martes, 3 de abril de 2007

CCLXXXI.- Híbridos literarios

Tintero Virtual CCLXXXI. Híbridos Literarios.
Venga, animaros, queremos ver esos hibridos, esos mutantes, esas paradojas, esas contradicciones, vivientes o no vivientes , reales o no reales, geográficas, zoológicas , o botánicas, humorísticas o dramáticas, tragicómicas o comicotrágicas, bicefalas o cuasiinoportunas, mixtas o seudoarquetípicas, contrahechas o bienhechas. Trihibridas o polimorficas, imaginarias o reales. En la frontera o en el submundo, llegando al subuniverso o conquistando el suprauniverso. Curvilíneas o semirrectas. Etc, etc, etc.

Escritorcillo02/02/0720:44




  • Este relato lo he hecho esta madrugada de viernes a sabado.Sin Pies ni Cabeza, Fantasía Genética.


Franky acababa de asesinar a Salomé. Bailó para él, Sherezade soberbia, una danza de caleidoscopios y arcoiris, frenética y lasciva a veces, lenta y vaporosa otras, pero al final, al pedir en el último velo, el que cubría el negro pubis de violeta durísimo, la circuncisión de una cresta de gallo, y la cabeza del Bautista, se trocó su baile en un alfanje púrpura y caníbal para la voluptuosa danzante. Centelleó el arpegio de una trompeta y un pellizco de uña felino hizo vibrar los diamantes del arpa. Los ojos verdes de un gato cenizoso vieron ponerse el sol sobre lagos de sal. Franky acababa de asesinar a Salomé, llevaba una camisa naranja y una corbata medio deshecha estampada con cráneos humanos, negra y brutal, pirata y caribeña, con un toque alcohólico de rón añejo, ámbar, fuerte y poco meloso, duro y lejano de su madre caña de azúcar. También yo he probado el licor de arándanos, y su gordura deja el paladar ardiendo y granate, pidiendo agua de profundos manantiales. Franky, sobre el sillón, con la camisa naranja y la corbata calavérica, desahogada, desanudada, en un escorzo de estatua adolescente, con un perfil de Apolo y de Dionisos, tenía la tonalidad musical de las panteras. Se puso la bata y entró en el laboratorio. Había dejado un matraz con una infusión de glucosa medio abierto, las hormigas habían descubierto aquella ambrosía celeste y en una hilera interminable de más de cinco metros iban desde su nido a la fuente de la dulzura, tal maravilla exigiría una reiteración de compases de notas de piano, una tras otra, hasta el orgasmo. Dejó en paz a las hormigas, respetaba profundamente el milagro de la naturaleza. Bebed, dijo, hasta que llegue el catedrático, yo os saludo, mínimas fieras borrachas, llevad a vuestra casa miel, y saciaos de esplendor. Luego, Franky, empezó a calcular números complejos, polinomios y números imaginarios intentaban la dificilísima cuadratura del círculo, se resistían los trapecios y la circunferencia goniométrica reverberaba en sonsonetes de clavecín machacado, inexpertos senos y cosenos se enfrentaban a calamitosas tangentes, y por fín, el binomio de Newton surgió como una llama perfumada de manzanas, como un tuareg azul en un desierto, de la ofuscada mente del Pakito. Eureka, y allí estaba la semilla de las bestias a cohibridar, aquí, los cromosomas de un amigo fiel, allí, los ovocitos de un amigo arisco, el pájaro de fuego de Stravinsky se arrancó los ojos con las garras, y emprendió un vuelo ciego lleno de ira y pavor. Qué monstruosidad en una redoma acumulaba daño sutil y cópula aberrante, mixtura horrenda y bicéfala que traspasaba el límite. Bajo la esfera de nácar de la luna llena, la uña desaprensiva se aromaba con el colmillo, un aullido regresaba a la garganta del enamorado para la perversión, el mal en su fórmula de génesis, el aborto que llega, que llegaba a término, y Franky ya era un semidiós. El mechero Bunsen feroz como un tigre. Tras la ventana, el campus universitario, como un crisoberilo. Gargajos espantosos salían de los pulmones de los tísicos, lo mismo una rosa de nácar llevaba en su matriz la fastuosa luz de las luciérnagas, pero la espantosa uña se mezclaba con un húmedo hocico y la monstruosidad se hibridaba, el gato perro, el cán felino, nacía bajo la omnipotencia salvaje de Frankestein. Adquiriendo forma demoníaca, adquiriendo proporciones satánicas. Y finalmente, no es la cabeza de la Gorgona lo que Perseo metió en un ánfora, sino su propia cabeza llena de bucles venenosos.
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Francisco Antonio Ruiz Caballero

