martes, 3 de abril de 2007

CCLXXXIV.- "Corazón-salado-vasallo-del-mar"

TINTERO VIRTUAL CCLXXXIV
Como soy gran aficionada a los libros de aventura y ciencia ficción, no me resisto a proponer como tema cualquier cosa en relación con ella.
Stephen R. Donaldson es autor de una doble trilogía de corte fantástico, bastante atípico y donde de forma secundaria destaca un personaje que siempre me ha encantado:
"Corazón-salado-vasallo-del-mar"
Es su nombre. Y con su nombre, espero que os inspireis y escribais en esta edición. No es algo cerrado, tanto puede ser un personaje, como cualquier otra cosa que se os ocurra, pero el tema de este Tintero será el propuesto.
Imaginación y buenas letras para todos.
Salud y paz.
(pd. Si os parece muy complicado, os comento que Corazón-Salado era un gigante, enorme y tan poco fiero como su nombre indica. Amaba el mar y navegaba en un extraño barco de piedra...)

YUYUWANA 23/02/0701:14




  • Marte.
(este relato casi no me cabía en el post).Marte.
En los primeros días de la colonización en Marte se enviaron cohetes con un mecanismo de fisión nuclear que creaba agua a partir de arena, un mecanismo termonuclear al servicio de la terraformación marciana. La terragénesis funcionó perfectamente y durante más de un siglo se emitió vapor de agua a la atmósfera carbónica del planeta creada directamente de la fisión termonuclear de la sílice marciana. Los cohetes eran al mismo tiempo inmensas excavadoras que extraían la arenisca de la superficie y a su vez, enormes centrales nucleares de fisión atómica. Llevar hombres a Marte era una tarea en aquel momento imposible. El vapor de agua emitido condensaba en la altura y la primera lluvia sobre Marte fue todo un acontecimiento de esperanza para la humanidad. Poco a poco fuimos capaces de crear ríos y lagos que lentamente erosionaron la superficie del planeta, aunque no fuimos capaces de crear mares salados, pues en Marte no había Cloruro Sódico. Luego empleamos todo tipo de algas para repoblar aquello, preparándolo para la colonización humana. Y más tarde soltamos los primeros peces. La cantidad de agua pesada que había en el ambiente era excesiva para un ser humano normal, sabíamos que el humano enviado a Marte sólo viviría una media de cincuenta años, pero la falta de recursos en la tierra había hecho descender la esperanza de vida global media humana a los cuarenta y cinco, y sólo una casta de científicos y políticos llegaba a la media de ciento doce años, y no es que la medicina fuera mala, que no lo era en absoluto, prácticamente no había enfermedades, es sencillamente que no había comida para todo el mundo y decidimos que los mayores de cincuenta años debían ser asesinados eugenésicamente, salvo si eran seres de dotes y dones excepcionales. Los primeros pobladores humanos de Marte fueron cincuenta hombres y veinticinco mujeres. Luego enviamos un centenar más, y seguimos enviando hombres actualmente. Por eso la población mundial en la Tierra ahora mismo es de veinte mil millones de seres, y la población humana en Marte es apenas de unas diez mil almas. Es una población excepcionalmente Joven que se enfrenta a toda clase de peligros, los peces que enviamos se han reproducido y mutado de una manera realmente estrambótica, sus formas y colores son espectacularmente extraños y están empezando a colonizar no sólo el suelo marciano sino incluso el aire, no se sabe si el proceso se debe al agua pesada residual o a la inexistencia de una capa de ozono en condiciones pero la evolución avanza a pasos rapidísimos, a una velocidad desaprensiva, además, al ser los mares marcianos de agua dulce su nivel endógeno de bacterias, hongos, y protozoos es muy elevado. Estrafalarios pecesinsectos, que descienden de peces terráqueos, e insectos que a su vez descienden propiamente de insectos mismamente terrenos, pueblan los aires y las aguas de Marte, hongos gigantes que han evolucionado de oomycétidos comunes colonizan las playas sin mareas de los lagos y ríos marcianos. Todo tipo de algas habitan en las frondosas, extravagantes, y peligrosísimas riberas, algas carnívoras y plantas espinosas que en la tierra eran fósiles vivientes y que sin embargo aquí son lo más evolucionado y chabacano que existe. Sin embargo no hemos llevado mamíferos a estas tierras salvo conejos, algún que otro pájaro y ratas. Sólo las ratas, los conejos, y los gorriones se han adaptado, pero los gorriones no pueden competir ya casi con los insectospeces voladores y están prácticamente al borde de la extinción. Las ratas son gigantescas igual que los conejos y se depredan entre varias razas, descendientes de sus primitivos padres, entre sí, con una ferocidad sin piedad rayana en lo macabro, con una apoteosis de bestialidad sin cuento. Shiiko Ontri, corazón salado, apagó su ordenador y dejó de escribir el Tema que le habían pedido en clase. .........................

