sábado, 30 de junio de 2007

CCCI... El Rubicón

MARTINIDRY

Tintero Virtual CCCI... EL RUBICÓN


...bueno... la verdad es que no esperaba ganar con esta historieta ultramarina... y ha sido toda una sorpresa, lo creáis o no... en consecuencia, por no haber ni tan siquiera hay unos berberechos y unos pepinillos con que celebrar esto... no obstante, mi sponsor vermutero ha puesto unas botellitas de muestra encima del taquillón de la entradita...
y vais que os desnucáis... ha dicho...
servíos con moderación...
en fin... al tema...
teniendo en cuenta que en muchos aspectos -y principalmente la carnavalada ombliguesca que era el meollo del T-300- este tintero ha sufrido una especie de cambio marcando un punto de inflexión... una ruptura... un cruce de rubicón... pues precisamente el tema es ése: EL RUBICÓN...
me lo escriban bien, que don Berceo de Gotha y Circunspectia se lo agradecerá...
Quod scripsi scripsi.


Basilio, no finalizaba sus proyectos. Dicho asi puede parecer de lo mas normal del mundo. Como ese amigo inconstante que casi todo el mundo tiene. Ese que un dia empieza a ir al gimnasio y al mes decidi aprender tocar el violin y al otro se aficiona por el aeromodelismo. Incluso nosotros mismos podiamos vernos reflejados en cierta medida con Basilio. Pero lo de el no era inconstancia. Aunque pudiera parecerlo y asi todos sus colegas lo tildaban de culo de mal asiento. No lo era.No, no. Lo suyo era algo mucho mas profundo. Basilio, queria ser inmortal..
Todo empezo por la optativa que tomo en la facultad de matematicas, Aplicaciones al fractal. Los 12 creditos para computar la matricula determinaron esta eleccion. Supuestamente una maria que no le deberia suponer mucho esfuerzo aprobarla. Lo que no sabia es que aquella Maria, se convirtiese en un tripi que se le metiese en las mismas entrañas. El fractal, los modelos fractales. Aquellos que se van repitiendo hasta el infinito en distintas magnitudes.
Por que Basilio dejo de leer el ultimo capitulo de todos libros que caia en sus manos. Por que dejaba siempre un cubierto sin fregar. Todos sus proyectos aunque fueran insustanciales, todos los dejaba inacabados. El calcetin que huia de la colada. LA ultima cucharada del plato de sopa. EL ultimo trago de una copa. Hasta su vida amorosa se vio afectada, ya no volvio a tener un orgasmo. Su ser se negaba a terminar nada. Era su ser mas intimo el que tomo aquella determinacion.
Todo en la naturaleza se comporta de manera fractal. Si vieramos el trayecto de una bandada de pajaros migratoria hasta africa y esta tomase la forma de una V en su totalidad. Pequeñas v conformarian la gran V. Y esto lo asimilo de tal manera el insconsciente de Basilio que relleno de pequeñas uves( actos inacabados), toda su vida. Para que la gran V ( su vida), tampoco acabara nunca.
Basilio, el ser mas intimo de Basilio, decidio ser inmortal y quizas... Quien sabe si lo este logrando...




Casi todo el mundo sabe que "cruzar el Rubicón" significa tomar una decisión perentoria en la vida que la modificará de manera crucial.
Ramón, un tipo con un coeficiente intelectual superior a la media, lo sabía por descontado, pero algo inexplicable le sucedió que le empujó a tomar la inopinada determinación de utilizar el comodín del público en aquel concurso televisivo "Usted debería saber y lo sabe". El presentador planteó la pregunta y Ramón percibió una sensación extraña en la nuca, que tal vez describiría como si alguien mal intencionado le hubiese lanzado un témpano de hielo con la intención de dejarle bloqueado, noqueado. Pensó entonces que si respondía al buen tuntún, sin cálculo ni reflexión, se convertiría en un hazmerreír a escala planetaria ante una posible audiencia telespectadora probablemente cifrada en cien millones de hispanohablantes, unos cultos, otros catetos, pero todos sabedores de la respuesta precisa a tamaña perogrullada.
Aquel público risueño del plató, que le jaleaba como si fuese un perro al que hubiese que animar para alcanzar su presa, conocía la certera respuesta - algún despistado que otro, no. A otros les divertía confundir al personal -.Ramón acertó. El marcador anotó quinientos euros más a la cifra alcanzada hasta el momento y este concursante no se percató demasiado que acababa de "cruzar un Rubicón" particular decisivo. No podía apartar de sí la fantasía de un Julio César empecinado, persiguiendo a Pompeyo, a punto de quebrantar la ley de fronteras de la Galia Cisalpina. Cree que César le acompañó hasta el final del programa y en los días siguientes. Ramón se convirtió en el concursante con más alta participación y fué él quien se embolsó la mayor cifra jamás alcanzada. Su vida dió un giro a partir de entonces.
Agradecido y de alguna manera ocioso, arrastraba un pesado remordimiento. Sentía que debía recompensar la gratitud de aquel público anónimo que de balde le había, sin pretenderlo, catapultado a la vida muelle y hedonista. Dió muchas vueltas al asunto y un buen día decidió que se encargaría de conocer a todos y cada uno de aquellos personajes que llenaron el patio de platea del escenario en el que se desarrolló el evento, de aquellos tipos que sin conocerlos de nada le brindaron la posibilidad de abandonar una vida llena de penurias y estrecheces económicas y disfrutar de los placeres que ahora le colmaban.
La productora del concurso "Usted debería saber y lo sabe" se mostró un poco reacia a facilitar los datos de cada una de las personas que componía la audiencia, pero Pilar Rubio, la responsable de realización accedió, seguramente con la desconfianza lógica de que esa empresa un tanto disparatada no la llevaría a cabo. Pronto se cansaría y desistiría. Pero, no, Ramón creyó sentir de nuevo la presencia de Julio César cercana y preso de un espíritu, un entusiasmo que nunca antes había conocido, se embarcó en la odisea de localizar al "público del comodín". Pronto conoció a Estela, una joven andaluza que se había presentado como figurante entre la audiencia de aquel día a cambio de unos euros, un bocadillo de mortadela y un refresco. Se enamoraron rendidamente y acompañado de Estela prosiguió sus pesquisas. Descubrió que algunos eran figurantes, pero no le importó. También a ellos agradeció con un fuerte abrazo y un billete de cien euros su gentileza para con él.
Ahora Estela y Ramón se dirigen a Valencia. Alli les espera un grupo de jubilados que entretienen alguno de sus días acudiendo a programas en directo y en diferido de televisión y radio. "Al César lo que es del César y a Ramón lo que es de Ramón. No saber en ese momento qué significaba "cruzar el Rubicón" me lo hizo cruzar a mí mágicamente. Siempre os estaré agradecido."





Puso el pie en el pedal y le dio a la muela; comenzó a girar. Cogió el puñal con sus dos manos y lo afiló. Le arrancó un cabello a su mujer y con el puñal afilado lo partió en dos.

-¡Qué vas a hacer, Rubén! Me das miedo.

-Cosas mías.

Hay veces en la vida en que una idea se pone entre las cejas, aquí, encima de la nariz, ahí donde termina la frente y comienza la cara y no se va en días, en semanas. Es un imán que atrae todos los actos. Y poco a poco esa gangrena infecta toda la vida. Nunca abandona el pensamiento, ni en sueños. Busca la soledad para crecer más y más. Vuelve a la persona taciturna, retraída, obsesiva.

-Canela, tu cuñado no debió, no debió...

Y se vigila el camino y se ponen límites a la vida. Y se camina sin ton ni son por las calles, por las habitaciones, por las escaleras. Y un grito sube y baja por dentro como el ardor de una mala digestión. Y se suda en la cama y se sueña con un final definitivo, justiciero, apaciguador.

La mirada se vuelve oscura, las cejas se arquean como un mal presagio y todo tiene la cara del ofensor, la cara de la muerte escrita en una piel blanca, gélida, con color de muerte prematura.

-Déjalo Rubén, te destruirá... me destruirás.

Pero Rubén ya no razona, ya no ve; sólo sabe que todo tiene un final y ese final es el definitivo y ha llegado ya. Canela ya no es la que él soñó, es otra, se la han manchado y se la han dejado tirada como se deja un trapo sucio. La piel de Rubén es un sarpullido, su dolor está aquí cerca del corazón, le oprime, le impide respirar a pulmón abierto. Y hasta el aire le quema por dentro.

Sólo su brazo está tenso, como un arco, con la mano cerrada sobre el puñal. No se da cuenta pero se ha herido con la hoja recién afilada. La sangre le corre pantalón abajo y le gotea en el zapato.

-¿Por qué, Rubén, por qué? No era necesario.

El cuñado no ofreció resistencia. Se dobló sobre sí mismo mientras los intestinos le salían como de un saco desventrado. Ni tan siquiera gritó. Rubén, lo achantó contra el suelo hasta que dejó de respirar. El charco de sangre le empapó los zapatos.




Marc salió de casa dando un fuerte portazo, era la enésima vez que Lea y él se enfadaban aquella semana. Tres años conviviendo en el mismo apartamento, sin más relación que su amistad y todo entre ellos yendo sobre ruedas hasta aquella noche en la que ella, después de una despedida de soltera, llegó al apartamento algo pasada de alcohol y ligera de pensamientos.

¿Lo provocó, lo buscó o fue él quien al verla liberarse despreocupadamente de ropa y calzado, se sentó junto a él y …? todo comenzó de nuevo.

Marc sacudió la cabeza, queriendo sacar de ella cualquier recuerdo que pudiera enturbiar la actual situación y, con ello, hacerle tomar una decisión errónea. Mientras se dirigía hacia el Parque Central para, en soledad, reflexionar qué hacer, calculó lo mas objetivamente posible los pros y contras de las dos posibles salidas.

“Dejarlo todo y buscar otro apartamento para él solo conllevaba mayores gastos, difíciles de soportar, volver a la soledad de la que huyó hacía tres años, comenzar un posible nuevo amor para un hombre tan apocado como él…” Movió repetidamente la cabeza mientras tomaba asiento en uno de los bancos del parque. Mediodía soleado y suave brisa bajo los frondosos árboles que dejaban en penumbra la mañana.

Frente a él otro banco y en el una mujer hablando con su móvil, mientras que un pequeño montaba en un triciclo junto a ella. Nada que pudiese llamarle la atención pero la escena le distrajo por un momento.

“Volver a casa y de nuevo pedir perdón por algo que… ¿Qué has hecho Marc para provocar su enfado?. Estabas ordenando el salón y ella en el baño cuando te ha preguntado por su maquinilla de afeitar. No la he visto, le contestas y sin cruzar mas palabras ha salido del baño haciendo aspavientos, gritando que ya está cansada de tu desorden… Gritos, contragritos, palabras duras, insultos y de nuevo aquí, pensando qué hacer. Pero vivía acompañado y puede que hasta me sintiese atraído por Lea; puede que no fuese amor pero es que tampoco sé como es el amor. Un apartamento bien situado, a medias, cómodo…”

De nuevo posa su mirada sobre el pequeño. El paseo en el que se encuentran, formado por suelo de tierra batida y compactada está algo en pendiente hacia la amplia zona de césped y separados entre ellas por una hilada de adoquines. Entre el chico y los adoquines hay en el suelo una pequeña hendidura formada por la escorrentía de las aguas de lluvia. Pedalea, se acerca a la hendidura y frena; vuelta hacia atrás y la misma operación, como decidiendo si cruzar la hendidura o no. Marc intenta concentrarse pero la escena del niño le obsesiona. Finalmente, comprobando que si el pequeño no consigue parar a tiempo en una de las veces la rueda del triciclo se metería en la hendidura y caería al suelo, se levanta para avisar a la señora cuando sorprendido oye una voz a sus espaldas.

“Alea jacta est” al mismo tiempo que ve como el pequeño se lanza definitivamente, la rueda entra en la hendidura, cae y su cabeza tropieza de una forma contundente con el bordillo. Se lanza a cogerlo al mismo tiempo que oye el grito desesperado de la señora.

Carreras, sirena, ambulancia, policía, preguntas, anotaciones, todo un cúmulo de despropósitos y finalmente de nuevo en el parque, paseando mientras se limpia el sudor frío de sus manos y frente y su corazón se va calmando poco a poco.

“Pobre mujer, tener y criar un hijo para terminar de una forma tan absurda. La verdad es que pensándolo fríamente nuestras vidas penden de hilos de seda tan débiles que…”

Sin terminar su reflexión, toma rápidamente el camino de casa. Alea jacta est.
Por las letras, hasta la vida




Lo malo de cruzar ciertos rubicones, es que las huellas mojadas de tus zapatos dejan un rastro fácil. Eso y que lo más probable es que al otro lado te esperen arenas movedizas más profundas que los ojos de Maria.
Maria ... ¿por qué cojones tenía que enamorarse un tipo como yo?; un tipo acostumbrado a medir el amor en la cantidad de billetes que dejaba en la mesilla de noche de amables señoras con un taxímetro instalado en la entrepierna.
Entré en aquel bar para estar solo, para beber hasta que el alcohol o algún puño compasivo me hiciesen perder el sentido. Un antro de putas viejas y tristes en el que lo único limpio era el interior de la caja registradora. Un bar que tenía como música ambiental el sonido de una máquina tragaperras, que era, por cierto, su más poderosa fuente de iluminación.
Levaba tres días sin verla. Tres días en los que acepté la evidencia de que una mujer como aquella no se iba a quedar a mi lado, al lado de alguien con cara de entierro de tercera, por mucho que le hubiese iluminado la mirada colocándole un anillo de un rubí con diamantes. Era la primera vez en mi vida que entraba en una joyería dispuesto a que el joyero me desvalijase. Lo habitual era que, al salir yo, el individuo en cuestión estuviese ocupado en taparse alguna brecha mientras emitía opiniones, a gritos, sobre el poco honorable trabajo de mi madre.
Fundí, en aquella sortija, toda la recompensa que me pagó la pasma por desvelar el agujero en el que se escondía la rata que me pagaba el alquiler. Las treinta monedas de plata en que estaba tasada la libertad de D. Manuel, el honorable jefe de una sociedad que solo admitía como miembros, a aquellos que teníamos como muestra de cortesía sacar los ojos de nuestros futuros cadáveres, para que no tuviesen que vernos la cara de satisfacción.
- Hombre, Paco, que alegría encontrarte.
- Cachuli.
No fue una expresión lo que salió de mi boca, fue la constatación de un hecho, la verificación practica de ese apartado de la Ley de Murphy que dice que por muy mal que vayan las cosas siempre pueden empeorar. Y cuando las fundas de piano que tiene Cachuli por manos se apoyaron en la barra, supe que las cosas habían empeorado definitivamente. El camarero del antro y las lumis del local habían sido mágicamente sustituidos por un par de armarios roperos con traje oscuro y cara de peso pesado después de una mala noche.
- ¿Sabes que han detenido a D. Manuel?. Nada serio, no te preocupes. En un par de meses los abogados le pondrán en la calle para que podamos seguir disfrutando de su compañía.
- ¿Puedo acabarme la copa?.
- ¡Claro hombre!. Invito yo. Que para eso estamos los amigos, Paquito.
- ¿Vais a matarme aquí dentro?.
- Tu ya estas muerto, Paco – sonrió Cachuli, si se puede llamar sonrisa a la almorrana inflamada en que se convertía su boca – lo que pasa es que todavía no lo sabes.
Y dejó caer sobre la barra la sortija que unos días antes yo había colocado en el dedo de Maria. La sortija que utilizó como única vestimenta la última noche que estuve con ella.
- Ni te imaginas lo que puede aguantar una mujer antes de palmarla Paquito, ni te lo imaginas. Y te dejo, que tengo que arreglar algunos asuntillos para la fiesta de bienvenida del jefe. Que dos meses pasan rápido. Estás invitado, por supuesto.
Desde la calle llegaron las carcajadas del Cachuli mientras subía a su coche. Fueron como gotas de ácido resbalando por los oídos y llegando a un lugar desconocido en mi interior, un lugar de carne viva, un lugar donde lo único que habitaba era un dolor insoportable. Mariamariamariamariamariamariamaria ...
El cañón de la pistola tenía el sabor del descanso.



