viernes, 18 de mayo de 2007

295.- La cajera, el cajero

TINTORRO VIRTUAL: EDICIÓN 295
And the winner is … “El Doctor patoso y Mr. Gardel” de Exlucifer.
Al oirlo el cojuelo diablo da un respingo en su asiento y brincando a una pata se dirige hacia el escenario, donde le aguarda Doña Blanka Fernández Anchoa, exesquiadora profesional y que ahora mata sus horas libres participando en un concurso literario virtual. Tras recibir dos impresionantes ósculos de la escribana en cuestión, ésta hace entrega al ganador de la estatuilla en forma de bota de vino, representativa del “Tintorro Virtual”.
El cornudo amigo, tras asir la alcachofa de ducha que hace las veces de micrófono inalámbrico pronuncia el siguiente discurso:
“…. Probando, 1, 2, 3, . probando…. Me llena de orgullo y satisfacción… haber alcanzado este premio que, sin lugar a dudas, ha supuesto un enorme reto para mí. ¡Qué gran país es éste donde un simple chufletero de pro puede llegar a ganar un premio literario tan importante como éste!
Quiero dar las gracias a todos los sufridos compañeros que han tenido la santa paciencia de leer mi chorrada. También quiero, dedicar éste mi primer y único premio al “sosio”. ¡Va por ti, amigo!
Finalmente, y para no alargarme, el tema que propongo para la edición 295 del tintero está relacionado con una persona a la cual también he de dedicar este triunfo, pues de lo contrario me vería castigado a dormir en el sillón del salón. En fin, sin más preámbulos, indicar que el tema propuesto es:
“UN/A CAJERO/A”, en toda su extensión. Puede ser un cajero electrónico, un cajero de banco, un cajero de supermercado, un artesano que haga cajas, etc, etc. Cualquier relato donde aparezca un/a cajero/a.
Espero que sea del agrado de todos y que participe mucha gente.
Gracias por todo, y como me dijo alguien ayer, “Fetuchini Mare Monti per tutti”!!!!!!!!!

EXLUCIFER666 11/05/0710:41



  • La cajera de AHORRA PLUS y el cajero automático del Banco Peculiar.
La cajera del supermercado de la esquina - los economatos suelen edificarlos estratégicamente esquinados para que por la puerta de la calle principal entren los ricos y seguros de sí mismos y por la entrada de la calle adyacente lo hagan los que andan escasos de recursos, los tímidos, los recatados - siente una devoción extraña por el cajero automático del Banco Peculiar.
Tiene encomendada la tarea de realizar los ingresos suculentos de caja cada hora o dos horas aproximadamente. Los viernes por la tarde y los sábados por la mañana acude cada cuarto de hora, porque la gruesa afluencia de público engorda el caudal sobre los debes u obligaciones de la cadena de supermercados AHORRA PLUS en un cincuenta por ciento de superávit. El exceso de ingresos sobre los gastos son una entelequia rara y extraña sobre la que la cajera y sus compañeros no se atreven a hablar por si llega a oídos de los encargados y jefazos y les bajan el sueldo o han de enfrentarse a un despido procedente del todo improcedente.
La cajera no sabe si llamar amor, pasión desaforada u otra cosa peor a lo que siente por este cajero, que sin chistar le acepta los abultados sobres que contienen billetes de diez y veinte euros con los que ella, la cajera, y él, el cajero, se podrían fugar y pegarse la vida padre - la vida padre hoy por hoy no es igual que la vida madre, piensa ella, cuando le viene a la cabeza lo requetebién que viven su padre y sus hermanos y lo rematadamente garrafal que malviven su madre y ella - . Sabe que la mano que mueve los hilos y los engranjes del cajero automático es con toda probabilidad una mano masculina de hombre fornido, recio y cabal. Un hombre de esos que la arrancarían de cuajo del escaso metro cuadrado en el que transcurren las eternas horas diurnas de la existencia mercantil del supermercado. Un hombre que la llevaría en volandas y dejaría se sentir sus pesadas piernas flebíticas convertidas de repente en cola de sirena. Un hombre que ella imagina detrás de la pantalla táctil del cajero. Cuando pulsa delicadamente "Ingresar" siente a este hombre susurrarle al oído que pronto la rescatará de su cautiverio, que restan muy pocos días, horas, minutos para su liberación. Que tenga paciencia, que ya queda menos para que ambos puedan huir a un lejano lugar en el que no existan cajas de caudales y cajeros automáticos, claves para entrar y salir, claves para meter y sacar. Un lugar sin horarios esclavizantes ni calendarios abrumadores. Un lugar reservado para ella y para él.
Un sábado por la mañana de una primavera febril se agolpan en torno al cajero de la esquina - los cajeros automáticos están situados estratégicamente esquinados para que los ricos puedan sacar dinero sin ser vistos en las calles adyacentes y los pobres no puedan sacar casi nunca del ubicado en la calle principal. Digamos que este cajero luce de adorno urbano. - un pequeño grupo de personas en torno a una joven que se encuentra inconsciente tumbada en el suelo. Alguien que sabe de esas cosas, de la vida, de la muerte, del respirar, del dejar de respirar, del pulso, asegura con una firmeza que deja a todos sin habla, "Esta chica está muerta".

