martes, 24 de julio de 2007

CCCII... El parque

INCUUS.-
CCCII TINTERO VIRTUAL, HOMENAJE A JAN NERUDA

Muchas gracias a todos pro este tintero que me concedéis. Hacía tanto tiempo que no ganaba uno que ya no me acordaba delo bien que sabían. Vayan en acompañamiento de tan buen sabor dos docenas de pimientos rellenos en la taberna del poney y una cuantas cerezas de la tierra, de la mía leonesa, donde se pierden las vacas y las gentes no se encuentran.
A pesar del inconveniente ese lamentable de que se repitan palabras, parece que en Terra se vive mejor de lo que se vivía y también de eso hay que felicitarse. Esperamos pronta solución a ese problema.
Para esta nueva semana, propongo un homenaje a Neruda. Al verdadero y gran Neruda. No a Neftalí reyes, no, sino al checo decimonónico Jan Neruda, autor de lso cuentos de la Mala Strana.
La Mala Strana es un barrio alto en Praga, con un inmenso parque de árboles añosos y suelo negro.

A Neruda y a ese parque, o cualquier otro parque, dedicamos el tintero.

TEMA: SUCEDIÓ EN EL PARQUE. Cuentos que puedna ocurrir en un gran o pequeño parque urbano.

saludooooooooooooooooooooooos

29/06/2007, 12:38



Escritorcillo .- Sátiros en el parque.


Fui succionado por un argentino. El parque en Junio ardía de manera verde. Hacia arriba los árboles, atlantes inmóviles, se empeñaban en ocultar el cielo, tapizando cada trozo en una especie de mosaico de oro. El sol se enfurecía en los filos de las hojas dando dorados zarpazos de diamantes, y en la fuente, la voluptuosidad de un rayo de sol bailaba un frenesí de estrellas, multiplicando en la sombra el espejismo, un espejismo levemente marino, ondulado, serpentiforme, y amarillo. Cantaban pájaros sus proclamas de masculinidad o sus gritos de socorro, llamaban los eternos pichones a sus madres, desesperados, reiterativos, acuciantes, promiscuos, sádicos, insomnes. Por entre la hojarasca se veían pavos reales en éxtasis, sus miles de ojos parecían esmeraldas iracundas, enojadas. El pavo real mostraba la majestad de la belleza, archiduque gallináceo, zar de las aves. El imperio de los verdes ojos se ocultaba en las ramas de los jazmineros, nevados y puros, que exhalaban su lujuria de perfume a lo alto, como una plegaria de extraños inciensos. Aquí una palmera solitaria dejaba caer su néctar en dosis, despreciativa de sus semillas, abortándolas casi, generosa y abundante, multípara. Corría por ese otro lado una mugrienta rata sarnosa. Aquí picaba un mirlo, de un negro espeso y rotundo, repetitivo de su pico naranja, se oían los siseos al darle la vuelta a las hojas secas, buscando largas lombrices asquerosas. En la explanada de los juegos los cacharros aguantaban un sol hiriente, naranjas, rojos, y azules. Los toboganes enseñaban su esqueleto de hierro, voraces de niños, necesitados de chavales, implorantes de infancia, como pederastas minerales, o extraños dinosaurios sin hormigas. Pasaba un turista deslumbrado, en pantalón corto, con la máquina fotográfica, el típico japonés estremecido. La fuente manaba gotas de oro líquido, rabiosa de juventud. Beber aquella agua era arriesgarse a un leve herpes, no beberla era una blasfemia. Pedía desde el fondo del suelo una boca, unos labios, para entrar en ellos y saciar la demoníaca sed. El calor deba coces de mulo, era violenta como un escorpión, alacránica y demente. El pavo real pasaba, majestuoso y silente, como un asesinato de las bellas artes. Su silueta era la de un extraño navío en un mar jamás descrito. Una incógnita, una pregunta al aire. Un jeroglífico egipcio de neoclásica respuesta. Andalucía en la sombra, o lo Hindú en el centro de Nueva York. En la chapa del tobogán el calor se había puesto de oxidado tumultuoso, buscaba un cuerpo al que acariciar con un suave dolor. Había unos promontorios de colores, para saltar de uno en uno, como islas en un mar de albero. Silencio absoluto. Sólo una cigarra y los pájaros, enfurecidos, pesados, suplicantes, infelices, hermosos. Pasábamos los sátiros por entre las enredaderas. Antiguos ciervos y lobos libres, esclavos de nuestro deseo. Reprimidos saliendo por la grieta, saliendo por la válvula de escape. Nuestras braguetas temblaban. Duras las vergas, dentro del pantalón aprisonadas. Bailábamos los sátiros siguiéndonos los unos a los otros. Miedo y valor. Excitación al borde de un seto. Mucha excitación, una excitación infinita. De imposible descripción. Miedo, valor. Pecado, sodomía, naturaleza. En el suelo, sucio, restos de antiguas camaraderías, condones usados y cajetillas vacías de tabaco. Hojarasca. Los eternos mirlos. Danza de Lesbos, danza de Kavafis. Fue la tarde de Santiago, y casi por compromiso. Luego, la eyaculación abundante, el placer, y la huida.
...............................................................Francisco Antonio Ruiz Caballero.

29/06/2007, 19:36



MALDOROR_ .- In pulvere reverteris

Todos los días del año, lamentablemente presuroso y con la puntualidad y determinación de un sargento de caballería prusiano, aparecía D. Fernando en el parque a primera hora de la mañana.
Siempre el mismo banco y el mismo lado del banco. Siempre con los pies colocados a respetuosa distancia de la encina que daba sombra, gustosa en verano y cabrona en los escasos días soleados del invierno, a ese rincón del parque. A su rincón del parque.
Siempre desde hacía cuatro años y algunos meses y algunas semanas y algunos días.
Si por casualidad, extraña, dadas las costumbres de reloj suizo de D. Fernando, había alguien ocupando el trozo de madera que su culo llevaba años desgastando, el viejo paseaba malhumorado frente al intruso provocando en éste un desasosiego tal, que no quedaba más remedio que largarse con viento fresco para huir de las aviesas miradas y murmuraciones casi violentas del nervioso paseante.
Cambiaba la indumentaria del viejo gruñón con la regularidad que marcaban las estaciones, y el invierno lo encontraba enfundado en un impermeable “gore tex hihg technology” que contrastaba, de forma casi grotesca, tiernamente grotesca, con la boina que cubría su cabeza bajo el paraguas y los pantalones de pana vieja que procuraban abrigo a sus piernas.
Hoy es un día cualquiera y es invierno y llueve y hace frío. D. Fernando llega al parque y se sienta en el rincón de la encina, que como un buen amigo siempre tiene las manos, las hojas, preparadas para abrigarte en lo que pueda. Del bolsillo del impermeable saca el paquete de tabaco negro y con movimientos casi sensuales, enciende el primer y único cigarrillo que fumará en todo el día.
- Joder cuqui, que bueno está. Ya, vale, si tienes razón ... pero solo es uno. Y total, para lo que me queda en el convento ...
Cualquiera que pasase, y pasan, en éstos momentos al lado de D. Ángel pensaría, sin razón, sin ninguna razón, que el viejo anda chocho hablando solo con los árboles del parque. Primero porque quién habla solo no está loco, menos aún si lo hace con un árbol, pero es que, además, D. Fernando no está solo.
- Al final la niña me lo ha prometido. Se ha debido cansar de escucharme, o de oírme, vete tú a saber y me ha dicho que si, que vale, que me lo promete por la memoria de todos los Buendía y el primer alcalde de la Fundación. Cuando le dije que tenía que incluir en la promesa al Corto Maltes, se echo a reír. Por lo menos la risa le tapó las lágrimas un rato.
A D. Fernando le han dado un alegrón hace unos días: cáncer de pulmón con metástasis.
- El tabaco, abuelo, que no se puede fumar.
- Hágame un favor, Sr. Doctor ... váyase a la mierda.
El viejo anda tranquilo desde que arrancó, con humor y alguna lagrima, la promesa a su hija de que no habría misa, ni entierro ni nada que se le pareciese, desde que le hizo aceptar lo inútil de los tratamientos, desde que la convenció, o al menos eso cree, de su deseo de descansar de la tristeza que le habita el alma. Desde que le hizo prometerle que, después de su muerte, llamaría a un puñado de amigos para invitarlos a comer y a beber, para que después, y mejor si era cantando, esparciesen sus cenizas en las raíces de la encina y las regasen con una botella de cava” brut nature”.
Que quería él brindar con Irene, que llevaba cuatro años y algunos meses y algunas semanas y algunos días dándole conversación a la sombra del árbol.