  • ritman
    Efenbar things-3-EL RUBICÓN

EL RUBICÓN

Entra Grumpf, endemoniado, con un periódico que le ha dejado (mejor le ha vendido) Sartas. (El kioskero por no prestar,no presta ni atención)

-¡Manda cojones! ¡¡Manda cojones!!

Nos interesamos mucho por el tema, porque Grumpf no es de los que se alteran por nada y tambien porque la palabra cojones , como todas aquellas que, sin serlo, queremos hacer comunes y banales, aún alerta nuestra siempre morbosa curiosidad.

-¿Qué pasa,muchacho?- le digo. ¿qué has visto, my blue eyed son?

Grumpf tiene unos ojos marrones de lo más común, pero es que yo me encuentro mas guapo colocando de vez en vez alguna cita en inglés.

Se sienta conmigo y me muestra la contraportada del periódico

-Esto pasa.Esto es lo que pasa.

Miro el artículo que me señala. Parece ser que en Londres amenazan con expulsar del colegio a una adolescente,porque insiste en llevar puesto el anillo de la castidad.

-¿El anillo de la castidad? – pregunto en voz bastante audible. Y como pasaba con cojones, pero multiplicado por quince más o menos, la palabra despierta la atención general. Todos vuelven interesadas miradas hacia la mesa, como si en ella estuviéramos enseñando alguna piedra preciosa.

Y Bronte, la camarera, se acerca para aclararmelo.

-El anillo de la castidad, sí ,muchacho. ese que algunas jóvenes llevan puesto para mostar su decisión de mantenerse vírgenes hasta el matrimonio. ¿Se lo prohiben, Grumpf, dices?

-Aquí lo dice.

La camarera bebe rápidamente la noticia e introduce un salto cualitativo en su comentario.

-¡Manda ovarios! ¡¡Manda ovarios!!

Al sonido de esta palabra ya no es que la gente nos mire, sino que, sin disimulo alguno, están empezando a acercar sus sillas.

. Bueno,no te cabrees, Grumpf- le dice Bronte a mi amigo- Toda mujer es muy digna de elegir cuando pierde lo que llamaremos el “Ello”, muy libre de decidir cuando pasa su particular Rubicón...Pero hay que ser tonta para querer manifestaarlo en público en una sociedad tan pacata, adormecida y boba como la occidental y al hacerlo no seguir la estrategia adecuada. No digo yo que no se deba poner el anillo...si quiere que se loponga, pero hija acompáñalo como debes acompañarlo para que en vez de repulsa, genere el aplauso unánime y el político respeto.

..No te entiendo, Bronte- dice Grumpf- (Yo tampoco sé por dor dode va ahora esta camarera cada vez más aristotélica)- ¿Estrategia? ¿Con qué dices que debería haber conjuntado su anillo de la castidad para ganarse la admiración y loa de la gente?

-Pues con un burka, hijo, con un burka...Si es que las hay que no se enteran.

Y se va. Y aunque Bronte siempre exagera , nos quedamos pensativos, pacatos, adormecidos y tan bobos como esta sociedad occidental que colaboramos a construir, dispuesta a respetar culquier creencia firme y asentada siempre que venga de fuera, en esta sociedad donde todo es aceptable, respetable y católico,salvo, tal vez , ser y manifestarse católico.

Y aunque los dos estamos por lo laico,y lo del anillo de la castidad a nosotros como que nos pilla ya un poco tarde,”Cruzamos ese Rubicón una noche si y otra también” manifiesta Tubo con lo que yo considero un exagerado optimismo ) si que nos molesta vivir en esta superdesarrollado y tan políticamente correcta cultura occidental en donde la suerte está echada, y los memos parecen de corcho, porque siempre flotan y siempre estan arriba, dirigiendo, mandando y generando corrientes de opinión que , si no fuera porque tenemos en la nariz la pinza de la falsa democracia- Steady la llama memocracia -, apestarían.
Pero es que, como tambien suele decir Steady, si los memos volaran deberíamos prepararnos para una nueva época glacial. Y en esa eterna y fría noche de sol oculto por inagotables bandadas de memos voladores, reunirnos, concentrarnos los pocos rebeldes que quedásemos y encerrarnos...¿ por que no?... en una iglesia.
Please don't take away my highway shoes.



Si yo hubiera sido Julio César jamás habría cruzado el Rubicón. En primer lugar por una razón palmaria: no sé nadar. Pero la razón más importante es que he visto demasiados rubicones en mi vida y jamás he cruzado ninguno; quizá mienta y si lo haya hecho, pero más arrastrado por una enfervorizada marabunta –casi siempre equivocada y que pronto se inclina a deshacer lo andado- que de motu propio en un arranque de valor.

Pero hoy amigos, hete aquí que me hallo, presto y dispuesto, a las orillas de estas turbulentas aguas. Pompeyo huye y alea jacta est. Sonrío para mis adentros y me tumbo en la hierba. Roma puede esperar.

La cadena del barquero y el fluir del río canturrean al compás de las hojas mecidas por el viento.

- ¿Qué haces ahí tirado?

Giro la cabeza y veo cuatro alambres torcidos rematados con unos calcetines de ganchillo y dos pares de zapatos de charol; Anne y Adele, las hijas del barquero. Todos los días espero a que las cruce a esta orilla. Cuando bajan se queda inmóvil, frío, desafiante; aguanta la cadena y me mira fijamente con una sutil amenaza en los ojos que reafirma con una pajita bailoteando entre sus labios: busca el punto exacto de mi entrecejo donde clavar su odio, un “aléjate de ellas” mudo e imperioso.

- ¡Adiós chalado!

Se van entre risas y saltos. Me levanto y me acerco al barquero.

- A la otra orilla.
- Son veinte liras. ¿Tienes veinte liras?
- No.
- Pues son veinte liras.

No creo que veinte liras impidiesen a César cruzar el río. Su cuerpo es un aspa obesa sobre el agua que gira sobre sí misma. La pajita apunta al cielo en un último atisbo de inútil dignidad. Muevo la pesada cadena y cruzo el Rubicón. Ya no hay vuelta atrás.

Había estado en Casa Roma comiendo todos los días durante seis largos años, los malditos seis años que nos llevó intentar levantar el puente. Hoy es martes, lentejas y escalope. Los manteles aún no estarán demasiado sucios y las ojeras de Martha aún no barrerán el suelo lleno de colillas, servilletas y palillos.

Seis años. Ese puente fue mi ruina. Me había licenciado en Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos; un expediente brillante y una entrada fulgurante en el mundo profesional con el proyecto de un puente que cruzase aquel condenado río. Tiempo de ejecución: cuatro meses.


Todos sabíamos que era él. El barquero. Lo que avanzábamos por el día lo destruía por las noches. Ni guardas ni perros. Era más listo que todos nosotros. Sabía quitar la cuña exacta y si no podía, buceaba para dinamitar un cimiento clave. Si lo acechábamos día y noche se buscaba la vida. No sé de dónde carajo habría quitado aquel cañón de bucanero, pero ya casi lo teníamos, ya veía la salida del túnel y una noche, con un gran estruendo lo disparó: la bola desgajó todas las columnatas de la plataforma y a empezar de cero. Maldito cabrón. No le bastó con joderme el puente, también se quedó a mi mujer y mis hijas.




Me río desquiciado frente a la puerta y oigo caer un plato.

- ¡Tú! ¡Tú!
- Hola Martha. Vengo a terminar mi puente.




La Sor que dirigía el aula de trabajos manuales oyó a Maruja por el pasillo, que se iba fuera, a la cafetería con otras chicas, y sacó la cabeza por la puerta.
- Maruja, ven, tengo que hablar contigo - la llamó haciendo gestos con la mano, la única mano. Estaba seria.
Se la llevó a un rincón y le dijo en voz baja
- Llevas unos días que no vienes al aula y eso no puede ser. Tú no puedes marcharte a la cafetería. Tienes mucho que hacer en el aula y tus compañeras dependen de ti - le señaló el corro de chicas que estaban sentadas en una habitación soleada, en unas mesas de formica, enfilando cuentas de collar, rellenando moldecitos de escayola con figuras de ángel, pintándolos de purpurina, cosas banales y bellas... le señaló a las chicas con su única mano, la mano izquierda, porque la otra no la tenía, corrían mil historias sobre cómo la había perdido o se la habían cortado, pero la única realidad es que pendiendo del muñón llevaba un guante de espuma azul marino, como el hábito.
- Pero a mí me ha dicho el director que sí puedo salir - contestó la Maruja tranquilamente porque era un hecho que se lo habían dicho así, no era oponerse ni entrar en rebeldía, es lo que era.
- ¡Pero no puedes irte! ¡Te hemos hecho un sitio especial! - la única mano señaló una mesita al lado de la pileta del agua, con un saco de escayola, una taza de plástico, una cuchara, un palito de polo, una lima de jugar a la rayuela... Con esos utensilios increíbles Marujita había fabricado en quince días una estatua de medio bulto de La Inmaculada de más de un metro de alta, con las manos cruzadas sobre el pecho abundante, unas buenas caderas y una cabellera de actriz de cine que no se parecía en nada a la estampa que las sores le habían dado como muestra. Las sores la habían puesto en el jardín, en una hornacina que habían mandado hacer al portero, y la habían llamado 'Madre de la Salud'... pero el director había comentado 'que estaba demasiado buena' para tenerla allí. Demasiada salud, demasiado parecido con la Jane Birkin, se le había oído decir al director, dando un paseo.
- Luego lo pienso - terminó la discusión la Marujita que, como todas las quinceañeras, tenía la cabeza a pájaros, y pájaros veía por la ventana, que se posaban en los árboles, en la hornacina, en las manos unidas de la Madre de la Salud que sonreía con sus labios gordezuelos... El día estaba tan bonito...
Y le hizo un quiebro a la única mano, que quería posarse en su brazo para seguir hablando, para tratar de convencerla, y se marchó a reunirse con las otras chicas que tenían permiso para salir a la cafetería porque no llovía y ya eran mayores.
Así se hacen las cosas decisivas, sin pensarlas. La Maruja no sabía que a partir de entonces la iban a tratar de otra manera, con más severidad, que le iban a dar a otra, que sabía hacer bolillos, la mesa junto a la ventana, para que enseñara a las demás, y que allí había terminado su carrera de escultora.
¿Lo sintió? ¿Fue una suerte?
Nos levantamos todos los días y decidimos dónde vamos, y lo curioso es que siempre acabamos yendo a trabajar en el mismo bus colorado, y a nuestra hora volvemos a casa, besamos a los niños, hacemos la comida de mañana y tendemos la ropa, fregamos, nos fregamos nosotros y nos acostamos. Eso sí que es una suerte. Quizá.
Puede que sí sea un suerte que El Aaaarte le traiga a uno sin cuidado.
Pero Maruja todavía lo duda.



  • INCUUS
    Oficina de reclutamiento

Se levantó aquella mañana con la garganta seca y la cabeza llena de monstruos, como si hubiera pasado la noche entera bebiendo absenta de poeta maldito y fumando opio con el mismísimo Fu Manchú.
La ducha le supo a monzón vietnamita, con miles de ojos emboscado en alguna parte, tras los azulejos, o esperando con un cuchillo levantado tras la cortina, cimo en una película de Hitchcock. Cuando consiguió sobreponerse, apagó el grifo y se envolvió en la toalla.
Así, desnudo, cobró al fin conciencia de lo que estaba a punto de hacer. Todavía estaba a tiempo de echarse atrás. Aún podía arrebujar un par de pantalones y un par de camisas en una bolsa de deporte y marcharse lejos, a donde no lo pudiesen encontrar nunca. A África de cooperante, o a la India a atender leprosos, o a algún pueblo de Soria o de León, en lo más abrupto de las montañas, a plantar lechugas y cuidar vacas.
Pero no. ¿Qué diría Marisa? Seguramente nada: le llamaría tres o cuatro vece spor teléfono para tratar de convencerlo de regresara y luego iría espaciando las llamadas hasta convertirse en un fantasma en la agenda, como tantos otros amigos. No diría nada. Repondería a quien le preguntase que había cogido una depresión ys e había vuelto loco. Peor no lo seguiría. Seguro que no.
Si fuera con ella huiría. Pero sólo no.
Tenía que atreverse. Tenía que echarle coraje, vestirse, afeitarse y salir a la calle.
La cita era a las diez y todavía eran las nueve y veinte.
Había tiempo para huir. Había tiempo para intentar otra clase de vida.
Eso de que otra realidad es posible es una gran majadería, porque realidades no hay más que una. Pero siempre es cierto que las decisiones pueden construir otra realidad futura. Lo malo es que entonces la que deja de ser posible es la que ahora disfrutamos: con Marisa, con un trabajo que no está mal aunque se hagan diez horas diarias, con los amigos envidiándote por la suerte que tienes.
Recordar a sus amigos le había ayudado a seguir adelante. Se había vestido. Había conseguido incluso ponerse los zapatos. Los amigos sí, porque se puede renunciar al amor que uno despierta, pero no a la envidia que se consigue suscitar en los demás.
Pensó que sería bueno desayudar y se puso a preparar el café, pero luego pensó que ya estaba bastante nervioso y que lo que menos le convenía era un excitante. Tenía que presentarse allí con firmeza. No podía permitirse derrumbarse en el último momento.
Si iba a huir, tenía que ser ahora.
Cogió las llaves del coche y bajó al garaje. Al salir a la calle, dudó si dirigirse hacia la izquierda y marchar directamente al aeropuerto o hacia la izquierda.
Al final, eligió la izquierda. Cumpliría con su deber. Aunque llevase la tarjeta encima y tuviese saldo en la cuenta para aguantar cinco o seis meses, el tiempo suficiente para buscar otro trabajo o cualquier ocupación en otro lado.
Cumpliría con su deber.
Por el camino le pitaron varios coches reclamándole que pusiera atención. Estaba decidido, pero el pánico le atenazaba el estómago, ofuscándole la mirada.
Calma. Se impuso calma. O Catatonia.
En veinte minutos, llegó a su destino. Era un edificio del centro, acristalado, con aspecto de academia o antigua sastrería. Con aspecto pacífico y cordial incluso. Entró en la oficina, saludó a los que le esperaban, y pronunciando las palabras justas, sólo las justas para no delatar su pánico, estampó su firma donde le pedían.
Ya era suyo el piso. Cincuenta y cinco metros, trastero y plaza de garaje. Y una hipoteca a cuarenta años. Mibor más cero treinta. Difícil de mejorar.
Ya estaba hecho. Ya era un soldado más del sietma.
Ahora, rodar o morir.