gemmayla 12/05/0711:46



  • La ventana
En el barrio del Soto vivía una viuda pobre en el sótano de un palacio.

El barrio del Soto es rico y barroco, amplio, animado, y tiene grandes casas palaciegas de piedra rosa que, cuando la posguerra, las dividieron para hacer pisos de lujo que ocupó gente bien. Se entra por los grandes portones para carruajes y se llega a unos patios interiores tan amplios que crecen los árboles, anidan las fuentes y serpentean los caminos de arena hasta unos habitan banquitos de madera para los vecinos enamorados. Son auténticos parques enclaustrados entre los muros. Allí dan las ventanas de las cocinas y de los cuartos interiores y todo está en paz.

El sótano de la viuda tenía una ventana a la calle.

La situación es distinta en la calle porque la zona del Soto tiene un exceso de vida comercial y hay mucho tráfico, gente que recorre las aceras arriba y abajo todo el día buscando cosas en los escaparates. Hay dinero, se huele, y hay prisas y muchísimo ruido. Tener un metro de escaparate en El Soto es un gran negocio, eso lo saben los bancos y las grandes firmas comerciales que pagan alquileres fabulosos por cada palmo de terreno que alquilan allí. Pero también, levantas la cabeza y cualquier ventana se puede convertir en un escaparate: ropa de moda, bordados, chucherías frágiles, dulces, telas maravillosas, antigüedades, partituras, abanicos, cosas suaves… Parece que las mujeres prefirieran las ventanas para exponer lo que ellas mismas hacen y venden, porque en aquel barrio hay mucha tradición factora en materia de delicadezas, ya que, en tiempos, las damas venidas a menos sólo se consideraba bien que se ganasen la vida cosiendo y bordando y otras tareas no del todo útiles pero sí bellas.

La viuda tenía una sola hija muy bonita y muy loca, que hacía cajas.

Siempre que paso por El Soto voy a echar una mirada a la ventana de la viuda para ver a la niña. La ventana es grande, un grueso arco a ras de acera con cierre de barrotes por donde, antes, entraban el carbón para las calderas, que lo traían a sacos los carboneros en carros de madera, con caballos peludos con campanillas… Ahora hay calderas de fuel y cristales en la ventana, y el alfeizar, tan ampliamente ancho y profundo como los cimientos de piedra sillar del palacio, es un escaparate de lencería. Camisones bordados, braguitas, sostenes, sedas y encajes blancos brillando en aquella especie de mazmorra.
La hija de la viuda, una chica rubia, se sienta por las tardes en un rincón del escaparate con las piernas descalzas y hace cajitas a la vista del público que se detiene a mirar interesado. Las hace de cartón y las forra de seda de colores y les pone lazos y cintas que les cuelgan, y uno sabe al instante que un buen conjunto de espuma de puntilla de los que hace la viuda, quedará insuperable dentro de una de esas cajas de seda, tanto como luce un buen hombre en un buen coche, y que el detalle le conquistará los favores de cualquier novia que tenga a bien echarse aunque sea dura como una piedra, si es que a uno le gustan duras y altaneras… y se ve que la gente de la calle piensa lo mismo y entran en el sótano de la viuda por el portal y compran, y el negocio va bien.
La jovencita, el reclamo, no habla ni tiene interés en nada que no sea su mundo de cajas. Nos mira sin ver con unos ojos grandes, azules, sonrientes, y sabemos que tiene la cabeza a pájaros, la pobre, tenía que ser así con esos ojos como cielos para perderse en ellos, pero sabemos que se encuentra bien y que está contenta.

