo piso, y arriba le espera una doncella en forma de albañil rumano que no se sabe si tendrá trenzas pero sí que sabe de verdad ponerse inaguantable, como buena princesa. Cara princesa.
Y el pobre caballero acaba machacándose la mano...
Merece la pena dedicarle un tintero a los balcones.
Suerte y muchas gracias otra vez. Sois increíbles.

BLANKA-L 18/05/0701:30




  • El sueldo de Sandra Merced
Sandra Merced ha cobrado la nómina esta mañana de fin de mes de un noviembre adusto como un paisaje cansado . Un estipendio compuesto de retales y migajas - doscientos euros por aqui, por atender a un anciano en Chamberí, trescientos euros por allá, por limpiar cuatro casas de una misma finca en el barrio de Salamanca, ciento cincuenta euros acullá por hacer suplencias en el turno de noche de una gasolinera de la A-2. Seiscientos cincuenta euros como seiscientos soles de las antiguas monedas de su país. Sandra Merced es peruana, inca del Cusco como Túpac Amaru I. Todos aqui, en la madre patria, la toman por ecuatoriana. Antes se ofendía. Ahora le es indiferente. "En este país no distinguen entre Simón Bólivar y Antonio José de Sucre" Sandra Merced es licenciada en Historia en su país y aqui no le convalidan el título, pero lo mismo da, a nadie parece importarle eso.
Su hermano Mario viene esta noche a recoger el sobre con los trescientos euros que aparta todos los meses para mandar un giro a su país. Con esos trescientos, su abuela, sus hermanos y su madre viven bastante mejor allá que antes, cuando su hermano y ella no habían emigrado. Con los restantes, ella y Mario malviven aqui compartiendo techo con una jauría de malhechores colombianos y magrebíes. En cuanto le sea posible buscará mejores compañías con las que convivir las escasas horas que le quedan de asueto.
Sandra Merced aguarda la llegada de Mario asomada al balcón de la terraza. Una terraza repleta de cachivaches que se almacenan ahí por si algún día tuvieran alguna utilidad. Cosa tan improbable como imaginar que a Sandra Merced le pueda marchar bien la vida un día de éstos, inopinado, fortuito, un día cualquiera cargado de buena estrella. Mario ha llegado ya. Silba a su hermana que esparce un aire distraído por la atmósfera, como de hadas. Sandra lanza el sobre que contiene los trescientos euros cansinos a la calle para que las manos extendidas del joven lo coja como todos los treinta de cada fin de mes. Pero el sobre contiene trescientos euros cansinos, hastiados, indolentes que no admiten trayectorias certeras ni líneas de meta precisas. El sobre, los trescientos euros como soles peruanos han querido dejarse caer en la jardinera del balcón del piso de abajo, ese piso deshabitado, de dueño ignorado y paradero desconocido. Sandra Merced y Mario, desolados, no saben qué hacer, cómo proceder. Se turnan por la noche para velar el sobre, pero a eso de las cinco de la mañana a Mario le vence el sueño y se queda dormido con la cabeza reclinada sobre su pecho, sentado en una silla de formica desvencijada, que trajo de la cocina pero que se quedará ahí engrosando la cacharrería. Se ha quedado dormido con una lata de Coca-Cola en la mano, que también se quedará ahí por tiempo indefinido engordando el desorden de la terraza.
A eso de las cinco de la madrugada Mario no ha podido ver al pajarraco ése, paloma o buitre urbanos, que se ha llevado en su pico rapaz el sobre que contenía los trescientos euros cansinos, hastiados, flojos pero cargados de solera como soles peruanos.

gemmayla 18/05/0709:45




  • Semilla de perejil
A sus cuarenta y cinco años, Juan Arganda era Jefe de Producción de una fábrica de tuberías para desagües y ya pensaba en su jubilación. En lo que haría cuando llegase el momento de iniciar la tercera y última etapa de su vida. Su duda era elegir el lugar, entre el campo o la playa. Ambos tenían en común el sol, la tierra y el aire que era lo que más ambicionaba. Desde que se casó, todos los meses cogía unas pesetillas y las depositaba en su Libreta de Ahorros. De esto hacía ya dieciocho años. Enemigo de los plazos, lo suyo era pagar al contado y cuando tuviera lo suficiente, echaría una moneda al aire: y si cara, al campo, y si cruz, a la playa.
Y esto encantaba a su mujer, Anita, mujer de carácter pero bonachona, quien al ver tan ilusionado a Juan hacía aumentar los ahorrillos con igual cariño e interés. Sin embargo, eso de la playa en la que el viento empuja la arena hacia los ojos y el agua salada que le producía arcadas no terminaba de aceptarlo. Llegado el caso, pensaba Anita, iría a San Pancracio, de quiera era devota, le pondría perejil a sus pies, y seguro que la moneda les conduciría hasta una casita en el campo donde plantar lechugas, limpiar sus rosales y caminar por los senderos de la mano de su esposo recordando el pasado, alegres por los días de paz que tendrían por delante.
Juan Arganda, a poco de su jubilación, tenía ahorrado lo suficiente para comprar su anhelo en la playa, donde ver todos los días la salida del sol, o en el monte, donde correr con sus perros dentro del bosque, según le dictase la moneda. Y fue cuando Anita plantó en su mejor maceta del balcón donde vivían, una ramita de perejil, ignorante de que al mismo tiempo la vida también tiene sus semillas.
Juan Arganda tiene setenta y cuatro años acabados de cumplir este 15 de Agosto, fiesta de la Virgen de la Ascensión, pero el no lo sabe. Anita, tan enamorada como siempre, le ha preparado un helado de turrón, su postre favorito y se lo ha dejado, como tantas otras veces desde hace muchos años, en el balcón, para la merienda de la tarde. Allí seguirá Juan hasta la hora de acostarse fijando su mirada en uno de los desagües callejero, camino de entrada a toda la red de alcantarillado de la ciudad, sin saber porqué.
Boscán

nuki60 18/05/0713:25




  • Duda razonable
En la explicación de los hechos no se argumenta cómo pudo abrir la puerta del balcón para salir. Se puede conjeturar que estuviera abierta o que en todo caso la manilla no fuera difícil de girar. De cualquier forma se puede asegurar que a duras penas se asomó por la baranda, tal vez apoyara la barbilla en la fría superficie metálica o simplemente contemplara el exterior entre la separación de los barrotes. También es seguro que su atención debió centrarse en algo que le atrajo desde fuera, que regresó dentro para coger carrerilla, que no lo pensó ni un instante y que en alocada carrera saltó por encima de la barandilla como un pura sangre lo haría por encima de un obstáculo en el Grand National.
Una señora se sobresaltó en la calle al escuchar el estruendo tras de sí. El horrible sonido de casquería machacada le hizo recordar la vez que su madre cayó al suelo y se rompió la cadera. Se volvió con rapidez presintiendo que vería algo penoso y su temor resultó minúsculo frente a la visión de un cuerpo reventado contra el asfalto. Como un globo lleno de agua que al explotar esparce su contenido por todas partes, así lo recordaría más tarde. Había sangre en todas direcciones y, espachurrado contra el suelo, un setter inglés de color casi indescriptible, quedaba ante sus ojos desorbitados.
Pudiera ser que las palomas o pajarillos que siempre venían a posarse en la barandilla de su balcón le provocaran con sus aleteos. Podría ser que por unos momentos creyera ser tan ágil como un gato y que nada debía temer porque tendría tantas vidas como éste. Tal vez lo único que quisiera era jugar, o volar ¡por qué no! en el espacio que se abría en aquel gran horizonte que sus ojillos miraban con lánguida envidia. Quién sabe si no fue un acto desesperado de huida por no aguantar más aquella perra vida a que le sometía un amo cruel y déspota. Por qué no pensar que el dueño tuviera algo que ver en la caída. Al fin, quién puede negar que aquel salto representara una decisión reflexionada de un animal al que no le quedaba otro camino que el suicidio.
Todo quedó en la suposición de que el perro se precipitó al vacío tratando de alcanzar a unas palomas. Nadie preguntó al propietario si conocía otras causas posibles.

HABLADOR 20/05/0710:34




  • La torre del tigre
—Házmelo grande —le dijo la princesa al arquitecto—, amplio, bien saliente... Házmelo orientado a la ciudad para que yo pueda ver a mi pueblo y estar con ellos.
—Así lo haré, princesita —sonrió el viejo arquitecto, Enrolló los planos de la nueva torre y se los dio a su hijo y ayudante para que los guardara en el estuche.
La princesa, muy contenta, les señaló la puerta con la punta de su babucha de seda y plumas de avestruz. Por fin iba a poder ver su maravillosa ciudad y sus buenas gentes siempre que quisiera, sin tener que esperar a que estuviera reunido el cortejo y listo el palanquín de sándalo sobre el elefante.
El rajá esperó en la puerta al viejo arquitecto con el ceño muy fruncido, y le ordenó.
—Oye, ese balcón tiene que estar bien alto en la torre. No podemos dejar que cualquiera contemple a la princesa y ella tampoco debe oír la voz del pueblo cuando se pone terco y violento ni cuando llora. No conviene. ¿Me has entendido?
—Sí, mi señor. Alto estará —contestó el arquitecto obediente.
Y así fue como el balcón, en forma de media luna, quedó grande, amplio y en la cima de la torre nueva del palacio. Era un espacio bello, armónico, y estaba bien adornado con pedrería y las mejores cortinas mosquiteras de fina gasa de seda. Se veían las terrazas de la ciudad por el día y las luces por la noche, y se oía un vago rumor humano y todos los trinos de las aves del cielo.
Todos quedaron contentos.
Menos el hijo del arquitecto que era un jovencito apasionado y desde que había visto a la princesa sentía un ardor extraño y unas ganas de volver con ella, y soñaba que se acercaba y, por Shiva, la abrazaba y todo lo demás, y se moría de melancolía porque desde su casa sólo podía distinguir un borrón oscuro con un punto de luz, la carita morena adornada con un diamante en la frente, cuando ella se asomaba mucho por encima de la barandilla. Si no, no se veía nada.
—Necesito tu magia —le dijo a Shiva, la de los cien brazos— porque quiero abrazarla aunque sólo sea una vez.
—Me darás tu vida —le advirtió la diosa, que era justa en sus tratos.
—La tendrás de todas maneras porque se me va —suspiró el jovencito.
Entonces, en el momento en que se ponía el sol, la diosa tomó una gota de sustancia del horizonte y convirtió al hijo del arquitecto en un mágico tigre enorme, en parte rojo como el poniente, en parte negro como la noche que venía, y le ordenó:
—Alcánzala y sé uno con ella.
El tigre dio un salto prodigioso sobre los tejados de la ciudad y ardiendo como el sol rojo cayó sobre el balcón del palacio, y la princesa corrió hacia él y se lanzó a su fuego y fue una con él. Y cuando toda la torre ardía, Shiva los salvó y los hizo descender suavemente en sus manos hasta la selva.
Por eso en la región de Bengala los tigres descendientes de la princesa y el hijo del arquitecto tienen la fuerza de él, y un diamante blanco en medio de la frente como ella.