  • MARTINIDRY
    EL HACEDOR DE RUBICONES O EL BARRENDERO DEL OGRO.
No era un buen día para lo que íbamos a hacer. No, no lo era. Se parecía demasiado a aquel otro día –ya lejano– en que dos cuerpos* quedaron suspendidos e inmóviles en "La Araña", como si alguien les hubiese tomado una instantánea macabra, y a la espera de ser descolgados como dos chorizos hasta Dynamitlöch por debajo de "La Hinterstoisser". Era un día de mierda: lloviznaba por ondas, casi horizontalmente, y todo había virado al gris.

–Venga... ¡va!

Stollenlöch... Dynamitlöch... la mierda ésta de fisura repelente... y en enseguida, negra como la vida, impresionante como un guardia de fronteras... ¡¡la travesía Hinterstoisser!!

Nos paramos. En el acto nos asaltaron, como diapositivas, todas las imágenes almacenadas en nuestra memoria y archivadas a lo largo de años y cientos de relatos. Estábamos ante la pre-divina travesía Hinterstoisser, ya que más arriba se encuentra la Travesía de los Dioses, que siempre fue el Rubicón de la Eigernordwand –la pared norte del Eiger: 2.500 helados metros de muro vertical en pleno Oberland Bernés–, el punto de no retorno del Ogro –ya que esto significa Eiger en alemán– y, la verdad, sabiendo como sabíamos de la dificultad técnica del pasaje, estábamos más impresionados por el tiempo que por la fría roca; no obstante, aquello era grande, muy grande. Un ogro.

Tan grande como para contener una media tonelada de cuerdas de todos las texturas, orígenes, épocas y dimensiones. Cuerdas para un millar de Ariadnas con sus Minotauros. Cuerdas para amarrar a bolardos un trasatlántico de doce cubiertas.

Como el mismo Hinterstoisser, como Heckmair y Kasparek... o como Diemberger, Rébuffat o Terray. O incluso como Rabadá y Navarro aquel aciago día, nos quedamos petrificados ante la duda, ante el dilema, ante el Rubicón. ¿Seguir o dar la vuelta?. That's the question.

La historia de este paso se apretuja en nuestras sienes que retumban con violencia. El peso de la historia no es moco de pavo; y sus muertos, claro, y sus muertos. Y sus tragedias. Todo esto nos mantiene inmóviles con las retinas enfocadas en las negras y resbaladizas lajas de la jodida Hinterstoisser: la grandeza de la historia y la pequeñez del yo. El zumbido de la sangre en las arterias auriculares se traviste de silencio. El zum-zum del silencio, el zum-zum del miedo.

Siento en mí mismo exactamente lo que debieron de sentir los pioneros, aquellos grandes hombres que dejaron impresa con sudor y sangre, en este mismo lugar en que ahora me encuentro, la pátina de la gloria del alpinismo moderno.

El Rubicón... el puto Rubicón.

–Va... ¡que voy!

Hago la travesía como si estuviese atravesando el Golden Gate: a velocidad de crucero; es decir, como la hace ahora todo el mundo, como si fuese "Le Chemin des Dames" de mi querida tierra alsaciana. Y, como si estuviésemos coordinados por un metrónomo suizo, mi compañero a un lado y yo al otro, nos ponemos a tallar los kilos de cuerda allí depositados. Pronto la base de la pared es como un plato de spaghettis. Las cuerdas vuelan sobre los históricos pasajes recuperando la historia y el recuerdo de los grandes y, en menos de dos horas de trabajo sin respiro, aquello vuelve a estar como el gran Hinsterstoisser lo trajo al mundo: liso y expuesto como el culo de una púber.

–¡Voy! –lanza mi compañero. Y le veo venir, por aquellas rocas ya vírgenes, en blanco y negro, como sin duda alguna vendría Hinterstoisser en su día cruzando el magnífico Rubicón.

Queda aún un trozo de herrumbrosa cadena. Sonrío a mi compañero, que me la devuelve cómplice, y la emprendo a mazazos con el trozo de cadena. Rompo los eslabones y secciono un buen fragmento que me guardo. El resto vuela hasta el plato de spaghetti.

En ese momento la grisura se abre como un telón de una obra aún por representar y se nos aparece la Kleine Scheidegg unos mil metros más abajo. Y nosotros, claro está, nos mostramos como en un helado proscenio antes los ávidos catalejos de los turistas de la Scheidegg.

El resto de la vía, es decir, los gloriosos pasajes de los tres neveros, el Nido de Golondrinas, la Plancha, el Vivac de la Muerte, La Araña (la jodida Araña), la Travesía de los Dioses, las Viras Podridas... y más aún... no es más que un continuo golpear, apalancar, tirar con la cadena y arrancar clavos, más cuerdas, pitones, tacos y un completísimo etcétera de ferralla allí depositada que se reúne, indefectiblemente y con gran estruendo, con el resto de los spaghetti. El montón al pie del Ogro es considerable y ya una hilera de hormigas parte de la Scheidegg con dirección al pie de la pared.

–Va a haber hostias a la vuelta –comento entre carcajadas.

–No lo dudes.

Pasamos por La Araña con respeto y depositamos allí el fragmento de cadena junto a la maza formando una torpe cruz. Lo siento, chavales, es todo lo que nos queda. Unos instantes de silencio...

...

En la Kleine Scheidegg hay una multitud... ¡¡hay micrófonos!!. Una rubia armada con uno de ellos se nos echa encima. Quiere saber. ¿Qué coños quiere esta tarada?

–Vete a la mierda –la espeto con un manotazo en el micrófono.

La bajada a Grindewald es un calvario, con caídas y todo. Busco a José de Arimatea y éste se me aparece en forma de guardia suizo. Nos lleva con él.

Ya instalados en un chalet de montaña que hace las veces de puesto de policía, el guardia salvador nos ofrece un sorprendente –por lo exquisito– café. Y en un lánguido francés nos espeta:

–Y ahora... ¿qué?

–Le Matterhorn... ¿peut-être?

–Sí. Hay mucha cuerda allí. –Primero sonríe cómplice y, arrellanándose confortablemente, suelta una muy suiza carcajada, que no por ser suiza deja de ser carcajada.

–Hale, vámonos –comentó a mi compaña–, que éstos ya tienen otra vez su Rubicón como siempre debieron de tenerlo. ¡¡Limpito y resbaloso!!

M.D.

­­­­_________
* Ernesto Navarro y Alberto Rabadá, legendarios alpinistas aragoneses, mueren congelados en La Araña, un glaciar suspendido, en 1963. Treinta años más tarde, este modesto hacedor de rubicones deja la pared tal y como ellos la encontraron. Es de justicia, ¿no?




Asqueado, desfondado, absorto y aturdido decidí pasar el rubicón. Ese que separa la vida de la muerte. El aquí del allí. El todo de la nada o la nada del todo. A las 7:07 del día 07 del 07 del 2007 ingerí siete pastillas de lexatín, el único barbitúrico de siete letras que encontré.
A los 70 segundos de la ingestión no había síntoma alguno. Poco a poco la visión fue tornándose borrosa. Leves pitos en los bronquios. Respiración pesada. Mareos. A los 3 minutos nauseas. Más tarde dolor abdominal seguido de sudores fríos. Cinco minutos después de la toma comienzo a sentir relajación muscular, pesadez de párpados, bienestar… Acto seguido estoy flotando en la perpendicular de mi cuerpo. Veo una luz. Avanzo hacia ella a la velocidad del sonido a través de un túnel de tonos violetas. Me detengo bruscamente ante aquel poderoso resplandor. De manera telepática me inquiere:

-¿Cuántas pastillas te has tomado?

-Siete- contesto titubeante de manera telequinésica, consciente de lo crucial de la situación.

La luz hace una pausa, que en aquella disyuntiva telepática se me antoja un siglo, y me contesta:

- ¿ Siete? Tócame el paquete.




- Vamos a casa del loco
- ¡No! ¡no vayáis! Os va a pasar algo malo, lo se.

Marta casi empieza a llorar pensando que a su hermano lo va a matar el loco de la casa amarilla. Mientras Pedro la consuela y dice que no va a pasar nada, Leo le dice que cada vez se parece más a una chica. “Si tienes miedo no vengas”, pero ella está dispuesta a acompañarles.

Han decidido entrar por la parte de atrás, pasando por debajo de la red metálica que hace de valla. Cerca de la puerta hay un hoyo por donde es fácil atravesarla. Quieren mirar por la ventana para ver al loco, a ese hombre que una vez clavó unas tijeras a su propio padre mientras recortaba fotografías de las revistas en el salón. Lo llevaron al calabozo del juzgado mientras decidían qué hacer con él. El padre se negó a que lo llevaran a un manicomio “ningún miembro de nuestra familia ha estado en un lugar semejante y mi hijo tampoco lo estará”.

Desde entonces Leo piensa que lo tienen atado a la mesa con una gran cadena para que no vuelva a hacer barbaridades.

Los niños se acercan a la casa, andan sigilosos para que nadie escuche sus pasos. Atraviesan la valla y se adentran en el patio trasero que da a la cocina. Los escalones son de madera que crujen cuando Leo sube por ellos. Están asustados y temblorosos pero han decidido hacerlo y sigue hacia la ventana para ver que ocurre en su interior. De pronto Leo ve una sombra en la pared, ¡es el loco! Se queda quieto como una estatua mientras Marta se tapa la cara del susto, no quiere ver como matan a su hermano mayor. La sombra desaparece y los niños huyen del lugar corriendo hasta llegar a la casa exhaustos.

Ha sido una gran hazaña que no volverán a repetir.
(Matar a un ruiseñor)
Elisabeth Bennet





BLANKA-L


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VOTACION Tintero Virtual CCI... EL RUBICÓN
Buen tema "el Rubicón", ese río que separaba la Galia Cisalpina de lo que era propiamente territorio de Roma, un río, flumen, que corría desde los Apeninos hacia el Adriático y que hoy día sigue siendo tan chiquitín que lo llaman Fiumicino y va a desembocar cerca de Rímini... Pero una frontera legal de primer orden porque ningún ejército podía cruzarlo armado, equivalía a un declración de gerra. Julio César ('Alea jacta est') lo hizo; eran tiempos de prosperidad en Roma y se respetaban tanto los símbolos como las supersticiones, se perseguía al enemigo, Pompeyo, dentro del buen orden, así que el paso del Rubicón significó un apoyo a un movimiento social, antes que armado, y Roma dejó de ser república y se hizo imperio... contado groso modo.
Bueno, de todas maneras hay que votar. Tenemos todo el día de hoy, jueves, hasta las doce de la noche. 5 votos al mejor, 4 al siguiente, y así hasta 3, 2, y 1

Victrix causa diis placuit, sed victa Catoni (Lucano)

28/06/2007, 8:34
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taotico


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mis votos


Rylogex...........------------5 puntos
Incuus----------------------4 puntos
Maldoror-------------------3 puntos
Incongruente--------------2 puntos
Ritman-----------------------1 punto

un abrazo para todos
Soy estudiante de medicina

28/06/2007, 12:19
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MALDOROR_


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¡Ale!, la jata ya está echada.
MARTINY- El barrendero del Ogro - 5 Puntos.
RITMANBLU - Efenbar Things III - 4 Puntos.
ANDRES - Está decidido - 3 Puntos.
INCUUS - Oficina de reclutamiento - 2 Puntos.
BLANKA - La Residencia - 1 Punto.



28/06/2007, 18:56
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BLANKA-L


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Re: VOTACION Tintero Virtual CCI... EL RUBICÓN
5............
TAOTICO
4............
ANDRESNIPORESAS
3............
INCUUS
2............
ELISABETHBENNET
1............
MALDOROR

28/06/2007, 19:25
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Rylogex


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Re: VOTACION Tintero Virtual CCI... EL RUBICÓN
Incuus---------------------- 5 puntos.-
Taótico---------------------4 puntos.-
Ritmanblue --------------3 puntos.-
Maldoror------------------2 puntos.-
Andresniporesas------1 punto.-

Ea.

28/06/2007, 19:41
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INCUUS


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Votoooooooooooooos
Ritmanblu.....................5
Maldoror...........................4
Andresniporesas........................3
Martiny....................................................2
Taotico..................................................................1

Y me cisco en la (grftxxxx) que hace que se repitan palabras de una línea para otra, lo que dificulta la lectura.

28/06/2007, 22:31
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INCONGRUENTE1


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Votar es un deber
Anacoculista 5
Ritman 4
Andresniporesas 3
Incuus 2
Martinidry 1
Por las letras, hasta la vida

28/06/2007, 23:26
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ritman


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Derecho al voto
MALDOROR---5
INCUUS--4
MARTINI --3
ANACOLUTISTA--2
INCONGRUENTE--- 1

Peace of mind
Please don't take away my highway shoes.