BLANKA-L 13/05/0719:23



  • Impresión de barrio (con cacofonías)
El cepillo repica en las manos, callosas y negras de betunes, de Ambrosio el limpia, mientras el eterno palillo de madera baila ritmos frenéticos en su boca de sonrisa displicente de vividor, con ínfulas de D. Juan de barrio bajo.
Es feliz, a su modo, agachando la testuz coronada de escasos pelos y enfrentando los ojos a los cada vez más contados pinreles embutidos en pieles curtidas, que solicitan su arte prodigioso para transformar opacidades en espejos.
Heredó del viejo caja donde sentar reales, gracia para el piropo retrechero y un cierto aire de bandolero de Sierra Morena embutido en cuerpo enteco y rostro adornado con patilla de hacha. Cara de guirlache y ojos verdes completaban el cuadro del limpia barriobajero, chulo, blasfemo a ratos y de pluriempleo macarra de ocasión cuando a la ocasión la pintaban sin riesgos.
Estaba enamorado de Paqui la del colmao.
De toda la vida de Dios se llamó colmao a lo que los modernos mamones del barrio llamaban súper. - Y una mierda súper – mascullaba la boca torcida y palillera de Ambrosio – normal y va que chuta.
Esperaba entre ansioso y valentón a que acabara el turno de caja de la Paqui para pasearla, orgulloso y posesivo, hasta la taberna del Macho Cabrales, garito infecto de gambas plancha congeladas, huesos de aceituna por los suelos y vinos de padre putativo que se acercaban más a malos vinagres que a vulgares cosecheros.
Bajo el brazo izquierdo la caja y colgada del derecho la cajera, así andaba por la vida Ambrosio en los momentos de plenitud del alma, es decir, a la hora del vermouth o de la cerveza fría de la atardecida.
La Paqui, cincuentona descarriada doctorada en malhumores, se agarro al último tren que hizo sonar el silbato a su paso de jaca de pecho escaso y trasero generoso. Quince años y un aborto llevaba con las posaderas ancladas detrás de la caja del colmao del Gallego, después de que éste enviudara y le ofreciera el puesto de la difunta con sueldo escaso y un derecho de pernada de roces y poco más. No tenía el Gallego cuerpo para la jarana. Y menos desde que una atardecida contempló como el limpia aseaba de betunes sus uñas con una navaja de pretensiones asesinas.
Y así anda la tarde en el barrio; la cajera cuadra la escasa caja mientras su amado retaco silba tangos con la boca empalillada paseando con el asiento bajo el brazo esperando a la moza.
- Hay que joderse, a mis años y ennoviao – piensa el doctor en trapos y cepillos mientras hace honores visuales a las mozas paseantes – con lo que yo he sido.
Y recuerda una vida imaginada de triunfos inexistentes, una entelequia, un sueño que hace de ungüento a la desesperanza de una buhardilla sin baño ni ventanas, donde ejerce de caballero amante de una Doña Inés envejecida.
La Paqui, “sin en cambio” tiene en el cerebro la certidumbre de la tristeza, la solidez del fracaso vital aceptado, la ausencia de esperanza como asidero a la vida. Ella solo quiere dormir acompañada y no morirse sola.
Y es que las mujeres, y esto el limpia no lo sabe aunque lo intuya, saben coger de las orejas a la vida sin escuchar sus milongas engañosas. Sin mierdas. Sin mentiras. Sin excusas.
Incluso las cajeras envejecidas con un horizonte embetunado de tristezas.

