martes, 3 de abril de 2007

CCLXXXV.- Libertad, Libre

TINTERO VIRTUAL CCLXXXV
Doscientos ochenta y cinco millones de gracias.
A estas horas lo que procede es invitarles a tazones de chocolate o café con los churros, sobaos, magdalenas, plum-cakes y tartas Sacher que deseen, precedidos de hermosos vasos de zumo de naranja y mandarina. Les propongo, sin que sirva de precedente, que se quiten el corsé y escriban, bien de la libertad como tema o elijan tema libre.
Y dejenme seguir leyendolos. Es, de verdad, lo que me gusta.

MALDOROR_ 02/03/0708:35




  • Aves del paraíso.
El mirlo quiere ser libre, llega el invierno. Cree la paloma que es verano dentro de su jaula y piensa en la libertad. El cobertizo de los pájaros se cae de viejo, de descuido y de tener al mirlo y a la paloma y a las torcaces y los tordos y tanto pájaro cagón llenando los cajones de mierda. La terraza de la pajarera huele a madera podrida, los años han secado las macetas, las plantas ya están muertas, quemadas por el sol y por el frío. En el suelo gastado, las losas antiguas y descoloridas cubiertas de polvo. Llega el invierno y la cristalera tiene los marcos carcomidos, las jambas sueltas, el viento mueve los postigos y si sopla fuerte se escucha cómo golpean. La pintora en el salón agoniza mirando cuadros en las paredes que ella misma hizo, óleos de peinetas y gentío, retratos de militares, familias de domingo y paisajes del campo.
De la cocina, olor a repollo. La mesa, camilla, con mantel de hule y centro ornamental de plástico. Alfombra raída tapando las baldosas oscurecidas, que se asoman entre el tejido deshilachado. Los muebles complicados, recuerdos de otra época, cuando la pintora tenía novio que la llevaba a comer altramuces al parque y ella estudiaba dibujo en la escuela parroquial de bellas artes. Convertido en marido, cayó en la guerra y aún vive en los rincones a pesar del tiempo. En la pajarera las aves quieren volar, se oyen sus alas. El agua hierve en los fogones, el suministro de gas, una pizca de sal en el puchero y una sobrina que pela patatas para acompañar la coliflor. También, un poco de pechuga. Entre los cuadros de la pintora, colgando como una de sus obras, la licencia de estanquera. Otra vez está la sobrina preparando su comida, la pintora ya se muere.
Un rosario entre las manos, la estampa en la pared de María con el Sagrado Corazón atravesado en el pasillo. Un jarrón chino y una cajita de plata al pie de la Virgen, sobre esa repisa pequeña de mármol con vetas negras que la sobrina odia porque se llena la cadera de morados contra sus cantos. A un lado, el cuarto de espejos, cerrado, guarda un baúl lleno de periódicos atrasados y un catre en el que muy pocas veces ha dormido un invitado. Le sigue otra puerta sin abrir, detrás espera el estudio de pintura con los pinceles tiesos y los colores resecos en los tubos, incrustaciones sólidas en la paleta y sábanas cubriendo de entierro blanco ajados enseres, caballetes y lienzos. Luz pálida de ventana interior que la pintora utilizaba para iluminar sus cuadros, de patio de vecinos, herida en el cristal al entrar por la suciedad y las telarañas. Un reloj de latón que nunca dio la hora y la estufa de carbón que empezó a convertirse en herrumbre cuando llegó el butano. El tiempo de pintar tan detenido que el olor de la cocina no atraviesa la entrada y pasa de largo.
Circulan vehículos en la calle, también de noche, la pintora descansa arrullada por el tráfico rodado. La sobrina se ocupa de moverla al salón para darle el desayuno, arregla el piso y cuida de que no falte grano y agua en la pajarera. Duermen las dos juntas en camas gemelas, comparten el dormitorio, cada una en la duda cuando se acerca la hora de acostarse de saber si habrá un mañana, un amanecer que no sea necesario levantar más el alma para que pase otro día, la pintora esperando la muerte, la sobrina ser cuidada. Un crucifijo en la cabecera de la pintora. La iglesia de san Marín con su jardín de flores en la cabecera de la sobrina, donde se casó su tía y a la vuelta de la luna de miel quiso que quedara un lienzo de recuerdo. Camisones, rebecas y faldas de lana en el armario. Ruido en el cobertizo, los pájaros agitan el aire con las alas. Ya está lista otra comida de moribunda, el piso huele a repollo. El mirlo y la paloma quieren ser libres, esperan que no aguante en pie su jaula. Los dos sueñan con la primavera y no saben que acaba de llegar el invierno.