30/06/2007, 18:47



gemmayla .- "El parque de Jan"

Las espinas de las acacias blancas del parque parecen derramar lágrimas que se deslizan lánguidas por sus robustos troncos como queriendo mitigar su severa calidad. Jan se acerca para probar su acaso sabor salado." ¡Cualquiera sabe si son verdaderas lágrimas similares a las humanas, simples gotas de rocío u orines de los perros y mendigos, que pernoctan atrincherados junto al cercado de setos y arbustos, que abrazan estas magníficas acacias!"
Jan se siente orgulloso enfundado en el traje de faena amarillo fosforescente, que intensifica su propia luminiscencia, ésa que ostentan los espíritus esperanzados y agradecidos. Ha barrido a conciencia cada rincón y ha regado con la manguera las baldosas blancas y las losetas rosas del pavimento, que al inicio de la noche presentaba el aspecto de un inmenso candelabro impregnado de cera, sebo o estearina centenarias, "¡Cualquiera sabe que sustancias se derriten durante la noche para aparecer solidificadas hacia el amanecer sobre los empedrados y adoquines urbanos! Hay que darse prisa en esta carrera loca de los fluidos haciéndose sólidos, como si rechazaran su libre condición, como si se cansaran de circular libres, como si anhelaran solidificarse para detenerse, para descansar, para morir quizás!" Jan siente una especie de angustia y un frenesí que le empuja a esmerarse como nadie en su labor. "¡Este chaval checo curra como nadie!" -exclaman algunos compañeros con admiración, otros con envidia. Jan no escucha alabanzas ni críticas. Él va a lo suyo. Tiene claro que una voz interior le guía y ampara. Es a veces la voz lejana de su padre, que murió unos meses antes de su partida. "Jan, somos cristianos. Somos católicos. Recuérdalo siempre, Jan".
A las seis de la mañana Jan se sienta a leer bajo el único cedro del Líbano que ostenta el parque. Predominan las acacias blancas. El cedro parece un león dormido entre leonas despiertas, por eso Jan prefiere cobijarse bajo su frondosa copa de ramas horizontales. Sus hojas punzantes señalan las líneas de los versos que se desperezan entre las rugosas y grandes manos de Jan. Recita en voz alta "Los versos del Capitán" de Pablo Neruda y sus compañeros prorrumpen en sonoras carcajadas. Les hace mucha gracia el extraño acento español del muchacho. Algunos le apodan "El Polaco" porque es tomarse mucha molestia distinguir a un checo de un moldavo. Pero cuando con voz potente y sonora exclama "Puedo escribir los versos más tristes esta noche...", todos enmudecen, crean un círculo de respeto y silencio a su alrededor y le escuchan. Algunos mendigos se acerca también para recibir este primer alimento del día. Conocen a Jan. Lo aprecian y estiman mucho porque este joven risueño y vital durante un tiempo fue uno de ellos. Durante unos meses convivió con ellos, se comportó como uno de ellos, cuando Jan no tenía donde caerse muerto, cuando Jan llegó a este país sin un chavo y con lo puesto.

30/06/2007, 20:49



INCONGRUENTE1 .- ENCUENTROS EN EL PARQUE

Ropa limpia y bien planchada, que acompañan a zapatos relucientes, cubren los ochenta años vividos que salen del portal hacia las doce. Ya entró el verano y con él, tiempos de pasear la pesada osamenta que, como la tierra calma, al pasar de los tiempos adensa y se anquilosa; dura carga para tan pocas fuerzas. Pero ¡llegó el verano! Y las ideas afloran y rejuvenecen.

Cruza hacia el parque recibiendo el fresco aire que de él proviene, como una llamada de amor atrae su instinto y caminando lentamente, se acerca vigoroso hasta las primeras sombras. Sabe donde va , siempre vuelve a su rincón de paz, donde tantas mañanas rememora su pasado, como no queriendo perder el único hilo que le queda conectado a todo lo que fue; lo demás, se perdió en el tiempo y el olvido.

Respiración agitada y pulso acelerado llegan juntos hasta su querido banco; duro, sí, pero bien recibido, porque las fuerzas y las cargas ya no se compensan. Lentamente y con esfuerzo, logra aposentar sus 29.200 días, demasiadas vivencias para su ya escasa musculatura. Pero sentado, respalda sobre el banco y entrecerrando los ojos sonríe.

Nada que mirar, todo está en calma y la soledad abarca hasta el infinito; se deja adormilar por el frescor del suave aire que los árboles del parque acunan entre sus hojas haciéndolo rolar a brisa, y se adormece.

-¡Hola!- oye como un susurro entre sus sueños. Entreabre sus ojos y la ve. Sentada a su derecha, sobre su banco. No devuelve el saludo, en principio; prefiere observar antes de hacerlo. Joven, de pelo rubio y corta melena. Vestida ¡como van ahora! Cortas de todo, pantalón sin perneras, hasta los muslos, corto de talle, por no decir nulo; camiseta como si estuviese hecha con el retal de una tirada, casi sin ella y, como todas, contorsionista, pues esa forma de sentarse solo se consigue practicándola en una escuela.

La chica se agacha para coger algo de la bolsa y, el pobre viejo no puede evitar que sus ojos se fijen en el espectáculo que aparece al final de la espalda. No lo ve claro; el color si, es como rojizo, pero… ¿qué puede llevar puesto que nada le cubre?.

-¡Abuelo, saludar poco, pero mirar mucho!- le sorprende de nuevo la voz de la chica, al mismo tiempo que levantando el cuerpo, se tira del pantalón hacia arriba.

-Ya puedes tirar, ya, que como no te pongas dos al mismo tiempo…- la carcajada de la joven resuena en todo el parque.

-¿Le molesta que vaya así vestida?

-¡No, hija, no, para nada! Solo estaba algo sorprendido.

-¿Sorprendido? Pues miraba con mucho interés y para la edad que tiene…

-Cierto es que tengo edad, por eso mi desconcierto, ya que pocas cosas pueden sorprenderme.

-Pero.. ¿es que nunca ha visto las braguitas a una mujer?- sonríen los picarones ojos de la chica. Él, ante su mirada, hinche el pecho, como el pavo real abre su cola ante la hembra en celo, y sonriendo la mira despacio.

-Algunas he visto, si, aunque ya hace su tiempo; pero confundes mi mirada pues el deseo lo dejé guardado esta mañana en el baúl de mis recuerdos; miraba porque no entendía que es lo que dejabas ver…

-Pues tan fácil como mis braguitas y bajo ellas mi hucha…

-¿Tu qué? ¿Acaso había más de lo que he creído ver?

-Abuelo… pero ¿no ve la TV? Lo que ha visto es una braguita tanga y debajo mi hucha.

-Bien, bien, hija, no me expliques más que son demasiadas emociones para una sola mañana.

Sin aviso previo, la chica mira en todos los sentidos y levantándose, se baja la cremallera y el pantalón, quedándose momentáneamente en braguitas ante los anonadados ojos del pobre viejo.

-¿Ve?. Esto es una braguita tanga- y dándose la vuelta le enseña las nalgas en absoluta libertad –y esta es mi hucha- y, mirando la cara de estupefacción del hombre, suelta otra carcajada.

El buen hombre resopla sobresaltado y mientras sus ojos se van quedando en blanco piensa aun consciente: “No vuelvo, al parque no vuelvo nunca más…”
Por las letras, hasta la vida

30/06/2007, 21:19



ElisabethBennet .- Una tarde de Junio

Son las cuatro de la tarde, el calor hace que como beréberes en el desierto huyamos hacía el oasis más cercano, el parque.

Llegamos a una especie de mausoleo, es un cuadrado con un gran árbol en el centro rodeado por una escalinata en la que adornan varias estatuas simulando los estados del amor, el amor...

A su alrededor hay bancos de madera, para que el paseante pueda sentarse y contemplar la obra. Allí hay sombra y en los bancos nos sentamos para poder respirar un rato.

Somos ocho personas distintas, de lugares distintos, de pensamientos y edades distintas, pero unidas ese día por una causa común. Algunos piensan que por conocer a los que tras varios meses o años solo conocen sus letras, otros por curiosidad, otros por escapar del mundo y otros para encontrarlo.