Escritorcillo 03/02/0712:26


  • "Ursus arctos", "La invasión de los osos"

Desde que no hibernan los osos, se ha observado no sólo un cambio de comportamiento en las distintas especies de úrsidos actuales, sino que especies extintas o en peligro de extinción resurgen por doquier.
Ha sido recientemente vista una pequeña manada de osos del Atlas transitando la cordillera, desde Túnez a Marruecos. Un prestigioso fotógrafo de la National Geographic ha podido captar que el rey de Marruecos, al igual que antaño hiciese un predecesor suyo, posee tres ejemplares en cautividad, obsequio de cumpleaños a sus tres vástagos reales. En la fotografía publicada podemos ver a uno de los príncipes que ronda los siete años de edad, dando de comer patatas fritas a un cachorro.
En California un turista asegura haber visto otra manada de "Ursus arctos californicus" y ha enviado copias digitales de las fotografías robadas de este bello ejemplar a todas las revistas científicas para que se interesen y tomen cartas en el asunto, a la par que no descarta embolsarse una suculenta cantidad de dólares por la venta de la exclusiva.
Un niño superdotado, muy pijo y resabiado, insiste ante las cámaras de televisión local que ha visto una pareja de Grizzlies blancos retozando en un frondoso bosque boreal del Escudo Canadiense de Ontario. Asegura que estos dos osos miden casi tres metros y deben pesar cerca de ochocientos kilos. Le parecieron muy cariñosos y juguetones, pero tal vez le engañó la vista de miope y simplemente se mostraban incapaces de incorporarse del suelo por la mole. "Tal vez sólo aguardaban que alguna grúa los levantase. Quizás por si mismos no puedan hacerlo y aprovechen la coyuntura para copular y retozar en tanto mejore su situación. Los vi tumbados durante horas y aunque me veían a lo lejos, ni se inmutaron" -Asegura este chaval que parece cabal y muy inteligente.
Un grupo musical de mariachis del Estado de Jalisco asegura que en su última gira por Tijuana vieron pasar un grupo de unos siete Osos Negros mexicanos de los denominados NOM-059-ECOL-1994. Se mostraron divertidos y parecián aplaudir con sus patas delanteras cuando la orquesta para festejarlo desde el autocar entonó "¡Ay Jalisco No te Rajeeeeeeeeeeeees!.
En Tarifa, la Península Ibérica de los Estados Reunidos de España, un grupo de surfistas italianos informó a la Policía Local que había visto por la playa pasear a tres Osos pardos Ibéricos. Se apartaban la arena que les entraba en los ojos con sus enormes patas delanteras por causa del viento de Levante reinante. Estos surfista temen que el Levante les vuelva locos y que una manada desaforada ataque a los bañistas y perjudique la práctica surfista en la zona.
Seguiremos informando.