SEMENTERIO 03/03/0708:13




  • Si no tengo amor ...
Sor María de la Divina Providencia es la monja más pija que decoró con sus huesos celda alguna del convento de la Caridad Perpetua.
Hija mayor del Director General de Operaciones del Banco más importante del país (digamos que papá se sienta a la derecha de Dios Padre en los Consejos de Administración) María estudió, y de que manera, en el internado suizo correspondiente donde, además de matemáticas, literatura y demás materias comunes, aprendió a expresarse, con absoluta fluidez, en francés, ingles y alemán, llegó a dominar las artes del paso, trote y galope en excelentes pura raza, amen de aprender a deslizarse sobre unos esquís con la naturalidad del caminar para el común de los mortales. Camino de la Licenciatura en Economía en Harward, niña triste y futura recolectora de dividendos bursátiles, cayo del caballo presa de la insatisfacción y decidió profesar a fin de acumular dividendos para sentar sus reales, en un futuro más o menos lejano, entre los elegidos a la vera de Dios Padre.
Sor Juana de la Virtud Tardía era la monja más puta que había adornado con sus carnes los muros sombríos del convento de la Caridad Perpetua.
Se arrepintió después de casi veinte años de oficio y buscó refugio entre los muros conventuales entregándose al crucificado, abandonando su otra cárcel de piedra, el club “El Cielo”, y pasando de servir a una media de tres clientes por noche, a dedicarse en alma y abundante cuerpo a uno solo. Jesucristo se convirtió en su macarra sin exigencias de pernada ni comisión, sin golpes ni insultos ni desprecios. Pensó, no sin razón, que se aseguraba una vejez tranquila y que si el arrepentimiento garantizaba el descanso eterno en el cielo de los justos, ella se había arrepentido de la mala vida que llevaba desde el mismo día que cobro los primeros duros por un servicio de limpieza de bajos. Sor Gabriela de la Mano Firme es la Superiora del Convento de la Caridad Perpetua. Entró siendo apenas niña sin conocer del mundo más que los campos que rodeaban la pobre casa en la que nació y por consejo del cura del lugar, que garantizó manutención y educación mínima para la moza a unos padres que veían en la Iglesia el único futuro sin hambre posible para su hija. Al jodio cura se le volvieron lanzas las cañas cuando intentó enseñar a la novicia caminos de éxtasis no previstos en las estrictas normas conventuales: la niña demostró el carácter y la fuerza que la llevaron años más tarde a ser nombrada Superiora.
Maria y Juana se aman. Han encontrado en la otra el complemento necesario para la plenitud. Todo sucedió de forma natural, como crece la fruta en los árboles, como se respira, como se llora la muerte de los queridos. Primero acariciaron los ojos, después las palabras, más tarde las manos, y el frío catre de la celda se convirtió en un cálido lecho de plumas que ellas acercaron al cielo.
Gabriela lo sabe. No se es Superiora por andar cayéndose de guindos ni pasando noches en Babia. Y calla. Calla porqué desde que Maria se encarga de llevar las cuentas del Convento, cuentas de vieja para la niña de Harward, nunca falta dinero para la calefacción que resta sabañones en invierno. Y encima anda consiguiendo subvenciones para el mantenimiento de un edificio declarado de interés cultural. Calla porqué, desde que Juana se encarga de la labor de limosnera, los óbolos de ciertos importantes miembros de la sociedad de la ciudad, han aumentado de forma considerable.
Y calla porque, después de todo, su parte favorita de la Biblia, el libro en el que aprendió a leer, casi el único libro que ha podido leer en toda su vida, sigue siendo la primera carta de San Pablo a los Corintios 13.
Y quién es ella para contradecir a Pablo.