Escritorcillo 23/02/0713:33




  • LA AGONIA DE UN GIGANTE.
Dicen, que cuando nació presagiaban iba a ser un gigante. Cuando comenzaron a hacerle su cuna, pronosticaban que pronto se le quedaría pequeña. Y se inició en su andar con paso firme y potente. Dejó pasar de inmediato su infancia, para entrar en la pubertad. Mas tarde, al poco tiempo, se hizo ya grande, muy grande. Tan grande que nadie le reconocía.
Un gigante hicieron de él con sangre obrera, con cuerpo metálico y de PVC. Mente de empresarios, y proceder de magnates y banqueros. Lo de menos para él ya no era su sangre ni su cuerpo, lo primordial era el dinero.
Así fue caminando día a día, mes a mes. Un año tras otro, mientras observaba marismas, mientras absorbía el aliento de cientos de obreros. Sin pararse a mirar en el futuro de aquellos diminutos cuerpos que a su alrededor se movían. Y a él que más le daba, que se muriesen de rabia o de pena, que se manifestasen o protestasen en cada jornada.
Han pasado veinticinco años y aquél gigante que crearon se está desmoronando, lo están dejando morir. Ahora a nadie le importa la forma que tenga de irse. Tan sólo aquellos diminutos cuerpos, que anduvieron a su vera y a su alrededor, son los que se lamentan por su muerte y hacen suyo el dolor.
Dicen y comentan, que no le dan más de seis meses de vida. Ahora que el padre del gigante lo abandona, algunos, solicitan justicia y ayuda. Pero aquellos diminutos cuerpos que anduvieron a su lado y que son los obreros, son los que lamentan su muerte y los que lloran a su lado.
¡No te mueras DELPHI!, lloran y lamentan cientos de obreros en la Bahía de Cádiz. Temen que si muere el gigante metálico y de PVC, se morirán de hambre, ellos también.
PD.- tal y como me ha salido lo he colocado. Que sirva de apoyo y protesta.

erkaytano 23/02/0713:50




  • Félix.
vivía en una pequeña casa medio destartalada a orillas del mar y era el hombre mas feliz del pequeño pueblecito marinero al que pertenecía. Tenía un corazón mas grande que su enorme corpachón y cuando alguien hacia alguna referencia a esto, el sonreía y decía que tenía el corazón salado como el mar. Se dedicaba a la pesca que el mar generosamente le ofrecía. Todas las mañanas salía en su pequeña barca pintada de naranja que el mismo decoró con su color favorito y que resaltaba contra el azul y el blanco de las olas. Siempre volvía con una buena pesca que él por las tardes vendía en el mercado del pueblo y con lo que sacaba iba tirando, pues él no necesitaba mucho más para vivir.
En el pueblo lo tenían por un personaje peculiar y solían murmurar que por las noches bailaba desnudo en la playa tirando flores al agua y hasta alguno decía haberle visto cantando y hablando con sirenas e incluso bañándose con ellas en las noches de luna llena. Algunos del pueblo decían que tenía un pacto con el mar, él le rendía vasallaje y a cambio el mar le regalaba la pesca con la que se alimentaba y vendía para sacar el dinerito necesario para vivir. Pero los mas, lo tenían por un loco y le gastaban bromas a veces un poco pesadas que èl toleraba con paciencia.
Un buen día llegaron al pueblecito unas gentes de aspecto importante y junto con el alcalde se acercaron donde vivía Félix y hablaron con él para proponerle comprarle su casa y sus tierras y construir un hotel frente al mar. El buen hombre sonrío y dijo que ni por todo el oro del mundo se marcharía de allí, que el mar era su pasión y su vida y nunca se alejaría de él. Por mucho que le ofrecieron y le rogaron el siguió negándose a todas sus propuestas. Los hombres importantes se marcharon muy disgustados y diciendo por lo bajito: - ya veremos.
Una noche cuando Félix bailaba desnudo junto al mar unos hombres vestidos de blanco lo cogieron y a empujones lo metieron en una ambulancia y se lo llevaron al hospital psiquiátrico que había en la ciudad. La orden la había dado el alcalde alegando su locura. Como no tenía familia, el alcalde fue nombrado su tutor disponiendo de sus bienes que por supuesto en seguida fueron vendidos a los constructores para que empezaran las obras del hotel.
El pobre “corazón salado” se vió recluido entre cuatro paredes blancas y por mucho que miraba por la ventana no podía ver el mar y se sumió en una profunda tristeza, a penas si hablaba y no comía, pasándose la mayor parte del tiempo llorando y añorando el mar.
Mientras tanto en el pueblo habían construido el esplendido hotel que se erguía orgulloso en primera línea de playa con aspecto desafiante como un gigante que se enfrentaba sin miedo al mar. Cuando estuvo terminado, la noche antes de la inauguración cuando todo el mundo se hubo marchado, el mar enfurecido mando una enorme ola que en un momento se trago el hotel quedando solo restos destrozados en la playa.
Los habitantes del pueblo empezaron a decir que el mar estaba furioso con ellos por haber alejado a su vasallo de él y se había cobrado con creces la afrenta y que debían devolver a Félix a su hogar si no querían que hubieran peores consecuencias porque igual que se había llevado el hotel se podía haber tragado todo el pueblo.
El alcalde habló con el psiquiatra que trataba a Félix y los dos estuvieron de acuerdo en que lo mejor para él era devolverlo a su hogar.
Cuando el buen hombre volvió al su casita que todo el pueblo se había encargado de reconstruir beso la arena de la playa y corriendo se sumergió en su amado océano dando gritos de alegría. Todavía siguen contando los mas viejos del lugar que ese día vieron sirenas acercarse y bañarse con su vasallo, mientras todo el pueblo reía y aplaudía.