BLANKA-L 21/05/0715:03




  • UNA MIRADA DESDE EL BALCÓN.
Salí al balcón hacia las once de la noche y me acodé en su barandilla. Hacía una noche tibia, como consecuencia de un día templado. De pronto la luz de una habitación de enfrente se encendió y apareció recortada sobre la pared salmón la figura de una bella mujer. Se acercó al balcón suavemente y se fijó en mí, que abandoné mis pensamientos para llenarme de su presencia. Un escalofrío me recorrió el cuerpo como una sacudida.
Entreveía su cara plácida retando las sombras de la noche y cruzando su mirada con la mía. De cuando en cuando su lengua mojaba los labios y yo me encendía por ella. En ese momento hubiera hecho el amor en el aire. Creo que a distancia la poseí con el dulce apasionamiento que se aman dos seres que saben que ya nunca más se volverán a ver. O como dos gaviotas que se dejan llevar por el viento.
Desapareció un instante de la luz y al punto volvió con un peine y comenzó a peinarse de espaldas a la ventana. El gesto repetido de pasar el peine por el pelo, que le llegaba hasta los hombros, me puso tan nervioso que adopté una postura incómoda, con la cabeza estirada y casi colgando hacia el suelo. Me di cuenta de que la farola de la calle estaba apagada. Seguramente se fundió la bombilla y ya se sabe que el Ayuntamiento es lento en reparar los desperfectos.
Cuando volví la mirada a la ventana advertí que ella había desaparecido. Dudé un instante en irme yo también o esperar, pero si había dejado la luz encendida es porque pensaba volver. ¡Y volvió! Esta vez llevaba un camisón de raso blanco con adornos que no adiviné si imitaban motivos vegetales o una fauna exótica.
Nos observamos mutuamente. Ella hizo un gesto de interrogación. Yo le correspondí afirmandole que me parecía muy bella. Acompañaba mis gestos con los movimientos de los labios correspondientes a la frase que quería transmitir. Ella no se inquietaba y seguía allí en pie, dispuesta a seguir la conversación. Le tiré un beso con mi mano derecha. Ella se llevó instintivamente la mano al corazón. Y volvió a hacer un gesto que interpreté como de llamada. Insistí para asegurarme de que no era una equivocación.
No lo era: de nuevo con su mano me indicó que fuera a verla. El corazón comenzó a batir en mi pecho y me flaquearon las piernas. Aquella preciosa mujer solicitaba mi presencia. Raudo, me di la vuelta y dejé el balcón.
Enseguida todo se me vino abajo. Al abandonar el balcón, instintivamente, encendí la luz de la habitación y en ese instante el mundo de mis ilusiones se vino abajo roto como un cristal que recibe una pedrada.
La noche sombría me envolvió de nuevo.

ANDRESNIPORESAS 22/05/0716:40




  • La maldita silla
Si les hubieran dicho que iban a terminar así, jamás hubieran gastado aquel dinero en la silla de jardín, reclinable, verde oscuro.
El día que la compraron, el mozo que subió a por ella a la última estantería parecía tener una mirada extraña. Lo recordaban ahora al repasar los hechos tratando de ver dónde habían cometido el error, si es que lo había.
Les dijo que era ligera pero resistente y bromeó diciendo que parecía tener vida propia. Le costó bajarla, lo notaron. Varias veces tropezaron sus pies contra los peldaños de la escalera, como si ésta defendiera a la tumbona del asalto o como si él estuviera borracho. No lo estaba. Hablaba con fluidez y con cordura. Tan sólo aquella mirada.
El vendedor les enseñó después varios tipos de cojines y eligieron el de cuadros, que era a la medida y que entonaba con la silla. Les acompañó hasta el aparcamiento, y se aseguró personalmente de que la tumbona quedara bien sujeta. Les pareció el colmo de la amabilidad, pero ahora dudaban de que fuera ése el motivo.
En el trayecto a casa, tuvieron un pequeño percance. El conductor del coche que venía detrás del suyo no se dio cuenta de que habían frenado y embistió con fuerza suficiente como para abollar el maletero, que quedó abierto sin posibilidad de cerrarse. Llovía. Rellenaron los papeles para el seguro y prosiguieron el viaje. Ya llevarían el coche al taller; antes convenía descargar la silla.
El envoltorio estaba empapado. No le dieron importancia. Lo metieron en el ascensor con dificultad, y les pareció notar que había ganado peso. Él se aplastó el pulgar contra el espejo, que se cuarteó, y unas gotas de sangre cayeron sobre el envoltorio.
Por fin llegaron al balcón, lugar de destino de la silla. Seguía lloviendo. Abrieron el embalaje y colocaron la tumbona en la esquina más resguardada del balcón. Se olvidaron de ella hasta el día siguiente.
Amaneció un día radiante. El sol daba de plano sobre la silla, que ya no estaba donde la habían dejado. No les llamó la atención, pensaron que el otro habría hecho el cambio.
Han pasado meses y los vecinos comentan que hace mucho que no ven a la pareja.
Ellos pasan el tiempo cuidando las flores de su balcón, cada día más débiles. Las tijeras de jardín que utilizan, no saben cómo, no se dan cuenta, picotea sus carnes al menor descuido cuando cortan las hojas muertas, y ellos se sientan por turnos, a restañarse la sangre, pensativos y cansados, en la silla que parece, cada vez más, hecha a medida para ese balcón.

ASOMBRILLADA 23/05/0700:17




  • La calle Tintero
Me despertó el sudor del mediodía, había pasado mala noche y el sueño tardó en recogerme. Me di una ducha y abrí el balcón, todavía entraba más calor de la calle del que ya había dentro de la casa, y el sofoco de llantos, de ruidos de patadas, hizo que me asomara a la calle medio desnuda. Los balcones y ventanas de los demás hogares también estaban abiertos, y los que permanecían cerrados no tardaron en abrirse aun teniendo el privilegio de poseer ventiladores y aire acondicionado.
En la calle se representaba un espectáculo insólito, una pareja de ancianos decrépitos apaleaban con sus bastones a unos jóvenes indefensos ante el respeto de las canas violentas. Los balcones miraban sin parpadear y sin abrir la boca, la gente en la calle pasaba de largo, algunos se daban la vuelta para seguir mirando sin hacer mucho caso ya que soñaron o pensaron que nada era real, una alucinación por el calor sofocante que auguraba una portentosa tormenta.
- ¡Quietos!, ¡Basta! – grité sorprendida por ser la única persona que parecía tener voz.
- ¡A callar! ¡Metete en casa! – dijo el viejo sin dejar de golpear a diestro y siniestro a los jóvenes ya maltrechos.
Su bastón estaba teñido del color intenso de la vida y en el rostro de la vieja resaltaban sus ojos de sapo salpicados de sangre joven dándole un aspecto terrorífico.
Llamé a la policía y bajé a la calle envuelta en un albornoz, cuando puse los pies en el asfalto los viejos se lanzaron hacia mi y volví al interior del patio de mi casa para protegerme. Aporrearon la puerta y rompieron los cristales.
- ¿A qué viene esta violencia?
- ¡A callar! – repetía el viejo - ¡A callar! – coreaba la vieja - ¡La calle es nuestra, llegamos aquí hace cinco años y ningún niñato nos va a desplazar de estas aceras ni de estos bancos!, ¡Faltaría más!
No daba crédito a aquellas palabras, pues hacía más de siete años yo ya me había sentado en aquellos bancos junto a otros vecinos a charlar de nuestras cosas y de los últimos libros que habíamos leído y aquellos rostros eran completamente desconocidos para mi. Afortunadamente la policía no tardó en llegar y fueron rápidos apoderándose de sus bastones. El viejo amenazaba a los policías y la anciana se protegía tras sus espaldas, entonces me atreví a salir y me dirigí a auxiliar a los tres muchachos malheridos, uno de ellos ya sin vida, completamente roto. Lloré amargamente y miré hacia arriba, hacia mis vecinos silenciosos, todos ellos culpables del crimen allí cometido.
Pronto llegaron ambulancias, auxiliaron a los muchachos todavía vivos y al muerto lo enfundaron en un saco negro, el sonido del cierre de aquella cremallera me hizo una cicatriz en mi vida. A la vieja se la llevaron con facilidad pero el viejo seguía gritando:
- ¡La calle es mía!, ¡la calle El Tintero siempre ha sido mía!
Unos dicen que fue el calor, otros el preludio de la tormenta y los que más culparon a la locura senil de una vida vacía. Mis antiguos vecinos, ya repartidos por mejores barrios, no daban crédito cuando leían las noticias del suceso de aquél barrio tranquilo que siempre fue libre hasta que aquellos ancianos intentaron tomarlo como suyo.
D.E.P.