Me siento en el banco, junto al señor de pelo cano, un señor agradable, serio, formal y educado. No se que pueda pensar ahora, no se ni siquiera por qué apareció, ¿qué le hace estar allí? Tiene su vida resuelta, llena de amigos, familia, trabajo, relaciones sociales, una vida plena, pero sin embargo allí esta, sentado a mi vera, con personas que no tienen nada que ver con él. ¿Se sentirá solo o acaso tenía curiosidad por alguien? ¿por qué dejar su mundo por unas horas para conocer a gente que nunca conocería en su vida normal?

En frente esta la pareja, la única pareja que ha venido. El es un santo y ella una diosa, una diosa de hielo que está a punto de derretirse con el calor. Han venido a verme, o quiero yo eso pensar. Tenía muchas ganas de ver a esas letritas con las que tanto he hablado, es mi madre, mi hermana, mi amiga, tantas cosas en tan poco tiempo que me da miedo saber si no es cierto o es producto de mi deseo el tener a esa persona cerca, que me quiere y me cuida, en la forma que ella puede. El santo es un santo y como tal le aprecio, hace un día que le conozco pero pienso que es un buen hombre.

La señora de pelo rubio, corto, con cara redonda y blanca como la luna esta sentada junto a la pareja de mármol, quizás quiera pertenecer a ese mundo encantado, ese mundo romántico que todos al fin y al cabo anhelamos, ella es sol, luna, día, noche, lluvia y viento, y paz y guerra, y risas y llanto, un compendio de sensaciones y sentimientos que a veces no logro captar.

Y la mora de pelo negro y ojos azabache, mirada triste y sonrisa amplia, que vive a veces la vida porque no le queda más remedio, pero también la devora tan intensamente que da envidia. Se come los momentos, los engulle y los deja en las entrañas, allí, sin hacer la digestión, para recordarlos con intensidad cuando haga falta. La quiero.

La muchacha tranquila, que como el Guadiana aparece y desaparece, según pueda. Su sonrisa encandila, y también sus palabras , es culta, educada, y te da una confianza que a los pocos minutos piensas que la conoces desde pequeñita. Y el fotógrafo-escritor, con arte y salero, y buenas letras...encantador.
Y de mí no puedo contaros nada, eso lo reservo para quien me conozca. Soy una simple mortal que una tarde de verano espera a que el sol se rinda, en un rincón del parque, sentada en un banco de madera, con siete amigos, siete personas distintas pero con un objetivo común, encontrarnos.
Elisabeth Bennet

01/07/2007, 15:21



ritman .-Efenbar Things-4-Pride

La marea del Orgullo Gay invadía todas las calles, y con más razón la nuestra, que tenía el confusivo nombre de Sueca. Steady,los chicos y algunos otros heterosexuales habíamos conseguido hacernos fuertes en el Efenbar y allí estábamos dispuestos a resistir hasta el límite y mas allá de nuestras fuerzas, cual si de irreductibles galos se tratara.

De momento ni la ministra de cultura,ni el famoso director de cine ni el político gay más representativo.parecían haber reparado en nosotros,porque la cabalgata cabalgó más allá de las paredes de aquel bar en obras. Cierto que nosotros colaboramos, aguantamos la respiración casi como o incluso más que Frodo cuando le husmeaban los Caballeros Negros.

Entonces y comprobado eso , pudimos dedicarnos a nuestras disgresiones, casi nunca políticamente correctas.

-Nunca entenderé-dije- ese orgullo que manifiestan.

-Joder,Mac.Pues el orgullo de ser distintos.

-Mira, Tubo, ya sé que tú eres partidario...

Juro que lo dije para que él pudiera hacer el chiste. Y era un balón tan bueno que lo remató por la escuadra.

-Cierto. El Gay es un colectivo al que yo jamás le daría la espalda.

-Ya. Pero que celebran? ¿El orgullo de ser diferentes? ¿Por qué no los albinos? ¿O los que tenemos ojos verdes?

-No es lo mismo, Mac.

-Es lo mismo, Tubo. Eso de airear anual y espectacularmente lo suyo no es la mejor táctica para que los demás lo consideremos normal.Lo inteligente sería no darle importancia ¿Sabes la única diferencia que, en mi opinión,merecería ser celebrada por todo lo alto?

-¿Cuál?

- La de no pertenecer a ningún rebaño. Y.obviamente, esa, por definicón, tendría que ser una celebración individual. ¿En qué se diferencia toda esa bulla de la celebración de un título futbolístico?
- Lo que si es cierto es que, de momento, los de las ...ligas, van ganado esta liga-Steady intervino- Fíjate que yo no tengo mucho contra ellos, salvo el secuestro que han hecho del discurso diario, de lo que podríamos llamar la opinión dominante.

-Aclárate.

-Pues joder, el cuidado que tienes que llevar con lo que dices, en estos estúpidos tiempos que corren. No es ya que no puedas decirle a una mujer “Guapa” sin considerar antes las posiblidades de que te demande por acoso: es que ahora si no le dices a un hombre “Guapo” puedes ser tachado de homofobia.

-No exageres.

Exageraba, que duda cabe. pero es que estábamos allí, oscuros, aviesos y solos, tal vez los únicos representantes en la ciudad de una especie en extinción, el homo (fobus) hetero (repressor),una raza con menos futuro que la de Cromagnon en sus peores tiempos.

Pero íbamos a morir matando.

-¿Por qué no celebramos nosotros tambien lo nuestro?

Me miraron como a un loco. ¿Lo nuestro? ¿Qué nos gustaban aún las mujeres? ¿Convenía airear eso?

-¿Un día del orgullo hetero?

-Del Orgullo Guy.

-¿Guy?

-Pues sí. Es otra bonita palabra inglesa que se puede traducir como ... mmm...¿tipo?

-A mi me suena como a hampón... Pero bueno, por qué no... Mañana cuando esto aclare...¡El día del Orgullo Guy! ¡Di que sí, Mac!

....

Sucedió en el parque, el mismo que aún malolía con la basura acumulada por los excesos del Europride. No éramos más que ocho o diez, pero todos lucíamos idéntico, con aquellos disfraces de Humphfrey Bogart que Steady nos consiguió, gabardinas cerradas, sombreros calados ,colilla inseparable del labio inferior y barba de tres días...Hasta barbas postizas de tres días nos había encontrado. Este Steady es un hacha. No llevábamos banda,no formábamos bulla, sólo aquella pancarta

“DIA DEL ORGULLO GUY
¡TODAVÍA NOS GUSTAS, MUÑECA! “

Constituíamos un grupo más bien patético, pero no hay ninguna gran empresa que no haya comenzado por una triste y siniestra oficina. Las semillas siempre parecen humildes y pequeñas....

No era nuestro caso. Pequeños tal vez,pero de humildes nada. Allí estábamos, orgullosos como nadie de haber dado aquel primer paso, orgullosos de ser como éramos, orgullosos de nuestra curiosa particularidad, piropeando hasta el descaro a las jovencitas y a las que lo eran menos, hasta que llegara un guardia y nos mandara circular o tal vez nos detuviera. por alterar el orden público .

-Porque ahora el orden.púbico es el de ayer...¿y sabes lo que es peor que eso,Mac?

-No. Pero me lo vas a decir tú, Steady.

Me lo dijo

-Pues que con todos esos que propalan la memez de lo políticamente correcto, ya ni siquiera te puedes desahogar diciéndoles que no son más tontos porque no entrenan. Créeme,Mac. Entrenan. Y todos los días.

Le dí la razón. Seguro que estaban entrenando, en sus coches oficiales, en sus seminarios, en sus libros blancos y en sus programas, seguro que estaban entrenando como fieras justo incluso en aquel señalado día que nosotros estábamos celebrando.

El Dia del Orgullo Guy.

Con un par.
Please don't take away my highway shoes.

02/07/2007, 20:14



Estresado .- LA NOCHE NO TIENE OJOS SINO OREJAS.