MALDOROR_ 14/05/0721:58


  • El cajero
Eran las dos de la tarde y el sol le estaba derritiendo el cerebro. Quedaba un trailer entero por cargar. Calculo que terminaria para las cuatro si seguia a ese ritmo. Penso en el existencialismo de sartre mintras agarraba una caja de 25 kilos y la depositaba en la novena fila. Soy lo que estoy haciendo ahora mismo. Un puto movimiento mecanico. Empezo una nueva fila limpiandose el sudor que empezaba a caerle por los ojos.
El encargado se acerco como el que mete un punzon en los traseros de una mala bestia. Para nada vio la gota de sudor que cayo bajo sus pies. Su mirada contemplaba la carga..
Vamos Vysotskij.. que se nos quema el arroz.. para las tres tiene que estar la carga completa.
Penso el el sindrome de Abraham de kierkergard. Cuano el encargado lo llamo por su nombre. Quien soy; soy Vysotskij quien me asegura que soy tal. Y quien es Vysotskij, como contestaria Vysotskij a este puto burdog.
Por que no lo cargas tu con lo cojones-Le hubiera contestado en aquel momento. Pero Vysotskij no contestaba asi. Vysotskij hubiera acelerado el ritmo. Asumiendo que el era una mala bestia y que el punzon habia surgido efecto.
Acelero el ritmo y encajo una caja en un movimiento preciso. El encargado marcho.
En aquel momento recordo un parrafo de Nieztcher sobre la injusticias de la vida. "Aquel que sufra una gran injusticia que reparta sobre los demas pequeñas injusticias". No habia nada, como asi hablo Zaratrutra para desempoñarse de la mierda que le estaba cayendo. Era injusto que el estuviera alli con el cerebro derretido, con unas ganas de mear locas; cargando manzanas que no se comeria en toda una vida y encima le metieran prisa. Todo problema lleva implicita la solucion. Y el encontro la solucion al suyo.
Se encaramo en lo alto de un pale. Se bajo sus bermudas. Y empezo a rociar aquellas manzanas de meado. No dejo ni una caja sin que le cayese al menos una gota.
Aquel dia Vysotskij termino un cuarto de hora antes de las 3. Se fumo un cigarro y se sintio en total equilibrio consigo y con la humanidad. Garraspeo y tomo el camino hacia su casa