ecumedesjours 23/05/0703:02




  • AgostoAgosto.
Veía el partido encabronado ¿A caso había otra forma de ver el furbol? Lanzaba los brazos hacia la tele cada vez que el arbitro tomaba una decisión discutible, luego se frotaba vigorosamente la calva. Su sonido favorito era un gutural “baaaaaaaaaaaaahh”, y sus insultos más exóticos “Sinvergüenza” e “indocumentado”, pero de forma inconsciente el sabía que nada superaba la frase: “Tu puta madre”. Para él, “tu puta madre” era el cúlmen de la lengua castellana. Podía denotar sorpresa, enfado, insulto, tristeza, etc. Servía para todo, que le pitaban al conducir...”¡Tu puta Madre!” Que una lata de cerveza henchida de gas le manchaba de espuma...” ¡Su puta Madre!”...Que Vanilsterroy metía el primero: ”¡¡Tuuuuuuuuuuuuu puta madreeeeeee!!”
Pero todavía había posibilidades, no todo estaba perdido. El sufría, sufría con los suyos, nada existía mas allá de la tele, nada trascendía al partido. Era un simbionte, un solo ser, estaba convencido de que era el jugador 12. Se acercaba al televisor cada vez que los su equipo penetraba el área y se replegaba en el sofá cada vez que defendía.
Su mujer decía algo desde la cocina, no había tiempo para escucharla, ella hablaba a tiempo completo. Los “si cariño” y los “Arava” ya no la contenían, algo pasaba, pero él no la entendía, cascaba tan rápido la jodida. A veces creía que los sonidos de las letras los pronunciaba tan velozmente que se convertían en un “chorro” acústico, sin pausas, constante e implacable, como una batidora, un taladro, o una lavadora centrifugando furiosa. Su cerebro pensaba “cállate ya mujer, por dios, ¿no ves que vamos uno cero?”
Los lances de la lid lo mantenían nervioso pero atento a pesar del zumbido de su mujer y la música ratonera de su hija. Él estaba con sus chicos, ellos corrían y el se rascaba la panza repleta de morros y callos.
“¡¡Tu puta madre, arbitro, sinvergüenza, indocumentado!!” Penalti en contra, la hecatombe. Necesitaba cerveza, se llevó la lata los labios y justo en ese momento le calló una piedrecilla de grava en la lata. Se extrañó. Sostuvo la piedra en su mano y entonces “Gol!”, Raúl transformaba el segundo. “Cagon´ la hostia” susurró, y entonces una segunda piedra le dio en la calva y reaccionó. El atontado del novio de su hija estaba tirando chinitas al balcón abierto. Una tercera piedra rebotó en su panza y entonces gritó: “ La ventana de al lado pedazo de anormal”. Bueno, "saque del medio campo", anunció el idiota del comentarista. Dos cero, nada estaba perdido pero, para él, ahora todo el mundo era mediocre y estúpido. Encabronamiento máximo.
La Jenni se asomó dejando que su ebúrneo escote compitiera con la luna en belleza y descaro. El “Deivi” casi se cae de la scooter al verlo. “Ahora bajo, niño” -le gritó-. Mientras esperaba, se ajustó la chupa naranja, se afiló los curnecillos de su peinado-cenicero estilo “rey del burger King” y puso Andy y Lucas a todo el volumen que su móvil permitía. Era un romanticón.
Jenni pasó por el salón trotando para que nadie se fijara en su atuendo de pilingui. Un éxito de táctica, al menos contra su padre que estaba ocupado en la tele y en una concienzuda exploración digital de su oído izquierdo y sus fosas nasales, al más puro estilo de Luis Aragonés. Pero de pronto, la mama se interpuso en su camino con los brazos en jarra y su pie repiqueteando el suelo. “¿Ande te crees tú que vas asín jovencita?”
Algo ocurría, había una distorsión, un ruido extra al de su mujer, más agudo, más molesto... estridente. Dios mío que se callaran. No oía a Julito Salinas, podrían estar comentando algo interesante como la humedad en el campo o una de esas estadísticas absurdas que los becarios de periodismo se inventaban para los partidos. Su hija no dejaba de berrear con su mujer, aumentó el zumbido a niveles insoportables, y en la calle el cani del deivi daba la serenata con el móvil. ¡Qué plasta de tías! No quería oírlas, pero su cerebro cazaba frases como: “¿Has visto como va tu hija? , “pero papa, déjame que yo solo”, ” Ni hablar señorit...” , “haré lo que quiera...”, “¡te cruzo la cara!” ¡Qué te calles bruja!”. Entonces ese cerdo de Roberto Carlos toma el balón en la banda, corre como un condenado, se la deja a Beckham –puto nenaza y su pierna de francotirador-, la cuelga a la frontal, “¡Joder nó! ¡Paradlos, paradlos!” -Se oye gritar-. El balón cae a los pies de.. de... “¡ Pero quita de en medio mujer!!” Su mujer se pone delante de la tele, solo ve las piernas paquidérmicas de su esposa y las cachas desnudas de su hija adolescente. Tendrá que contorsionarse como una anaconda de 100 kilos para poder ver la tele detrás de su familia de tocapelotas. “¡Apartaos, apartaos, por dios!” El balón lo tiene Robinho, la defensa no hace nada. Consigue ver un cacho de tele entre las piernas de su hija, la falda es tan corta que pueden verse hasta las gradas. ”Pero Manolo ¿¡la vas a dejar salir asin?!” Pase en profundidad para Raúl, que deja para Vanistelroy en el área chica “¡¡contesta manolo!!” “¡¡NO NO NO Jodeeeeeer, Es el fin, el fin!! Vanistelroy recorta, se agarra a la pequeña mesa auxiliar con toda su fuerza “¿¡cómo que no papa?!” “¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!”
Y gol.
Tristemente gol. Gol gol gol gol gol gol gol....Estalla la rabia y sus brazos de tornero fresador levantan en un acceso de ira la pequeña mesa de cristal, la lanza por los aires lateralmente y acaba saliendo por el balcón. En cámara lenta, las dos mujeres ven la mesilla volar, mientras la legión de figuritas que la asediaban se dispersan por el salón y los retratos de la comunión se estampan contra las paredes. Todas las miradas, menos una, ven como la mesa se precipita a la calle. La mujer y la hija se abalanzan sobre la barandilla. Abajo, el ruido anuncia la catástrofe...El Deivi se tambalea a cuatro patas entre trozos de cristal y madera , el impacto desde un primero lo ha dejado grogi.
El padre se lleva las manos a la cara, esta conmocionado, es un mazazo, una tragedia...una tragedia...tres cero...tres cero..tres cero...es el fin.

Revontulet 23/05/0710:02




  • Balcón con vistas a la dicha.
Cuando despierto, la mujer se mueve. La miro durante un rato y cuando estoy seguro de que aún duerme, la beso en el cuello y me levanto cuidadosamente. Cojo el paquete de tabaco, enciendo un cigarrillo y subo la persiana. La mañana bonaerense es plomiza, el viento de levante, encajonado en la calle silba una monótona cantinela. Su ulular es leve, pero recuerdo que ya me advirtieron de su capacidad para hacer enloquecer a la gente. Pero me atrevo a desafiarlo y abro la puerta y salgo al balcón. La calle está desierta, la ciudad aún duerme y ni siquiera los cantos de mirlos y vencejos son capaces de despertarla. Como párpados blancos, las persianas velan el último sueño de sus moradores.
Me acodo en la baranda y recuerdo lo que ayer decía la mujer: "habrá que pasarle también el trapo". Su rostro vuelve a estar a mi lado, reconfortante. La ilusión frente la nueva vida que se abre ante nosotros resplandece en ella, le confiere un aura que me acaricia sin abrazarme.
Miro la calle, a la izquierda una rotonda, a la derecha más allá de las ruinas del convento cruza un pesado mercancías. Nada de eso importa. Dentro de unas semanas, cuando la brisa marina refresque el calor inclemente, estaremos los dos sentados en este mismo balcón apurando unas cervezas. Miraremos sin ver, hablaremos de cosas vanas que no dejarán huella, y cuando ella diga, tras un estremecimiento, exclame: " cariño, tengo frío", mi abrazo se verá envuelto de ternura y nos retiraremos a dormir.
Abrazo la baranda, es una sensación extraña: por primera vez en mi vida viviré en una casa con balcón. Es así, con estos pequeños detalles, con los que se goza la felicidad.
_______________________________________________
Nota del Autor: Para Erkaytano con mi agradecimiento por su dedicación e interés, y para Soneto con el deseo de que vuelva a tener pronto buena inspiración y mejor ánimo.

Txambelin 23/05/0723:29



Re:Balcón con vistas a la dicha.Respuesta a: Balcón con vistas a la dicha.Gracias por la dedicatoria Txambelín, aunque mi ánimo está muy bien y mi teclado sigue sacando nuevos relatos.
Saludos.
:)

SONETODECUERDA24/05/0714:59


VOTACIONES DEL TINTERO 296: EL BALCÓN.

Es ya medianoche y se abren las votaciones para el Tintero 296. Asómense al balcón y voten 3, 2, y 1 a los relatos que les gusten.
He contabilizado 9 relatos; ha faltado uno para diez, lástima.
Tienen tiempo hsta las 0,00 horas del jueves 24.
Buenas Letras.

ANDRESNIPORESAS24/05/0700:02


Votando que es gerundio.

3) "Duda razonable" de Hablador
2) "La calle Tintero" de ecumedesjour
1) "Agosto" de Revontulet

Txambelin24/05/0701:39


votos

Revontulet 3
Asombradilla 2
Andresnipor 1

gemmayla24/05/0709:46


Mi votación

El sueldo de Sandra Merced 3 puntos
La torre del tigre 2 puntos
Vistas a la dicha 1 punto
Boscán

nuki6024/05/0720:16


votos

3) GEMMAYLA
2) ASOMBRILLADA
1) HABLADOR
Muy bonito Txambelin, muy prometedor Nuki, un cinco para REVONTULET

BLANKA-L24/05/0720:39


votaciones

¡Cuánto tiempo sin ejercer este derecho! Es como un preludio del domingo electoral ¡fijate!
Sin más:
3 puntos - GEMMAYLA "El sueldo de Sandra Merced"
2 puntos - ASOMBRILLADA "La maldita silla"
1 punto - BLANKA L "La torre del tigre"
UN saludo de otro pobrecito hablador...

HABLADOR24/05/0721:08


Voto

Blanka...............3
Hablador............2
Revontulet.........1
Hasta mañana

ASOMBRILLADA24/05/0721:46


Votos.

Blanka-L...................3 votos (Me encantan los cuentos; soy un niño).
Hablador...............2 votos.
Asombrillada...........1 voto
Pues nos vemos en el recuento. Gracias.

ANDRESNIPORESAS24/05/0721:52


v

Tambelin 3, Hablador 2, Gemmayla 1.

Revontulet24/05/0723:32


V

Txambelin ---- 3
Hablador ------ 2
Revontulet ---- 1
Salud

ecumedesjours24/05/0723:36


  • RECUENTO DE VOTOS DEL T-296: EL BALCÓN.

Hecho el recuento correspondiente, salvo error involuntario, arroja los resultados siguientes:
GANADOR.....(Otro Pobrecito) HABLADOR....12 votos.
FINALISTA....GEMMAYLA...........10 votos.
Le siguen BLANKA Y ASOMBRILLADA Y TXAMBELÍN Y REVONTULET.
Al menos ha acabado el día con un regalo para quien tanto dio por el Tintero. (Si como en casa en ningún lugar, OPH).
FELICIDADES Y a poner tema.
Buenas y nostálgicas Letras a todos.

ANDRESNIPORESAS25/05/0700:04

viernes, 18 de mayo de 2007

295.- La cajera, el cajero

TINTORRO VIRTUAL: EDICIÓN 295
And the winner is … “El Doctor patoso y Mr. Gardel” de Exlucifer.
Al oirlo el cojuelo diablo da un respingo en su asiento y brincando a una pata se dirige hacia el escenario, donde le aguarda Doña Blanka Fernández Anchoa, exesquiadora profesional y que ahora mata sus horas libres participando en un concurso literario virtual. Tras recibir dos impresionantes ósculos de la escribana en cuestión, ésta hace entrega al ganador de la estatuilla en forma de bota de vino, representativa del “Tintorro Virtual”.
El cornudo amigo, tras asir la alcachofa de ducha que hace las veces de micrófono inalámbrico pronuncia el siguiente discurso:
“…. Probando, 1, 2, 3, . probando…. Me llena de orgullo y satisfacción… haber alcanzado este premio que, sin lugar a dudas, ha supuesto un enorme reto para mí. ¡Qué gran país es éste donde un simple chufletero de pro puede llegar a ganar un premio literario tan importante como éste!
Quiero dar las gracias a todos los sufridos compañeros que han tenido la santa paciencia de leer mi chorrada. También quiero, dedicar éste mi primer y único premio al “sosio”. ¡Va por ti, amigo!
Finalmente, y para no alargarme, el tema que propongo para la edición 295 del tintero está relacionado con una persona a la cual también he de dedicar este triunfo, pues de lo contrario me vería castigado a dormir en el sillón del salón. En fin, sin más preámbulos, indicar que el tema propuesto es:
“UN/A CAJERO/A”, en toda su extensión. Puede ser un cajero electrónico, un cajero de banco, un cajero de supermercado, un artesano que haga cajas, etc, etc. Cualquier relato donde aparezca un/a cajero/a.
Espero que sea del agrado de todos y que participe mucha gente.
Gracias por todo, y como me dijo alguien ayer, “Fetuchini Mare Monti per tutti”!!!!!!!!!