Paseaba perdido por el lado del río y me guiaba por el rumor del agua. No sé por qué pero de noche se me aguza el oído en cambio me vuelvo cegato. A veces creo que mis orejas se independizan de la cabeza y se van solas volando.
De pronto una rana salta y chapotea en el agua. Las otras ranas callan un instante y vuelven a comentar sus cosas croando como locas en día de orgullo gay. O quizá le piden a Júpiter que les envíe un rey, como fabuló Esopo.
Son al menos las dos de la noche y el cielo no se ve, los árboles mueven sus melenas como fantasmas atados por los pies. De cuando en cuando un ruido distinto se desparrama por el valle y estremece mis carnes.
No sé adónde voy, nunca lo he sabido. Caminar sí que sé. Es lo que he hecho siempre, andar, caminar, seguir. Y me dicen que no es poco. Huello el camino, lo piso y dejo huella. ¡Vaya!
No sé por qué cojo una piedra redonda y la tiro con fuerza al agua. Las ranas vuelven a callar un instante y luego siguen sus comentarios. Me gustaría ser rana, se me ha ocurrido. Aún recuerdo cuando mi madre me decía, tú hablarás cuando las ranas críen pelo. ¿Y para qué quieren pelo las ranas?, me decía yo.
He cogido otra piedra y ahora la tiro contra un árbol. Unos pájaros salen huyendo. Pobres, les he estropeado el sueño. Pero me ha gustado el ruido de su vuelo nocturno, es más sonoro, más tamborilero. Me pregunto si los gorriones dormirán con un ojo abierto y una patita encogida. ¿Y no se caen de la rama? Porque yo si me subiera a una rama y me durmiera me caería, seguro. No soy un Tarzán ni un barón rampante. Me lo digo con serenidad pero ese pensamiento de no ser más listo que un gorrión me da desazón y me siento contra el tronco de un olmo. Se me escapa una lágrima silenciosa. Estoy a punto de quedarme dormido.
Me levanto y sigo caminando. La noche clarea lejos, muy lejana, silenciosa, como un cuenco al que se le desborda un sorbo de leche. ¡Dios, qué bello es todo!
Le tiro una pedrada al río, otra a un árbol, otra a una sombra, y doy un puntapié a un objeto que me destroza el dedo gordo del pie.
Vuelvo a casa a la pata coja.

03/07/2007, 10:23



huglatroglo .- En el parque

Cada día Fermín atravesaba de norte a sur el parque de su ciudad camino del trabajo.

Siempre llevaba un puñado de pipas para Pilla, la ardilla que a las ocho quince le esperaba bajo el castaño de indias. Unas monedas sueltas para Lucía, la mujer que doblaba y colocaba en un afán de mantener su vida en orden, los harapos, cartones y latas recogidos el día anterior, una sonrisa y un buenos días para Pablo el sexagenario deportista, que entrenaba cada mañana para estar en forma en la San Silvestre.

Cuando llegaba al centro del parque a Fermín le gustaba detenerse en la fuente que en ese mismo instante empezaba a lanzar sus chorros de agua, y fumar un cigarrillo. Le gustaba imaginar que aquellos saltos de agua eran sólo para él, que una mano invisible conectaba la fuente para saludarle.

A la salida del trabajo, Fermín no tenía prisa en volver a casa y le gustaba deleitarse con los habitantes del parque, el corrillo de nuevas madres y los diálogos sobre si las caquitas de mi niño son más bonitas que las del tuyo, que si al mío ya le salieron los dientes, que si el tuyo es más grande,…

El grupo de jubilados sacando brillo a las bolas, con la intención de ser campeones de petanca este año. Los jóvenes de rastas que ocupan el césped junto a las arizónicas descubriendo el amor y aromatizando el lugar con sus cigarritos.

Fermín hizo su parada obligada en la fuente, se sentó, encendió un pitillo y esperó con ojos esperanzados, llenos de otros lugares y otras vidas soñadas, que aquellos chorros de agua detuvieran su saltar.



Pablo corrió como nunca a la comisaría esa mañana cuando descubrió el cuerpo inmóvil de Fermín con la mirada fija en los saltos de agua, y en los dedos la colilla de un pitillo.

Sean felices misniñ@s

03/07/2007, 11:08



BLANKA-L .- Baños de arcoiris

Comíamos pipas sentadas en un banco, la fuente echaba agua limpia y el sol formaba un arcoiris con las gotas. Estaba bien aquel parquecito en un cruce de calles, había paz.
La fuente era toda una personalidad, el centro del barrio, el corazón que hacía ruido y decía todo lo que había que decir alto y claro. Era ovalada, con un chorro central recto que caía sobre sí mismo anulando su propia fuerza, y media docena de chorrillos que formaban bellos arcos de agua alrededor como los pétalos de una flor y salpicaban con furia en la pileta. Cuanto más pequeños, más escandalosos.
Acababan de plantar en el contorno de la fuente unos arbustos rastreros, tapizantes, unas ramillas flacas con cuatro hojas pero que, de mayores, prometían. No podían ponernos césped ni flores carnosas, sólo matas duras que resistieran el estío y las heladas de invierno. Los tubos negros del riego por goteo corrían por la tierra, un gesto de buena voluntad por parte de los jardineros que sólo durarían hasta que el calor derritiese el plástico pero que mantendrían el verdor una temporada.
Las pipas estaban buenas, no sabíamos dónde tirar las cáscaras. Apoyado en la papelera había un tipo joven con una resaca fenomenal. No podía tenerse derecho. Era largo y flaco, moreno, ojeroso, moño de rastas, barba de tres días, y llevaba una especie de camiseta macabra con calaveras y rotos estratégicos y un pantalón de flecos último grito; las piernas, dos alambres peludos, se doblaban.
Le miramos y le entró vergüenza, o algo... Se encaminó vacilando hacia la fuente.
- Un pijo de diseño que ha dormido la mona en un banco. Se va a lavar la cara.
- Mientras no se mee en la fuente... Se escapan de casa de mammmá y no saben valerse por sí mismos.
El chico se metió en las plantas nuevas y se enredó los pies con los tubos. Puso cara de cabreo y, el muy cretino, en vez de echarse atrás, tiró con fuerza.
- ¡Que nos rompe el sembrao ese sinvergüenza! - se enojó mi amiga Faustina. Si el tipo desenterraba los tubos, se acababa el riego y las plantas se morían en dos días. ¡Nuestras hermosas plantas nuevas del barrio! Había para enfadarse -. ¡Dile algo, Tomasa, tú que sabes inglés!
- No es cuestión del inglés. Éste no es extranjero, es de aquí. Un zagal maleducado que se figura que tiene todos los derechos.
- ¡Pero habrá que hacer algo! ¡Eh, oiga! - Le gritó.
Faustina sólo era una vieja sentada en un banco, nada para el zagal, apenas una molestia, una represora. Ni la oyó.
Aquellos tubos enredados en su pies como serpientes eran un obstáculo más que le ponía nuestro cutrebarrio en su carrera hacia el agua, hacia su baño de arcoiris, pues el arcoiris iba a ser la culminación de una noche de exquisita borrachera creativa que había de dar en él unos frutos asombrosos para el mundo que apreciaba los bellos sentimientos y el arte toda.
- ¡Coño! - profirió en castizo.
Y los tubos ganaron. El tipo perdió el equilibrio y se cayó a la fuente de cabeza. ¡Menuda algarabía!
- ¡Que se mata! - gritamos Fausti y yo.
- ¡Inchalláh! - exclamó un marroquí que estaba cargando sacos de cemento en una carretilla, pero saltó el parterre y se metió en la fuente, y le sacó la cabeza fuera del agua.

03/07/2007, 12:13



Triskele .- La Ventana.

Hay un libro abandonado en el banco del parque de una ciudad cualquiera. No destacan sus tapas grises del paisaje otoñal de su entorno. Alguien olvidó recogerlo, alguien dejó la historia incompleta en un banco cualquiera de una ciudad cualquiera.

Las hojas han caído ya. Las fuentes parecen no tener nada que decir sobre el tiempo o el espacio. Quizás pretenden recordar el futuro y olvidar el pasado.

La ciudad se desmorona a pedazos. Los gritos de los coches, el aliento del humo de las fábricas. Hace tiempo que aceptó el desafío y se envolvió en su ensimismamiento de cemento y cristal. De vez en cuando crecen hierbas agónicas en sus grietas. No le importa: no le molesta que crezcan rosales en sus heridas. Mil ojos-escaparates vigilan el rutinario paso de sus habitantes-creadores. Desfile de indeferencia, más muertos que vivos, más cómodos que muertos; han convertido el inmenso animal de perfiles grises en cementerio. Por ella está viva como el más feroz de los mortales, como aquellos hombres de otros tiempos, de otras tierras. Se burla cada mañana, y su risa hace temblar cada una de las mil antenas que cortan el paisaje impertérrito del cielo: tampoco entiende nada.