pimienta14 23/02/0713:58




  • GüELITA VICTORIANA.
Victoriana tiene 92 años y baja cada día, si el tiempo y la artrosis se lo permiten, al muelle de su ciudad. Una vez allí, sale de su boca medio dentada una maldición agradecida:
- Gracias, hija de puta.
Victoriana lleva jubilada casi treinta años. Dedicó cuarenta y siete a estibar barcos. Pasaron sobre sus espaldas sacos de carbón, de café, de maíz ... Si se pudiesen contar las toneladas que soportaron las piernas de Victoriana las matemáticas se convertirían en cuentos de magia y fantasía.
Es todo un carácter Victoriana. Hoy, apoyada en su cachava, ve estibar a los pocos hombres que trabajan en el muelle con una mezcla de asombro, envidia y desprecio. Ve como las cintas sin-fin penetran en los vientres oscuros de los cargueros y salen los sacos en ordenadas filas hasta lo alto de los camiones de carga o los vagones del tren. Ve como la cuchara de la grúa engulle cientos de kilos de granel en cada bocado y los deposita con delicadeza de monstruo dulce en las tolvas de carga. Nunca se le olvidará la primera vez que vio funcionar la grúa y como el encargado del manejo la invito a la cabina a ver las maniobras:
- A la mierda el trabajo de los hombres – dijo Victoriana – a partir de ahora trabajarán ellas.
Dos años después de jubilarse, Victoriana ingreso en un hospital traumatológico para operarse de las piernas. La primera vez que fue al médico, en toda su vida, éste no pudo creerse lo que revelaban las radiografías. Los huesos de las rodillas eran un puzzle imposible que hacían del simple hecho de caminar un calvario que ella aguantaba sin apenas quejarse. La sustitución de las rotulas por unas prótesis y el posterior post-operatorio la tuvieron nueve meses atada a la cama.
- Niño, llévame al muelle – me dijo cuando fui a recogerla con el coche el día que le dieron el alta.
- Gracias, hija de puta – dijo en voz baja cuando aparque al lado de un ro-ro de coches.
- ¿Y eso abuela?
- Nada, cosas mías. Vamonos a casa.
Victoriana tiene el corazón salado más dulce de toda la ciudad. Incapaz de dar un beso o dedicarte una palabra amable, metía horas de carga en los almacenes del muelle para comprarnos coca-colas y chocolate de estraperlo del que traían los marinos del otro lado de la mar. Una gigante de ciento cincuenta y cinco centímetros subiendo los cuatro pisos sin ascensor con la cara seria y las manos cargadas de tesoros dulces.
Todavía hay hombres en el muelle, casi niños cuando ella se jubiló, que cuando la ven llegar se acercan a darle dos besos. Jamás los devuelve. Ellos, grandes como castillos al lado de Victoriana, fingen no ver la humedad de sus ojos.
Agua salada y contenida. Con dos cojones.

MALDOROR_ 23/02/0718:16




  • Sueños de Gigante que penden de una soga.