EXLUCIFER666 11/05/0710:41



  • La cajera de AHORRA PLUS y el cajero automático del Banco Peculiar.
La cajera del supermercado de la esquina - los economatos suelen edificarlos estratégicamente esquinados para que por la puerta de la calle principal entren los ricos y seguros de sí mismos y por la entrada de la calle adyacente lo hagan los que andan escasos de recursos, los tímidos, los recatados - siente una devoción extraña por el cajero automático del Banco Peculiar.
Tiene encomendada la tarea de realizar los ingresos suculentos de caja cada hora o dos horas aproximadamente. Los viernes por la tarde y los sábados por la mañana acude cada cuarto de hora, porque la gruesa afluencia de público engorda el caudal sobre los debes u obligaciones de la cadena de supermercados AHORRA PLUS en un cincuenta por ciento de superávit. El exceso de ingresos sobre los gastos son una entelequia rara y extraña sobre la que la cajera y sus compañeros no se atreven a hablar por si llega a oídos de los encargados y jefazos y les bajan el sueldo o han de enfrentarse a un despido procedente del todo improcedente.
La cajera no sabe si llamar amor, pasión desaforada u otra cosa peor a lo que siente por este cajero, que sin chistar le acepta los abultados sobres que contienen billetes de diez y veinte euros con los que ella, la cajera, y él, el cajero, se podrían fugar y pegarse la vida padre - la vida padre hoy por hoy no es igual que la vida madre, piensa ella, cuando le viene a la cabeza lo requetebién que viven su padre y sus hermanos y lo rematadamente garrafal que malviven su madre y ella - . Sabe que la mano que mueve los hilos y los engranjes del cajero automático es con toda probabilidad una mano masculina de hombre fornido, recio y cabal. Un hombre de esos que la arrancarían de cuajo del escaso metro cuadrado en el que transcurren las eternas horas diurnas de la existencia mercantil del supermercado. Un hombre que la llevaría en volandas y dejaría se sentir sus pesadas piernas flebíticas convertidas de repente en cola de sirena. Un hombre que ella imagina detrás de la pantalla táctil del cajero. Cuando pulsa delicadamente "Ingresar" siente a este hombre susurrarle al oído que pronto la rescatará de su cautiverio, que restan muy pocos días, horas, minutos para su liberación. Que tenga paciencia, que ya queda menos para que ambos puedan huir a un lejano lugar en el que no existan cajas de caudales y cajeros automáticos, claves para entrar y salir, claves para meter y sacar. Un lugar sin horarios esclavizantes ni calendarios abrumadores. Un lugar reservado para ella y para él.
Un sábado por la mañana de una primavera febril se agolpan en torno al cajero de la esquina - los cajeros automáticos están situados estratégicamente esquinados para que los ricos puedan sacar dinero sin ser vistos en las calles adyacentes y los pobres no puedan sacar casi nunca del ubicado en la calle principal. Digamos que este cajero luce de adorno urbano. - un pequeño grupo de personas en torno a una joven que se encuentra inconsciente tumbada en el suelo. Alguien que sabe de esas cosas, de la vida, de la muerte, del respirar, del dejar de respirar, del pulso, asegura con una firmeza que deja a todos sin habla, "Esta chica está muerta".

gemmayla 12/05/0711:46



  • La ventana
En el barrio del Soto vivía una viuda pobre en el sótano de un palacio.

El barrio del Soto es rico y barroco, amplio, animado, y tiene grandes casas palaciegas de piedra rosa que, cuando la posguerra, las dividieron para hacer pisos de lujo que ocupó gente bien. Se entra por los grandes portones para carruajes y se llega a unos patios interiores tan amplios que crecen los árboles, anidan las fuentes y serpentean los caminos de arena hasta unos habitan banquitos de madera para los vecinos enamorados. Son auténticos parques enclaustrados entre los muros. Allí dan las ventanas de las cocinas y de los cuartos interiores y todo está en paz.

El sótano de la viuda tenía una ventana a la calle.

La situación es distinta en la calle porque la zona del Soto tiene un exceso de vida comercial y hay mucho tráfico, gente que recorre las aceras arriba y abajo todo el día buscando cosas en los escaparates. Hay dinero, se huele, y hay prisas y muchísimo ruido. Tener un metro de escaparate en El Soto es un gran negocio, eso lo saben los bancos y las grandes firmas comerciales que pagan alquileres fabulosos por cada palmo de terreno que alquilan allí. Pero también, levantas la cabeza y cualquier ventana se puede convertir en un escaparate: ropa de moda, bordados, chucherías frágiles, dulces, telas maravillosas, antigüedades, partituras, abanicos, cosas suaves… Parece que las mujeres prefirieran las ventanas para exponer lo que ellas mismas hacen y venden, porque en aquel barrio hay mucha tradición factora en materia de delicadezas, ya que, en tiempos, las damas venidas a menos sólo se consideraba bien que se ganasen la vida cosiendo y bordando y otras tareas no del todo útiles pero sí bellas.

La viuda tenía una sola hija muy bonita y muy loca, que hacía cajas.

Siempre que paso por El Soto voy a echar una mirada a la ventana de la viuda para ver a la niña. La ventana es grande, un grueso arco a ras de acera con cierre de barrotes por donde, antes, entraban el carbón para las calderas, que lo traían a sacos los carboneros en carros de madera, con caballos peludos con campanillas… Ahora hay calderas de fuel y cristales en la ventana, y el alfeizar, tan ampliamente ancho y profundo como los cimientos de piedra sillar del palacio, es un escaparate de lencería. Camisones bordados, braguitas, sostenes, sedas y encajes blancos brillando en aquella especie de mazmorra.
La hija de la viuda, una chica rubia, se sienta por las tardes en un rincón del escaparate con las piernas descalzas y hace cajitas a la vista del público que se detiene a mirar interesado. Las hace de cartón y las forra de seda de colores y les pone lazos y cintas que les cuelgan, y uno sabe al instante que un buen conjunto de espuma de puntilla de los que hace la viuda, quedará insuperable dentro de una de esas cajas de seda, tanto como luce un buen hombre en un buen coche, y que el detalle le conquistará los favores de cualquier novia que tenga a bien echarse aunque sea dura como una piedra, si es que a uno le gustan duras y altaneras… y se ve que la gente de la calle piensa lo mismo y entran en el sótano de la viuda por el portal y compran, y el negocio va bien.
La jovencita, el reclamo, no habla ni tiene interés en nada que no sea su mundo de cajas. Nos mira sin ver con unos ojos grandes, azules, sonrientes, y sabemos que tiene la cabeza a pájaros, la pobre, tenía que ser así con esos ojos como cielos para perderse en ellos, pero sabemos que se encuentra bien y que está contenta.

BLANKA-L 13/05/0719:23



  • Impresión de barrio (con cacofonías)
El cepillo repica en las manos, callosas y negras de betunes, de Ambrosio el limpia, mientras el eterno palillo de madera baila ritmos frenéticos en su boca de sonrisa displicente de vividor, con ínfulas de D. Juan de barrio bajo.
Es feliz, a su modo, agachando la testuz coronada de escasos pelos y enfrentando los ojos a los cada vez más contados pinreles embutidos en pieles curtidas, que solicitan su arte prodigioso para transformar opacidades en espejos.
Heredó del viejo caja donde sentar reales, gracia para el piropo retrechero y un cierto aire de bandolero de Sierra Morena embutido en cuerpo enteco y rostro adornado con patilla de hacha. Cara de guirlache y ojos verdes completaban el cuadro del limpia barriobajero, chulo, blasfemo a ratos y de pluriempleo macarra de ocasión cuando a la ocasión la pintaban sin riesgos.
Estaba enamorado de Paqui la del colmao.
De toda la vida de Dios se llamó colmao a lo que los modernos mamones del barrio llamaban súper. - Y una mierda súper – mascullaba la boca torcida y palillera de Ambrosio – normal y va que chuta.
Esperaba entre ansioso y valentón a que acabara el turno de caja de la Paqui para pasearla, orgulloso y posesivo, hasta la taberna del Macho Cabrales, garito infecto de gambas plancha congeladas, huesos de aceituna por los suelos y vinos de padre putativo que se acercaban más a malos vinagres que a vulgares cosecheros.
Bajo el brazo izquierdo la caja y colgada del derecho la cajera, así andaba por la vida Ambrosio en los momentos de plenitud del alma, es decir, a la hora del vermouth o de la cerveza fría de la atardecida.
La Paqui, cincuentona descarriada doctorada en malhumores, se agarro al último tren que hizo sonar el silbato a su paso de jaca de pecho escaso y trasero generoso. Quince años y un aborto llevaba con las posaderas ancladas detrás de la caja del colmao del Gallego, después de que éste enviudara y le ofreciera el puesto de la difunta con sueldo escaso y un derecho de pernada de roces y poco más. No tenía el Gallego cuerpo para la jarana. Y menos desde que una atardecida contempló como el limpia aseaba de betunes sus uñas con una navaja de pretensiones asesinas.
Y así anda la tarde en el barrio; la cajera cuadra la escasa caja mientras su amado retaco silba tangos con la boca empalillada paseando con el asiento bajo el brazo esperando a la moza.
- Hay que joderse, a mis años y ennoviao – piensa el doctor en trapos y cepillos mientras hace honores visuales a las mozas paseantes – con lo que yo he sido.
Y recuerda una vida imaginada de triunfos inexistentes, una entelequia, un sueño que hace de ungüento a la desesperanza de una buhardilla sin baño ni ventanas, donde ejerce de caballero amante de una Doña Inés envejecida.
La Paqui, “sin en cambio” tiene en el cerebro la certidumbre de la tristeza, la solidez del fracaso vital aceptado, la ausencia de esperanza como asidero a la vida. Ella solo quiere dormir acompañada y no morirse sola.
Y es que las mujeres, y esto el limpia no lo sabe aunque lo intuya, saben coger de las orejas a la vida sin escuchar sus milongas engañosas. Sin mierdas. Sin mentiras. Sin excusas.
Incluso las cajeras envejecidas con un horizonte embetunado de tristezas.

MALDOROR_ 14/05/0721:58


  • El cajero
Eran las dos de la tarde y el sol le estaba derritiendo el cerebro. Quedaba un trailer entero por cargar. Calculo que terminaria para las cuatro si seguia a ese ritmo. Penso en el existencialismo de sartre mintras agarraba una caja de 25 kilos y la depositaba en la novena fila. Soy lo que estoy haciendo ahora mismo. Un puto movimiento mecanico. Empezo una nueva fila limpiandose el sudor que empezaba a caerle por los ojos.
El encargado se acerco como el que mete un punzon en los traseros de una mala bestia. Para nada vio la gota de sudor que cayo bajo sus pies. Su mirada contemplaba la carga..
Vamos Vysotskij.. que se nos quema el arroz.. para las tres tiene que estar la carga completa.
Penso el el sindrome de Abraham de kierkergard. Cuano el encargado lo llamo por su nombre. Quien soy; soy Vysotskij quien me asegura que soy tal. Y quien es Vysotskij, como contestaria Vysotskij a este puto burdog.
Por que no lo cargas tu con lo cojones-Le hubiera contestado en aquel momento. Pero Vysotskij no contestaba asi. Vysotskij hubiera acelerado el ritmo. Asumiendo que el era una mala bestia y que el punzon habia surgido efecto.
Acelero el ritmo y encajo una caja en un movimiento preciso. El encargado marcho.
En aquel momento recordo un parrafo de Nieztcher sobre la injusticias de la vida. "Aquel que sufra una gran injusticia que reparta sobre los demas pequeñas injusticias". No habia nada, como asi hablo Zaratrutra para desempoñarse de la mierda que le estaba cayendo. Era injusto que el estuviera alli con el cerebro derretido, con unas ganas de mear locas; cargando manzanas que no se comeria en toda una vida y encima le metieran prisa. Todo problema lleva implicita la solucion. Y el encontro la solucion al suyo.
Se encaramo en lo alto de un pale. Se bajo sus bermudas. Y empezo a rociar aquellas manzanas de meado. No dejo ni una caja sin que le cayese al menos una gota.
Aquel dia Vysotskij termino un cuarto de hora antes de las 3. Se fumo un cigarro y se sintio en total equilibrio consigo y con la humanidad. Garraspeo y tomo el camino hacia su casa