En su seno ha nacido la soledad menos amable, la tristeza más cruenta. La mujer-ciudad intenta huir de su lado ignorando que está prendida con alfileres de cristal sobre el corazón de la ciudad, que se alimenta día a día de las miserias y mezquindades de cada uno de ellos. Convive, engorda, engendra miles de pequeños vástagos que atacan las vísceras de todos ellos: un ejército, una multitud de engendros invisibles. Y el hombre se acerca a la muerte a diario. Hace años, cientos de años, que decidió dejar atrás los restos cotidianos de reinos imposibles, abandonar sin compasión las más hermosas mentiras en aras de un camino que se cuenta difícil de recorrer. Le gusta creer en lo correcto, en lo perfecto, en la verdad, olvidando la hermosura de lo imperfecto, la rara belleza de una equivocación que ofrece siempre alcanzar la POSIBILIDAD de un nuevo error. Prefiere cerrar los oídos a los sonidos en su estado natural y los cambia por delicadas fábulas sonoras construidas sutilmente para el engaño. Disfraza las palabras de significados discretos y cálidos, nunca ardientes o impertinentes. Y sacrifica cruelmente la intensidad del milagro por la educada sonrisa que despierta la magia de la barraca de feria. El hombre, el animal más perfecto, la más delicada máquina de autoengaño de la Creación. La capacidad de la mentira hecha arte y poesía, sólo construye cárceles de dolores inventados: el animal más cruel. Ya no tiene la misericordia de la imaginación. ha elevado lo insoportable de la apatía a COSTUMBRE para intentar ganar una estúpida comodidad existencial, y prostituye la inquietud intrínseca a todo ser humano, el dolor arcaico, profundo e inexplicable del que busca encontrar la intensidad.

En este paisaje familiar una mujer ha olvidado su libro. No un libro cualquiera, sino su libro de hermosas tapas grises gastadas. Exclama una maldición al salir del metro por la distancia que la separa ahora del parque. Sale a la superficie de la ciudad, sale al caos de sus calles sin un libro siquiera. Sus ojos sombríos miran sin ver, perdidos en extrañas cábalas sobre su propia vida. Una mañana cualquiera de invierno sintió un zarpazo de bilis y lágrimas en sus entrañas y de pronto se descubrió a sí misma y a sus congéneres viviendo en el ABSURDO. Lo absurdo de la sociedad, del vecino escondiéndose en miradas de zapatos sucios en ascensores (la peor tortura diaria de cada individuo); de barbaridades continuas de esa especie de locos, de noticias irrisorias, de manifiestos traicionados de bandos incomprensiblemente aceptados y muertes despiadadamente olvidadas. El mundo se le reveló magnífico por su salvajismo terrible y el hombre quedó reducido a un mal filósofo, a un pésimo sofista vendiendo rutina y relatividad.

Era el tiempo de la irracionalidad más racional, de la lógica más absurda. Las soledades, ayer compartidas, hoy se tornaban hostiles y se rechazaban unas a otras. Todo se situó a la defensiva, se exiliaron los últimos soñadores y el Paraíso fue una burda mentira para una clase inculta y poco refinada. Alejaron la creatividad y la esperanza, y se declaró la guerra a todo lo que podía ser humano. Que venga lo comedido, lo moderadamente moderado, lo políticamente correcto y desaparezcan todos los radicalismos, las fiebres y el amor, ese mal arcaico que desestabiliza toda relación. Limitemos las inquietudes, racionemos lo inaudito, describamos pues al AMOR y a la INCONSCIENCIA, definámoslos para que nunca más vuelva a hacer daño a esta ilustre sociedad.

Entre tanta academia de locos con diccionarios, nuestra mujer sin libro preguntaba por el tiempo, por las horas, por las desgracias cuidadosamente presentadas en pantallas de televisiones mudas para oídos sordos. Preguntaba por el torso de un hombre, por una conversación exaltada, por diálogos con desconocidos sin mediar el permiso del entorno: por lo material, lo tangible, lo visceral... por las viejas ilusiones de una especie autocondenada a la mediocridad.

Durante un segundo quiso ahogarse en una multitud de manos desconocidas, manos que la tocaran, que le pegaran, que pudiera besar y morder. Entonces comprendió que no comprendía nada. Nuestra mujer, sin un libro siquiera, decidió enfrentarse cara a cara al ABSURDO. La materia había evolucionado, volvió la vista atrás y tomó conciencia de ella misma: se supo mujer. Y el hombre había traicionado a la materia.

Estaba indignada. Llegó la hora de la venganza. Volvió a su casa de paredes con cuadros, sillas y ventanas. Sabía que en algún lugar habría también un hombre, quizá sin libro o quizás más joven, capaz de seguir adelante. Ella estaba tan cansada y desilusionada de sus vecinos y de ella misma... EL ABSURDO. La incomprensión. LA SOLEDAD, su soledad pequeña y particular. La esperanza agonizando, esa vieja prostituta, antesala del abandono y del olvido.

Todo resultaba tan irracional esa tarde de otoño...

- Perdonen. No quiero ser la protagonista de esta historia absurda, de esos desvaríos de forma, de esta retahila de pensamientos inconexos y atropellados. Deben entenderme. Además, ya no tengo tiempo. Hay algo que debo hacer con las mismas armas del absurdo. Hasta la vista, señores.
Todo resultaba irracional esta tarde de invierno, así que nuestra mujer dibujó una ventana en el muro, una hermosa ventana sin cortinas, y se arrojó por ella.

03/07/2007, 23:54



INCUUS .- Rusia fue culpable

No me busques. No me esperes. No trates de averiguar dónde me he ido. Si te marchas a esa guerra no vuelvas nunca.
Eso le había dicho ella cuando decidió alistarse en la División Azul, al son de aquella acusación: Rusia es culpable.
Anselmo Bariles no era adepto al régimen, ni creía que el gran oso comunista tuviese que pagar con su propia sangre los sufrimientos de Espa a, el oro esquilmado ni la amenaza soviética sobre el mundo libre. A Anselmo le daba igual, pero después de leer Miguel Strogoff quería ir a Rusia con tanta y tan desesperada vehemencia como el que está dispuesto a irse a remo el caribe después de leer la isla del tesoro. Los libros pueden ser una gran obsesión, sobre todo para el que sólo ha leído uno.
Y se fue a Rusia. Le dijo a Pilar que los que se van a las guerra rara vez vuelven y más a una tan grande como aquella, que convertía la de Espa a en una ri a de cuatreros. Y en el improbable caso de que volviese, no la buscaría, ni la esperaría, ni trataría de averiguar qué fue de ella. Pero la esperaría todos los días a las tres de la tarde en el parque de la Condesa. Por si era ella la que quería encontrarlo.
No es este el momento de contar lo que hizo Anselmo en Rusia, ni lo que sufrió en el lago Ilmen, ni si encontró el país como lo había imaginado con los ojos, a veces ciegos, del correo del zar. Lo cierto es que volvió, y que regresó con las manos vacías y la memoria llena de horror y de esa especial grandeza de los supervivientes que se preguntan qué han hecho ellos para seguir viviendo mientras tantos otros quedaron atrás.
Volvió y ella no estaba.
Anselmo cumplió su palabra y no la buscó. No preguntó si se había casado, o se había marchado a vivir a otra parte. Un día, en un momento de debilidad, pasó por delante de su casa y volvió la vista hacia la ventana. No había luz, ni cortinas. Sólo un cartel anunciando la venta del piso.
Nadie sabe si Anselmo lloró o no, porque aquella tarde llovía a mares y eran decenas, casi cientos, las gotas que corrían por su cara.
Lo que supo todo el mundo, la ciudad entera, fue que Anselmo cumplió su palabra durante cuarenta y nueve a os, acudiendo al parque de la Condesa, a las tres de la tarde, a esperarla durante media hora en el mismo banco donde se despidieron.
Lo supieron los empleados municipales, que lo saludaban a diario y casoi le pidieron disculpas cuando renovaron re mobiliario urbano y cambiaron el banco de siempre por otro flamante, del mismo color.
Lo supieron los obreros que renovaron el parque en el setenta y dos, y le permitieron entrar a pesar del cierra, para que siguiese cumpliendo su promesa.
Lo supo Pilar, que no llegó a casarse con otro, y se mudo a vivir frente al parque para poder ver a Anselmo, cada día, a las tres de la tarde, esperándola junto al banco. No bajó nunca, pero jamás dejó de asomarse a la venta de su quinto piso para verlo y dudar si un hombre así no tendría sus razones para ir a la guerra. Las mismas quizás que seguía teniendo para estar siempre de guardia, en su parque, en su banco.
Ella no se creyó menos que Rusia, ni menos que el zar, ni que Strogoff y lo dejó hacer.
No fue un duelo, ni un castigo: sólo la última forma de comprenderlo.