gemmayla 03/02/0720:25


  • Juego de magia

Sonó una campana de plata en los pasillos de la Ópera Flotante, muy lenta y lejana. Daba el cuarto. Ya faltaba poco para empezar la función.
Los artistas corrían a sus puestos y la gran burbuja central, el auditorio, retumbaba bajo los pies de los espectadores que entraban y ocupaban sus asientos. Todo estaba listo.
PezLunar, la diva, la protagonista, que todavía estaba en la capilla de cristal de Mut, se estremeció de miedo. Tenía que cantar o fracasar. Se levantó, y miró alrededor buscando una lamparilla intacta para encenderla y dejársela a Mut en el altar, pero todas estaban ya encendidas, los deseos pedidos, nada para ella, demasiado tarde, demasiado vieja...
Se quedó de pie sin saber qué hacer, retorciéndose las manos. Estaba hermosa con el gran vestido de seda para la función. Era alta, orgullosamente madura, el cabello en una cascada de oro y los ojos negros enormes por el miedo. Llevaba un prendido de camelias sobre el pecho.
Todos la miraban, siempre la miraban, esperaban que ella hiciese algo exótico que prolongase el encanto, la ficción, la belleza…
Benson la miraba en especial, con la suave piel verde coloreada por un borbotón de clorofila. La piel vegetal de Benson, infiltrada artificialmente con fitoclorofila experimental, tenía su propio modo de sentir la escena y había algo en PezLunar que la atraía, que movilizaba sus reservas, que se imponía a la naturaleza humana del resto del cuerpo del joven y le empujaba hacia la mujer. La piel vegetal de Benson decía: ¡Tócala! ¡Vamos, tócala!
Pero Benson era todavía lo bastante humano y suavizó el deseo.
Se separó de su grupo, se adelantó sonriendo y le hizo a PezLunar una pequeña reverencia cortesana, de un actor a otro actor, sin exagerar pero con un puntito de galantería. PezLunar lo entendió enseguida, un compañero ya maquillado para la función que venía a saludarla. Había tantos colegas que la admiraban y querían que les dijera una palabra amable… Era una situación conocida. El pánico cedió y ella esperó.
Benson abrió las manos vacías y giró los dedos despacio, uno por uno, con gracia hipnótica, y, de pronto, apareció un pañuelo violeta en su palma, moviéndose, desplegándose, un gran pañuelo de mago que se estremecía lanzando destellos de raso y en cuyo centro había un pomo de aceite oloroso nuevo, sin abrir, una lamparilla votiva de Mut con su mecha preparada para encenderla. En la otra mano brilló una llamita. ¡Perfecto! PezLunar sonrió.
Benson la ayudó a prender el pomo y colocarlo en el altar. Luego, sin decir una palabra, acercó la hábil mano a su pecho y limpiamente le arrebató el prendido de tres camelias blancas que llevaba, y, sin volverse, caminando hacia atrás, se separó de la dama con su presa anhelada y salió de la capilla corriendo.
—¿Qué haces, Benson? —corrió su amiga Yhanna detrás de él.
Pero el joven acariciaba las camelias recién robadas con los ojos entornados, emocionado, y no la oyó.