taotico 14/05/0723:49



  • El multicine.
Llegó al multicine, una tarde ociosa de octubre y José, un bromista abusón, puso ante los ojos de la cajera del multicine un billete de 20 euros. “Déme una entrada, por favor”. “¿Para qué sala?” ¿Cuál me aconseja?” “No sabría decirle”. “¿Pero usted no ha visto todas las películas?” “Oiga, yo no voy al cine”.
A José le sorprendió la respuesta de la cajera. “¿En ese caso cómo aconseja a los clientes?” “Yo no aconsejo a nadie; y tampoco sé por qué estoy hablando con usted”. “Será porque es usted una persona educada, creo yo”. “Usted no me conoce de nada ni sabe cómo soy”.
José se estaba divirtiendo: “No diga eso, porque a lo mejor yo soy su vecino y aunque usted no me haya visto nunca, yo puedo saber cosas de usted”. “¿Qué sabe de mí?” “Le he dicho que a lo mejor sé cositas suyas”. “Me alegro, dígame qué película quiere ver y le doy la entrada”. “La que usted me aconseje”. “Está usted impidiendo que otros saquen su entrada; haga el favor de decidirse”. “Ya estoy decidido: la que usted me dé”.
La cajera, harta e intrigada a la vez, cortó una entrada y se la dio. José no esperó a recoger la vuelta de los 20 euros. Ella tampoco hizo gesto de darle el cambio. José caminó unos pasos y se entretuvo viendo los carteles anunciadores de otras películas. Se demoró un par de minutos. Luego se dirigió al conserje y le dijo: “La señorita cajera no me ha dado la vuelta de los 20 euros; déme el Libro de Reclamaciones”.
Ante su sorpresa el conserje respondió: “¿No se habrá confundido usted? ¿Está seguro de haberle entregado 20 euros?” “¡Sí, lo estoy!” “Pues vaya a ventanilla y pídale a la señorita Rosa que le dé la vuelta”. “No, ahora no, ahora voy a pedir un cucurucho de palomitas”. “Como usted quiera”.
Tomó el cucurucho de palomitas y entró en la sala de proyecciones. La película aún no había empezado. Se sentó junto a la salida y esperó a que apagaran las luces. Probó una palomita y le supo tan rancia que ya no comió más. Se levantó y salió al vestíbulo. Saludó al conserje y le dijo, enseñándole la entrada, que iba a hablar con Rosa, la cajera, ahora que ya no había cola. El conserje asintió.
“¿Me recuerda, señorita Rosa?... Soy el que no ha recogido la vuelta de los 20 euros”. “¿Cómo sabe mi nombre?” “Ya le he dicho que a lo mejor yo sé cosas que usted no sabe que yo sé… Así que déme la vuelta de los 20 euros. Mire ésta es la entrada que he comprado, una sola: ésta, ha de devolverme 14 euros”. “Mire caballero, no estoy para perder el tiempo. Cuando hagamos caja ya veré si sobran esos euros y se los daré. Dígame su número de teléfono y dirección. Ya lo llamaremos”.
Aquella señorita metida en la cabina, tras los cristales, parecía un pez de colores en una pecera. Por un gesto se dio cuenta José de que ella sabía que era verdad, que no le había devuelto el cambio, pero que por pesado quería darle una lección.
José replicó con firmeza: “Yo no tengo que darle ningún teléfono; usted me da los 14 euros y basta”. “El caso es que yo no recuerdo que usted me diera un billete de 20, sino de 10 euros”. “Señorita Rosa, o me da el cambio o llamo a los municipales”. “¡Llámelos!, les diré que está usted molestando”.
José cogió el móvil y llamó a los municipales. En unos minutos estaban allí. Les explicó lo sucedido. El agente trató de ser condescendiente. “Oiga, caballero, usted dice una cosa y la señorita la contraria, es imposible saber quién tiene razón”. “¡No señor agente, no es imposible!”
El agente estaba absolutamente convencido de que aquel individuo no tendría forma de probar su verdad. Así que puso una sonrisa de plato de postre y le dijo a José: “¡Venga pues dígame cómo sabremos si le dio usted un billete de 20 euros!” “¿Se lo digo, señor agente?” “¡Sí, sí, dígamelo!” El municipal miró a la señorita con ironía.
“Pues es muy fácil, que la señorita Rosa le enseñe los billetes de 20; yo sabré reconocer cuál es el mío”. “Oiga, no juegue con la autoridad, puede usted señalar un billete que no es; todos los billetes son iguales. Mire, ya tengo mucha experiencia en la vida y no me voy a dejar engañar por un listillo, y usted disculpe”. “Todos los billetes no son iguales. Llevan una numeración. Busque el billete número V09368048776. Supongo que el Banco de España le merece toda la confianza, ¿no es así, señor agente?”.

ANDRESNIPORESAS 15/05/0718:35


  • MGO
Silbaba Yo la garota de Ipanema cuando la enfermeradministrativainformáticateleoperadora me llamó por mi nombre, o por alguno parecido.
-Mordred...mugre..miqu..ma...
-Mordecai Maza- Le ayudé
-Sr. Maza, rellene el cuestionario escrito por favor.
Puesto de trabajo: Cajero. Horas sentado: Todas. ¿Le duele la cabeza habitualmente?: Sí. Luego una serie de preguntas al estilo de: ¿Sufre depresiones? ¿Tiene ansiedad? ¿Tiene gripe?¿Insomnio? ¿Se siente decaído? Joder, así cualquiera es médico. Solo faltaba que me preguntaran: “¿Padece usted el síndrome de Von Greperpof? Respuesta: sí” Luego iría a la consulta y... “Tsss, huy que mala pinta, usted tiene el síndrome de Greperpof” -“Hostias que clarividencia”-. No había terminado cuando una enorme enfermera de aspecto nibelúngico irrumpió en la sala de espera. Seguro que tenía algún nombre al estilo de BERG, URGH, o TORKOR, y cantaba ópera. Guardé silencio, evocar silbando las playas de Ipanema resultaba imposible ante la contundente presencia de la mujer columna. Rugió mi nombre y me levanté como un resorte.
“Voy a hacerle unas pruebas”- Y me condujo hasta una habitación que parecía la sala de torturas de un grupo terrorista checheno-
“¿Ha traído la muestra de orina?”- La saqué presto, la mujer parecía estar en constante enfado. Tomó el tubito y lo miró al trasluz durante unos instantes, como lo haría un detective de antivicio. Temí que introdujera el dedo meñique y se pasara un poco por las encías...
“Es pura” -Le dije mientras la miraba. No lo entendió-.
Me sacó sangre, me midió, me pesó y me examinó la vista haciéndome mirar una sucesión de extraños símbolos que algún oftalmólogo oligofrénico habría diseñado en un acceso de autocomplacencia. Luego me despachó diciendo: “Presiónese fuerte el parche de la vena, si no le saldrá un hematoma”. Volví a mi silla donde completé el formulario lo mejor que pude con el brazo derecho estirado y la mano izquierda apretando la vena. La letra no me quedo muy resultona. Aquello parecía que lo había escrito la madre del rey un día de resaca. Lo entregué a la enfermera multifunción y esperé, después de 5 minutos entré en la consulta del doctor.
“Siéntese Sr. maza. Bueno ¿cómo se encuentra?”
“Bien”
“¿Tiene falta de sueño? ¿Nervios? ¿Ansiedad?..”
“Sí”
“¿Dolores de cabeza? ¿De cuello? ¿Hombros?”
“También. Las tres cosas”
"Ajá, Eso es estrés. ¿Se siente estresado?"
“ Sí. Lo puse en la hoja que está leyendo usted. También me duele la espalda y los riñones.”
“Bueno eso es acumulación de tensión.”
“Los ojos me pican, y siempre me cruje el cuello”
“Sin duda estrés y lo de crujir... tendrá usted unas articulaciones muy sonoras”- sonrió-
“La mandíbula se me desencaja por las mañanas y me duele la cabeza durante días.”
“Bruxismo. Mire Morde.. Mur..dre.
“Mordecai”
“Eso, Mordecai. Usted padece mucha tensión y se le carga la mandíbula mientras duerme. Ya le digo, tensión.
“Y estrés, supongo”
“Y el estrés, por eso padece insomnio también. Necesita una fíbula de descarga para el bruxismo”- garabateó algo en un papel-
“¿Una cualo?”
“Una fíbula de descarga. Es un trozo de goma que se debe colocar entre los dientes por las noches.”
“¿Un chupete?”
“Mas o menos.”
“¿Necesito chupete a los 43 años?”
“Hombre visto así...”
“Prf, bueno podría ser peor, ¿y dice que es por el estrés y la tensión?·
“Eso es.”
“Entonces el dolor de cuello de espalda, de riñones, de muñecas, de mandíbula y de ojos, es estrés.”
“Mayormente”
“Entiendo”. “Levántese y quítese la camisa.”- Me desnudé parcialmente y entonces el doctor se puso a golpearme con un martillito minúsculo en las muñecas, en el pecho, y en la espalda. Se centró en los hombros y me preguntó:
¿Le duele aquí? - Y golpeó un par de veces-
“Sí. Me duele como si me dieran repetidas veces con un pequeño martillo”
“Por favor Sr. Maza sea serio, la revisión médica de la empresa esta para vigilar su salud, y es un asunto importante”.
“Bueno, en realidad es para saber si puedo seguir trabajando a pesar de mi nivel de pochez actual” -no me escuchó-
“Ande bájese los pantalones. Vamos a ver a esa próstata.”
“Um, mire es que yo soy fiel de la secta yazidi.”
“¿Cómo dice?”
“Qué soy un Yazidi.”-Repetí-
“¿Yazedi? ¿Es una broma?"
“Huy, no señor, me ofende ¡Es mi Credo!”- me miró con extrañeza.-
“¿Bueno y este proceso de exploración le supone algún tipo de problema de Fe?”
“Pues hombre no mucho, yo lo digo por usted. Nosotros no podemos perder un solo pelo de nuestro cuerpo, de cualquier parte del cuerpo, y debemos lavarnos lo menos posible. Yo llevo ya un mes sin que el agua toque mi piel. No esta mal ¿verdad?”
“No se preocupe me pondré guantes y mascarilla si es necesario. ¿Hay algo más que deba saber sobre su religión?”
“Umm, pues no se..¡Ah! No podemos comer lechuga”. “¿No puede comer lechuga?”
“No, la lechuga es impura y además un alimento de nenazas, para ser sinceros. Fue uno de los preceptos que más me atrajo a la hora de convertirme.”
“La lechuga impura. ¿Y qué le metan a usted un dedo por el recto no le resulta impuro?”
“Si hay placer no. Ahora bien, si no es así, se considera una ofensa contra el honor, y las ofensas contra el honor se solucionan de forma expeditiva: Se coge al ofensor y se le apedrea hasta extirpar la culpa de su cuerpo.”
“¿Cuándo saben que la culpa abandona al ofensor?”
“Hombre, si no grita y no se mueve, es que ya no hay culpa.”
“Ajá.”-Dijo el doctor mirándome con pasmo. Se dio unos segundos de reflexión.-
“Bien Señor maza, dígame ¿siente alguna molestia al mingitar?"
“Pues no.”
“¿Dolores del algún tipo en esa zona?”
“Tampoco.”
“Entonces ya puede vestirse hemos terminado”.
“Muchas gracias doctor.”
Me puse la camisa y salí de la consulta silbando la garota de Ipanema.