Alargaba su mano para asir en la penumbra los finos chorros de luz que entraban por el tragaluz y escapaban entre sus dedos entreabiertos, ahora ligeramente cálidos. Pensaba que aquellos rayos de luz eran como agua de mar en aquella habitación, pues el mar traía promesas de aventuras, de leyes, hombres, rumores, vientos y seres fantásticos que el había tenido tiempo de escudriñar con morosidad en innumerables tardes, donde algunos hombres sucumbían a sus gigantescas ambiciones, vasallos de sus emociones oscuras, o donde otros, aferrados a la esperanza de un rayo de luz, enfrentados a los dioses, caían para volver a levantarse una y otra vez, sin prestar oído a los cantos de sirena, amarrados al mástil central de una idea que no sucumbía en las tempestades de sortilegios, esclavitudes, encantamientos, mujeres, príncipes desleales y cualesquiera otros ardides que el ojo del lector quiera descubrir en los libros que, como aquellos fluidos luminiscentes de aquella habitación donde la lobreguez retrocedía, tal vez iluminen algún recóndito rincón oscuro en el pensamiento y lo llenen de nuevos detalles.
Una soga se mecía sobre la viga próxima al tragaluz y Cristian suspiró, recordando como el abuelo aquella noche desaparecía taciturno, doblando la esquina del pasillo a oscuras, sin zapatillas, y con algo que ocultaba entre los brazos. A esta hora de la mañana debería estar volviendo de la calle, desgastando paso a paso el camino que viene desde la panadería, allá en la plaza, esquivando los desconchados del pavimento, pronunciando denuestos contra el delegado de la mancomunidad, resollando por el esfuerzo de subir aquella cuesta mientras se cerraba más la gastada pelliza marrón. Durante setenta años el mismo trayecto, todas las mañanas, en todas las condiciones, habían visto pasar las piedras viejas de aquel pueblo la figura de Severino, abuelo de Cristian. La tarde anterior habían discutido, una vez más, aunque Cristian no le hacía mucho caso, ocupado frente al televisor con uno de aquellos aparatos “comecocos, que te sorben los sesos”, como decía el abuelo cerrando el puño aún fuerte como una roca, “ ¡ abre un libro ¡, que se te va a secar el cerebro”, añadía con un puñetazo estentóreo sobre la tapa del último que estuviera leyendo, mientras Cristian haciendo un combo presionando los botones de su flameante mando estaba en disposición de terminar con aquel villano de turno, megalómano y digital que estaba a punto de conquistar el mundo o cualquier otro planeta, navegando con sus huestes de metal. Cristian que había seguido la historia de triángulos amorosos, traiciones, despedidas, muertes y enigmas, proyectaba su último asalto del día para salvar a la humanidad cuando su abuelo le desenchufó la playstation. A eso le siguió un estallido colérico, donde Cristian y su abuelo, la única familia que le quedaba, se cruzaron acusaciones trufadas de desprecios dando como resultado que uno se fuera llorando a su habitación y en el otro se detuvieran las lágrimas en aquellas bolsas de años, para precipitarse con la amargura del agua de mar sobre el suelo del hogar.
La oscuridad que la noche anterior se hubiera señoreado en aquella habitación reculaba hacia las grietas de la pared, mientras la luz seguía avanzando y parecía bajar resbalando por la soga hacia el cuerpo muerto que basculaba, mecido al antojo de la gravedad y la inclinación del techo, a un lado y a otro de la habitación sin que Cristian pudiera tocarlo siquiera con la yema de los dedos. Yacía en la soga aquel cuerpo muerto que le contara las historias de amores que no es capaz de matar una espada, muertos que viven en el recuerdo de sus amigos, redes de conflictos medievales, de impulsos, de emociones, de sentimientos, venganzas, venenos y gigantes capaces de hacer temblar un ejercito con el rugido de su garganta y que se podrían derrumbar ante la traición de un amigo. Cristian se subió a una silla para alcanzarlo, mientras en el vestíbulo de casa sonaba el viento que entraba a través de la puerta de entrada y Severino llegaba a tiempo de tender sus brazos cuando Cristian caía desde la silla, rodando ambos por el suelo. Cristian se levantó asustado y su abuelo se fue incorporando lentamente mientras su nieto le brindaba la mano. Se miraron. Severino arremolinó los cabellos alborotados de su nieto y se rieron. Cada uno de ellos prometió probar el entretenimiento del otro, para tratar de entenderse, cuando bajaban a desayunar un gigantesco tazón de leche con pan untado de aceite y la play reposaba en la mesilla que está junto a los libros.
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4571 caracteres según el word. No he tenido mucho tiempo para corregirlo.
Un saludo afectuoso, deu. :D

ALIAS-ABC 25/02/0715:30


  • Nicolasón.