taotico 14/05/0723:49



  • El multicine.
Llegó al multicine, una tarde ociosa de octubre y José, un bromista abusón, puso ante los ojos de la cajera del multicine un billete de 20 euros. “Déme una entrada, por favor”. “¿Para qué sala?” ¿Cuál me aconseja?” “No sabría decirle”. “¿Pero usted no ha visto todas las películas?” “Oiga, yo no voy al cine”.
A José le sorprendió la respuesta de la cajera. “¿En ese caso cómo aconseja a los clientes?” “Yo no aconsejo a nadie; y tampoco sé por qué estoy hablando con usted”. “Será porque es usted una persona educada, creo yo”. “Usted no me conoce de nada ni sabe cómo soy”.
José se estaba divirtiendo: “No diga eso, porque a lo mejor yo soy su vecino y aunque usted no me haya visto nunca, yo puedo saber cosas de usted”. “¿Qué sabe de mí?” “Le he dicho que a lo mejor sé cositas suyas”. “Me alegro, dígame qué película quiere ver y le doy la entrada”. “La que usted me aconseje”. “Está usted impidiendo que otros saquen su entrada; haga el favor de decidirse”. “Ya estoy decidido: la que usted me dé”.
La cajera, harta e intrigada a la vez, cortó una entrada y se la dio. José no esperó a recoger la vuelta de los 20 euros. Ella tampoco hizo gesto de darle el cambio. José caminó unos pasos y se entretuvo viendo los carteles anunciadores de otras películas. Se demoró un par de minutos. Luego se dirigió al conserje y le dijo: “La señorita cajera no me ha dado la vuelta de los 20 euros; déme el Libro de Reclamaciones”.
Ante su sorpresa el conserje respondió: “¿No se habrá confundido usted? ¿Está seguro de haberle entregado 20 euros?” “¡Sí, lo estoy!” “Pues vaya a ventanilla y pídale a la señorita Rosa que le dé la vuelta”. “No, ahora no, ahora voy a pedir un cucurucho de palomitas”. “Como usted quiera”.
Tomó el cucurucho de palomitas y entró en la sala de proyecciones. La película aún no había empezado. Se sentó junto a la salida y esperó a que apagaran las luces. Probó una palomita y le supo tan rancia que ya no comió más. Se levantó y salió al vestíbulo. Saludó al conserje y le dijo, enseñándole la entrada, que iba a hablar con Rosa, la cajera, ahora que ya no había cola. El conserje asintió.
“¿Me recuerda, señorita Rosa?... Soy el que no ha recogido la vuelta de los 20 euros”. “¿Cómo sabe mi nombre?” “Ya le he dicho que a lo mejor yo sé cosas que usted no sabe que yo sé… Así que déme la vuelta de los 20 euros. Mire ésta es la entrada que he comprado, una sola: ésta, ha de devolverme 14 euros”. “Mire caballero, no estoy para perder el tiempo. Cuando hagamos caja ya veré si sobran esos euros y se los daré. Dígame su número de teléfono y dirección. Ya lo llamaremos”.
Aquella señorita metida en la cabina, tras los cristales, parecía un pez de colores en una pecera. Por un gesto se dio cuenta José de que ella sabía que era verdad, que no le había devuelto el cambio, pero que por pesado quería darle una lección.
José replicó con firmeza: “Yo no tengo que darle ningún teléfono; usted me da los 14 euros y basta”. “El caso es que yo no recuerdo que usted me diera un billete de 20, sino de 10 euros”. “Señorita Rosa, o me da el cambio o llamo a los municipales”. “¡Llámelos!, les diré que está usted molestando”.
José cogió el móvil y llamó a los municipales. En unos minutos estaban allí. Les explicó lo sucedido. El agente trató de ser condescendiente. “Oiga, caballero, usted dice una cosa y la señorita la contraria, es imposible saber quién tiene razón”. “¡No señor agente, no es imposible!”
El agente estaba absolutamente convencido de que aquel individuo no tendría forma de probar su verdad. Así que puso una sonrisa de plato de postre y le dijo a José: “¡Venga pues dígame cómo sabremos si le dio usted un billete de 20 euros!” “¿Se lo digo, señor agente?” “¡Sí, sí, dígamelo!” El municipal miró a la señorita con ironía.
“Pues es muy fácil, que la señorita Rosa le enseñe los billetes de 20; yo sabré reconocer cuál es el mío”. “Oiga, no juegue con la autoridad, puede usted señalar un billete que no es; todos los billetes son iguales. Mire, ya tengo mucha experiencia en la vida y no me voy a dejar engañar por un listillo, y usted disculpe”. “Todos los billetes no son iguales. Llevan una numeración. Busque el billete número V09368048776. Supongo que el Banco de España le merece toda la confianza, ¿no es así, señor agente?”.