28/06/2007, 23:36
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gemmayla


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Re: VOTACION Tintero Virtual CCI... EL RUBICÓN
MALDOROR 5
INCUUS 4
MARTINIDRY 3
BLAMKA-L 2
ANACOLUSTIA 1



29/06/2007, 0:03
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espejodevanidad


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Re: VOTACION Tintero Virtual CCI... EL RUBICÓN
Incuus 24
Maldoror 20
Ritman 17
Martínidry 14
Andresniporesas 14
Taotico 10
Anaculista 8
Rylogex 5
Blanka 3
Incongruente 2
Elisabeth Bennet 2

Enhorabuena.
El Rincón de Sherezadehttp://usuarios.lycos.es/tintero/phpBB2/index.phpEsta semana: Cuarentena.


29/06/2007, 1:06
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INCUUS


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Re: VOTACION Tintero Virtual CCI... EL RUBICÓN
Yo a Ritmanblu le cuento 17 en vez de 10, pero bueno.

gracias.

Voy a poner tema.

saluuuuuuud

viernes, 22 de junio de 2007

CCC... Nosotros

  • BLANKA-L TINTERO VIRTUAL CCC... Nosotros


Son trescientas semanas de narraciones en internet, cientos de personas, miles de relatos y un objetivo común: el arte de escribir.
Brindo por los que lo han hecho posible. ¡Por Nosotros!
Con mayúsculas ese Nosotros, claro está, porque hemos conseguido algo muy difícil.
Vamos a hablar un poco de nosotros. Nos hemos ganado ser los protagonistas. Nosotros y el arte de escribir. Los escritores. Escritores en la red. Escribidores virtuales, e-contertulios, corresponsales en red, artesanos juntaletras... No es fácil hablar de nosotros sin hablar de nosotros, sin hacerlo personal, sin llegar a las manos con nosotros mismos pero mano a mano... Pero estoy segura de que podemos hacerlo porque estamos inventando un género nuevo: La literatura virtual.

16/06/2007, 7:44


Cuando nació el Tintero Virtual asomaban por aquí las tímidas u osadas - depende del punto de vista del observador - intervenciones de un Yo, a veces lacónico, tímido y frío. En otras ocasiones osado, tal vez en cierto modo megalómano, cargado de monólogos y verborreas que apuntaban directamente al Ego como punto de partida y como punto de llegada o meta. Nació tal vez del Yo este TINTERO VIRTUAL. No sé, tal vez, defiendo una hipótesis absurda.
Pero sobra decir que después del Yo, acude siempre, siempre - en ocasiones altruístamente, en otras circunstancias egoístamente -, un Tú que da relevancia al Yo o lo empequeñece, o tal vez revivifica a ambos. Eso sucedió aquí en el Tintero Virtual, porque nada humano le es ajeno como toda empresa en la vida. Creo recordar que fue en esa etapa cuando aterricé aquí. En esta etapa, Tú me enseñaste muchas cosas. ¡Sí Tú! Tú me cautivaste sutilmente. Al principio me tendiste un señuelo invisible, que no supe ver y me tome esto como un juego, un pasatiempo infantil porque yo -sí, un yo minúsculo - tenía mucho de pueril y atolondrado en mis sustantivos, adjetivos y verbos y prácticamente podría decirse que un analfabetismo estúpido me rondaba porque los Verbos, Adjetivos, Sustantivos cobraban aqui una vida propia que me era extraña. Cuando alguien teme algo, lo mejor es fingirse o tonto o niño. Eso me pasó a mi aquí en aquella etapa del Tú del Tintero Virtual en que un bendito día caí aquí en paracaídas y me partí las piernas. Postrada mucho tiempo curé mis heridas y Tú siempre estuviste ahí con el botiquín de emergencia. Y recuerdo que por aquel entonces siempre era de noche en las ventanas de mi casa y de mi vida. La única luz que podía apreciar era la tuya, la de tu Tú, Unívoco, Recíproco, Diáfano con esas manos extendidas que me brindaban una solidaridad que nunca antes había conocido, la de Los Lobos Esteparios que curan sus heridas con letras. Tú, que creo recordar alguna vez te llamaste a ti mismo "Lletraferit" y eso en mi tierra significa "Lobo Estepario Herido Porque le da la Real Gana".
Luego, no recuerdo nada, ni siquiera un poco, cuando del Tú evolucionamos a Él. Y a mi me pareció que aquí se respiraba una Misantropía Absurda como cargada de Testosterona Ególatra Testícular Concéntrica Excluyente Antropomórfica. Y mi yo -ése yo minúsculo - se miró sus partes íntimas y se sintió como castrado, como un Eunuco, pero en realidad ostentaba unos hermosos miembros de Hembra Ibérica Lobo Esteparia Letraherida y me revolví como se revuelven todas las Lobas Heridas del Mundo o como Todas las Mujeres que Corren con Lobos, que somos Todas Las Lobas Esteparias de la Madre Tierra.
Fué entonces cuando alquien tuvo la genial idea de abrir las ventanas de par en par y entró arrasando, como un vendaval que sopla del Sur para decirle al Viento del Norte que El Sur también existe y que Cristo no se paró en Éboli porque Cristo fue mortal de necesidad, Ella. Ella, Maravillosa, Bella, Casquivana con la Estepa, Virtuosa con el Lobo. Ella que me susurró al oído, "no te preocupes, eres una de las nuestras, de la Tierra de Ella, Eva, la más aborígen, primitiva, la menos domesticada de las criaturas, La Loba Esteparia Letraherida que no reniega de sus heridas, la que con sus heridas construye cabañas para sus hijos y los que no son sus hijos". El Tintero Virtual sufrió una especie de Diluvio Universal y cataclismo que hizo a un Noé construir su arca y emigrar, salir huyendo como un bellaco, seleccionando especies distintas de Lobos Esteparios para embarcarlas y marchar. No en vano Noé nació Hombre. Si hubiese sido mujer no habría partido en dos la Tierra de la Estepa de los Lobos.
La etapa actual, la del Nosotros, la de los que sobrevivimos al naufragio de aquel Diluvio Universal que propició Eva, pero que en realidad no fue culpa de nadie, salvo de Avatar, encarnación de Visnú, es tal vez, quizás, pudiera ser, la más expectante, porque Nosotros somos los precursores, los pioneros de Vosotros y cuando lleguéis Vosotros los Adjetivos, Sustantivos y Verbos tendrán el significado que siempre dieron los Plurales a las cosas, un significado Universal y cargado de Futuro Pluscuamperfecto, porque gracias a un No Dios, todos los futuros son siempre siempre Pluscuamperfectos.
yo minúsculo
16/06/2007, 18:17


  • ritman Efenbar Thins-2--Dostoyeski
Pero en vez de eso Bronte camina ahora hacia el sector cibercafé en donde el ciber escritor de todos los días le ha pedido,ingeniosamente, un café. Mientras se va la camarera me hace un comentario sobre él.

-¡Hay que joderse! Solo consume café y horas delante de la pantalla. ¿Puede un tipo vivir sólo con café y escribiendo? ¡ Lo mismo se cree Dostoyevsky!

Paso por alto la sorpresa inicial que me produce el hecho de que Bronte conozca a don Feodor, salgo de mi marasmo melancólico/autocompasivo y, como sé de lo que va el asunto porque yo cojeo de la misma extremidad, le explico a la mujer.

-Es un ciberescritor, cariño.

-Nome llame cariño, Don Cristóbal Colón, descubridor de América. ¡Pues claro que es un ciberescritor,menuda noticia!
No soy tonta. ¿Y qué?

-Pues que más respeto con los ciberescritores. Somos seres oscuros,anónimos,pero sensibles...te asombrarías de la cantidad de grupos, concursos y posibilidades que tiene el tema...por no hablar de las magníficas amistades que te consigues...

-Por ahí si te veo yo a ti. Actividad en la que se pueda, de una u otra manera, ligar, actividad a la que te apuntas. pero...ya que dices lo de los concursos...¿se gana dinero en ellos?
-Pues a veces...
-¿Y aquí, Ciber...dosto aún no ha ganado ni siquiera el suficiente para comparse un ordenador? Te digo...mira que en el Efenbar me voy yo a jubilar sin conocer a ningún genio.

Levanto el dedo índice hacia arriba y luego, en voluptuoso giro lo apunto hacia mí

-¿Tú? ¿Tú un genio? Me voy a ir,porque se me calienta la lengua...y se me enfría el café.

Y se va. Mientras se aleja pienso un poco en ella y un mucho en toda esa banda,plaga, legión, nube o religión, en la inmensidad anónima, esforzada y oscura de los escritores cibernéticos,numerosos y pequeños, genios a su manera, que buscan el leve triunfo, el pequeño reconocimiento diario y casi siempre nocturno del voto en la contienda semanal, el premio en el concurso con valor más testimonial que pecuniario. Y sé que que, aunque algo si les importa,el dinero no les importa,porque lo que les vaale y les cuenta es su satisfacción, diurna, vespertina o nocturna ante el trabajo bien hecho, esa respiración henchida de orgullo que provoca la pequeña gran pieza, acabada y enviada en el post. Ese relato, esa impresión sobre la vida que, de no existir la red, con mucha probabilidad se habría quedado en el cajón de una mesa, olvidada y sin más futuro que ser soporte y alojamiento del polvo de los días. O las tardes. O las noches.

Que no digo que en la red vaya a tener mejor porvenir, pero al menos vuela, sale, se expone y es leída por otras personas,a la misma vez que su autor pasa el día, anónimo y desconocido, en la otra red,la verdadera, la laboral, la rutinaria, la comercial,la de la empresa y el trabajo pagado,la del almacén o la oficina, la inhumana red del progreso que llaman humano.Que es donde seguramente va a seguir enredado toda lavida.

Pero no le importa.porque almenos él tiene una ventana virtual abierta a otro mundo. Y ninguno escribimos para ganar dinero.

O por los menos, “ Ciberdosto” no, en la muy autorizada opinión de Bronte

18/06/2007, 21:31




Los miraba por la tele, los leía en el periódico o en la red, y se repetía así mismo: "nosotros somos los buenos". Eso lo calmaba, le devolvía la fortaleza. No podía soportar la soledad de la no militancia por leve y banal que fuera ésta. Necesitaba que alguien le dijera qué era bueno y qué malo, necesitaba una medida, necesitaba camaradas, necesitaba adversarios. No podía estar solo. Desconocía la satisfacción del éxito si no se lo reconocía alguien. Quería un "nosotros", porque su “Yo” le resultaba demasiado pequeño.
No hay palabra más nociva que "nosotros". Él no podía soportar que las personas no fueran distintas, le gustaba pensar que todos somos especiales, aunque eso fuera una enrevesada forma de decir que todos somos iguales. Ocultaba este razonamiento sumergiéndose en su grupo, en la seguridad del “nosotros”. Porque todos son un "Yo" , todos son un "tú" y todos son un "él", pero solo existe un “nosotros”, y en frente... un "ellos", los de fuera, los ajenos, los que son distintos, los nuevos, los extranjeros, los mediocres, los maricas, los malvados o simplemente: los otros.
Saberse entre los elegidos apartaba sus temores, y creer que hacían algo valioso y original le dotaba de un sucedáneo de personalidad. A pesar de todo, se avergonzaba al pensar que una parte de su vida dependía del grupo, y muchas veces lo negaba públicamente para convencerse de lo contrario. Pero en su fuero interno se regocijaba tontamente de pertenecer al “nosotros” porque le hacía sentir que poseía algo que los de fuera no tenían. El grupo le hacía sentir más rico porque los suyos eran superiores al resto. ¿En qué? No lo sabía y, realmente, tampoco le importaba.
Él asumía, sin percibirlo ni entenderlo, que decir “somos” era muy diferente a decir “nosotros somos”.Leía en su periódico favorito lo que “ellos” , los otros, hacían y decían. A veces se enfadaba y, en otras ocasiones, sonreía con displicencia. Sabía que él estaba en lo cierto, él era el bueno. “Bueno” es lo que te hace mejor y ¿qué le hacía mejor? ¿La fuerza?¿La inteligencia?¿Alguna cualidad que mejorara su vida? No, solo el “nosotros” le hacía sentir bien y por tanto lo bueno era lo que nosotros decíamos. “Cuando nosotros venzamos con la fuerza, lo bueno y la verdad triunfará”. Mucho es el daño que simboliza ese pronombre personal: discusiones, conflictos y guerras. La guerra es un “Nosotros” ciego que, gritado por consigna, transforma los “Yo” en “Nosotros”, los “Tú” en “Vosotros” y, finalmente, los “Vosotros” en “Ellos”.
Y ahí estaban los "ellos" en la tele y en los foros; Con sus banderas y sus gritos; cohesionados, fuertes en sus exigencias; planteando con vehemencia sus estúpidas iniciativas. Pero no, no tenían razón, ni eran mejores que él, ni si quiera eran iguales por muy similares que fueran sus actividades. No, ellos estarían siempre equivocados, o en contra, o al margen, o excluidos o soportados con amabilidad, pero nunca con él, nunca como él, por el simple hecho de que “ellos” ni eran ni serían jamás...
"nosotros".