Mientras subía al cadalso el populacho contaba los peldaños de madera que crujían bajos sus enormes pies: ¡Uno…dos…tres…siete!
La aparición del gigante Nicolasón en la ciudad fue muy extraña. Corrió la voz de que su cuerpo no era de carne sino de leño; que se comía animales enteros como las culebras y que su fuerza era tal que podía parar una yunta de bueyes sólo con tensar su brazo derecho.
No hablaba, Nicolasón no emitía palabra alguna. Medía más de 10 pies y los bíceps tenían el perímetro del vientre de un ornodo mesonero.
Su conducta como ciudadano era intachable. Respetaba los enseres, las casas, las gentes. Pero en una situación no respetaba a nadie ni a nada: cuando tenía hambre. Lanzaba bramidos fieros y daba pasos alocados en busca de alimento. A zarpazos derribaba establos, si era necesario, y se llevaba una res o un par de corderos y hasta un cerdo. Se lo colgaba todo a sus espaldas y se adentraba en el bosque.
Nunca nadie se atrevió a vigilar dónde reposaba su cabeza Nicolasón. Pasado cierto tiempo volvía a la ciudad y se paseaba tiernamente por las calles sonriendo con gestos amables a los ciudadanos.
Pero un día, nadie sabe cómo desapareció un niño. Unos dijeron que fue Nicolason, otros callaron.
En el juicio, Nicolasón fue sentenciado a morir en la horca y expuesto en el rollo.
Más de treinta personas hicieron falta para atarlo. Se le juzgó sin que él abriera la boca. El juez lo consideró un irracinal. El día que se iba a cumplir la sentencia, cuando subía los escalones del cadalso dio un bramido y rompió las ataduras. Encima del patíbulo comenzó a bramar y de su cuerpo salieron chorros de líquido que formaron un gran charco.
El populacho asustado le dio la espalda sin atreverse a mirar. Cuando volvieron los ojos al reo sólo vieron un árbol de dos ramas y una maraña de hierbas.
Los estudiosos de la época dicen que Nicolasón concentró tanta fuerza en sus gritos que el agua de su cuerpo manó por los poros y su carne se convirtió en una mojama leñosa, como de árbol.
Aún hay quien afirma a los visitantes que ese tronco retorcido y costroso que agoniza en medio de la plaza es Nicolasón y que un día recuperará su forma.

ANDRESNIPORESAS 25/02/0720:58


  • El gigante fósil Magic Johnson NBA Global I

Entre tunicados, holoturias, erizos de mar, esponjas marinas,anfípodas, gambas gigantes,corales, medusas, anémonas..se ha encontrado en el epicentro de los diez mil kilómetros cuadrados del fondo marino antártico, que había estado oculto bajo el hielo, antes de que las gigantescas capas se hubiesen quebrado de dolor pasional y aburrimiento gélido, los restos arqueológicos de un ser humano gigante que no corresponde a ninguna de las especies de "homo sapiens" jamás vistas hasta ahora.
Los científicos han llamado a este fósil, que debió medir cerca de tres metros, Magic Johnson NBA Global, a sabiendas de que este especimen ahora se lo rifarían los equipos de élite de baloncesto de los países que despuntan en esta modalidad deportiva. El verdadero Magic Johnson ha manifestado en rueda de prensa telefónica que se siente muy orgulloso y que aprovecha la ocasión para rogar a la audiencia que aporte donativos a su organización Magic Johnson AIDS. Añade que le parece "wonderful" que la ciencia se ocupe de los fósiles muertos, pero que hay que pensar también en los que viven una vida de fósiles por causa de esta terrible enfermedad.
La prensa científica especializada defiende que este gigante probablemente fue sepultado por un alud cuando se encontraba pescando percebes antárticos gigantes, gambas enormes de aguas frías y pulpos de la especie "Antarctic octopus paraledone turqueti". El fino paladar, la vida nómada y silvestre de Magic Johnson NBA Global le permitían degustar mariscadas que hoy resultarían inasequibles para los bolsillos más pudientes. Junto a él se han encontrado restos fósiles de arpones con afiladas puntas, aptas para herir o matar a sus presas marinas. La dentadura de este ser fabuloso muestra un aspecto mitológico de afilados colmillos aserrados dispuestos en tres hileras cual boca arqueada en forma de media luna,de tiburón galano.
La existencia nómada de Magic hace presuponer que era capaz de recorrer las extensas llanuras níveas del extremo meridional argentino y chileno en menos de dos meses, sin a penas establecerse en un mismo lugar más de tres días seguidos. Se movía sólo, sin compañía. Con casi toda seguridad, afirman los científicos, que se reunía con sus congéneres una vez al año en un lugar concreto de la Antártida, aún por determinar. Ese feliz día se intercambiaban presentes, realizaban ceremonias iniciáticas y copulaban. Las hembras vivían una gestación de doce meses. Parían solas a sus hijos y los criaban solas. Cuando sus hijos cumplían los siete años, los dejaban libres desenvolverse y desarrollarse a su ser. Esta peculiar manera de vivir evitaba conflictos, luchas y rivalidades entre unos y otros, aunque es probable que en esos encuentros anuales apuntara algún conato de competencia o enemistad.
Magic Johnson NBA Global pudo permanecer en el Planeta Azul por espacio de dos mil cuarenta años. No más.

gemmayla 26/02/0720:43


  • De gigantes y enanos (una parodia tinteril)