BLANKA-L 04/02/0713:46


  • La oración del ángel

Señor, he estado en infinidad de lugares, donde las criaturas de Tu Creación han caminado yo iba con ellos. Cuando alguno abandonaba yo le recogía, llamé a cada una de sus puertas en los momentos en que caían sumidos en la tribulación, visité todos los hogares y los rincones donde habitan, desde los más ruines e insalubres hasta los más ricos y refinados. Curé sus heridas y enfermedades imponiendo mis manos, les di refugio y esperanza si se encontraban solos o perdidos. Obtuvieron comida de mí cuando Te la pidieron rezando y llené los ríos con Tu lluvia si les amenazaba de muerte la sequía. Les dije que todo cuanto recibían era debido a Tu divinidad, hice saber que el universo era Tu obra y ellos Te nombraron su Dios y su Padre.
Señor, encarnado en su propia apariencia les hablé de Ti, de Tu poder, de Tu gloria. Vi en ellos el éxtasis de la devoción, se sometían por millares a Tus órdenes con sólo uno de mis gestos, formé legiones con ellos, mataban a los que te odiaban sin pensarlo y morían si era necesario llevando Tu palabra a los que no la querían oír. Elevé monumentos serenos y majestuosos para alabar Tu nombre, donde las criaturas acudían mansas a expresar su amor por Ti con solemnidad y temor de Tu ira.
Señor, cantaban Tu nombre. Destaqué a los mejores para que su boca comunicara Tus deseos, los que no creían eran quemados vivos, las masas pedían perdón por sus pecados implorando Tu misericordia y los Reyes sometieron sus armas a Ti. Goberné sobre todos ellos, puse imágenes de Tu rostro en sus casas, en las calles, en sus lugares de reunión y en todo lo que concerniera a la vida pública. También, la hice esculpir en lo alto de montañas tan inmensas que cubrían de sombra las ciudades y algunos incluso lo tatuaron en su propia piel. Pedí sacrificios y los ofrecieron en Tu honor. Cree el Imperio más grande jamás visto para ponerlo a Tus pies.
Señor, eres el Ser más poderoso que imaginan, habitas en sus pensamientos con total autoridad. Procuran hacer Tu voluntad para no enojarte, vigilan por ellos y por los demás que se cumplan Tus normas. Cuando Tus criaturas están solas se atormentan e infligen tremendas torturas por sus faltas, se mutilan o se matan si encuentran que no son capaces de cumplir Tu voluntad. En las plazas hacen confesiones públicas de las afrentas que Te infligen en privado. Te aman por encima de todas las cosas, por Ti renuncian a su familia y hasta entregan sus propias vidas. Consagran los días de descanso a adorarte, renuncian a todo placer para no conocer otro que no sea el que Tú les das. Mueren esperando Tu bendición.
Señor, eres Todopoderoso en los Cielos, Padre de todos ellos; Tu nombre ha sido santificado, ha venido a ellos Tu reino, se ha hecho Tu voluntad tanto en el cielo como en la tierra. Comen cada día lo que Tú les das. Piden Tú perdón por sus ofensas y no perdonan a los que Te ofenden. No permitas que nadie en Tu reino caiga en la tentación de despertar Tu ira para que se vean libres del mal y hazles llegar Tu gloria.
Amén.

SEMENTERIO 06/02/0706:20


  • Génesis.

En el principio creó las tinieblas. La noche oscura me rodeaba, el firmamento se emborronaba en manchones de tinta vaporosos que parecían querer succionarme y diluirme en su lóbrega sombra eterna. Y dijo el Creador: ábranse las tinieblas. Y como un papel rasgado una hendidura de luz cegadora se abrió en la oscuridad y caminé hacia ella. Y dijo el Creador: salta al vacío y caí de las tinieblas a la luz. Volví la vista atrás y el cuerpo de mujer gigante se evaporó tras lamer el suelo. Se crearon entonces los ríos y los mares. Y el Creador los ordenó, dotándolos de corrientes oscuras, tenebrosas, infernales y asesinas.
Entonces no había nada, más que las negras y sucias corrientes, el espacio blanco, infinito, deslumbrante y yo. Era el primer día y se creó el Contraste. Y el Creador espoleó a Dogos y Mastines. Y millones de ellos se dirigieron hacia mí a la velocidad de la luz, enseñando terribles colmillos y furia homicida en los destellos de su iris. Atados con cadenas, largas para rasparme, cortas para no devorarme, aullaban desbocados, hambrientos, atroces. Y entonces creó el Miedo. Era el segundo día y creó el Miedo. Y llamó Dios a las Vestales, y los canes se transmutaron en Vestales. Y las cadenas no crecieron ni menguaron y sentí el roce de sus pieles con vello de melocotón, miradas sádicas, jadeos inquietantes, pero no palpé sus carnes. Sentí la Lujuria. Era el tercer día y vio el Creador que la Lujuria era buena.
De mi sudor y lascivia modeló el Creador una lluvia nueva, unas nubes de masa sanguinolenta, músculos y carne asomaron por el firmamento y diluviaron centauros, sátiros y esfinges, monstruos que caían pesados, en estrépito, sobre un suelo liso, inmaculado, ebúrneo. Agrupólos el Creador en dos bandos y me erigió en lo alto de un pedestal. Los lanzó unos contra otros y me permitió observar el Creador su nueva representación. Era el cuarto día y contemplé la Guerra.
Los cuerpos entrechocaban y del combate brotaban alaridos, rugidos, estruendo. Se agotó el Creador de la violencia y el fragor y creó un fuego devastador nacido de un relámpago que partió el cielo en dos mitades y consumió los cuerpos crepitantes con la fugacidad del trueno. Era el quinto día y se creó la Paz. Y con las cenizas creó la tierra que dio cauce a la violencia del agua y brotaron las plantas y los animales. En el sexto día creó entonces la Naturaleza.
El séptimo día el Creador me dotó de forma. Una forma descomunal y transparente que envolvió la Tierra y la cubrió con mi presencia. También me dio nombre. Dijo el Creador: te llamarás Dios y cuidarás la Tierra. Crearás al hombre y lo someterás. Y creé al hombre y soplé en su nariz el aliento de la vida. Y al hombre le dije: devorarás al Creador y lo llevarás dentro. En tus entrañas habitará y se transmitirá de generación en generación. Y el hombre engulló febril al Creador y no se avergonzaba. Doté al hombre con ello del poder de destrucción. Y yo me encarné en el bien y al hombre forcé a devorar el mal. Era el octavo día y creé el Bien y el Mal. Y reposé entonces de mi creación y dejé al hombre multiplicarse. Y vi la tierra desordenada y turbada y consentí el caos. Era el noveno día y regresé a las Tinieblas.