19/06/2007, 12:32



Jhon_Silver---- Dada mi disposicion por apropiarme de lo ajeno, hago mio aquello que dijo un fulano de Soy humano y como humano nada de el me es ajeno. Y redondeo tan sabia sentencia con un me cago en el que invento la propiedad privada.
Luna_21-------- Que hippy vienes esta noche Jhon
Heropoto-------y cagoncillo tambien
Jhon_Silver--- No andais muy equivocados que tanto me abre los cielos un amor libre como una cagada al aire libre.
Luna_21------ Dejemos esos malos aires y centremonos en el amor.
Jhon_Silver---Es que andas enamorada chiquilla
Luna_21-------Puede
Jhon_Silver---Cuenta, cuenta, no nos seas melindrosa y menos tan parca en palabras que querer es poder y tu "puede" tiene trazas de querer
Luna_21-------hay poco que contar. Un chico que me pretende pero no me decido
Jhon_Silver---Y que pretendes tu con esa indecision
Luna-21-------Ya quieres liarme Jhon, no se para que te cuento nada
Jhon_Silver--el que quiere liarse contigo es ese pretencioso chico; pero di cual es esa incertidumbre que te impide rendirle tus favores
Luna_21------Es que no se si me ama de verdad
Jhon_Silver-- Y tu... le amas de verdad?
Luna_21------Bueno aunque parezca un poco contradictorio y egoista por mi parte;aun no.Pero creo que podria
Jhon_Silver---Dios santo! paradojica costillica la de adan
Luna_21------ya, pero es asi
Jhon_Silver--Bueno no se si te servira pero me se una historia de un nihilista que buscaba dejar de serlo. O sea buscaba como tu una certeza.
Luna_21-----A ver cuenta
Jhon_Silver--Ya partia de una certeza "El no creia"
Luna_21----y...
Jhon_Silver--Que hubiera sido una postura mas logica "creer " y andar buscando alguna incertidumbre
Luna_21------Que me quieres decir que crea que su amor es verdadero y que busque desmentirlo
Jhon_Silver---Eso te lo estas diciendo tu sola. A mi me vino a la cabeza esa historia ante tu tamaña contradiccion. Lo que a ti te sugiera es cosa tuya.
Luna_21-----Mmmm...pues sabes que
Jhon_Silver----- a ver dime
Luna_21---------que creo que me voy a liar con el
Jhon_Silver-----Sera posible. Pero bueno y esas dudas , y esa busqueda del amor verdadero, ya se te han disipado
Luna_21-------pues si.
Jhon_Silver---Asi de repente.
Luna_21------es que tu historia tambien me ha sugerido a mi otra.
Jhon_Silver--A ver cuenta
Luna_21------No, que te vas a reir de mi
Jhon_Silver--Te prometo que lo hare con disimulo y sin que se me oiga.
Luna_21------Ya te vale
Jhon_Silver--Venga que era broma; cuentala anda
Luna_21-----Pues...No te rias eh.Pues que creo que va a dejar huella ese chico en mi. Y sabes¿por que?; es que la palabra nihilista siempre me recuerda a Nihil Amstrong. Y el dejo la primera huella en la luna. Y tu bien sabes como me identifico con ella.
Jhon_Silver--Vaya lunita me has hecho sonreir que no reir. Pero mira que eres complicadilla.

19/06/2007, 14:17



Conforme al juramento que habíamos hecho, nosotros, los peregrinos del cálido sur, atravesamos sin perder jornada las llanuras y las suaves colinas de Castilla, verdes de trigo picante, y con trabajo, a todo el correr de la cabalgadura, llegamos a los sombríos montes milenarios que se encuentran al fin del mundo conocido, que se levantan al límite noroeste del país de la razón, donde linda con la tierra de las brujas. Trepamos aprisa por unas laderas azotadas por una lluvia extraña y fuerte de fin de primavera, temerosos de no llegar a tiempo, temiéndonos más todavía que íbamos a llegar a tiempo... llegar y ver... porque la tormenta, que arreciaba, estaba preñada de rayos y truenos y presagios de maldición y muerte.

—¡La desviación se encuentra a siete leguas! —dijo la bruja Blanca consultando el roñoso pergamino que contaba un viejo cuento, tradición oral, que según los entendidos señalaba el lugar de la cita jurada.

—Es correcto —asintió Mmlle. Ikaya, que había desplegado un plano mucho más moderno y más limpio, de carácter visual. Sus claros ojos no perdían un detalle del paisaje y su penetrante inteligencia no cesaba de asociar los indicios reales con los signos cabalísticos que estaban allí pintados.

Miramos hacia abajo en aquella dirección. El temor nos detenía. La joven Carol callaba.

La Dama O., la brava, paseó su oscura mirada mágica por el páramo que se extendía entre las cumbres y sobre los valles dormidos. Como un halcón oteó más allá de la ofrenda de flores amarillas y rojos brezos, más allá del camino empapado que nos abría los brazos entre las colinas, sobre el puente, sobre el río turbulento y recio... Y un momento dudó, hasta que el viento le trajo algo que sólo ella entre todos nosotros podía percibir, quizá un aroma de vida, quizá un soplo de calor de hogar humano, algo interno que nosotros no podíamos comprender pero que a ella siempre la guiaba y la hacía infalible en sus búsquedas... y sonriendo pensativamente, picó espuelas y partió como una flecha trocha abajo, ya segura de la dirección que debíamos tomar.

—Allí está Brañuelas —dijo, y todos vimos que, de nuevo, había acertado.

Dejó de llover y salió el último sol. Todo el valle sonrió.

Echamos pie a tierra junto a la iglesia, que era grande y antigua y estaba cerrada. Como todo allí, estaba construída de lajas de pizarra negra imbuídas en argamasa de barro. Los perfiles corpulentos de las casas tenían tejados de bálago sombrío, los más antiguos, y de la misma pizarra oscura los modernos. Sabíamos que nuestro compañero del norte, el de palabra fácil y memoria afilada, había llegado ya con su encantadora Anjana, que nos estaban esperando y que tenían la llave del alojamiento y nos habían preparado el terreno para que no tuviéramos ningún contratiempo. Sabíamos que detrás de nosotros, a poquísima distancia, venía, estaba para llegar, el torbellino que nos traía a los juramentados de la tierra del Común... Pero el silencio era tan fuerte en aquella plaza desierta que nos intimidó.

Una mujer joven, sonrosada, de cabello rojo, salió de una casa pintada de blanco y nos sonrió.

—¿Es usted Maruja?

—Sí, buenas tardes.

Y así trabamos conocimiento con la mejor cocinera de los contornos y mucho más allá, que nos atendió con largueza tan grande que no nos pudimos terminar, ni en broma, la montaña de viandas que nos había preparado suponiendo que todo peregrino ha de tener hambre, mucha hambre. Riquísimo aquel flan.

Pero nosotros, los hoscos juramentados, nos entretuvimos en una charla interminable. Nos absorbía el tremendo problema que no podía quedar resuelto hasta el día siguiente cuando concurriera el amo de aquellas cumbres: ¿Qué hacíamos con el cadáver del asesinado? Ese era el problema.

Mucho podría hablar del aroma de la acacia en flor, de la corpulencia y las promesas del guindo que se elevaba diez metros más alto que la casa, de la casa misma, tan grande, tan cómoda, tan silenciosa, tan calentita entre la lluvia...

Pero mi otro yo, el que no sabe escribir, me avisa de que es hora de hacer la cena. Habéis tenido suerte, me callo por hoy, pero otro día os seguiré contando.

19/06/2007, 19:40


Cuando Rosana salió de la casa la tormenta comenzaba. Era un día precioso, con el sol en todo lo alto, pero en aquel piso un viento interior arrastraba una borrasca de rabia descontrolada desde cada estancia hacia el salón, donde, en la mesa de estudio situada junto a la ventana, trabajaba Carlos La Dirata.
Carlos tenía fama de muchas cosas aunque en realidad la mejor definición era tan escueta como referir su nacionalidad – colombiana- y apuntar que era un gruñón desdentado con una excesiva dependencia del tabaco. Su vida era una mierda, él lo sabía y Rosana no se cansaba de recordárselo. No salía a la calle, no dormía demasiado y deambulaba por las habitaciones buscando un rumbo para sus ideas. Rumbo que perdía a cada paso entre el humo de sus cigarrillos.
Esa mañana, la visita de Rosana le había fastidiado la poca tranquilidad que mantenía. Como siempre, necesitaba carnaza para sus editores ante el lento avance del libro. Sin tener nada preparado, con el salón repleto de montones de hojas dispersos por doquier, y su humor característico, Carlos la mandó a paseo. Ella se rió de él, le amenazó por enésima vez y le quitó de las manos los únicos folios que parecían en buen estado. Los releyó por encima y les dio el visto bueno. –Esto me lo llevo, ya puedes ir espabilando si quieres cobrar- Marchó dando un portazo y el vendaval comenzó.
Se sentó en su silla giratoria, frente a la ventana del salón, abrió ésta y como por un desagüe, todo el humo disperso por las distintas habitaciones vino a salir en alocada carrera por encima de sus hombros. No se puede decir si aquello le trajo la inspiración, pero sí que desde el mismo momento que lo hizo las ideas se fueron agolpando en su cabeza, peleando entre ellas por ser la más original y la primera en trasladarse a la pantalla del ordenador.
Sobre las doce y cuarto ya había escrito veinte páginas de la nueva novela de Rosana Quintañeiro, las había impreso y colocado encima de la mesa. Se notaba cansado pero satisfecho. Durante unos días, largos y agobiantes por la falta de lucidez, había dudado si el camino emprendido con aquel libro era el correcto. Pero ahora tenía una continuación a la azarosa vida de su personaje: una mujer cincuentona, que en su madurez conseguía un reconocimiento que no por buscado era merecido.
Sonó el teléfono y aunque el receptor estaba a su lado tardó en contestar. Era Fonsoluis. – Huevón, dónde te metes que no se sabe de ti. Tienes que acercarte al ciber de la Ronca. Estamos todos reunidos y queremos contar contigo para una iniciativa colectiva, tú sabes- Como el trabajo estaba encauzado no tuvo reparos en quedar con sus colegas de desgracia.
Antes de ver las caras y nucas de sus amigos alrededor de una mesa redonda, ya les había avistado por la gran humareda que tenían sobre sus cabezas. Se acercó y fue bien recibido. No participó demasiado porque prefirió asentir y escuchar las incontables verdades que se decían allí. Todos eran escritores, paridos por una madre loca como lo es la red de redes. Personajes con sueños literarios irrealizables y que a través de Internet habían encontrado su pequeña porción de éxito, que no le había servido de mucho, más que para caer en las redes de gente famosa, escribir en su nombre y mal ganarse la vida en el anonimato.
La reunión giraba alrededor de una idea básica: joder a esos esclavistas que maniataban su creatividad. Dejarían de escribir una temporada, presionarían a sus amos para que les trataran con más respeto y reclamarían una mayor retribución. La clave estaba en la unidad, si ninguno de ellos escribía, ningún explotador cumpliría sus plazos y terminarían cediendo a su reivindicación. La consigna se concretó en un “Nosotros, los negros, debemos apoyarnos para subsistir”.Cuando Carlos La Dirata regresó a su guarida ya había tomado una decisión sobre lo que iba a hacer. La ventana del salón seguía abierta, las veinte páginas que con tanta rabia había escrito unas horas antes, permanecían en un montón bien alineadas. La pantalla del ordenador parpadeaba confusa, con el trabajo aún sin guardar. Una sonrisa le vino a los labios por primera vez en el día, cerró la ventana y se sentó a escribir de nuevo.

19/06/2007, 19:56



Esta es una carta de despedida remitida a un foro público y dirigida a un grupo de personas concreto. Las personas que se reunieron en las montañas de León hace apenas unos días.
Me arrepentí nada más pulsar el botón de intro del teclado.
Confirmar mí asistencia a la reunión que se había organizado en la casa rural propiedad de uno de los miembros del foro, ha sido el error más grande que he cometido en mi vida. Sé que una excusa de última hora aduciendo compromisos laborales o cualquier problema de salud hubiese bastado para justificar mi ausencia, pero, la verdad, mi curiosidad fue más fuerte.
Mi vida es un continuo de fracasos. Soy un gris oficinista que trabaja en una compañía de seguros y que carece casi por completo de relaciones sociales. Mi timidez, mi escasa presencia física y un espantoso temor al ridículo, hacen que pueda estar semanas sin hablar más que de temas laborales con mis compañeros de trabajo. Nunca he tenido lo que se podría denominar como novia. Algunos intentos estériles que acababan con la chica en cuestión alejándose de mí tras un periodo, corto, de aburrimiento por su parte. Un desastre.
Para asistir a la reunión en cuestión decidí disfrazarme. Nada complicado, medio inventarme una vida, lo justo para salir del paso, y contratar a una actriz de un grupo aficionado a la que la idea de representar un papel durante todo un fin de semana con todos los gastos pagados le pareció apasionante.
Todo salió bien ... hasta el viaje de regreso a casa. Resultó que la muy imbecil había quedado prendada del grupo de gente que se reunió en aquel lugar. Que entre desayunos, paseos y conversaciones hasta altas horas de la madrugada, descubrió personas vitales y sorprendentemente sociables. Personas que reían, comían y hablaban como si el fin del mundo fuese asunto de horas. Personas que disparaban ideas, pensamientos y proyectos de “bocas como fusiles hermosos” según su propia y cursi expresión.
Y quería más.
Su idea, su descabellada idea, era, al regresar a su casa, hacer uso de los teléfonos y las direcciones de correo que había conseguido para confesar la verdad dejándome a mí en el más espantoso de los ridículos. Y no. La convencí para que lo habláramos antes de tomar ninguna decisión y, ante la imposibilidad de hacerla cambiar de idea, no tuve, no he tenido, más remedio que matarla. Ahora mismo reposa delante de mí, tumbada en el sofá. Si me permiten la broma, interpreta de maravilla el papel de cadáver.
Y ahora me toca a mí. No soy un genio del crimen de esos capaces de esconder un asesinato, en absoluto. Sé que la policía me encontraría tarde o temprano y sé también que no soportaría la cárcel. De modo que no me queda más que una salida.
Tarde o temprano, supongo que por el olor, nos encontrarán a los dos. A ella en el sofá y a mi colgado de una cuerda. La verdad, no se pierde mucho, por lo menos por lo que a mí toca. Ella... por ella si lo siento, pero bastante mierda ha sido mi vida durante los últimos 46 años como para que nadie acabe de fastidiarla del todo.
Ha sido un placer conocerlos durante estos años. En realidad ha sido el único placer compartido con otros seres humanos que he tenido en mucho tiempo. Por lo menos mí salida del mundo merecerá una página en los periódicos.
No lloren por mí, no he merecido la pena.

19/06/2007, 20:53


Igual que cuando se mete una melodía, y estás toodo el día con el run run run.

Desde que vi el título y sobre todo el número de este Tintero ha sido prácticamente imposible sacarlo de mi cabeza.

Ahí os he visto como los trescientos espartanos resistiendo como jabatos el paso de las Termópilas.

Plasmando negro sobre blanco, arrejuntando kilómetros y kilómetros de letras, estoy convencida que puestas en fila ya han hecho un ovillo alrededor del mundo.
Y como a una reunión de antiguos alumnos, me persono en este habitáculo para levantar mi copa y brindar con todos y cada uno de los que por aquí pasaron, pasan y pasarán.

Un brindis por la tenacidad, la ilusión, la imaginación, el conocimiento, la ironía, el desconocimiento, la ingenuidad, la superación, la maduración. Un brindis por ti.


PD: lo siento esto va aquí, y no fuera. Si podéis tacharlo de fuera os lo agradecería.
Si quieres ver como Dios se ríe, cuéntale tus planes.

19/06/2007, 22:03



Llegamos al hotel a mediodía de un viernes, sin haber hecho reserva. No hubo objeciones. Nos dieron la bienvenida y la llave 242, con unos folletos de información de la zona. Dejamos las maletas y bajamos a ver el ambiente.