Un buen día los enanos decidieron matar al gigante Paco. Las malas lenguas dicen que por envidia, pero el motivo oficial fue que el gigante Paco les tapaba el sol, agostaba las cosechas y sumía a los enanos en una perpetua noche de la que, francamente, estaban más que hartos. Nadie que conociera al gigante Paco podía tragarse semejante patraña, pero como no había más gigantes que él, y la envidia emponzoñaba el corazón de cada enano de la aldea, nadie puso objeciones a la sentencia, que se ejecutaría al amanecer.
El gigante Paco, que era de buen conformar, aceptó su destino, ya que prefería estar muerto antes que contrariar a sus vecinos. Así, se dirigió con el paso humilde de una res al matadero, se dejó enlazar la soga al cuello y se dispuso a morir. Fue necesario un regimiento de enanos para retirar el inmenso taburete sobre el que se erguía Paco, pero al fin lograron derribarlo cortando a hachazos las patas como si fueran robles. Al desplomarse éstas con los últimos hachazos el taburete cedió y el corpachón de Paco cayó como un saco de cemento, haciendo crujir la trabazón de la horca, que no obstante resistió.
Pero no se le rompió el cuello, y el pobre gigante estuvo columpiándose durante más de una hora. Alguien temió que fuera cierto lo que dijo un escritor y que la horca fuera una balanza en cuyos platillos se miden un hombre contra el resto del mundo, y que esta vez el hombre fuera a ganar la partida; pero Paco no era tan grande, ni el mundo tan generoso, y ambos supieron de quién era la victoria. Entonces Paco sintió odio. Odio hacia aquellos miserables enanos que lo estaban matando. Les odió y juró venganza.
Pero pronto se diluyó el odio, conforme se le escapaba la vida. Y entonces, con el último aliento, sintió el reverso amable de la muerte por ahorcamiento: algo comenzó a agitarse en su entrepierna, y sintió crecer un bulto que presionaba sobre la tela de saco de sus inmensas calzas. Tanta fue la presión que cedió el saco, y sobre las cabecitas de la diminuta multitud se desplegó majestuosa la más inmensa erección que vieron los siglos. Una verga enorme que se erguía y se erguía como el ego de un alcalde, y que se alzó al cielo ansiosa por alcanzar las nubes. Tanto creció aquella monstruosidad que el sol se ocultó como en un eclipse y en toda la aldea reinaron las tinieblas. Y mientras expiraba, un resto de conciencia le hizo a Paco experimentar el mayor orgasmo que nunca un gigante hubo sentido.
Ya muerto, no pudo ver como los ríos que brotaban de su virilidad anegaban la aldea, el río, los bosques y campos circundantes, y arrastraban a los enanos valle abajo, para esparcirlos por la llanura. No obstante, nadie murió más que Paco, cuyo cuerpo fue incinerado y sus cenizas arrojadas al mar, que en un tris estuvo de secarse ante el aluvión de polvo. Todos decidieron, entonces, olvidar a Paco, pero ninguno pudo. Al cabo de unos meses comenzó a extenderse entre los enanos la sospecha de lo que se les venía encima. Una tras otra, las enanas fueron quedando preñadas. Jóvenes y viejas, casadas o solteras, ninguna quedó sin tripa. Y los enanos temblaban de celos bajo sus crecientes cornamentas con el recuerdo de la riada.
Sea como fuere, al cabo de nueve meses comenzaron a nacer enanos en cada casa de la aldea. Enanos que no tardaron en arrancar a crecer, para superar en pocos meses la estatura de sus padres. Y a los dos años se hizo patente, entre aquella legión de infantes que les sacaban la cabeza a sus temerosos padres putativos, que de enanos no tenían nada, y que la riada había dado sus frutos. Y crecieron y crecieron las criaturas, y no pasó ni una década hasta que los enanos sintieron llegada la venganza del gigante mientras caían uno tras otro aplastados como hormigas por sus propios hijos.