04/07/2007, 6:51



taotico Re: CCCII TINTERO VIRTUAL, HOMENAJE A JAN NERUDA

Eran las 10 y 10, como casi siempre que Zert abria la puerta de su casa y se deslizaba en un impulso, apenas sin tocar, los cuatros escalones que desembocaban en la acera publica. La media mañana se le presento fresca, respiro hondo, contuvo el aliento y la saludo con una sonrisa amplia y un puntapie a su mirada; un baston blanco que empezo a cabalgar y abrirse paso por las siluetas de las formas.
Zert llego al parque minutos antes de entrar por sus puertas. Olor a roble viejo, a plataneros, a abedules, a verde, pues siempre asociaba el verde con la gama, el revoltijo de naturaleza que se encontraba en el parque, lo buscaban en infinidad de matices que se le iban enredando a cada paso, hasta que al cruzar las puertas del parque, sentiase tan verde, tan extasiado de verde que se quedaba quieto enraizandose por unos minutos a la sombra de aquel olor.
Alguien se habia sentado en su banco, una chica joven mas o menos de su misma edad. Para Zert adivinar la edad no era muy dificil, sus sentidos se concentraban en pequeños detalles apenas percibidos para la mayoria. Un paso de el hacia el banco y las respuesta fresca y rapida del sonido de las ropas de la joven le dieron a entender, su feminidad y juventud. La continuidad del sonido, sus requiebros, su asiduidad, sus silencios eran un lenguaje claro que casi nunca le engañaban. Pero el olor, la esencia intima de cada persona, no el perfume que intentaba enmascarar aquel olor. El aroma que dios sabe de donde saldria, quizas de las mismas entrañas, para Zert era unico.Ese nunca le engañaba, cada persona tenia uno inconfundible. Y la de la joven le estaba empezando a volver loco.
-¿Que te pasa,no te encuentras bien?
La melodia de aquella voz, lo turbo aun mas
-No, no.. digo si, si, estoy bien- apenas pudo balbucir
-Quizas deberias sentarte...´-la chica hizo un ademan como dandole entrada posando la mano en el banco.
Zert se sento con mas trabajo del habitual. Parecio olvidarse años de medir distancias, una eternidad se le hizo bajar el tronco y depositar su cuerpo sobre el banco.
- No te preocupes, estoy bien-. respiro un poco mas calmado. ¿Sabes una cosa? -. le pregunto esbozando aquella sonrisa de las 10 y 10
- El que
-Que este banco es mio
-¿Como que es tuyo?. No le veo tu nombre puesto-.Sonrio tambien la chica.
-Es que estas sentada encima de el.
La chica miro hacia abajo y vio el nombre de Zert
- Llevo sentandome alrededor de un año en este banco y nunca antes lo habia compartido con nadie.
-Zert... bonito nombre y que tal se te da compartir
- Por ahora bien, siempre que no rebases la linea que voy a trazar.
Zert saco de sus bolsillo las llaves de casa y con la punta de ella trazo una raya divisoria
-Vaya por dios, eso no es compartir
-Tienes razon, jo! y ahora creo que uno de los dos deberia traspasar dicha linea...para compartir ya sabes. Pero yo nunca lo haria sin saber el nombre a quien pertenece el lado derecho de este banco
- Ays que te veo venir, a ver dame las llaves.
La chica trazo su nombre junto al de Zert.
-Bueno pues vamos a ver que haces. Si quieres saber mi nombre deberas traspasar la linea pero si lo haces no serias fiel a tu palabra
- Bendita paradoja me planteas...
Zert entonces se dio la vuelta y metio los pies entre el respaldo y el asiento del banco. Quedo de esta manera mirando en direccion contraria a la de ella extrendio los brazos y dijo
-Bueno el lado derecho de este banco pertenece a Zert y por lo tanto puedo traspasar dicha linea
Zert se acerco y traspaso la linea trazada y tan cerca se encontro de ella que sentia su respiracion metersele en sus carnes.Sus manos descendieron en busca del nombre.Rozo con sus yemas los trazos y empezo a recorrerlo, deteniendose en cada curva. Deleitandose en las hendiduras.
Ella contemplaba la escena absorta.
-¿Me dejas verte, Irina?
-Si
Irina cogio entonces la mano de Zert y la acerco a su cara.
-No, no, yo soy ciego de nacimiento. Asi apenas te puedo ver.
-¿Entonces?
-Para mi verte es olerte. -Se lo dijo en un susurro acercandose a su cuello y empezando a inhalarla
-Tu olor se me hace mas nitido, mientras te acaricio-su nariz resbalaba por la garganta de ella- Y puedes cambiar en segundos... hacerte mas bella- en sus senos respiro hondo.-Si mis caricias en ti yerguen el deseo.-ella apenas lo escuchaba cuando iba por su vientre, le tembraba todo el cuerpo.
-¿Que haces? estamos en un parque...-dijo apenas en hilo
- Te estoy viendo. Me estas haciendo verte.- Poso su cabeza entre los muslos de ella-.
- Ays Dios para!- se lo dijo sujetando su cabeza
- No puedo!-. Se hundia cada vez mas en ella
Soy estudiante de medicina

04/07/2007, 17:19



mens_curiosa .- AÚN DESPUÉS DE MUERTA

Aún después de muerta, Lorena continuaba teniendo esa sonrisa ovejuna que me desquiciaba. Ni siquiera matándola había conseguido borrársela de la cara. Será que pensaba que, en el momento final, aflojaría la presión de mis dedos, compadecido de la suavidad de su cuello.
-¿Piensas quedarte toda la noche mirándola?
La voz impaciente de Estela me devolvió al momento presente. Giré la cabeza hacia ella, desconcertado por un instante, intentando ubicarme mentalmente de nuevo (estoy en mi casa, estoy con mi mujer, acabo de asesinar a mi amante).
Contemplé embobado el movimiento de la lima de Estela sobre sus uñas rojas, escandalosamente rojas, y subí la mirada con lentitud hasta tropezar con el mohín de impaciencia que le afeaba el rostro.
- Y ahora, ¿qué? –le pregunté, desvalido.
Ella me volvió a clavar los ojos, afilados como puñales, y la estupidez con que parecía calificarme en cada frase suya se me hizo de nuevo patente.
-Ahora al parque, Germán. Como habíamos dicho.

Llegamos al lugar poco después. Estela y yo, disfrazado de mujer, habíamos transportado a Lorena, agarrando su peso muerto entre los dos, como si sostuviésemos a una compañera de juergas beoda. Entonábamos con convicción estrofas burdas y contábamos chistes picantes, como amigas que participaran en una despedida de soltera. Apenas nos cruzamos con viandantes.
Depositamos el cadáver en un banco del parque para descansar unos minutos. Estábamos ya cerca del lugar que habíamos elegido días atrás para dejar el cuerpo de Lorena, con objeto de que lo descubriesen a la mañana siguiente y lo achacasen a la obra nocturna de un depravado. Permanecimos sentados los tres, Lorena en medio, Estela y yo a ambos lados sujetándola de los brazos.
Sólo la tímida luz de una farola alumbraba nuestro trío macabro, y me permitía seguir observando la sonrisa ovejuna de mi amante.
Noté la uña de Estela que se clavaba en mi mentón, obligándome a desviar la mirada hacia ella, para encontrar la frialdad de sus ojos que apuñalaban.
-En serio, Germán ¿piensas quedarte toda la noche mirándola?
Podía detectarse el veneno de los celos en su voz.
Acaricié con ternura su mejilla, mientras componía una expresión de arrepentimiento. Fui apartando con un dedo un mechón de su oscuro cabello rizado, idéntico al de Lorena, su hermana gemela. Por qué siempre se habían odiado, nunca lo llegué a entender. Por qué las dos se obsesionaron con tenerme, tampoco. Mi mano continuó resbalando hasta que rozó la suavidad de su cuello. Estela había cerrado los ojos mientras la acariciaba y sólo volvió a abrirlos cuando notó la presión. Aunque ni siquiera aquellas feroces uñas rojas lograron apartar mis manos que la estrangulaban.
Más fastidioso era que, aún después de muerta, Estela continuase teniendo esa mirada afilada que me intimidaba.