Revontulet 16/05/0718:26



  • La PUCESH
Si eres cajero… estás jodido.
No lo digo yo, lo dicen las estadísticas, la cultura popular y el universo en general. Y no es necesario ponerse metafísico para llegar a la conclusión, simplemente se trata de un poco de observación y un poco de esa lógica aplastante que cultivan hasta los más acérrimos amigos del tumbing-splass, con un único callo en el extremo de su dedo pulgar derecho (o izquierdo para los zurdo-tumbingnómanos) expresión máxima de su meta en el mundo.
Las estadísticas dicen muchas cosas. O mejor dicho, vomitan datos y más datos, entre los cuales nadie criticaría que hasta las mentes más brillantes se ofuscasen y mirasen para otro lado como si esa extraña y finalmente descifrable rama matemática fuera un monstruo al que se ven incapaces de enfrentarse. Sin embargo algún que otro erudito, pirado, loco, alucinado o alucinante ser debe considerar esta rama como algo divino o ¿divertido? Porque muy a menudo nos encontramos con los limpios y ordenados porcentajes que han brotado como una patata, en las entrañas oscuras e impenetrables de los números.
Como decía las estadísticas dicen muchas cosas, a veces realmente demasiadas. Pero para el caso que nos ocupa bien podríamos centrarnos en dos o tres puntualizaciones que definen de una forma muy clara la aseveración tan clara y contundente del comienzo: Así dicen:
1.- Laboralmente los peor retribuidos (teniendo en cuenta el factor “estudios-posicionamiento organigramístico empresarial.
2.- Alta dosis de exposición al virus “populis-populae”. Con grandes probabilidades de ser receptor directo de: imprecaciones, malos humores, estornudos, viscosidades varias, entufadas o empaloperfumes, violencia verbal, y paliqueras profesionales; todo ello con la sempiterna sonrisa o blocksunrise, patentada hace unos años por un avispado vecino de Realejo el alto. Con consecuencias drásticas en la salud física y psíquica de dichos trabajadores.
3.-El síndrome del dios de la caja. Algo rimbombante para definir la responsabilidad máxima del cajero sobre el estado financiero de sus medios de pago. Allí no puede haber errores. Los errores se pagan. Cada vez más.
Así, estos pobres personajes, escoria sin pedirlo de la sociedad laboral en la que nos hallamos inmersos, se han convertido en seres necesitados, por lo cual he decidido fundar una ONG:
PUCESH (o Ponga Un Cajero En Su Hogar), la cual basará su centro de acción en el compromiso de escuchar sin alterarse las desventuras de tan augustas personas. El doble beneficio de esta “terapia” se observa en la mejora sustancial de los cajeros, que pueden dar rienda a su expresión facial de una forma natural e incluso abstenerse de saludar o dar los buenos días (Precepto que se hace conocer a todos los solidarios socios de esta ong) y por otro lado la satisfacción por parte de la familia acogedora al experimentar su demostrada superioridad en todos los aspectos.
Asique ¡adelante! ¡afíliese!. Conseguirá su boletín de inscripción en cuaquier caja de ahorros de su barrio, grandes superficies e incluso ¡en la tienda de la esquina!. No espere más y ¡llévese su propio cajero a casa! ¡no se arrepentirá!

YUYUWANA 16/05/0721:24



VOTACIONES DEL TINTERO CCXCV: Un cajero.
Votemos y elijamos los mejores a nuestro juicio.
3, 2 y 1 votos a los tres elegidos.
A las 0,00 horas haremos los recuentos oportunos y sabremos quién se ha alzado con el lauro.
Gracias a quienes participan y buen tino.

ANDRESNIPORESAS 17/05/0700:03


votos
Pocos que hay, y qué difícil es votar. Todos son muy buenos esta vez.
3) TAOTICO
2) MALDOROR
1) GEMMAYLA
Cinco puntos para Revontulet, Yuyuwana y Andresniporesas.

BLANKA-L 17/05/0708:24


votos de caja
BLANKA-L 3
Revontulent 2
YUYUWANA 1

gemmayla 17/05/0710:55


Votos míos, muy míos.
Yuyuwana....................3
Gemmayla...................2
Blanka.........................1
(Aviso: Me vuelven a robar el nick. Yo no he abierto ningún homenaje al galletas. ¡Qué cruz!)

ANDRESNIPORESAS 17/05/0715:23


Lo mios....
Niporesas un cero, Condedrako un cero, Vitriolo un cero.
Niporesas un cero.
Condedrako un cero.
Vitriolo un cero.

blasgalletas17/05/0715:27


mis votos
Maldoror...............3
Blanka.................2
andresniporesas....1
un abrazo para todos

taotico 17/05/0717:31


Hasta los mismisimos cajones.
Buenas tardes a todos menos al pestilente caballo de vapor, al hijo de la émula de Mesalina, al vástago de una polución nocturna de Ignatus, a la defecación de Gregorio Samsa transformado, a Smeagol tras siglos de posesión del Único ...
En fin.
TAOTICO - El Cajero - 3 Puntos.
YUYUWANA (siempre Alana) - La PUCESH - 2 Puntos.
BLANKA - La Ventana - 1 Punto.
Sean Job. O Sean Conery. Lo que uds. prefieran.

MALDOROR_ 17/05/0718:27


Votos!Ahí van:
Revontulet ...................... 3
Blanka.............................. 2
Taotico............................... 1
Saludiños y muy buenas letras a todos!!

YUYUWANA 17/05/0721:42


vo
Gemma----3 Yuyuwana---2 blanka---1

Revontulet 17/05/0723:41


RECUENTO DE VOTOS DEL T-295
Los resultados son los siguientes, salvo error.
Ganadora....BLANKA-L.......con 10 votos.
Finalista......YUYUWANA.....con 8 votos.
Accésit.....TAÓTICO........con 7 votos.
ETC.
Felicidades a los ganadores y que no decaiga.

ANDRESNIPORESAS 18/05/0700:04

sábado, 12 de mayo de 2007

294 Doble personalidad

Tintero Virtual: CERTAMEN nº 294
Como dicen los políticos, agradezco a todos y a todas (los que me votaron y los que no) su decisión, para seguir trabajando y resolver los problemas de los ciudadanos y ciudadanas.
¡Dios, hasta releerlo es asqueroso!
Bajemos a un terreno más humilde y sincero. Gracias. Es un placer dar salida a una nueva edición del Tintero, para lo cual propongo el siguiente motivo: DOBLE PERSONALIDAD.
Saludos.

jmlvfalco 04/05/0708:10


  • FIN
Todo se mueve ralentizado. El tiempo se acaba, llega la noche y yo muero.
Balbuceaba incoherencias en el alféizar de la ventana. Miraba al cielo y luego al suelo mientras mecía sus piernas que colgaban al vacío. Funambulista y actor que se tambalea sobre la cordura, pero esta vez sin las máscaras que su subconsciente forjó antaño. La ficción se había resquebrajado y la vida le resultaba demasiado cruda para aceptarla, nó, ya no podría, el mundo se presentaba ajeno e inmanejable. Era ya muy tarde, atrás quedaba el Yo y el él, atrás quedaba un cuento sin final, atrás quedaba la mentira y la realidad.
Demasiada heroína, no podía hablar. Pero quería decir a la ciudad muerta que pronto se reuniría con ella. Quería decirle que ya no sentía ni frío ni calor. Negro Blues fluía de su mente atravesando su cerebro podrido por las drogas, penetraba su cabeza buscando un solista en el coro de ecos dolorosos que era su memoria: Su familia perdida, la guerra, las masacres, la muerte, y su caída al infierno en vida... demasiados para que un solo recuerdo cantara su réquiem antes del fin definitivo. Quería terminar para siempre con el horrísono maelstrón de voces que devolvían su dolor igual que la marea trae los cadáveres desde ultramar. Se conformaba con que uno sólo, un solo recuerdo, por terrible y devastador que fuera, lo atormentara esa noche. El último recuerdo. La ola que barre el resto de olas. Un pensamiento que resumiera a los demás. Solo quería que ahora, en el momento de su muerte, sus demonios dejaran de gritar y le susurraran al unísono el secreto de su vida. Escuchó.
Y Callaron. Se hizo el silencio en la calle, el silencio se hizo en su interior. Escuchó a sus demonios. Los escuchó. Escuchó hasta que la madrugada anunció el inminente amanecer pintando de gris las sombras. Escuchó, pero no oyó nada. Nada. Oyó nada. Oyó la nada. Nada decían. No había secreto en su vida. Nadie cantaría para él. No había otra cosa en su pasado mas que dolor y... Nada. Esa era la verdad.
Amanecía. El sol nacía mientras él moría. Lo miró fijamente sin sentir dolor en sus ojos. Dejó que sus piernas resbalaran hacia abajo, luego su cadera, su espalda, luego todo su ser cayó hacia la nada. La nada de la que vino, la nada que fue, y la nada que sería.
La caída no fue todo lo limpia que debiera. Se golpeó en su vuelo contra balcones, árboles y alguna farola. No debió haberse dejado caer. Dejarse caer en vez de saltar... increíble, rey de cobardes entre los cobardes. En fin, ahora estaba tirado en el asfalto, con la sangre escapando de sus heridas como la vida escapaba de su alma.
Un solitario copo de nieve descendió iluminado por las primeras luces de la mañana. Bajó lentamente, vestido de luz, como un orgulloso abanderado en un desfile de nieve. Se posó en su frente... Lo notó... un beso de frío. Sus ojos no veían luz alguna, no había movimiento, ni sonido, ni dolor, solo...Frío. Un frío helador, constante, vasto como la mar. Un frío que se extendió suavemente por todos sus miembros, paralizándolos, fundiéndolos con el suelo... ¿Cuánto tiempo había pasado? No lo sabía. Estaba preparado. La nieve comenzó a cubrir su cuerpo. Todo parece silencioso cuando los copos caen mansamente desde el cielo. El tiempo parece detenerse, el mundo parece querer dormir, parece desear descansar por fin, parece latir más lentamente, parece...
morir.