Kastorp 26/02/0720:47


  • Jazz

La orquesta empezaban a afinar los instrumentos dentro de la sala de conciertos, y el ruido salía al vestíbulo por las puertas abiertas. La-la-la-laaa, daba la pauta el piano; ahí-ahíiiiiiiiiii le contestaba un violín. Los espectadores rezagados se apresuraban a toser y entraban corriendo a sus sitios. La función iba a empezar enseguida.
Benson seguía indeciso al lado del guardarropa junto al general Azumbre y sus soldados. Mordía una semilla de caco tostado que le había dado Azumbre y que estaba muy buena, y se preguntaba si, al fin y al cabo, no sería mejor enrolarse en su tropa para ser libre. El general no parecía tan mala persona, o al menos tan mal trozo de carne en lata. En ese momento estaba a su lado metido en su armadura, pero se había quitado el trasmisor de una oreja para poder oír bien y apuntaba la cabeza hacia la puerta atentamente. Alguien sensible a la música no podía ser un monstruo, ¿verdad?
Duduá —afirmó un saxo allá adentro. Bebebobop —dijo “de acuerdo” una trompeta. Los maestros se habían calentado y espontáneamente habían empezado a jugar por libre, y se habían puesto a tocar algo fuera del programa, todos a la vez. Jazz¡¡¡¡ La gente gritó encantada. Un clarinete burlón se lanzó a tocar “En marcha”, canción viejísima que todavía funcionaba, y la orquesta le fue detrás con toda la trompetería desplegada, y el público enloqueció y silbó, aplaudió y pateó, y pidió más. Más Jazz¡¡¡¡ El auditorio se venía abajo. Eso de la ópera quizá estuviera bien, pero el Jazz sí que les gustaba a los pioneros. El contrabajo se marcó un solo de virtuoso, dum-dum-dudum-dududum-dong-dong, y de pronto una voz de mujer, la famosa PezLunar, la diva, la que tenía que ser la protagonista de la ópera de aquella noche, se lanzó en medio del escándalo y empezó con Miles Davis, “Kind of blue”, cantando una letra inventada en el antiguo idioma común que ya nadie entendía: “Lágrimas azules en tus ojos”, decía, y la gente no sabía lo que decía pero le encantaba la voz y el ritmo lento, leeeento y suaaaave de la canción, y empezaron a dar palmas.
El general Azumbre encogió su ojo periscópico, que era como entornar los párpados, para poder escuchar mejor a PezLunar. Era un gran tributo a la bella voz de la diva, porque quedarse sin ver significaba quedarse indefenso y que cualquiera, incluso uno de los mismos soldados que andaban por allí, un enemigo de tantos, pudiera atacarle y vencerle en ese momento, mientras estaba desprevenido. Pero el general no parecía tener en cuenta el peligro, sólo quería escuchar y su cara se había vuelto de piedra, no le importaba nada más.
Se decía que antes, hacía tiempo, el general Azumbre había sido joven, quién lo iba a suponer, y que había estado enamorado de una chica pero ella le había rechazado. Triste asunto. El general había sido un mozo guapo y menos bruto que ahora, pero bastante bruto de todas maneras, y se había entregado a un llanto brutal día tras día y sobre todo por las noches, y la sal de sus lágrimas había secado sus ojos y todos sus sentimientos humanos, de manera que su corazón de sal nunca había pertenecido a nadie más, y sólo era vasallo del mar amargo que había formado con sus lágrimas, del recuerdo.
Benson comía cacao y observaba a Azumbre, que escuchaba la canción hecho una piedra con su ojo derecho seco y el izquierdo artificial, imposibles las lágrimas. Benson se preguntaba si alguien lo había conocido tan bien como para llamarle monstruo.

BLANKA-L 27/02/0714:15


  • El hijo del pescador

Cuentan que mientras mamaba respiraba la sal de la brisa marina, que sus primeros pasos fueron sobre una red de pescar de tantas que su madre cosía y que aprendió a caminar detrás de las gaviotas confiadas que se acercaban a comer los restos del pescado descargado por la mañana en el muelle. La piel clara le duró muy poco, enseguida se le cubrió de color con los abrumadores rayos del sol, y sus manitas y su cara se hicieron fuertes ante las inclemencias del tiempo que trajeron sus primeros inviernos. Su padre que era pescador y sabía lo duro que era vivir de ese trabajo, soñó y planeó para él otra vida diferente lejos del mar, no supo comprender que todo lo que el niño había vivido hasta entonces sería como un veneno que inundaría su cuerpo y su espíritu para siempre.
Manuel fue un niño inteligente y aprendió rápido en la escuela de aquel pueblecito de pescadores, aunque las hojas de sus libros siempre olían a brisa de mar. Él estudiaba sentado entre las inmensas redes, levantando a veces la vista hacia el azul lejano allí donde una línea une y separa las distintas tonalidades del mismo color. Su madre miraba su cara y lo veía soñar despierto, y sabía que su hijo tenía el corazón lleno de sal, no será fácil –pensaba ella- alejar a este chiquillo del mar…A los diez años Manuel partió tierra a dentro, para seguir sus estudios en un internado de la gran ciudad; el tiempo y las paredes del colegio borraron el tinte moreno en la piel del niño, los libros se impusieron a sus sueños azules y en sus juegos al aire libre dejaron de oírse las voces conocidas de las gaviotas. A pesar de todo, Manuel tuvo siempre muy claro lo que quería hacer con su vida y en su fuero interno llevó guardado por años el compromiso de que algún día el mar sería su dueño y señor. Sin dejar de estudiar, siguió soñando con grandes veleros surcando los mares, él se veía allí sobre el oleaje, en la proa del barco sintiéndose libre bajo el sol y recibiendo en su pecho y en su cara la fuerza del viento impregnado de sal.
No fueron vanos aquellos sueños, pues ayudaron al niño a pasar durante aquellos años los largos meses escolares lejos de casa, en verano se resarcía saliendo a pescar con su padre de madrugada y llenándose los ojos con la vida del puerto después, pocas veces se perdía la venta del pescado -en las lonjas se le podía encontrar mirando absorto el regateo de las subastas- y al acabar, se acercaba al lugar donde trabajaba su madre que seguía adobando las redes de pesca…Así, entre la ciudad y el mar, pasaron los años de su adolescencia y aún corrieron unos cuantos años más de estudio para Manuel hasta que llegó, por fin, aquel día en que volvió a casa.
En realidad volvió para despedirse antes de partir en barco rumbo hacia un destino lejano, ya solamente sería pescador en ratos de ocio, acompañando a su padre por puro placer, y en ratos de ocio pasearía entre las redes llevando del brazo a su madre. Manuel aquel día ya no llevaba libros de estudio debajo del brazo y su piel, de nuevo morena, contrastaba bajo el deslumbrante traje blanco con el que iba vestido, en sus manos, inquietas de pura alegría, giraba y giraba una gorra de capitán. Y es que aquel niño creció con el corazón salado y hubiese sido imposible que luchase por hacer cualquier otra cosa que no fuese, cumplir su sueño de hacerse vasallo del mar.