Chesterton 06/02/0710:37.


  • "La sustancia".

Llevo varias noches dando vueltas junto a la cama, cada una de nosotras gira con vida propia en sentido y a velocidad diferentes,
Alrededor nuestro rotan y se trasladan satélites cargados de ideas, de pensamientos, de magmas caóticos, de gases nobles e impuros, de brumas, de nieblas densas que no consienten en mostrar sus formas y menos aún su confuso interior; y cada cuál, a su libre albedrío, va forjando una extraña y hermosa confusión:
La sustancia de mi Universo.
He aprendido a lograr que la sustancia se adapte a mi y no yo a ella. La cama, poco a poco, va alcanzando mi velocidad de tal forma que cuando alcancemos la misma intensidad el movimiento, aun existiendo, desaparecerá; lograré crear la ilusión de que estoy parada y en reposo, pero verás como se incrementa el número de satélites y su masa.
Todo este movimiento genera energía y calor que es absorbido por mi rostro que lo asimila y resplandece, dando las gracias con una sonrisa que les otorga luz y color.
Llevo más de cuarenta y ocho horas terrestres sucumbido a esta posesión de mi realidad. Si cierro los ojos y duermo dejaré de girar y, junto a mi, lo hará el resto de mi Universo, se romperá el equilibrio de estos satélites, hijos míos todos, y esta sustancia se tornará pesada y viscosa, caerá en la arena, desaparecerá absorbida por ella y brotará una estrella de mar con miles de brazos que intentarás recortar y se irá multiplicando en número y fuerza hasta derrotarte, te engullirá y defecará en forma de semilla que esperará a ser regada, de nuevo, o bien con el mar de mis lágrimas o bien a la espera de que mi ser conciba nuevas sustancias.
Mientras mi cuerpo repose, descanse y duerma, mi mente se vaciará y, al despertar, todo, absolutamente todo, habrá de crearse de nuevo, una y otra vez, hasta el fin de la nada.
Es el alto coste de poseer una memoria efímera y volátil, las ideas mueren y asoman otras nuevas a cada instante machacando a la anterior. Los nombres desaparecen, se recrea un nuevo mundo en cada despertar, planetas nuevos y sus satélites vacíos, extraños, salvajes, inhóspitos, por repoblar.
Y cada beso será siempre el primero, y cada abrazo el último.
Amén

pantaleona 06/02/0714:07


  • Alienígena de chicle.