ANDRESNIPORESAS 15/05/0718:35


  • MGO
Silbaba Yo la garota de Ipanema cuando la enfermeradministrativainformáticateleoperadora me llamó por mi nombre, o por alguno parecido.
-Mordred...mugre..miqu..ma...
-Mordecai Maza- Le ayudé
-Sr. Maza, rellene el cuestionario escrito por favor.
Puesto de trabajo: Cajero. Horas sentado: Todas. ¿Le duele la cabeza habitualmente?: Sí. Luego una serie de preguntas al estilo de: ¿Sufre depresiones? ¿Tiene ansiedad? ¿Tiene gripe?¿Insomnio? ¿Se siente decaído? Joder, así cualquiera es médico. Solo faltaba que me preguntaran: “¿Padece usted el síndrome de Von Greperpof? Respuesta: sí” Luego iría a la consulta y... “Tsss, huy que mala pinta, usted tiene el síndrome de Greperpof” -“Hostias que clarividencia”-. No había terminado cuando una enorme enfermera de aspecto nibelúngico irrumpió en la sala de espera. Seguro que tenía algún nombre al estilo de BERG, URGH, o TORKOR, y cantaba ópera. Guardé silencio, evocar silbando las playas de Ipanema resultaba imposible ante la contundente presencia de la mujer columna. Rugió mi nombre y me levanté como un resorte.
“Voy a hacerle unas pruebas”- Y me condujo hasta una habitación que parecía la sala de torturas de un grupo terrorista checheno-
“¿Ha traído la muestra de orina?”- La saqué presto, la mujer parecía estar en constante enfado. Tomó el tubito y lo miró al trasluz durante unos instantes, como lo haría un detective de antivicio. Temí que introdujera el dedo meñique y se pasara un poco por las encías...
“Es pura” -Le dije mientras la miraba. No lo entendió-.
Me sacó sangre, me midió, me pesó y me examinó la vista haciéndome mirar una sucesión de extraños símbolos que algún oftalmólogo oligofrénico habría diseñado en un acceso de autocomplacencia. Luego me despachó diciendo: “Presiónese fuerte el parche de la vena, si no le saldrá un hematoma”. Volví a mi silla donde completé el formulario lo mejor que pude con el brazo derecho estirado y la mano izquierda apretando la vena. La letra no me quedo muy resultona. Aquello parecía que lo había escrito la madre del rey un día de resaca. Lo entregué a la enfermera multifunción y esperé, después de 5 minutos entré en la consulta del doctor.
“Siéntese Sr. maza. Bueno ¿cómo se encuentra?”
“Bien”
“¿Tiene falta de sueño? ¿Nervios? ¿Ansiedad?..”
“Sí”
“¿Dolores de cabeza? ¿De cuello? ¿Hombros?”
“También. Las tres cosas”
"Ajá, Eso es estrés. ¿Se siente estresado?"
“ Sí. Lo puse en la hoja que está leyendo usted. También me duele la espalda y los riñones.”
“Bueno eso es acumulación de tensión.”
“Los ojos me pican, y siempre me cruje el cuello”
“Sin duda estrés y lo de crujir... tendrá usted unas articulaciones muy sonoras”- sonrió-
“La mandíbula se me desencaja por las mañanas y me duele la cabeza durante días.”
“Bruxismo. Mire Morde.. Mur..dre.
“Mordecai”
“Eso, Mordecai. Usted padece mucha tensión y se le carga la mandíbula mientras duerme. Ya le digo, tensión.
“Y estrés, supongo”
“Y el estrés, por eso padece insomnio también. Necesita una fíbula de descarga para el bruxismo”- garabateó algo en un papel-
“¿Una cualo?”
“Una fíbula de descarga. Es un trozo de goma que se debe colocar entre los dientes por las noches.”
“¿Un chupete?”
“Mas o menos.”
“¿Necesito chupete a los 43 años?”
“Hombre visto así...”
“Prf, bueno podría ser peor, ¿y dice que es por el estrés y la tensión?·
“Eso es.”
“Entonces el dolor de cuello de espalda, de riñones, de muñecas, de mandíbula y de ojos, es estrés.”
“Mayormente”
“Entiendo”. “Levántese y quítese la camisa.”- Me desnudé parcialmente y entonces el doctor se puso a golpearme con un martillito minúsculo en las muñecas, en el pecho, y en la espalda. Se centró en los hombros y me preguntó:
¿Le duele aquí? - Y golpeó un par de veces-
“Sí. Me duele como si me dieran repetidas veces con un pequeño martillo”
“Por favor Sr. Maza sea serio, la revisión médica de la empresa esta para vigilar su salud, y es un asunto importante”.
“Bueno, en realidad es para saber si puedo seguir trabajando a pesar de mi nivel de pochez actual” -no me escuchó-
“Ande bájese los pantalones. Vamos a ver a esa próstata.”
“Um, mire es que yo soy fiel de la secta yazidi.”
“¿Cómo dice?”
“Qué soy un Yazidi.”-Repetí-
“¿Yazedi? ¿Es una broma?"
“Huy, no señor, me ofende ¡Es mi Credo!”- me miró con extrañeza.-
“¿Bueno y este proceso de exploración le supone algún tipo de problema de Fe?”
“Pues hombre no mucho, yo lo digo por usted. Nosotros no podemos perder un solo pelo de nuestro cuerpo, de cualquier parte del cuerpo, y debemos lavarnos lo menos posible. Yo llevo ya un mes sin que el agua toque mi piel. No esta mal ¿verdad?”
“No se preocupe me pondré guantes y mascarilla si es necesario. ¿Hay algo más que deba saber sobre su religión?”
“Umm, pues no se..¡Ah! No podemos comer lechuga”. “¿No puede comer lechuga?”
“No, la lechuga es impura y además un alimento de nenazas, para ser sinceros. Fue uno de los preceptos que más me atrajo a la hora de convertirme.”
“La lechuga impura. ¿Y qué le metan a usted un dedo por el recto no le resulta impuro?”
“Si hay placer no. Ahora bien, si no es así, se considera una ofensa contra el honor, y las ofensas contra el honor se solucionan de forma expeditiva: Se coge al ofensor y se le apedrea hasta extirpar la culpa de su cuerpo.”
“¿Cuándo saben que la culpa abandona al ofensor?”
“Hombre, si no grita y no se mueve, es que ya no hay culpa.”
“Ajá.”-Dijo el doctor mirándome con pasmo. Se dio unos segundos de reflexión.-
“Bien Señor maza, dígame ¿siente alguna molestia al mingitar?"
“Pues no.”
“¿Dolores del algún tipo en esa zona?”
“Tampoco.”
“Entonces ya puede vestirse hemos terminado”.
“Muchas gracias doctor.”
Me puse la camisa y salí de la consulta silbando la garota de Ipanema.