SONETODECUERDA28/02/0711:31


  • El no-cuento del gigante frente al mar.

Había una vez, en un lugar muy lejano, que existía un viejo gigante que miraba al mar.
Era, este viejo gigante, un hombre de piedra o granito, o al menos así le gustaba relatarlo, a los mayores del lugar, a los recién llegados, o a los más jóvenes, o a cualquiera que quisiera escucharlos, cuando las noches de invierno eran frías y debían arremolinarse junto al fuego.
Por aquel entonces era buen fuego, creador de pequeñas reuniones y enormes batallas dialécticas entre los más duchos y que, muchos años después, lograrían hacer de aquellas batallas un arte del prosear… pero ¡disculpen! me pierdo entre los recuerdos; como decía: había un fuego, un grupo de personas arremolinadas a su alrededor y un narrador que contaba lo que gustaba imaginar sobre la fantástica figura del gigante de piedra sentado frente al mar.
La gran pericia del cuentacuentos mantenía a todos en vilo durante unas horas. Mientras, quizá en la oscuridad de la noche, si era invierno tardío, o quizá con el despuntar del alba, todavía, junto a las rocas de la playa o un poco más allá, se encontraba el gigante Corazón Salado ¿hablándole? al mar.
Era este un mote que le habían puesto los niños. Pero tenía muchos más, algunos eran verdaderas poesías hechas nombre, otros no eran tan afortunados y no merecen siquiera el recuerdo de su mención. Así que el gigante Corazón Salado seguía petrificado como de roca, como un monte, como una figura eterna. Y siempre escuchando atento el mensaje que le traía el mar.
Dicen que era un loco. –pobrehombrelocoquemiralamar. Pobrehombrelerdoquenosabehablar. Miraalhombretontoquenodicená – porque cuando alguien, más valiente que los demás, se atrevía a acercarse tanto como para pronunciar las palabras mágicas “¿Qué miras?” El buen gigante solamente volvía sus ojos por un instante, como si prender la mirada lejos de su agua no le dejase respirar. Y ni siquiera debía responder porque aquella mirada tenía la cualidad de resultar aterradora para quien la recibiese, de tal forma que siempre salían corriendo como alma que lleva el diablo, relatando, eso si, para espanto de sus oyentes, horrendas historias de lo que había sucedido en aquel lugar.
Y de esta forma tan simple se forja una leyenda. De la rutina más sencilla, del más incomprendido deseo, de un pesar, de un anhelo. Esperando a algo o a alguien, o simplemente que llegue un cierto momento.
Y es que hubo un día que no apareció el gigante. Y ni los más sabios, ni los más valientes, ni los más curiosos, pudieron decir a donde había ido o que había sido de él. Simplemente desapareció. No así su historia, que hasta el día de hoy ha perdurado, pero si aquella figura de granito y arena o… quizá…, de corazón salado.
Que más cabría decir de aquel gigante que nada hablaba… algunos podrán imaginar que desde la mar llegó su amada. ¡Románticos!
Otros podrían decir que se aburrió de tanto esperar y se recogiese sin más para hacer camino al andar. Pesimistas…
Y los optimistas podrán decir que la espera llegó a su fin, y que el mar, después de tanto tiempo adorado, para su más fiel vasallo, le construyó un jardín.
De piedra, agua y sal.
Pero todo es magín, señoras y señores. Porque solo el mismo gigante sabe a donde fue Corazón Salado vasallo del mar.

YUYUWANA 28/02/0720:32