En la terraza exterior, junto a la piscina, una pareja tomaba el aperitivo. Ella, por su palidez, parecía presta a desmayarse. Él tapaba su ojo izquierdo con una gasa, y una hilera de puntos sin cubrir bajaba desde el derecho hasta la boca. Su voz era potente y hablaba en idioma extranjero. Se le veía agitado, gesticulaba y de vez en cuando se llevaba una mano al bíceps del brazo contrario, como si también ahí le doliera.

Nos acomodamos en un rincón sombreado, junto a dos mujeres. La que estaba de pie parecía no necesitar la muleta que llevaba. Era una impresión precipitada. A ratos, de modo compulsivo, como si un calambre recorriera un circuito invisible, tensaba sus piernas en compás, a 45º, y extendía una mano al frente en un pase largo de muleta, orientado de Santiago hacia Valencia.

La mujer sentada tomaba notas en una libreta, con la misma frecuencia. Tenía cara de pena y daba pena verla. Era seria su cara, y era fea.

Los decibelios aumentaron; llegaba un grupo, alborotador. Pidieron cerveza.

Junto a nosotros se sentó un señor que traía en la mano un vaso de agua. Dijo que era periodista y estaba haciendo un seguimiento de aquel grupo, que eran "ocupas". Se habían asentado en una casa de una urbanización cercana. Imposible desalojarlos. Estaba el asunto en los juzgados.

Después de un rato de charla, -ya era hora del almuerzo,- se fue vaciando la terraza. En el sitio que habían ocupado las dos mujeres había quedado, olvidada, la libreta. La abrimos. Era una letra picuda y ponía lo siguiente:

--Que no cuenten conmigo los profetas, los entendidos, los que saben o dicen saber lo que hay que hacer con la vida de cada uno. Que no me hablen de ascensiones que revientan en dos el marcapasos, temporizador de un reloj defectuoso que me dio, de regalo, un Dios negado. El triunfo para los monstruos; disparando, arrasando, aplastando, quemando con NAPALM, aniquilando a quien difiere. Que se aparten de mí esos vencedores. Que no me venda nadie la ventaja de las profundidades. Que no me digan; reza, si quieres salvarte. Salvarme de qué, por todos los diablos. Que me dejen pudrirme al aire. Que me coman los buitres, que picoteen mis ojos, que me broten los gusanos, que zumben, golosas, las moscas a mi muerte. ¡Por qué habría yo de librarme! Que no se le ocurra a Dios, bajar a decirme nada--

Entregamos la libreta en recepción. Nos dijeron que no había nadie de esas características alojado en el hotel. Se la quedaron, por si alguien preguntaba.

20/06/2007, 8:17



Después de una noche de despertares continuos y de pesadillas alargadas, me coloco ante el monitor y el teclado para intentar relataros algo. De exponerlo a vosotros y que luego quede entre nosotros.

Esta noche pasada, ha sido una más, en que no he podido quitármela de mi pensamiento, son muchas noches ya desde el pasado 3 de Mayo. Dos días después de su muerte y al siguiente de haberla enterrado me dirigí muy temprano a visitarla, a hablar un rato con ella. A comprobar que la humedad del mármol de su lápida no había traspasado su morada. Y allí me coloqué, con mi mirada fija y a la vez perdida ante cinco palabras “Tus hijos no te olvidan”. Me leí y me releí varias veces la frase que sobre aquella cinta blanca colgaba de una corona.

Era una mañana muy temprano, el sol aparecía por encima de aquella loma y comenzaba a iluminar todo aquél valle de cipreses y rosales. Mis ojos algo humedecidos no sufrían por aquél brillo penetrante de un circulo rojizo y amarillo. Mis ojos sentían la pena de haberla perdido.

Mientras mi pensamiento se perdía en memorizar toda mi vida junto a ella, de repente, sonó mi móvil. Antes de aceptar aquella llamada, tan inesperada por la hora, miré el número del interlocutor y no me era conocido. A pesar de todo, inicié la conversación.

_ ¡Hola, que tal estás! – Me preguntó aquella voz femenina.

_ Bien, estoy bien. – Contesté sin preguntar con quién lo hacía.

_ No, no estás bien, me dijo ella. Tú, estás triste y lloras ahora. ¡Anímate, que ella te quería!

Con aquella expresión de ánimos desconectó la llamada.

Durante unos minutos me quedé mirando aquél número de móvil. No lo tenía registrado en mi listado. Pensé que la llamada provenía de alguna amiga de las que tanto me aprecian. Pero, ¿Cómo sabía donde estaba y en la situación que me encontraba, en esos momentos?. Me preguntaba, en silencio, una y otra vez.

Decidí llamar a aquél número extraño, con el fin de saber de quien provenía la llamada. Lo hice hasta tres veces, y en las tres ocasiones me salía la voz de una señorita diciéndome que el número no existía y que además era una numeración antigua.

Esta noche he soñado, que mi madre me llamaba al móvil desde el cielo. Que quede entre nosotros.

20/06/2007, 8:57



El grupo se había formado entre gente espontánea, unos amigos traían más amigos y en pocos años nos

juntábamos normalmente más de treinta chavales de diferentes edades y procedencias en el banco largo de la glorieta de la Plaza del Cronista.

Ocurrió en una tarde de sábado de discoteca, sonaba “The Killing of Georgie”, Maria bailaba con Pedro apretada junto a su pecho, rodeando sus hombros y enlazando las manos en su nuca, Rafa y Jose intentaban convencer a Trini y a Doris para bailar, Julia se besaba entre cortinas con Toni, el resto bebía cervezas en la barra y otros habían salido a la calle mientras duraba el baile lento de los amantes. De pronto Mario llegó sobresaltado, increpando y llevándose a los amigos, la voz corrió como la pólvora, y la pandilla desperdigada por la discoteca salió a la calle en dirección al callejón trasero. Una banda de macarras pretendía pegar a Víctor, uno a uno fuimos llegando al callejón oscuro, uno a uno fuimos formando una masa de más de cincuenta chavales, uno a uno nos fuimos poniendo delante de Víctor y Pedro habló:

– Todos somos uno, tendréis que pegarnos a todos

Los cuatro macarras recularon mientras uno de ellos sacaba una navaja, fue entonces cuando fuimos asomando y los rodeamos en un círculo, seguían llegando más amigos, Josete dejó caer la navaja en señal de rendición, hizo un gesto para que le dejáramos paso y abrimos el círculo para que se alejaran, pero Josete se acercó a Víctor y le tendió su mano mientras todos coreábamos un:

uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuh y extendíamos la mano en señal de aprobación.

Y así fue como el grupo seguía creciendo de forma espontánea y variopinta, éramos muchos, juntos éramos grandes, éramos gigantes y el resto admiraba el lazo invisible que nos unía.

Han pasado veinticinco años, muchos han desaparecido, se los llevó la droga, a otros la velocidad, enfermedades y destinos.

Tengo entre mis manos una invitación, aquella pandilla ya perdida entre los rincones privilegiados de mi memoria pretende volver a mirarse los ojos, el tiempo habrá hecho estragos, habrán perdido sus flequillos y aquellos cuerpos fibrosos que corrían por la playa y por las huertas habrán sido sustituidos por barrigas cerveceras, aquellas mentes lúcidas e idealistas por mentes acomodadas y burguesas y la vitalidad por tedio.

Al final de la velada se levanta Vicente “el largo”, va a dedicar unas palabras, es el más mayor de edad y de estatura, el silencio nos invade, nos miramos uno a uno sonriendo con recuerdos cómplices en cada mirada, y en cada mirada sigue estando la persona que fuimos antaño, miramos a Vicente, levanta su copa y dice con emoción:

– Por nosotros, todos
Y brindamos.
20/06/2007, 10:09



Se reúnen las hojas marchitas en torno al arca de la alianza para mojar en el Tintero los recuerdos sonoros de cinco años pasados. Por el tejado invertido suben y arañan las nubes blancas de luna los gatos de la misteriosa narración. Del balcón abierto sobre la nada oscura se desparrama un grito de amnesia.

-No, mejor no. ¡Preferiría no hacerlo!

Pero como cada semana vuelve la recua de palabras a discurrir por el laberinto cansino de la imaginación. Lejanos momentos se convierten en estatua de sal, frágil y perecedera, y quedan clavados en el erial del monitor. Las brisas eléctricas envían débiles olas de arena sahariana que no es capaz de enterrar al solitario de la red.

Vuelven a maullar los gatos en celo por el alero rozando la leve almohadilla de sus patas por el lomo de las tejas. En la noche prieta los gatos son tigres vistos con el catalejo al revés.

El panal de letras salta sobre la pantalla y la convierte en una colmena del alfabeto en manifestación vociferante. El escritor sabe de torturas y de miserias. Se le escapa un personaje que toma vida propia mientras él suda en su persecución y captura. Quisiera ser policía, ladrón y torturador, todo a la vez. Y se queda en enterrador, en sepulturero de ideas.

¡Cómo canta el jilguero en el palo verde de la acacia: hoja entre las hojas!

Llegan los últimos tarados de la vida, los cojos de la inteligencia, los cabreados del amor. Todos entran en el taller del relato y todos enseñan, a su modo, sus encías con piorrea, sus pies con juanetes, sus nobles testas con alopecia. ¡Venid tullidos, acudid sidosos, hablad contaminados!

El vampiro comienza un vuelo nocturno con la capa del google desplegada y llena su estómago de sangre ajena. Le chorrean dos lombrices de sangre seca por las comisuras. Un lejano cazador le clava en el vientre la estaca del plagio y el vampiro vuelve a su ataúd para esperar otra noche.

Y el gato sigue ronroneando por los rincones. Con su doble personalidad de gato y araña. Su desafiante mirada torva y esas rayas verticales que convergen en su panza atigrada entre los tres pies del gato.

Al menos una vez en la vida los gatos tienen tres pies y sufren una noche de fiebre.

Como el escritor.

20/06/2007, 10:19



Es noche cerrada y la calle está desierta. A través de la ventana abierta los ruidos amplificados resuenan y se alejan en la oscuridad. La misma oscuridad que, trepando por el balcón, inunda el salón. Desde muy lejos se escucha un rumor de campanas; campanadas solitarias que me devuelven a la realidad. Es tarde, demasiado tarde, pero siempre me ha gustado trasnochar. Me gusta escribir de noche porque escucho mejor mis pensamientos. A veces me abstraigo tanto que no me doy cuenta de que pasan las horas, de que las estrellas se mueven y la oscuridad cambia. Escribo hasta que la inspiración se va y me deja sola, desamparada, parada frente al monitor, con los dedos en alto sobre el teclado, mirando la nada.

El calor sofocante del día se ha transformado en brisa caliente que mece las cortinas. Por encima del murmullo fantasmal de la autopista, se escuchan los ladridos de los perros. Es un sonido fúnebre, repetitivo, muy monótono; y se clava en mi consciencia que ya pugna por desconectarse. Aullidos lastimeros, coches que van a alguna parte, el flexo rojo iluminando un vaso de cristal vacío, un cubo de rubik´s de caras multicolores, el teléfono inalámbrico siemens, el viejo monitor, los altavoces, muchos lápices, unos cuantos CD, el teclado negro y mis dedos que parecen flotar como islas a la deriva.

El relato empieza a tomar forma .No es gran cosa, pero confío al menos en que será leído. Siempre escribo lo mismo: una historia de amor a tres bandas. Manejo mejor la primera persona, pero me siento más cómoda en la tercera. Me tira la fantasía, y me muevo con soltura en mundos inventados. Aún no he conseguido colocar bien las tildes, y un triste post se me queda pequeño. Admiro a los que consiguen decir mucho en pocas palabras. Yo me veo incapaz. Supongo que se debe a que me falta técnica y me sobran vicios. Y aún así me considero escritora. ¿Quién me lo iba a decir?, una escritora en la red… ¡con lo mal que suena eso! Una escritora que comienza, una escritora que ha aceptado mirarse desde fuera, objetivamente, que es desde donde mejor se pueden apreciar las cosas.

Aún recuerdo la primera vez que publiqué un relato; era muy malo, pero yo estaba muy orgullosa de él, y como era de esperar no recibió ni un mísero voto que mitigara el dolor de verlo avasallado por otros más grandes y fuertes. La idea en si era buena, pero fallaba la estructura. Había sido mi primera vez, y realmente la recuerdo traumática. Qué dolor, qué agujetas. Con el orgullo pisoteado sólo me quedó buscar una excusa que justificara la debilidad de mi retoño. Una coartada que me evadiera de la culpa de haberlo expuesto impunemente cuando la conciencia me había aconsejado ser prudente; una droga que apaciguara mis ánimos encendidos, que bajara mi tensión elevada, que mitigara de una vez por todas, el dolor de un corazón partido. Nada sirvió. Ni él consiguió salvar su alma condenada, ni yo me libré de los remordimientos. Murió aquella tarde llevándose consigo una parte de mí. Y yo comprendí demasiado tarde, cuando sobre su cuerpo frío e inerte contemplé su rostro y aquellos ojos que miraban sin ver a la culpable de sus desmanes, todo el mal que le había causado.

Me miraba a mi, y yo ciega por las lágrimas juré que nunca volvería a dejar morir a otro de mis retoños. En sus ojos había leído la verdad, la implacable verdad. No podía buscar culpables, yo era la culpable, y debía aceptarlo. Con el segundo la cosa fue un poco mejor. Alguien se apiadó de mí, de nosotros, y nos ofreció, con esa seguridad que da el estar por encima, el poder y querer ser generoso, un pequeño mendrugo de pan del que dimos habida cuenta. Aquella semana comimos al menos.

Fueron pasando los meses, y mis retoños fueron creciendo, y yo con ellos. Y sin quererlo ni proponérmelo me convertí en uno de ellos; sí, en esos que se llaman muy petulantemente a si mismos, escritores cibernéticos. Algunas personas piensan que es imposible aprender nada en estos concursos que tanto abundan en la Red de Redes, concursos para escritores noveles, pretenciosos y pagados de si mismos, ingenuos y vanidosos juntaletras con más ego que talento, pero no es verdad. Si eres listo, si habitualmente tienes los pies en la tierra, puedes sacar muchas cosas en claro de ellos. Basta con leer, observar, comparar tus relatos con los de otros participantes, y sobre todo no desalentarse. Y escribir, claro. Escribir es fundamental. Lo mejor es que siempre habrá alguien que lo haga peor que tú, con lo que puedes poner a salvo el orgullo riéndote a su costa. Lo peor… es que siempre hay alguien que lo hace mejor, pero estas cosas son inevitables, y las cosas inevitables, son inevitables. ¿Qué le vamos a hacer?