Revontulet 16/05/0718:26



  • La PUCESH
Si eres cajero… estás jodido.
No lo digo yo, lo dicen las estadísticas, la cultura popular y el universo en general. Y no es necesario ponerse metafísico para llegar a la conclusión, simplemente se trata de un poco de observación y un poco de esa lógica aplastante que cultivan hasta los más acérrimos amigos del tumbing-splass, con un único callo en el extremo de su dedo pulgar derecho (o izquierdo para los zurdo-tumbingnómanos) expresión máxima de su meta en el mundo.
Las estadísticas dicen muchas cosas. O mejor dicho, vomitan datos y más datos, entre los cuales nadie criticaría que hasta las mentes más brillantes se ofuscasen y mirasen para otro lado como si esa extraña y finalmente descifrable rama matemática fuera un monstruo al que se ven incapaces de enfrentarse. Sin embargo algún que otro erudito, pirado, loco, alucinado o alucinante ser debe considerar esta rama como algo divino o ¿divertido? Porque muy a menudo nos encontramos con los limpios y ordenados porcentajes que han brotado como una patata, en las entrañas oscuras e impenetrables de los números.
Como decía las estadísticas dicen muchas cosas, a veces realmente demasiadas. Pero para el caso que nos ocupa bien podríamos centrarnos en dos o tres puntualizaciones que definen de una forma muy clara la aseveración tan clara y contundente del comienzo: Así dicen:
1.- Laboralmente los peor retribuidos (teniendo en cuenta el factor “estudios-posicionamiento organigramístico empresarial.
2.- Alta dosis de exposición al virus “populis-populae”. Con grandes probabilidades de ser receptor directo de: imprecaciones, malos humores, estornudos, viscosidades varias, entufadas o empaloperfumes, violencia verbal, y paliqueras profesionales; todo ello con la sempiterna sonrisa o blocksunrise, patentada hace unos años por un avispado vecino de Realejo el alto. Con consecuencias drásticas en la salud física y psíquica de dichos trabajadores.
3.-El síndrome del dios de la caja. Algo rimbombante para definir la responsabilidad máxima del cajero sobre el estado financiero de sus medios de pago. Allí no puede haber errores. Los errores se pagan. Cada vez más.
Así, estos pobres personajes, escoria sin pedirlo de la sociedad laboral en la que nos hallamos inmersos, se han convertido en seres necesitados, por lo cual he decidido fundar una ONG:
PUCESH (o Ponga Un Cajero En Su Hogar), la cual basará su centro de acción en el compromiso de escuchar sin alterarse las desventuras de tan augustas personas. El doble beneficio de esta “terapia” se observa en la mejora sustancial de los cajeros, que pueden dar rienda a su expresión facial de una forma natural e incluso abstenerse de saludar o dar los buenos días (Precepto que se hace conocer a todos los solidarios socios de esta ong) y por otro lado la satisfacción por parte de la familia acogedora al experimentar su demostrada superioridad en todos los aspectos.
Asique ¡adelante! ¡afíliese!. Conseguirá su boletín de inscripción en cuaquier caja de ahorros de su barrio, grandes superficies e incluso ¡en la tienda de la esquina!. No espere más y ¡llévese su propio cajero a casa! ¡no se arrepentirá!