Revontulet 04/05/0711:51



  • El taxi
Marisa sabía que tenía que camuflar su personita exuberante de alguna manera y, a toda prisa, se echó encima una gabardina estrecha con manchas de café con leche y unas gafas negras-negras de playa, se alisó con agua su matojo de pelo amarillo, se ató un moño y sonrió. Ya estaba. Lisa como una buena espía. El botón de arriba de la gabardina no resistió la presión de los pechos y se cayó. El escote se abrió y los dos montes ceñidos por el suéter morado quedaron en entredicho. Qué colorido, qué potencia. Marisa frunció el ceño. No importaba, no podía perder tiempo.
Salió corriendo a buscar un taxi que la llevara hasta casa de su amigo. Había que aprovechar mientras él estuviera en el trabajo para ver quién era “la circunstancia” esa con la que vivía.
Un taxi dobló la esquina y se paró.
— ¿A dónde?
— ¡A la calle Torretas, veinticinco!
— Suba —le dijo el viejo, observando con ojillos contentos las piernas largas y gordezuelas de la chica que se escapaban de la gabardina hasta los muslos mientras ella trepaba al asiento. Le pareció un atisbo de bragas coloradas y él era muy sensible a la lencería. No pudo resistir la tentación—. ¿Hacemos una parada intermedia? Ya sabes, una cosita ligera en cualquier lado… Llevo tarjeta, si admites… —insinuó sonriendo.
— ¿Cómo dice? —se extrañó ella. ¿Cómo iba a hacer paradas, con la prisa que tenía?— Lléveme usted derecho y sin entretenernos, antes que empiece a llover.
— Usté dispense y disimule —el taxista se llevó la mano bajo la vieja gorra a cuadros y se rascó la oreja arrugada. Qué prisa tenían hoy día las mujeres de negocios, hasta las de "esos" negocios, hay que ver qué barbaridá… —. ¿A la calle Carretas, me ha dicho?
— ¡No, no! ¡TORRETAS! —le aclaró Marisa gritando. El hombre debía ser sordo y por eso le había entendido que la tenía que llevar a la calle de la putas, la conocida Carretas, centro del centro del ‘comercio justo’ de la ciudad. De ahí sus peculiares salidas de tono.
— ¡Oh, perdóneme! ¡Como la he visto así vestida! —el taxista volvió a echar una ojeada a las piernas hermosotas de Marisa con sus medias amarillas. Ella se tapó de un manotazo—. En fin, dispense.
Y cambió de dirección zigzagueando por el tráfico.
Marisa se recostó furiosa en el asiento. ¿Cómo que “así vestida”? ¿No iba bien? ¿No iba discreta? ¿No iba pasando desapercibida?
La gabardina café con leche se le ceñía a las curvas apretada y arrugadamente, con esa naturaleza desidiosa y burlona de las gabardinas viejas, y el trajecito morado cantaba por el escote y por la abertura de las piernas, y luego las gafas negras y las medias amarillas…
Marisa dejó escapar una lágrima. No, no iba bien. Eso es lo que le pasaba, que por mucho que ella fuese una chica maja, con buen corazón, trabajadora, siempre amable, incluso divertida… no dejaba de ser un poco macarrilla por la parte de fuera del aspecto, y los hombres finos, como su amigo, siempre preferían convivir con una “circunstancia” fría y tiesa como un maniquí de escaparate, una gata con uñas como navajas que le tenía a raya y le arañaba el alma cada vez que él intentase acercarse buscando calor, tan helada que él tenía que agenciarse una Marisa tonta en otra parte para llorarle sus penas… pero gata absolutamente presentable para los amigos.
La ciudad pasaba rápido, empezó a llover.

BLANKA-L 05/05/0711:31



  • Las dos almas
Siento mucho frío. Me siento extrañamente mal. Me pongo calcetines cuando hace escasos segundos andaba descalzo por la casa. Me visto con un pijama que parece un chándal, aunque detesto estas dos prendas y las considero las más aborrecibles de cuantas existen en un fondo de armario cualquiera.
Pero eso es lo desconcertante de esta siamesa personalidad dual que me atormenta y me habita. Lo que anhela una cabeza, lo aborrece la otra, como si dentro de mi pugnaran dos "yoes" hegemónicos en vez de áquel único que defiende el doctor Cardoso disertando ante Pereira sobre una supuesta confederación de almas dentro de cada uno de nosotros y un "ego hegemónico" luchando denodadamente por dominar en "Sostiene Pereira" de Antonio Tabucchi.
Es más, yo no encuentro en mi tal confederación de almas. Mi personalidad es genuinamente maniquea ya que esos dos tipos que me poseen se expresan siempre en términos de bien y mal, lo que es correcto o incorrecto, lo que debe hacerse o no. Se eternizan discutiendo dentro de mi chola como si mi cerebro fuese un cuadrilátero en el que tienen lugar encarnizados torneos de combate y boxeo. Estos dos púgiles francamente me tiene más que harto. Él uno me asquea por débil, pusilánime y timorato. El otro por bravucón y pendenciero. Del primero temo sus inhibiciones. Del segundo sus aviesas y arteras conductas. ¿Cómo explicar a los demás que en realidad no me identifico con ninguno de los dos? El primero es el que ama a mi mujer, a mis hijos. Incluso perdona los desmanes de la suegra. El segundo planea matarlos a todos con nocturnidad, alevosía y pérfida traición, a sangre fría y sin piedad. Temo volverme loco.
Ahora están en boga los psicólogos y psiquiatras. Tal vez un día de estos me arme de valor y acuda a la consulta de algún loquero cualquiera, aunque sinceramente no creo que mi mal tenga cura y remedio.Vivir con estos dos tipos locos dentro de mi es una sinrazón absoluta. Antes consideraba a los demás mediocres. Ahora sencillamente los envidio porque los veo como personas normales. ¡Bendita normalidad! ¡Qué diera por ser como ellos!

gemmayla 05/05/0718:57



  • Las gemelas
LAS GEMELAS
Es de lo más patético. Quedar mal ante un grupo al que aprecias es como recibir un golpe fuerte en el estomago al mismo tiempo que aspiras el aire puro de la mañana. Contando con que sea puro, claro está. Llevaba algún tiempo anunciándoles que iba a participar en ese juego de titanes con la intención de dejar algo de mí, pero cuando cada noche dejaba en mi papelera la hoja del día vencido, la señal de lo pendiente permanecía inalterable.
¡De hoy no paso!, me dije. ¿Y qué digo?, me pregunté. Es ya la media tarde y anoche dormí mal: la mañana ya ha pasado y ha sido una de esas que pasan sin decirte nada. Mejor ignorarla; para qué, si luego no va a hablar de ti, y cuando tenga el móvil en sus manos te borrará de su agenda.
¡Es patético! ¿Habrá alguien más inútil que yo, que sin tener nada que decir, se atreva a decir algo?
Me vienen al recuerdo dos hermanas mellizas y de muy buen ver: una era de ciencias y la otra de letras. Y cuando tenían algún compromiso social, iba la que más convenía, según de qué fuera la cosa para quedar a gran altura, de acuerdo con su alta posición social. El recurso lo empleaban con frecuencia, como un don a utilizar, como las dos caras de una misma moneda, como una doble personalidad fraudulenta.
Cualquiera de las mellizas era genial, al menos es lo que se decía. Y aunque una era trágica, la otra sentimental. La primera tenía algo de alegre pero su hermana lacrimosa. Y pese a tantas sutilezas, lo hacían con tanta gracia y proverbial habilidad que nadie descubría el engaño. De ahí mi gran frustración, la de ser hijo único, porque de tener un hermano, y además escribir bien, en mi agenda no habrían cruces pendientes; y lo de patética, quedaría para esta mañana insociable, antipática y seca que ha pasado por mi vida sin decirme un amén.

nuki60 05/05/0723:09



  • Siempre te soñaré

Es el bueno quitar el anterior

-Te necesito mujer.
Y me asomo a la ventana esperando
Encontrar tu voz, pero no está.
Las ramas de los árboles
Como notas de un pentagrama te cantan
Escrito está en el viento que,
Aunque tú no estés,
Te amo y te amaré mujer.
Te deseo y te desearé
Y siempre te soñaré.
Laura encontró el poema sobre su cama. Lo leyó una y cien veces sin entender, pero en sus labios mantuvo una sonrisa. Se desnudó y acostándose le llamó.
-¿Vienes a la cama cariño?.
-Ahora voy Laura, quiero terminar hoy este libro.
Tumbada sobre su espalda, Laura cerró los ojos y pensó en él.
Cuatro años viviendo juntos; cuatro años de amor y odio, de paz y guerra, de días interminables de pasión que le compensaban aquel continuo cambio de carácter. Tantas noches sin volver. Tantos días viéndole llegar, con esa sonrisa bajo los rubios y despeinados cabellos que la dejaban indefensa y, sin excusas, sin respuestas, como olvidado el tiempo perdido, la tomaba en sus brazos y de nuevo, embriagada por su olor, su mirada, su pasión, se dejaba amar y amaba como nunca pensó que pudiera hacerlo.
Pensó en él. Diez años de experiencia le separaban. Amigo de su nueva amiga del trabajo, hombre culto, de letras, catedrático de Historia y sobre todo escritor. La vio, se acercó a ella y tomándola por el brazo le comentó al oído.
-Mucho has tardado en aparecer; ahora tendremos que recuperar el tiempo perdido- la miró a los ojos y por primera vez comprobó el efecto que en ella, a partir de ese momento, haría siempre su sonrisa.
Jugaron a enamorarse y Laura se enamoró. ¿El? Nunca pudo entrar en su mente, siempre cerrada a ella y a los demás, pero pudo comprobar cómo sus pensamientos volaban a enorme velocidad; vivía al doble de velocidad que ella, tocando infinitos temas al mismo tiempo, memoria prodigiosa hasta aquel primer día en el que, esperándole para cenar, no apareció. Lo hizo a los dos días y sonriéndole, la tomó entre sus brazos e hicieron el amor. Una, dos…
Comenzó un hormigueo en sus pies, al mismo tiempo que su espalda dejó de sentir la blandura del colchón y lentamente se fue durmiendo.
Javier terminó el libro y colocándolo cuidadosamente sobre la estantería se acercó al dormitorio. La vio dormida y sonrió mientras se acercaba a ella. Al hacerlo, pisó el papel donde le había escrito el poema y su cara, al comprobarlo, se transfiguró. Tomó el papel en su mano y arrugándolo como queriendo hacerlo desaparecer, lo tiró con violencia a un lado.
Se acercó a la cama y con su almohada le tapó la cara, presionando con todas sus fuerzas. Al minuto, el cuerpo de Laura comenzó a convulsionar, uno, dos, tres minutos largos duró el estertor de la muerte.
Terminada su obra, Javier salió del piso.
A la mañana siguiente, de nuevo entró en su casa y la llamó con cariño
-¿Laura, aun estás durmiendo…?

INCONGRUENTE1 06/05/0721:12




  • Un caso muy extraño
Julián, todavía adolescente, hacía 4 meses que salía con Lucía, y habían sido los 4 mejores meses de su vida. Lucía era su primera novia, y era encantadora, simpática, alegre, bella, cariñosa, romántica, su sueño de mujer de siempre. Salían a menudo y siempre era un día completo, redondo, días que ojalá nunca terminasen. Pero, siempre hay un pero, Julián, sin poder recordar exactamente cuándo, ni saber porqué, había notado que Lucía sufría de extraños cambios de humor o estado de ánimo.
Sí, unos días era la Lucía de siempre, y al día siguiente otra nueva Lucía, más triste, más distante, más fría, introspectiva, como tímida. Julián no lo lograba entender, pero a medida que pasaban los días, la historia se repetía y si ahora salía con Lucía la de siempre, al día siguiente salía con la nueva Lucía, la que casi no hablaba ni reía, ni quería jugar con él, y se mostraba distraída y fría. Pero al día siguiente del siguiente, volvía a ser Lucía la alegre, la cálida, la que le enamoró y a la que tanto quería. Y pasó un mes, y los días se sucedían así, y Julián no podía más, y decidió preguntarle a Lucía, en uno de sus buenos días, qué era lo que pasaba, a qué se debían esos cambios de ánimo o de humor, que si bien ahora eran menos pronunciados, seguían produciéndose, y si había algo que él no supiera y le quisiera contar. Lucía, sorprendida, añadió que sí, y le prometió a Julián una explicación. Sería el sábado, a las 12.00, en la cafetería donde se conocieron.
Y allí fue Julián, el día y la fecha previstos, y entró en la cafetería, y buscó a Lucía, y la encontró, y de repente, al verla, empezó a entender. Se sentó con ellas, y Lucía le presentó a su hermana gemela Lourdes, que le dijo, era muy tímida, y no tenía confianza en sí misma, y necesitaba su apoyo y su ayuda, y que es por eso, que algunos días, cuando Lucía no podía quedar con Julián, por los exámenes, era Lourdes la que acudía a la cita, para que así Lourdes, oculta bajo el disfraz de Lucía, perdiese su timidez con los hombres, y se acostumbrase a estar con ellos, y viese que no había nada que temer, y se abriese más a la vida y a disfrutar de ésta. Lucía le dijo que quería mucho a Lourdes, y que la apenaba mucho verla tan sola, tan insegura, y se le ocurrió la idea, pero que sentía mucho lo ocurrido, y que lo ocurrido no se volvería a repetir, y que le quería muchísimo a él, a Julián, y que todo volvería ser como antes. Julián, pensativo, absorto, miró a Lucía, y luego a Lourdes, y le preguntó a ésta última que todavía no había abierto la boca:
- ¿Y tú, Lourdes, me quieres? Di.
Y ella le respondió que sí, al principio algo tímida, pero luego más resuelta y sonriente, devolviéndole su mirada, y respondiendo a su apretón de manos con una caricia, y saliendo juntos del local, sin mirar más atrás.