Ya es demasiado tarde. Me empieza a doler la espalda. Algunos bichos se acercan atraídos por la luz de la pobre bombilla, y vuelan alrededor del flexo chocando contra él, y contra la pantalla azul que parpadea con apatía. No puedo escribir ni una palabra más. ¡Ay! si me pagaran por hacerlo tendría la vida resuelta, y no sólo la mía, la de mis tataranietos también; eso sí que es soñar. Tengo que dormir algo, o me levantaré fatal. Y aún tengo el texto a medias, ¡bah!, qué más da…”Y vivieron felices por siempre jamás. Fin” Mañana lo revisaré, un final feliz y precipitado, si…maña…na, mañana será otro día.

…Y vivieron felices por siempre jamás.
Fin.
20/06/2007, 14:09


–Alguien dijo una vez, en un acceso quizá involuntario de cordura, que todo lo que tenemos que hacer en la vida es conservarla hasta que llegue la muerte. Y bien cierto es que no parece ser falso tamaño aserto.

–Y… ¿si cuando llegase la Parca estuviéramos ausentes?. No disponibles, ya sabes, como los canadienses.

–En ese caso, volvería. La Parca siempre llama dos veces… ¿o era el cartero?

–Sí. Era el cartero.

Estas fueron las últimas palabras de Julien Stardust III antes de entrar en la cámara de criogenización y cerrar la puerta por dentro. Fuera, en un cajón de la caja de seguridad de Philleas McAndrew, notario del Columbia District, estaban las instrucciones a seguir: a partir de este momento se le podía considerar socialmente muerto y Mr. McAndrew, como albacea testamentario, debería ejecutar el testamento.

Philleas McAndrew, rápido como un coyote, no tardó más de doce horas en convocar a los sorprendidos herederos y abrir, ante los congregados, con estudiado gesto teatral la mencionada caja de seguridad.

Junto a las cláusulas de uso sobre partidas testamentarias –que, para los más desconfiados, debían de ser atribuidas a beneficio de inventario– se encontraban instrucciones para la constitución de la Fundación Stardust con sede en Las Vegas. Misteriosa fundación ésta que se financiaría con los beneficios de las salas de juego, hoteles y espectáculos de la enseña Stardust y que sería administrada por el gabinete de abogados Jhonston, Cleary & Esterhazy de Washington bajo la presidencia de Tom Sturrock, 2254 Ocean Drive, Los Angeles.

En ese momento, Jhonston, Cleary y Esterhazy, con la coordinación de un equipo de natación sincronizada, se levantaron como accionados por resortes y rompieron en cerrada ovación. Mr. McAndrew, tosiendo con afectación, pidió servicio de café y consultó un instante su Choppard de oro mientras las curvas de su secretaria, los muffins y el brebaje humeante, restablecían la calma.

Junto a las dichas disposiciones y esperando su turno, un sobre crema aún cerrado y lacrado, impreso con membrete en relieve y oro de Julien Stardust III con la mención “Abrir el 31 de diciembre de 3000” escrita en tinta verde y bella caligrafía, reposaba sobre la caoba de la sólida mesa que el doctor en leyes Philleas McAndrew había hecho instalar en su sala de juntas. En torno a esta mesa se encontraban todos los afectados menos uno: en efecto, faltaba Tom Sturrock.

–Damas y caballeros –inició el leguleyo tomando el sobre con la devoción de un sacerdote–, es voluntad póstuma de mi cliente, permanecer en criogenización hasta el momento de ser abierto este sobre del que me ha hecho depositario y custodio. Entiendo que sus instrucciones han sido entendidas por todos y, en caso de que esto no fuera así, sigo entendiendo que no tengo por qué explicarles nada más. Y ahora, si me lo permiten –el Choppard volvió a fulgir al ser consultado–, tengo que ocuparme de encontrar al señor Tom Sturrock, 2254 Ocean Drive, Los Angeles, que no tengo la menor idea de quien pueda ser, todo sea dicho, para hacerle entrega de sus poderes y acreditarlo como presidente de la Fundación Stardust. Buenas tardes –salío sin tomarse la pena de dar un portazo.

Seis horas más tarde del fallido portazo, un enjambre de periodistas se agolpaba en torno al 2254 Ocean Drive, Los Angeles, una manufacturera de cartonajes medio en ruinas, en busca del señor Tom Sturrock. Huelga decir que el tal señor Tom Sturrock era un perfecto desconocido en el 2254 Ocean Drive, Los Angeles, y nadie supo dar noticia de él; y en pocas horas, a través de los medios de comunicación, el señor Tom Sturrock, 2254 Ocean Drive, Los Angeles, se convertía sin él olerlo ni beberlo en el personaje más misterioso y buscado de todos los Estados Unidos de Norteámerica.

Sin embargo, una señora que acostumbraba a alimentar a los gatos del barrio, sí que notó la falta de un "homeless" con quien solía parlamentar en sus excursiones gatunas y notar que en su abandonado domicilio de cartones aún se conservaban restos de latas, comida china y hamburguesas medio consumidas. Nadié le preguntó y, por lo tanto, ella pensó que habría muerto.

Ninguna de las pesquisas dio resultado y una cierta congoja, a medida que se aproximaba la fecha de la constitutiva, se fue apoderando de los consejeros de la Fundación Stardust. ¿Quién sería ese maldito Sturrock?

El señor Tom Sturrock, 2254 Ocean Drive, Los Angeles, se presentó, no obstante, por sus propios medios en la ceremonia de constitución de la Fundación Stardust sin previo aviso y no sin ciertos problemas para franquear la entrada, debidos éstos, sobre todo, a su lamentable aspecto. Aunque el mero nombre de Tom Sturrock, pronunciado en alta voz, hizo que temblasen las columnas y los cimientos del palacete neoclásico, sede de la fundación en Las Vegas, y le fuera permitida la entrada, no le salvó de verse acompañado de dos gorilas hasta la sala del consejo de administración.

Una vez instalado a la cabecera de la imponente mesa, el señor Sturrock presidió la asamblea con admirable corrección no exenta de un agudo sentido del humor según los comentarios más generalizados. En una brillante intervención, otorgó poderes por un año al señor Esterhazy de Jhonston, Cleary & Esterhazy de Washington y pidió dos millones de dólares y línea crediticia para dar la vuelta al mundo.

Hubo una ovación cerrada. Todo el mundo se abrazó y en un momento la sala del consejo se hizo una kermesse. Hubo vivas al señor Sturrock, glorias al señor Stardust y la ancianita madre del señor Cleary de Jhonston, Cleary & Esterhazy de Washington, ondeó una banderita con las barras y las estrellas. También saltó alguna discreta lágrima antes de que Sturrock tomase de nuevo la palabra.

–Colegas –comenzó Sturrock–, my dears friends, yo ahora me piro a dar el voltio al planeta. Les convoco aquí para el año que viene: mismo día y a la misma hora; quiero que sean felices como yo lo soy, quiero que hagan mucho dinero como lo hizo el viejo cabrón de Stardust en su día. Y, por último, vayan acondicionando otra cámara de criogénesis junto a la del crápula de Stardust, que es mi deseo utilizarla en breve –carraspeó y se miró las uñas–. ¡Ah!, señor Jhonston, y no se olviden de poner una inscripción a la entrada de la cámara que diga: "NOSOTROS". Have a good day all people.

Y se fue como un Charlot redivivo.

America, sweet America.

20/06/2007, 18:43



¿Y qué, si algunas veces fuimos muchos? Bueno es el campo que obliga a multiplicarse a las espigas, o el laberinto de los espejos que nos desdobla en falsedades sostenidas a pura fuerza de ingenio.
Bueno es este Tintero que nos hace contar cuentos, y serlos, y encofrar vanidades y caracteres en tabiques y represas. Somos lo que creamos. Somos lo que nos vamos. Somos lo que nos miran.
Pero somos.
La gramática no nos vence y el verbo ser también es transitivo en lugares como este. Nos somos. No creamos, nos inventamos. Y aunque cada semana sea la última, y cada historia pase al archivo, al olvido, o lugares más difusos todavía, algo queda en ese humos de lamente del que luego brotan los relatos y quizás hasta las reacciones cotidianas.
Trescientas semanas ya, o seis a os, y aunque no haya estado en todas sé a ciencia cierta que algo de este lugar me persigue desde dentro.
Este es el sitio al que uno viene a tirar los zapatos. El lugar donde se dejan las camisas sucias en cualquier lado, donde se moja la salsa en el plato, donde se saluda con un gru ido, se come, y no se vuelve en tres meses más que para dormir o para fichar. Esta es, en suma, nuestra casa.
Lo demás son hoteles.

20/06/2007, 20:35



Llega un momento en que el aire que respiramos se vuelve acre. Percibimos entonces que la amargura se ha hecho reina de nuestra vida. El aire, áspero y desabrido, se nos hace vital y, al mismo tiempo, hosco. El aire no es más que el reflejo de todo lo que no podemos dejar atrás. No podemos dejar de respirar, aunque sea aire lleno de ozono y de veneno. No podemos evitar la maldita resaca que nos irrita porque revela la debilidad de nuestro cuerpo más que por otra cosa. Nos irrita el dolor de cabeza, la nausea, el sudor. Sudor como ácido que corroe nuestra piel llenándola de rojeces, de agujeros. Un sarpullido, un eczema, una urticaria.

Entonces ocurre que quien pensamos está más cerca de nosotros, quien comprende cómo respiramos, se nos revela - y solo ocurre cuando respiramos aire a 55º - que es tan solo un traidor de segunda clase. No solo no nos entiende sino que hasta nos desprecia. Así quedamos, siendo centinelas de una ciudad que pretende un abandono incierto, que simula silencio, un silencio atroz a las 9 de la tarde-noche. El agua se convierte en asco. La ternura en un vestigio apenas intuido. Salir a por un paquete de tabaco es una aventura en la selva, donde fieras soñadas nos acechan al paso, donde comer puede ser un reproche.

La ternura yace reseca con aquel vómito de agua, borrándose, aniquilando cualquier señal de su presencia. La ventana nos habla que hay lugares mejores y nos dice que allí donde nosotros no estemos, se encuentra la felicidad. Nos abofetea con sus manos calientes y gordezuelas, mientras una mujer acostumbrada a vestir ropas de 1.800 euros, teje tranquilamente su futuro en la azotea, mientras su barriga crece albergando vida. Su seguridad, su serenidad se hallan en su tripa. Todos la miramos sin poder comprenderla, incluso envidiamos su estupidez, sus buenas maneras artificiales y anodinas, su carita de asco, su buena suerte. Seguimos mirándola, vacíos, exhaustos, sudando. Entonces, nos damos cuenta por primera vez de las raíces oscuras que delatan al color naranja basto de su pelo. Un pelo que no brilla. Mustio. Pero, percibimos, mientras ella teje suavemente, que no necesita preocuparse por nada. Incluso el color, horrible color, de su pelo teñido carece de importancia.

No podemos separarnos. Seguimos flotando, como en un sueño, y atravesamos la ciudad. Sobre los tejados podemos oír el chirriar de los muelles de los colchones, mientras dos cuerpos se aman. Podemos oler el hedor de la basura de todas las cocinas. Podemos ver una hilera de gatos que esperan plácidamente. Ellos saben solo que tienen que esperar en el tejado. No saben qué esperan hasta que se les aparezca ante sí. Entonces, empezará el espectáculo.

El sudor nos sigue disolviendo como un corrosivo. Y eso nos hace flotar más arriba y desear tomar la mano de Dios y que él, que es todo amor, nos brinde el consuelo. Pero Dios no existe. Si existiera, sería nuestro vecino de arriba o de abajo, y querría casarse con nosotros. La catedral se podría sus pendientes de campanas y nos partiría el alma con su tañido, mientras atravesamos sonrientes el umbral, marchando suavemente sobre la alfombra roja.
En lugar de arroz, nos tirarán pequeños números, números de la suerte que se enredaran en nuestro pelo y nos cubrirán de dulces sueños, dulces mentiras.


  • VICHOFF Re: TINTERO VIRTUAL CCC... Nosotros


Por aquel entonces, oh broder, yo andaba casi todos las noctas por el Café E., un sitio pequeño, tranquilo, en el que se arrumbaba un grupo de gente para charlotear de estas cosas. No estaba mal, el lugar era pequeño, cómodo, y las conversas, en general, bastante animadas, no como en otras pleises, en las que el tema más esforiolante era el color de las bragas de las petisas o los problemas de autoestima de los morrios. Pero había dos problemas, broder. Uno, que el don era un tipo vanidoso y dominante, un engreído estulto que se creía en posesión de la veritas absoluta y que siempre estaba restregando al resto su condición de chef del corralio y, otro, que uno de los contertulios empezó a tocarme las metopas de una forma bastante insopirable. La Dama Alba ya se había apropincuado por allí un par de veces, me había hablado del Café T y me había animado a unirme a su movienda de modo que un buen día, cuando el fulano aquél me retinchó definitivamente los melones, mandé al Café E. una cariñosa misiva poniéndole a caer de un burro y despidiéndome amistosamente del grupo. De esta abrupta forma fui a dar con mis huesos al Café T.
Lo que más me gustó, casi recién asomada la facia por allí, fue que no parecía haber jefes, ningún comandón que impusiera orden y concierto o que dijera quién parluchaba o quién no; ningún operator que llevara las riendas. Se percibía, eso sí, un cierto respeto por los miembros más venerandos de la tertulia, los que estuvieron en la apertura y en los primeros tiempos, pero eso no impedía que los más yungos les discutieran opiniones o criterios, incluso que se enfrentaran abiertamente a ellos si el asunto se ponía bronco. Tampoco había avisamientos del tipo "hay que acudir a todas las tertulias", "has de traer tu participación", "has de preparar tu tema", lo cual no deja de ser un rocazo pestoso... Es decir, que el que quería ir todos los días, iba todos los días y el que quería desaparecer una temporada, lo hacía y cuando regresaba se le recibía con los brazos abiertos y pretos parolos. Si querías asistir como mero avistante nadie te reprochaba tu silencio y si hablabas más de la cuenta nadie te llamaba parlochero ni lenguón. Había discusiones, claro, como en todas partes, y a veces agrias polémicas, que dijo aquél, pero siempre sobre el subjeto tratado y, al final, aunque no se hubiera llegado a un acuerdo, acabábamos todos tomando drincas y encantados de habernos conocido y de haber discurriado sin llegar a las manos, que es lo que hace la gente chupén.
De entonces, de cuando incipié, recuerdo a Piedrapreciosa, a Delatasita, a Caimán, a Looove, a Circunspecto, a Tutu, a Cinzanosec, a Daniel_Mayer, a Bréalab, a L'arcanciel, a Ladetroya, a Seudónimo, a MrChang... y a otros muchos que me forgeto ahora. Y, por supuesto, a la Dama Alba. Ya te digo que no todo era joni sobre laminuelas, broder, la parroquia se enzarzaba a veces broncamente pero al finis todo quedaba en lo que era: un contraste de intelegios. Yo, como comprenderás, me sentía bastante japi, ya sabes lo poco que me gustan las régulas, los sofoconcios y las exigencias.
Y así iban las cosas hasta que hace unos meses amontró la facia por allí un tipo apurrante, gritón y grosero, que empezó a introrrumpir las tertulias vociclamando consignas políticas y alariendo como Moisés cuando se avistó de la idolatría del pueblo de Israel, de modo que no había forma de hacerse oír. El problema es que el local no es propiedad de nadie, ni siquiera es alquilado; es una concesión de una trusta a las actividades culturales y no podíamos echar ni al pregonero ni a unos adláteres que le aparecieron más tarde y que gritaban tanto o más que él: lo único que podíamos intentar era apelar a su educación y a su sentido del respeto pero ya te imaginas lo que de eso tenían esa recua de camuesos. El Café T se fue vaciando poco a poco, la pipol se desanimaba con tanta lucha contra la solipollez más absoluta; solo unos pocos bien aprestados aguantaron pero, claro, aquella situación no podía sostenerse mucho tiempo.
Fue entonces, hace unos días, cuando Tas apareció diciendo que tenía otro local, que se podía alojar allí la tertulia a salvo de los burricios, y cuando todo el mundo parecía dispuesto a la mudación, se descuelga el dueño diciendo que va a hacer unas reformas y que a partir de ahora todo va a ir como la silke.
Y en esas estamos, broder. Todos jopeamos que las cosas ahora sean distintas de verdad, porque a todos nos tira el viejo local y nos daría mucha pegoja abandonarlo después de tanto tiempo. Porque nosotros, broder, lo único que queremos es que nos dejen tranquilos para seguir charloteando de estructuras, de desarrollos narrativos, de metáforas y de subordinadas adjetivas, ya sabes, esas cosas forlias que tanto nos gustan.