En el caleidoscopio las formas geométricas y los llamativos colores se entremezclan y deforman creando nuevas figuras. Aunque con este traqueteo es casi imposible aislarlo de la claridad y ceñir el tubo que lo contiene al contorno de mi ojo; tropieza una y otra vez con el hueso que lo rodea y el roce me ha abierto algunas pequeñas heridas. Me da un toque asqueroso. Me gusta.
_ Niño, deja eso. Vamos a parar.
Abro el otro ojo y a través del parabrisas Castilla y más Castilla. A lo lejos, al final de la interminable recta rodeada de la vasta tierra pedregosa sin más regalo a la vista que alguna raíz reseca, ondea –más que ondear cuelga un andrajo de tela polvoriento- una bandera, el último bastión en la tierra después de la devastación por los alienígenas. Mi padre y yo somos los únicos supervivientes, nuestro camión, con el tubo de escape vertical y la tapa tintineante huye de una abducción segura en busca de un lugar donde guarecerse y....
_ ¿Es que no me oyes? ¡Cógeme la cartera!
_ Perdón. Estaba pensando... oye, ¿tú crees que habrán llegado alguna vez?
_ ¿Qué? No sé para que te traje, chaval. Cosas de tu madre. ¿De quién coño me estás hablando?
_ ¿De qué va a ser papá? De los extraterrestres. ¡alienígenas, papá! ¿no te mueres de ganas de ver uno? Dicen que en Castilla, sin la contaminación lumínica hay cantidad de avistamientos. ¿Te imaginas papá?
_ Sí, hijo sí. Anda, cógeme el dinero.
Un caballo relinchante, negro azabache, enfurecido sobre un amarillo chillón nos da la bienvenida en eso que un día fue una bandera. Un rótulo en letras negras, espesas y apelotonadas reza: ¡Avanti! Reza, implora, ¡adelante! No os detengáis aquí o jamás saldréis vivos.
_ ¿Pero te quieres bajar? ¡Cierra la puerta, anda!
_ ¿Sabes que me apetece papá? ¡Chicles! Decenas de chicles. Me los meteré todos en la boca y haré un globo inmenso, embutiré dentro esta área de servicio y ¡boom! Al carajo con ella.
_ Joder niño, ¿cuándo callarás?
Una joven rolliza, con rulos en la cabeza y gafas de pasta espera detrás del mostrador. Se lima las uñas y masca chicle con descaro. ¡Chicles! Sin levantar la vista de su manicura escupe un saludo seco y castellano.
_ Déme veinte paquetes de chicles.
_ No vendemos chicles.
_ ¿Qué?¡La madre que... !
Eleva la vista por encima de la montura, me mira como a la insignificancia mayor que haya visto en su vida y vuelve a sus uñas. Salgo derrotado.
_ Ya estoy papá. ¿Dónde se ha metido?
La tapa del tubo de escape vertical tartamudea sobre el conducto. Afino el oído. Me humedezco las cejas y trepo al techo de la cabina. Qué condenado calor hace aquí.
_ ¡Eh gorda! ¡Gorda! –grito a lo bestia y la gorda sale- ¡Soy un alienígena gorda! ¡Un alienígena! ¿Te das cuenta? – me bajo los pantalones y los calzoncillos- ¿Ves éste de aquí gorda? ¡Éste también es un alienígena! ¡Un alienígena de chicle!
Me caigo de la cabina del ataque de risa. Ruedo por el suelo y no puedo parar de reir. Un zumbido potente, penetrante, retumba una y otra vez. Siento la forma de la mano inmensa de mi padre, como si no la hubiese apartado. Como si su huella se clavase en mi cabeza como un fósil.
_ Jodido niño. Sube. No se te puede sacar a ningún lado.
El caleidoscopio gira y gira. La tapa del tubo de escape tintinea. Castilla y más Castilla. Los alienígenas... ¿te imaginas?.

Voland_ 06/02/0718:18


  • La vida es bella.