indahaux 06/05/0723:21



  • Afeitarse sin espejo
Llega una edad en que no puedes permitirte el lujo de echar la vista atrás y arrepentirte. Más aún cuando al asomarte por una rendija de la puerta del pasado la boca se llena de un sabor amargo, el sabor del tiempo perdido y el aplazamiento constante.
Eso pensaba Luis el día de su cincuenta y cinco cumpleaños. Frente al espejo, las ocho y trece, el lavabo lleno y humeando, listo para la rutina de cada mañana. Entre el vaho estudiaba su rostro con detenimiento; intentaba reconstruir su cara de los veinte años pero era imposible. Al igual que era imposible detener su espíritu frente a la voluntad, el primero, con la fuerza de la derrota, se empeñaba en mortificarlo y la segunda, irresoluta y frágil, en huir hacia adelante. Un viento huracanado que jugaba a su antojo con las hojas de un árbol anciano.
Prejubilado. Mañana tendría tiempo para todo, y ese abismo de reflexión le producía un vértigo que lo tenía paralizado frente al espejo. Los pómulos caídos, las cejas pobladas de canas y una cicatriz en la mejilla derecha, único vestigio del pasado, un pasado limpio y ordenado, terriblemente tedioso, vacío. Una Cátedra, libros, ponencias, mesas redondas, admiración, respeto, elogios, críticas y después cuatro paredes en las que no hay nada más que un televisor mal sintonizado, demasiado polvo en las estanterías y el rastro viscoso y circular de una taza de café sobre la mesa.
Decía Borges que había cometido el peor de los pecados: no ser feliz, haber leído mucho y haber vivido poco. El bote de espuma rompió la devastación interior que asolaba a Luis. Se estrelló contra el espejo que, fragmentado, devolvió su imagen en decenas de miradas desoladas.
— Yo no seré Borges.
Abre los ojos e intuye en la penumbra las formas de su cuarto. Es domingo, pero da igual que fuera martes. Se levanta renqueante, entre los bramidos de aquella tos que no acaba de marcharse y con el peso del alcohol en la cabeza y en la lengua. Los oídos le zumban como un panal de abejas y a su mano le cuesta encontrar la luz de la mesilla, entre temblores y una vista cansada. Tan cansada que ha renunciado a verse. El lavabo humea de nuevo, diez años después. Es difícil afeitarse sin espejo pero ha logrado acostumbrarse. Ha aprendido a vivir de nuevo, una vida con nuevas pautas ordenadas al milímetro. Una peluca caoba y larga, medias y el bolso. Sólo faltan las llaves.
—Buenos días, Don Luis. —Hola Mario.
El portero es de lo pocos que no muestra espanto ni vergüenza. No ha perdido el tiempo en labrarse una reputación, en el enconado esfuerzo del decoro y las buenas costumbres, así que no se ha contaminado del espanto o la vergüenza de sus vecinos.
En el Parque del Oeste el sol cae a plomo. Se refugia bajo un plátano frondoso. En ocho años sólo ha hecho tres servicios, pero le gusta estar allí. Lo ama con todas sus fuerzas, estar entre aquellos hombres y mujeres, oír sus historias, su forma de contarlas, su despreocupación constante y la inconsciencia del fantasma de las apariencias, del riesgo e incluso de la muerte.
—¿Qué tal Don Luis, corazón mío? ¡Qué guapa viene hoy! ¡Y qué alegría en el cuerpo, mi amor! —Hola Yazira, gracias. Hace un día espléndido. ¿Qué tal tu hijo? ¿Lo sueltan o no? —Ay no sé, mi vida... Ya no sé, casi prefiero que lo dejen ahí, donde está. —No digas eso, mujer. Deberías hablar con él, ir a verlo. —Usted siempre tan amable, Don Luis. —¿Sabes, Yazira? Hoy cumplo sesenta y cinco años. ¿Qué te parece? —Que cada día está más guapa.
Luis sonríe, se apoya en el grueso tronco, cierra los ojos y respira la alegría de la vida.

PietroCrespi0 7/05/0711:53


  • El Tablero.
“EL TABLERO”
Le llamaban “El Tablero” porque su vida estaba formada de negro y blanco, de claro y oscuro. Los más cotillas del lugar hablaban de él con medias palabras, como para entendidos, tú ya me entiendes.
El caso es que "El Tablero" fue un grandísimo hijoputa en su actuación. Alguien debió decirle que el pasado nunca es del todo pasado porque está en cada uno y vuelve cuando alguien lo menciona. Pero nadie se lo dijo.
"El Tablero", un grandísimo hideputa, disfrutó cuando el dueño de su periódico apostó por él. ¿Cómo no iba a hacerlo si era su hijo bastardo? Ejercía como crítico literario. Sus críticas de libros, publicadas semanalmente en el Suplemento Literario bajo el seudónimo de "El Tablero", eran vitriolo puro, destilaban impotencia y frustración.
No se sabía de qué pero frustración al fin y al cabo. Su actitud respondía a aquello de si yo no por qué vosotros. No criticaba, destrozaba los argumentos de las novelas revelando la trama; no orientaba, marcaba con fuego. Nadie estaba exento de sus peores críticas que debidamente seudonimizadas llegaban al periódico con la anuencia de su putativo padre natural. ¡Qué iba a hacer él si todos hablaban del hideputa del crítico y eso aumentaba la tirada!
Pero, ay, el destino es juguetón. Un día alguien cometió el error, quizá aparente, de publicar su crítica con nombre y apellidos. El Tablero, desde entonces, desapareció del suplemento literario. Y la vida se le echó encima.
La vida del Tablero pasó inmediatamente a ser la de un fugitivo que se desplaza por las calles pegado a la pared de las casas y mira hacia atrás. Nadie le volvió a dirigir la palabra a pesar de sus permanentes disculpas, nadie le invitó a ninguna conferencia ni a tertulias literarias. Se convirtió en un tópico en las reuniones de los escritores: Eso no lo escribiría ni el Tablero.
Encaneció como una estopa, se escuchimizó como un sarmiento y sus ojos se hicieron huéspedes en sus cuencas. Los chiquillos lo zarandeaban al encontrarlo vagando en el parque andrajoso y orinado. Y hasta tuvo la mala suerte de que una paloma se le cagó en la frente.
Aún así urdió otra mentira para huir de su infamia. Fingió una ceguera que no tenía, compró un bastón blanco y caminó como un invidente. Le dio buen resultado de momento. Volvió a ser un desconocido.
Pero no le hizo falta fingir durante mucho tiempo. Su torpe caminar, fruto de la ceguera inexistente le llevó a sufrir un atropello mortal en un paso de cebra.
Nadie reclamó su cuerpo destrozado que sirvió para que los estudiantes de medicina bromearan con sus órganos genitales, ridículos, por supuesto.

ANDRESNIPORESAS 09/05/0718:35



  • “EL DOCTOR PATOSO Y MR. GARDEL”
El patoso de Pat Oso y Salazar y la bella Gertrudis Iturralde Guimaraes se habían conocido meses atrás cuando el primero, tras tropezar en el andén del tren había incrustado sus conejunos incisivos en los nuevos zapatos de cachemira de la segunda. Es curioso como una visita al zapatero de guardia y a un ortodoncista jubilado pueden unir tanto, pero lo cierto es que al cabo de unas semanas ya tenían fijada fecha para su boda religiosa. Por fin la bella Gertrudis haría realidad el sueño que le había perseguido desde su más tierna infancia: bailar un tango, a los acordes del “Borriquito como tú” el de día de su boda y, a ser posible, con su esposo.
Aunque al patoso de Pat Oso no le atraía nada aquello del bailoteo, ya que tenía los pies más planos que el encefalograma de una mortadela de pavo, lo cierto es que como bien dice el sabio refranero español “Más tiran dos ... que dos carretas”, así que terminó por sucumbir a los deseos de su amada y se matriculó en una “Escuela de bailes de salón, populares, modernos y subacuáticos”. Dicho establecimiento contaba con un gran prestigio entre los miembros más insignes de la farándula y era regentado por un otrora tanguero de fama internacional de nombre artístico “El pibe de las pardelas”, por su pasmosa facilidad para imitar, mientras bailaba el tango, el graznido de tales aves con la única ayuda de la cuenca de su ombligo.
Ya desde los primeros pasos que el patoso de Pat Oso dio a los compases del “El Lago de los Cisnes” el avispado profesor advirtió la enorme “cruz” que le había tocado cargar sobre sus enclenques hombros. Y, con la característica suavidad y tacto latinoamericanos le dijo:
-¿Qué pasa con vos, boludo?, ¡Tenés menos ritmo que las bragas de mi vieja!, ¡La piba no es pa pisála!, ¡No pisála!, ¡Acompañála!, ¡Acompañála!...
Pero todo cambió cuando el patoso de Pat Oso comenzó a practicar el tango. Fue en ese momento cuando “El pibe de las pardelas”, que perdía más aceite que el coche de Colombo, quedó prendado con su movimiento pélvico y no pudo más que, mientras se arrojaba a sus brazos, gritar a los cuatro vientos: ¡Pendejo!, ¡Que grande el enano!, ¡Vos sos mi Gardel!, ¡Éste.... todavía me tiemblan las cani”ll”as con semejante movimiento!, ¡Repetílo!, ¡Repetílo!
Lo último que se supo de ellos es que en una oscura noche se fugaron de la ciudad. Montaron un espectáculo de tango sobre hielo conocido como “El plantígrado Gardel y la piba de las pardelas” que fue representado en los principales cruceros de lujo que surcaron los mares del Sur.
Por lo que se refiere a la bella Gertrudis por fin hizo su sueño realidad. Cansada de esperar ante el altar al hombre de su vida, asió por la pechera al fornido cura del barrio y se marcaron un maravilloso tango a los acordes del “Borriquito como tú”. Hay quien dice que tras aquello el pueblo quedó sin cura, y la bella Gertrudis y su nuevo amor montaron un espectáculo musical conocido como “La bella y el bestia”, donde bailaban tango hasta el amanecer.

EXLUCIFER666 09/05/0720:03



  • RECUENTO DE VOTOS DEL T-294: Doble personalidad.

Salvo error u omisión, el recuento arroja los siguientes resultados:
Ganador: EXLUCIFER..........17 VOTOS
Finalista: BLANKA-L............10 votos.
Accésit: Pietro Crespi...........8 votos.
Enhorabuena a los vencedores y que nos pongan tema antes de que acabemos con la cosecha del 86...
Buenas Letras y a comentar.

ANDRESNIPORESAS 11/05/0700:05