Vichoff

20/06/2007, 22:02



Es difícil escribir un NOSOTROS cuando uno no se siente formando parte del grupo.
Somos un heterogéneo y amorfo conjunto de plumas escribiendo en un mismo lugar por muy diferentes motivos, pero siempre persiguiendo un objetivo. Unos buscando amistad, otros aprender o enseñar, los más ser leídos, los menos ser admirados. ¿Quién podría negar que en alguna ocasión no buscó un halago, una esperanza, un simple Tintero?. ¿Y nunca hubo ninguna pluma que buscase ese pequeño empujón que desde siempre necesitó para poder llegar a la puerta de la Editora mas cercana?.
Si, creo que somos un grupo de plumas, imaginando a destajo, escribiendo a vuelapluma, leyendo en diagonal y votando, en la mayoría de las ocasiones, borrachas de leer relatos que en muchos casos, ni tan siquiera hubiésemos abierto en una librería. Pero no importa, hemos conseguido formar un muy especial grupo de plumas; heterogéneo porque unas son de nácar, otras de oro, las menos, algunas simples tableros, las más allá se quedaron en bolígrafos o lápices para poder borrar las incongruencias que tan fácilmente se deslizan cuando escribimos a vuelapluma. Y amorfos, ¡como no!, la homogeneidad, aunque al principio es muy estética, termina por cansarnos y adormecer nuestros sentidos.
Todo parece perfecto pero, detrás de cada pluma hay una mano y esta, siempre está movida por el cerebro de un ser humano. ¡Aquí está el problema! porque, los seres humanos que con nuestras manos tomamos las plumas para, cada semana, escribir uno o dos relatos en nuestro Tintero, somos los que formamos ese NOSOTROS que tanta dificultad me produce.
Siempre tuve la obsesiva idea de que los escritores, noveles o afamados, son a sus escritos comos los padres y madres son a sus hijos; en cada hijo los padres van dejando huellas de sus genes; en sus novelas, los escritores van dejando partes de su ser. ¡Pero solo parte! Y, cuando miramos un cuadro, una obra de arte, parte a parte, recibimos impactos emotivos que distorsionan absolutamente la realidad de la obra completa. Pero no podemos evitarlo, somos incapaces de no hacernos una “composición de lugar” de la personalidad del autor de las obras que leemos.
¡Qué gran verdad decís cuando hacéis referencia a que NOSOTROS somos la mayor colección de relatos cortos del mundo! Y en ese NOSOTROS me encuentro perfectamente integrado.
Pero, si a la gran colección de relatos le tenemos que añadir la personalidad, la constitución genética y biológica, las vivencias y experiencias, los defectos y las virtudes, las inclinaciones políticas y sexuales, en compendio, la heterogénea complejidad de las personas ocultas tras las plumas que escriben los relatos, entonces me encuentro solo, aislado, separado. Entonces, por mas que busco, no encuentro ese NOSOTROS, ese grupo al que ¡¡¡Tanto me gustaría pertenecer!!!.
No es la muerte la que desmiembra nuestros cuerpos, es la frialdad y soledad de la tumba la que nos pudre.
Por las letras, hasta la vida

20/06/2007, 22:37


ANDRESNIPORESAS


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VOTACIONES DEL CCC TINTERO VIRTUAL: NOSOTROS.
Ya que estamos de estreno, afinemos el ingenio y votemos con solercia 5, 4, 3, 2, y 1voto.
Tenemos todo el jueves día 21para votar con calma y felicidad.
A las 0.00 horas del jueves haremos el recuento.
NOTA: Felicidades a los Luises.

21/06/2007, 0:00
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erkaytano


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Re: AMOS COMENSAR LAS VOTASIONES
Aunque, no por mucho madrugá va abrir antes er Carrefour.
5 VOTOS PA VICHOFF
4 VOTOS PA ER INCONGRUENTE
3 VOTOS PA ER MALDOROR
2 VOTOS PA BLANKA
1 VOTO PA TAOTICO


21/06/2007, 8:09
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VICHOFF


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Votando
Martini ............... 5
Maldoror ............ 4
Blanka_L ........... 3
Hablador ............ 2
Ritman ............... 1
Me he quedado sin votos para Gemma, Asombrillada, Estre, Espejo, Incuus e Incongruente.
Que tengan un buen día.
Vichoff

Hace 22 horas y 35 minutos
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ASOMBRILLADA


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Re: VOTACIONES DEL CCC TINTERO VIRTUAL: NOSOTROS. Votos
VICHOF.....................5
BLANKA...................4
MARTINIDRY............3
GEMAYLA...............2
MALDOROR............1
Me han faltado puntos para Triskele.
Muy interesantes puntos de vista, todos han tenido su aquél.



Hace 22 horas y 18 minutos
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taotico


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Re: VOTACIONES DEL CCC TINTERO VIRTUAL: NOSOTROS.


Matynydry_-------------------------5 puntos
Ritman------------------------------4 puntos
Andresniporesas----------------3 puntos
Vichof--------------------------------2 puntos
clocher--------------------------------1 punto

un abrazo para todos
Soy estudiante de medicina

Hace 21 horas y 44 minutos
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clochard


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104 puntos
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Votos

Buen día
5 ------------------------ ritman
4 ------------------------martini
3 ------------------------triskele
2 ---------------------revontulet
1 -------------------erkayetano
Archivado en:

Hace 21 horas y 27 minutos
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HABLADOR


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Votaciones
MIs votos:
5 Puntos - Todos los gatos tienen fiebre - ANDRESNIPORESAS
4 Puntos - Nosotros - VICHOFF
3 Puntos - America sweet America - MARTINIDRY
2 Puntos - Despedida y cierre - MALDOROR
1 Punto - Nosotros los que fuimos - BLANKA-L
Un saludo de otro pobrecito hablador...

Hace 21 horas y 10 minutos
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Triskele


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1.193 puntos
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Votos.
5 .... Revontulet
4 .... MARTINIDRY
3 .... Ritman
2 .... Clochard
1 .... VICHOFF

Me faltaron puntos para NIPORESAS y para ASOMBRILLADA. Nos vemos en la Sobremesa. Pasen buen día.
As Miss Golightly was saying before she was so rudely interrupted...
Archivado en:

Hace 21 horas y 4 minutos
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espejodevanidad


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1.418 puntos
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Re: VOTACIONES DEL CCC TINTERO VIRTUAL: NOSOTROS.
5 para Martinidry
4 para Gemmayla.
3 para Blanka-L
2 para Incongruente.
1 para Maldoror.
Mis felicitaciones para los demás. Por otros 300.
El Rincón de Sherezadehttp://usuarios.lycos.es/tintero/phpBB2/index.phpEsta semana: Historias de Oriente.


Hace 20 horas y 36 minutos
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MARTINIDRY


Miembro desde:06/06/2006
Gorrión de los Condes
469 Mensajes
4.613 puntos
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votons... enfants de la patrie...
...ahí van...
vichof... 5 puntos... simply genial!!!
oph... 4 puntos
gemma.. 3 puntos
revontulet... 2 puntos
maldoror... 1 punto...
...y si hubiese entendido lo de ritman, seguro que le hubiese votado...
pd\aaaaahhhhh!!!... esto se ya se parece a lo de antes... (estarás contento, eh... berceo)...

Hace 19 horas y 43 minutos
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huglatroglo


Miembro desde:06/04/2006
En una cueva
155 Mensajes
1.715 puntos
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Re: VOTACIONES DEL CCC TINTERO VIRTUAL: NOSOTROS.
Vichoff-------------- 5 points (por arrancarme una sonrisa)
Mártin-------------- 4 points (por que es mi vicio confesable)
Erkaytano-------- 3 points (por los fenómenos extraños)
Maldoror---------- 2 points (por la resurreción de su acompañante... :)))
Blanka_L--------- 1 points (por el recuerdo)
Gracias, por seguir escribiendo. Por cierto que me he bebido yo toda la botella.
Si quieres ver como Dios se ríe, cuéntale tus planes.

Hace 19 horas y 28 minutos
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INCONGRUENTE1


Miembro desde:13/09/2006
Jerez
135 Mensajes
1.061 puntos
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Re: VOTACIONES DEL CCC TINTERO VIRTUAL: NOSOTROS.
Andresniporesas 5
Revontulet 4
Hablador 3
Erkaytano 2
Blanka 1
Por las letras, hasta la vida

Hace 17 horas y 31 minutos
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gemmayla


Miembro desde:07/04/2006
274 Mensajes
1.966 puntos
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Re: VOTACIONES DEL CCC TINTERO VIRTUAL: NOSOTROS.
Nosotros votamos...ellas votan......
BICHO, BICHO, VICHOFFFFFFFFFF 5 , cómo se te nota, jamía, esos encierros a lo Joyce
MARTINIIIIIIIIIDRYYYYYYYYYYYYY 4
MALDOROR 3
ANDRESNIPOR 2
REVONTULET 1
Me faltan votos y dedos de las manos...Así da gusto, Señor, sí Zeñóooooooooor !!! Joder, ké alegría veros de nuevo por aquí !!!


Hace 17 horas y 9 minutos
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INCUUS


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19 Mensajes
342 puntos
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Re: VOTACIONES DEL CCC TINTERO VIRTUAL: NOSOTROS.
Martinidry.........................5
Ritmanblú..........................4
Maldoror................................3
Andresniporesas.....................2
Erkaitano...........................1

Salud y larga vida

Hace 17 horas y 3 minutos
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BLANKA-L


Miembro desde:24/03/2006
405 Mensajes
3.681 puntos
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Re: VOTACIONES DEL CCC TINTERO VIRTUAL: NOSOTROS.
5) MALDOROR
4) VICHOFF
3) RITMANBLU
2) ANDRESNIPORESAS
1) MARTINIDRY
Espejodevanidad, Incuus, Huglatroglo...


Hace 16 horas y 20 minutos
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MALDOROR_


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430 puntos
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¡¡¡ uuuuhhhhh !!! votos desde el más aca.
Buenas tardes
VICHOFF - Nosotros - 5 Puntos (tu sabes my sister).
MARTINY - America sweet America - 4 Puntos (Y no tengo ni puta idea de las razones).
ANDRES - Todos los gatos - 3 Puntos. (Brindo para que el gato se siga convirtiendo en tigre y, como diria Yunque, por la victoria de los duros sobre el almibar)
INCUUS - En casa - 2 Puntos (Breve, exacto y explicandome porque me siento así, aquí).
BLANKA - Nosotros, los que fuimos - 1 Punto (Por los recuerdos y la sonrisa).
Me quede sin más para la Loba de Genma, el sueño del Sosio y los primeros hermosos y pésimos cuentos de Espejo.
In vodka veritas.



Hace 15 horas y 27 minutos
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ritman


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Re: VOTACIONES DEL CCC TINTERO VIRTUAL: NOSOTROS.--reVOTANDO
Triskele---5

Martini 4

Blanka 3

Vichoff 2

Maldoror 1

...esto huele que alimenta)

....My dreams are made of iron and steelWith a big bouquetOf roses hanging downFrom the heavens to the ground

Hace 15 horas y 26 minutos
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Total 17 envíos Página 2 de 2


  • erkaytano


    Miembro desde:04/06/2006
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    VOTASIONES AL TINTERO "NOSOTROS"
    POS NÁ QUE SE MA OCURRIO COLOCAR LAS VOTASIONES, QUE PA ESO ME JARTAO CONTAR.
    ESPERO NO HABERME EQUIVOCAO

    GANADOR ER MARTINI DRIN (VERMUT) 51 VOTOS

    SEGUNDA VICHITO CON 43 VOTOS

    TERSERO EL MALDOROR 26 VOTOS

    SIGUEN:

    ANDRES NI POR ESASNIPORNINGUNA 22 VOTOS
    RITMA 20 VOTOS
    BLANKA 19 VOTOS
    REVONTULENT 14 VOTOS
    HABLADOR 9 VOTOS
    TRISKELE 8 VOTOS
    ESKAYTANO 7 VOTOS
    INCONGRUENTE 6 VOTOS
    CLOCHAR 3 VOTOS
    INCUUS 2 VOTOS
    TAOTICO 1 VOTO

    EL RESTO AL CLUB DER SERO

    POS NA ENHORAGÜENA AR GANADOR Y COLOQUE ER TEMITA LO MAS PRONTO POSIBLE, PAS QUE NA PA NO ENFRIAR