04/07/2007, 17:22



YUYUWANA .- El jardín de Manolita

Manolita regaba su bonsái con lluvia de otoño.

Manolita era mayor. Manuela vieja. Los años la habían encorvado delicadamente hasta que sus pechos generosos descansaron blandamente sobre su estómago. Como una mariposa extraviada que se enroscase entre sus propias alas hasta volverse crisálida. Al parecer el tópico tiempo nos va acercando más y más a la tierra.

Sostenía en la mano una diminuta regadera y la inclinaba sobre el arbolito, desdeñando las gotas que se formaban sobre el alfeizar de la ventana del salón. A su alrededor, como almas en miniaturas encerradas en la piedra por un encantamiento, docenas de figuritas rodeaban el árbol en muda adoración.

Eran tan pequeñas que el bonsái semejaba gigantesco, como un ser mágico de cuento o un dios descarnado de la naturaleza. Y mientras Manolita regaba, no podía dejar de ensoñar con volverse igual de diminuta y formar parte de aquel mundo que había creado sobre el repecho de la ventana.

La ventana dejaba ver el parque, un jardín inglés asilvestrado, abrumador y locamente exuberante, que ahogaba su micro mundo cuando se permitía descorrer las cortinas. No siempre había sido así. Recordaba haber visto tras el cristal los árboles de un bosque verdadero. Pero poco a poco la piedra, el acero, el alquitrán y el cristal, habían ido consumiendo la madera y hojas. Gris sobre verde.

Pero no fue suerte el que frente a la ventana del salón hubiese un parque, ni casualidad que “Jardines de Manuel Figueroa” fuese el poco ostentoso nombre que figuraba en la entrada de aquel coto. Aquel terreno cedido por su padre al ayuntamiento, para esparcimiento del “pueblo”, había sido merecedor de aquella mención póstuma, burguesa nobleza de alcornoque y estopa.

La regadera estaba seca y Manolita pegó un respingo cuando despertó de su ensoñación. Apartó un poco la cortina y emitió un leve gruñido de protesta contra el irremediable parque.

Arrulló una vez más a las figuritas moviéndolas encantada alrededor del bonsái y tatareando se fue a la cocina.



Rylogex .- La fábrica de la Tupa.

Sucedió en la primavera del 86, unos días antes de que el Buitre, en el mundial, se convirtiera en leyenda para siempre Después de 40 años de funcionamiento, la fábrica de la Tupa iba a ser derribada para construir unas pistas de tenis. Se trataba de un laboratorio de productos químicos, situado en el muro norte del parque de la Tupa. Durante el tiempo que permaneció abierta, había sido una suerte de fortín infranqueable: guardias de seguridad, alarmas, perros…; y ahora, por la gracia de Dios, se nos presentaba abandonada e indefensa. Era una oportunidad única que, evidentemente, no íbamos a desaprovechar.

La noche de autos, a las diez , portando el material necesario para el abordaje, llegamos al lugar de los hechos. Formábamos aquel escuadrón de la muerte Goyo, Lolo, Manolón y un servidor, al que todos llamaban Capi, por ser el capitán del equipo del colegio. Paso a describir brevemente a aquellos héroes que me acompañaron en tan arriesgada misión, en la que yo ejercía, por unanimidad, el mando de las operaciones.

Manolón: Típico niño gordito. Sonrisa a cuestas y dos velas permanentes colgando de su nariz, recicladas a cada rato por un lametazo. Inocente, tierno y frágil. Un fiel escudero.

Goyo: Prudente y meticuloso hasta la naúsea. Algo gallina, aunque nunca te dejaría colgado. El mejor defensa central que estos ojos hubiesen visto jamás.

Tolo: El mayor de nueve hermanos. Callejeado y resolutivo. Inteligente. Dueño del euructo más poderoso en cuatro barrios a la redonda, los gatos se apartaban a su paso.

. Una vez en la puerta principal, teníamos que escalar por una tubería de desagüe, hasta una altura aproximada de 2 metros y medio, para acceder al jardín del recinto. Este primer escollo no supuso gran dificultad para nosotros tres, pero Manolón tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano. En previsión de lo que podía suceder con “el gordo,” habíamos fabricado un arnés casero, con unas cuerdas de atar pollos, que le enganchamos a la cintura, subiéndole después a pulso entre los tres. Se raspó por completo la espinilla y las rodillas, pero no soltó ni un gemido. El gordo, en el fondo, era un valiente.
Luego tocaba subir por la pared, a través de la escalerilla de emergencia, hasta el primer piso, donde tuvimos que reventar una ventana de un certero lanzamiento ejecutado por el “tiragüitos” de Tolo.
Cuando conseguimos entrar en la fábrica, es difícil describir la sensación de euforia que nos embargó. Quedamos maravillados: Probetas, tubos de ensayo, líquidos milagrosos… Aquello era el paraíso. Tocábamos todo lo que encontrábamos a nuestro paso. Corríamos, saltábamos, esparcíamos misteriosos polvos por el suelo…

Goyo, una vez más, ponía la nota responsable:

- ¿Estais locos? No toqueis nada, puede ser peligroso

Ni siquiera volvimos la cabeza. Mirábamos en los recipientes, removíamos cajas, olíamos potingues maravillosos...Hasta que Tolo di la voz de alarma:

-¡Eh, vosotros, mirad esto!

En una de las estancias del piso de arriba, dentro de un armario de hospital, descubrió una bombona dorada, donde colgaba una etiqueta en la que leyó:

HELIO:

Este elemento, que se genera en las estrellas, es el
segundo más abundante en el Universo después
del Hidrógeno y constituye el 7% de la materia total
en él. En cambio, en la Tierra, es tan escaso, que ni
siquiera fue descubierto aquí y es el único elemento
que se descubrió fuera de ella.

-¿ Lo habeis escuchado?- gritaba Tolo emocionado ¡Es el gas de las estrellas!.

Le brillaban los ojos y automáticamente, como en un acto reflejo, se introdujo la boquilla a presión en la boca y apretó el “gatillo”:

-¡Repirad!¡ Respirad el gas de las estrellas!

La voz le salía a toda velocidad. Era una voz aguda, rápida, como de dibujos animados. Todos sonreímos y, uno a uno, fuimos inhalando de aquel gas maravilloso que transformaba nuestra voz .Aturdidos, encendidos por un estado de euforia y de alegría desconocidos, nos agarramos por los hombros, formando una piña y , tras meternos una dosis de aquel brebaje de la felicidad, fuimos haciendo nuestros alegatos:

-¡Nunca nos separaremos!- gritó Manolón al tiempo que relamía sus dos velas verdes.

-¡Dios quiera que respirar este potingue no sea peligroso!- suspiró Goyo en su turno de quites.

-¡ Qué el tiempo se detenga!- proclamé yo, alzando los brazos y mirando hacia el cielo.

Finalmente, Tolo, que siempre había soñado con ser astrofísico, nos miró a todos a los ojos, se puso solemne y susurró: “ Algún día yo trabajaré en algo relacionado con este gas, el gas de las estrellas.”

Han pasado veinte años, la vida siguió su curso y poco a poco nos fuimos separando. Hoy, paseando por el Parque de la Tupa, he visto a un “claun” vendiendo globos de Helio para los niños y me ha recordado todo aquello. Me acerco. Le compro un globo y el “claun”, cavizbajo, continúa su lento y tambaleante caminar por la plaza. Huele mal de narices y presenta un evidente estado de embriaguez. El “claun” se vuelve y me da las gracias por la propina . Me guiña un ojo. Después exhala un eructo sobrehumano, mientras dos gatos huyen despavoridos…

04/07/2007, 23:13



Txambelin .- Una noche de Junio.

Hace tiempo que mi maldita obligación me tiene alejado de Praga, si lo pienso bien, no sé si desearía volver porque uno siempre teme que el presente sea más aburrido que los recuerdos del pasado; y es que no creo que pueda volver a vivir una noche como la que pasé en la capital bohemia aunque su río sea moldavo: también en las contradicciones se asienta la magia de los lugares. Como contradictorio y mágico es que las primaveras de Praga tengan un regustillo ácido que amarga el espíritu de sus habitantes, como si el ánima del rey Rodolfo II volviera a reinar sobre todos ellos desde las sombras de las cuales tanto gustaba disfrutar en vida y de quien se dice que, como Jesucristo, nadie le vio nunca sonreír.