Las 8 de la mañana, me levanto, ya voy tarde.
Me desvisto, me ducho, me pongo la ropa otra vez sin planchar, mi mujer me hilvana dos besos y salgo pitando al curro, las facturas están domiciliadas.
Salgo por la puerta, veo un cubilete, tiro los dados, un siete.
Voy al bar, el desayuno no ha de faltar. Entro, me fijo en el culo de una mujer de piel de ebano, casi pierdo la vista al escudriñarlo hasta el rabillo del ojo.
En la barra pido un café con leche y una tostada entera, con un dedo de sobrasada si me la untara yo mismo. Entra Murphy, se adelanta , me quedaré sin desayunar. Empezamos a discutir, como siempre. Me habla de leyes, le digo que se equivoca. Tostadas al suelo, lleva razón, me quedé sin desayunar, qué suerte tiene.
Salgo del bar , veo un cubilete, tiro los dados, un seis, necesitaba un cuatro.
Me monto en el coche, camino al trabajo , ahora si, con prisas llego a mi terreno verdiblanco de hierba y arena.
- Empieza la clase señores (plas , plas, desganado). Bien, el juego consiste en darle a la pelota con el palo de golf, ala, ya pueden empezar.
- Oiga, ¿ya se marcha?
- Si ( me tomo un copazo de Martiny dry cuyo culo hago sonar al dejarlo de nuevo en su lugar hasta la tarde)... y una cosa mas, hay que darle "palante" o en dirección a la bandera que indica el hoyo.
Salgo del trabajo, demasiado estrés, me cruzo con una pelota, hay un penalti. En la portería está Ablanedo, lo lanzo, me la para... !Dios! Sabía que tenía que tirarla por alto.
Entro en el coche, aparece otro cubilete, lanzo los dados , un cinco. Por el bien común me dejo de rimas.
Veo el restaurante, aparco, voy a cruzar la calle, el diablo me llama, no le hago caso y espero al verde. Ya tengo a mi mujer delante, sosa, callada como siempre:
-¿Querida, esta noche me esperarás levantada?
Mohín desagradable por respuesta, no tendré que pensar el resto del día en Halle Berry o Milla Yovovich .
Otra vez al trabajo, me dirijo al coche, alguien me asalta : - ¿Tiene hora , por favor? - Si, la tengo.
No me paro, me monto en el coche, no veo el cubilete. Salgo del coche,no está el cubilete, otro penalti, qué estrés. Bah Bah yo lo lanzo, en la porteria está vez Zubi, lo tiro por alto, me la para, ¿qué falló ahora?
Llego al trabajo, empiezo la clase:
- Señores, señoritas atiendan (plas , plas, algo mas animado, el segundo chispazo...) El juego consiste en darle a la pelotita con el palo, hacia delante, sin darse en los tobillos.
Abandono el puesto otra vez con prisas, algo me ha sentado mal. El martiny no fue, mi mujer me envenena. Llego al servicio,ocupado, la madre que lo parió. Por fin sale aquel mendrugo, me mienta no sé qué de los puntos aparte, me meto dentro, me siento.Empiezo a aliviarme, miro a la derecha, empiezo a tirar del royo... se escucha un corte seco...mierda, me quede sin papel.
Emigro del trabajo, otra vez al bar. Me enchufo otros cuantos cubatas sin gasesosa, llega Murphy. Charlamos ,como siempre , me nombra una nueva ley: La duración de un minuto depende del lado de la puerta del baño en la que se encuentre. Dios, empiezo a creer que es un profeta.
LLego a casa, abro la puerta, los dados y el cubilete no aparecen, ya empiezo a preocuparme. Dormitorio, sorpresa, mi mujer despierta y con lencería fina. Irremediable gatillazo, no pensé en Halle Berry y Milla Yovovich,las 1, mañana será otro día.

Sydney 07/02/0719:00


  • El reloj de cuco.