YUYUWANA 16/05/0721:24



VOTACIONES DEL TINTERO CCXCV: Un cajero.
Votemos y elijamos los mejores a nuestro juicio.
3, 2 y 1 votos a los tres elegidos.
A las 0,00 horas haremos los recuentos oportunos y sabremos quién se ha alzado con el lauro.
Gracias a quienes participan y buen tino.

ANDRESNIPORESAS 17/05/0700:03


votos
Pocos que hay, y qué difícil es votar. Todos son muy buenos esta vez.
3) TAOTICO
2) MALDOROR
1) GEMMAYLA
Cinco puntos para Revontulet, Yuyuwana y Andresniporesas.

BLANKA-L 17/05/0708:24


votos de caja
BLANKA-L 3
Revontulent 2
YUYUWANA 1

gemmayla 17/05/0710:55


Votos míos, muy míos.
Yuyuwana....................3
Gemmayla...................2
Blanka.........................1
(Aviso: Me vuelven a robar el nick. Yo no he abierto ningún homenaje al galletas. ¡Qué cruz!)

ANDRESNIPORESAS 17/05/0715:23


Lo mios....
Niporesas un cero, Condedrako un cero, Vitriolo un cero.
Niporesas un cero.
Condedrako un cero.
Vitriolo un cero.

blasgalletas17/05/0715:27


mis votos
Maldoror...............3
Blanka.................2
andresniporesas....1
un abrazo para todos

taotico 17/05/0717:31


Hasta los mismisimos cajones.
Buenas tardes a todos menos al pestilente caballo de vapor, al hijo de la émula de Mesalina, al vástago de una polución nocturna de Ignatus, a la defecación de Gregorio Samsa transformado, a Smeagol tras siglos de posesión del Único ...
En fin.
TAOTICO - El Cajero - 3 Puntos.
YUYUWANA (siempre Alana) - La PUCESH - 2 Puntos.
BLANKA - La Ventana - 1 Punto.
Sean Job. O Sean Conery. Lo que uds. prefieran.

MALDOROR_ 17/05/0718:27


Votos!Ahí van:
Revontulet ...................... 3
Blanka.............................. 2
Taotico............................... 1
Saludiños y muy buenas letras a todos!!

YUYUWANA 17/05/0721:42


vo
Gemma----3 Yuyuwana---2 blanka---1

Revontulet 17/05/0723:41


RECUENTO DE VOTOS DEL T-295
Los resultados son los siguientes, salvo error.
Ganadora....BLANKA-L.......con 10 votos.
Finalista......YUYUWANA.....con 8 votos.
Accésit.....TAÓTICO........con 7 votos.
ETC.
Felicidades a los ganadores y que no decaiga.

ANDRESNIPORESAS 18/05/0700:04