La primavera de aquella noche no tenía razones para ser diferente. Al contrario, los rasgos acídulos parecían acentuados, como si el tiempo hubiera envejecido cual una rama seca, llevándose consigo sus marionetas: ya no era posible encontrarse con aquel pequeño sombrero hongo que confería a su dueño, un joven cetrino de piel apergaminada por la tuberculosis, un aspecto ridículo que la enfermedad no lograba mitigar. Tampoco tropezaría uno más con aquella otra marioneta tan plana como sus curvas que destacaba por su redonda cara, sus iris oscuros, la nariz de payaso y aquel perfil egipcio de oronda barriga por obra de la cerveza, que se tocaba con un quepis donde un grabador había chapado, como si de un golem se tratara, las dos kas para alabanza de un anciano emperador.

Sí, ellos, como tantos otros, habían desaparecido o buscado refugio en los altillos donde se cubrían de polvo mientras otras marionetas ocupaban su lugar tratando de echar raíces. Aquel día por ejemplo, unos autómatas que recordaban a los antiguos lansquenetes, solo que sus abigarrados ropajes habían sido sustituidos por brillantes uniformes negros desde el casco hasta las botas, habían recorrido la ciudad haciendo redoblar unos tambores que, envueltos en negros crespones, tocaban a difunto. Como si de la peste se tratara las calles quedaban desiertas y mudas a su paso. Cuando el presentimiento se torna en certeza, querer ignorarlo sólo da más alas al terror. Los praguenses lo sabían, pero aun así callaban como si el silencio pudiera encerrar aquella realidad dentro del sueño... Y yo con ellos.

Por eso, porque estaba necesitado de consuelo, me encaminé a la iglesia carmelita de Santa María de las Victorias. Allí me recibió con su eterna sonrisa el joven Jezulátko. No había cambiado nada desde nuestro último encuentro: seguía vistiendo los mismos tocados barrocos que daban a las mejillas de su rostro risueño un toque rubicundo, sin que por ello ninguna gota de sudor corriera por aquella faz que, como tantas otras veces, a pesar de mis desagravios de antaño se dispuso a escuchar en silencio mis temores, no sin antes darle cuenta de cómo se encontraba su hermano gemelo a quien había visto no hacía mucho en la iglesia del Carmelo en Begoña.

Uno sabe que desahogarse le ha reconfortado cuando olvida su entorno. Pero olvidar fue lo que me perdió cuando callé Jezulátko, sin decir nada, me tomé de las manos, y yo me abandoné a eso dedos de cera – porque hasta él tiene algo de marioneta – y así, cogidos de la mano, abandonamos la iglesia.

- ¡Documentación!

Ante aquel trueno seco desperté contra un negror opaco y sin fisuras. Sin pensarlo, como un autómata, eché la mano izquierda a la solapa izquierda de la chaqueta, mientras con la derecha sacaba de la faltriquera la cartera. Al pasar ésta, y mientras buscaba la cédula de la identificación con la diestra, me di cuenta que estaban allí mis dos manos. Olvidándome del negro farallón que tenía frente a mí, busqué en derredor a Jezulátko pero había desaparecido. Cuando el suboficial de los lansquenetes tomó con desprecio mi tarjeta, su gesto de irritación ante mi vana búsqueda se tornó en una mezcla de odio y júbilo, al leer en el manoseado papel que aquel hombre, de profesión zapatero, respondía al nombre de Israel Michob-Ader.

“Un judio en la iglesia del Niño Jesús de Praga en el día que nuestro amado Reichprotektor ha muerto” – dijo -, y como si hubiera invocado a todos los demonios del infierno se desencadenó sobre mi cuarteado pellejo una tempestad de golpes que me hicieron perder el sentido. Al recobrarlo, había continuado mi viaje errante en Terezin.

05/07/2007, 0:01



MALDOROR_


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618 puntos
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Me pido primer.
Buenas tardes
Costoso el asunto. Muy costoso.
TAOTICO - Sin titulo - 5 Puntos.
INCUUS - Rusia fué culpable - 4 Puntos.
TXAMBELIN - Una noche de Junio - 3 Puntos.
RITMAN - Efenbar thinks - Pride - 2 Puntos.
YUYU - El jardin de Manolita - 1 Punto.
Me quede sin votos para Gemma, Hugla, Blanka, Mens y Rylogex.


05/07/2007, 15:42
Informar de abusos
Estresado


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90 Mensajes
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Votos virtuales
Yuyuwana..............................5
Maldolor.................................4
Incuus....................................3
Hugatroglo..............................2
Incongruente...........................1
Suerte para todos.
NOTA: Erkaytano, ¿qué paza que ni recuentas ni ezcribes? ¿Aonde tas metío?

05/07/2007, 15:44
Informar de abusos
gemmayla


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336 Mensajes
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Re: Votaciones al CIII TINTERO VIRTUAL
Qué nivel !!! Muy difícil votar, pero allá va

ESCRITOCILLO, 5....Por entender a KAVAFIS mejor que nadie
TAOTICO 4 (pero por favor no utilices más ese tipo de letra, muy molesta para la vista d elos que te leemos con fruición)
BLANKA-L 3
TXAMBELIN 2
INCUUS 1
Me faltan votos para todo el mundo...todos los relatos me han llegado a la diana pero llega el crudo momento de elegir
Salud e inspiración para todas y todos !!!



05/07/2007, 17:02
Informar de abusos
huglatroglo


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198 Mensajes
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Re: Votaciones al CIII TINTERO VIRTUAL
Votando que es gerundio!!
5.- INCUUS
4.- TAOTICO
3.- TXAMBELIN
2.- MALDOROR
1.- BLANKA

pasen y voten
Sean felices misniñ@s

05/07/2007, 17:04
Informar de abusos
taotico


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780 puntos
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mis votos


Incuus..........................5 puntos
Maldoror......................4 puntos
Rylogex......................3 puntos
Gemayla.....................2 puntos
Incongruente...............1 punto

Un abrazo para todos
Soy estudiante de medicina

05/07/2007, 19:50
Informar de abusos
BLANKA-L


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Re: Votaciones al CIII TINTERO VIRTUAL
5) INCONGRUENTE
4) MENS-CURIOSA
3) YUYUWANA
2) GEMMAYLA
1) RYLOGEX
También hubiera podido ser: Incuus, Estresado, Txambelin, Huglatrogo, Elisabethbennt

05/07/2007, 20:35
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mens_curiosa


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Re: Votaciones al CIII TINTERO VIRTUAL
¡¡Qué difícil ha sidooooooooooooooooooo!!
GEMMAYLA -El parque de Jan- 5 Puntos.
INCUUS - Rusia fue culpable - 4 Puntos.
RITMAN - Efenbar thinks - Pride - 3 Puntos.
ESCRITORCILLO- Sátiros en el parque- 2 Puntos.
ESTRESADO - La noche no tiene ojos sino orejas - 1 Punto
Y mi enhorabuena igualmente a los demás
El corazón tiene razones que la razón no entiende

05/07/2007, 21:27
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INCUUS


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1.043 puntos
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Habrá que votar
Escritorcillo..........................5
Estresado............................4
Mens curiosa.......................3
Yuyuwana............................2
Rylogex.............................1
Casi, casi paraTxambelin y Ritmanblu

Saluuuuuuuuuuuuud

05/07/2007, 21:34
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YUYUWANA


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Ahí van!
Como suele suceder, complicado, pero como debe ser, votaremos:
5........................ Incuus
4........................ Escritorcillo
3.......................... Blanka_L
2.......................... Maldoror
1........................... Mens_curiosa
Y mis accesit personales para Estressado y Ritmamblu.

Saludines, salud y paz, y buenas letras!

05/07/2007, 21:49
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Rylogex


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61 puntos
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Boing, boing...
Ritmanblue-------------------- 5
Escritorcillo--------------------4
Incongruente------------------3
Incuus---------------------------2
Estresado----------------------1

Bye.

05/07/2007, 23:20
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BLANKA-L


Miembro desde:24/03/2006
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Re: Votaciones al CIII TINTERO VIRTUAL
Salvo errores, esto ha quedado así:

INCUUS
29
ESCRITORCILLO
20
TAOTICO
13
MALDOROR
12
YUYUWANA
11
RITMAN
10
INCONGRUENTE
10
GEMMAYLA
9
TXAMBELIN
8
MENS-CURIOSA
8
BLANKA
7
ESTRESADO
6
RYLOGEX
5
HUGLATROGLO
2

Enhorabuena ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