Todos hemos tenido parientes excéntricos y veranos inolvidables, y ambos se han cruzado al menos una vez en la vida. Mi verano fue el del año 83, y mi pariente el tío Ambrosio, un hombre que fue siempre viejo y calvo. Pasaba casi todo el tiempo con su gato, encerrado en el taller. Vivía en la planta baja de una casa de vecinos, y lo que llamaba taller era una caseta que había levantado en el patio con cuatro ladrillos y dos planchas de uralita. Los vecinos le envidiaban el patio, y se pasaban el día tirando pinzas de la ropa y basura. Cada vez que caían los desperdicios mi tío rezongaba
—¡Llueve!—y se asomaba para examinar el botín. Siempre rescataba algún pedazo de chapa, algún taco de madera, algún juguete roto, que guardaba para fabricar cachivaches más o menos absurdos, pero siempre curiosos. El más fascinante que construyó nunca fue un reloj de cuco hecho de madera, alambre y hojalata. Lo terminó aquel verano, al poco de mi llegada. Había aceptado acogerme mientras mi madre cuidaba a mi abuela, recién operada del corazón.
—¿Qué corazón?—gruñía el tío, moviendo apenas los labios para no romper el equilibrio de una colilla que no acababa nunca de consumirse. Pero yo no prestaba atención a las palabras. Sólo veía sus manos recorrer afanosas la mesa del taller, llena de herramientas y retales de metal y contrachapado, haciendo girar con habilidad la varilla del torno y atacando la pieza con la lima o los alicates.
Así vi nacer el reloj de cuco, que pronto pasó a la pequeña sala de estar. A la hora en punto se abría una puertecita y asomaba un resorte en cuyo extremo se encaramaba un pequeño cuco de chapa, que acompañaba con un mecánico aleteo el silbido
¡Cu-cu!¡Cu-cu!
que surgía de las entrañas del mecanismo. Aquel verano pasé tardes enteras sentado a la mesa camilla, escuchando la radio mientras dibujaba o leía, a la espera del canto puntual del cuco. No era un niño muy divertido, qué se le va a hacer...
Pero no duró aquella felicidad. Apenas había pasado un mes cuando el tío me echó de casa a cajas destempladas, y tuve que pasar el resto del verano torturado por las odiosas hijas de la odiosa hermana de mi madre.
—Bendita la rama que al tronco sale —sentenciaba el tío.
Todo ocurrió en la víspera de San Juan, a la caída de la tarde. Daban las ocho en punto cuando la puerta del reloj se abrió y el pájaro asomó en silencio. No sonaba el cucú, no movía las alas; estaba callado, inmóvil. Quise avisar al tío, pero al levantarme el pájaro dio señales de vida: aleteó levemente, bajó un poco la cabeza y la torció como si fuera un gorrión, examinando la sala con cautela. Batió las alas una, dos veces, con un ruidito mecánico, y cantó
¡Pío!
Aquel juguete de metal pareció entonces animarse. Agitó las alas con fuerza y levantó el pico. Con un ligero chasquido se separó del resorte, para oscilar en el aire antes de recuperar el equilibrio. Una vez seguro volvió a cantar
¡Pío!
y aleteó como un colibrí, describiendo círculos en el aire. Yo estaba petrificado. No pude reaccionar, ni reparé en la ventana abierta, hacia la que se dirigió el cuco, ya dueño de su vuelo, y por la que desapareció para siempre. Justo entonces entró el tío
—¿No canta el cuco?
y se quedó helado mirando el reloj, sin rastro del pajarillo. Me miró con gesto irritado:
—¿Qué has hecho con el cuco?
Yo no supe responder. Entonces me fijé en el gato, que había contemplado la escena desde un sillón al otro extremo de la sala.
—Ha sido el gato —señalé.
—¡Mentira! —gritó (¿el tío?), bajándome el brazo de un manotazo. Y aquella misma noche me llevó a casa de su sobrina con mi escaso equipaje. No dijimos una palabra durante todo el camino. Yo me limitaba a mirarlo por el rabillo del ojo. Más que ira parecía sentir vergüenza, como un mago desenmascarado.

Kastorp 08/02/0700:13