MALDOROR_ 03/03/0715:55




  • "El Despropósito".
Cuentan que era extraño en casi todo; huraño, de fuerte carácter, dado a observar en silencio, porque en silencio vivía, entre libros y viejos recuerdos. De edad tan difusa que nadie aseguraba saberla. Su poco pelo perdido en la inmensidad de su cráneo, de tal magnitud y proporción que, de haber usado el cerebro, otra historia se contaría de su pueblo, de su país, hasta del propio universo pero, dejémoslo ahí. Pies zambos y mas bien planos, calzados con botas altas siempre, como un segundo pellejo adherido a su figura desgarbada, mas bien rota, quizás por el peso de sus pensamientos, o no. Sus manos como garras, parecían ser de oso más que de gorila, no sé si por las uñas o por la suciedad que portaban; otra segunda piel que le protegía de insectos y hasta de la vida.
Y aun así triste era su figura que, orgulloso, acostumbraba a lucir día a día por las calles, por la estación, por la plaza del Consistorio; eso sí, sin que nadie lo entendiese, rehuyéndole el contacto, la mirada y hasta el común aire que los cristianos comparten con todos los demás mortales.
Ocurrió como siempre pasan las cosas, sin avisos previos, sin sonidos de trompetas que alegre o tristemente alerten al pueblo llano que algo importante está viniendo. El no andaba por las calles en esos momentos; otros sí, comprando, bebiendo en los bares y comentando el partido de fútbol del fin de semana pasado, o simplemente yendo o viniendo. Se oyó una enorme explosión que llegó hasta los oscuros rincones de la cueva horadada bajo su enorme vivienda, donde la triste figura acostumbraba a cultivar sus champiñones. Enderezó en lo que pudo sus corvado cuerpo y, lanzándose en singular carrera salió a la calle.
Al llegar a la plaza, ya otros le habían precedido y como contemplando la levitación de una aparición mariana, bocas abiertas, sobre ellas las manos, observaban paralizados la fachada de una de las casas, en cuyos balcones de la planta alta se encontraban tres pequeños llorando. Detrás, aparecían y desaparecían las llamas de un enorme incendio. El humo dado en salir por todos los huecos que la vieja vivienda de tres plantas, alertaba a los viajeros más alejados que no pudieron ser avisados del comienzo del espectáculo con la inicial explosión.
No se entretuvo en pensar; ni era su costumbre ni, posiblemente, su mayor virtud y, lanzándose con su enorme mole a la fuente de la plaza, salió empapado hacia la casa. Reventó la puerta de entrada de un solo golpe y se adentró en ella, perdiéndose entre la penumbra y humareda que la inundaban. Todos, paralizados por el estupor, el miedo y, sobre todo, la cobardía, miraban con esa sádica mirada que los seres humanos acostumbramos a contemplar la desgracia de los demás, la “estúpida” reacción del pobre “despropósito”.
No tardó mucho en aparecer en el balcón donde los niños lloraban. Cogió en brazos a los dos pequeños y le indicó al mayor que se agarrase a su espalda. No pudo ser, nada mas dar un paso hacia el interior, donde las llamas ya rodeaban el hueco del balcón, se descolgaba el pequeño, cayendo al suelo. De nuevo al balcón y, dejándole en el suelo, comenzó su carrera con los dos chicos en brazos. No tardó en aparecer en la puerta y, soltándolos casi con brusquedad, volvió al interior. Cuando su figura apareció de nuevo en el balcón, las llamas habían prendido en sus ropas y, tomando al pequeño en sus brazos, miró hacia dentro. Lo intentó una, dos y hasta tres veces hasta que una nueva llamarada le abrasó literalmente la espalda y el poco pelo de su monumental cabeza. No soltó al niño y, apretándolo contra su pecho, dio un salto y se lanzó al vacío.
Cayó de espaldas y sobre su estómago, colchón que amortiguó la caída, el pequeño.
Cuando se acercaron a ellos, el niño aturdido se levantó. Del pobre “despropósito”, quedaron grabadas para siempre en las retinas de la gente del pueblo su sonrisa y su mano derecha, con el puño cerrado y el dedo corazón erecto, hacia arriba, señalando a la gente del pueblo.

INCONGRUENTE1 03/03/0720:16




  • Auténtico y verdadero cariño.
Adoro a los animales, sobre todo a los perros; tengo tres y si pudiera tendría más. Vivo en una pequeña casita, que tiene azotea y un pequeño patio donde ellos pueden correr y jugar. La mayoría de las veces los llevo en el coche hasta el monte, o a un solar que está cerca de mi casa, y allí ellos disfrutan de lo lindo, y disfruto yo porque ellos son parte de mi familia. Es curioso, y cualquiera dirá que exagero, pero muchas veces advierto en ellos virtudes que ya me gustaría apreciar en los humanos. Son tres, y se me antoja ver en cada uno de ellos una personalidad distinta.
El primero llegó el día del padre de hace diez años, y desde ese primer instante nos conquistó. Apenas era una bolita, que olía raro; a nuevo dijimos entonces, a cachorro. Tenía las patas gordas y muy cortas, el hociquillo negro y trompudo, y unos ojillos muy despiertos con los que nos observaba entre extrañado y agradecido, porque supongo que desde ese entonces él ya se barruntaba que en mejores manos no había podido caer.
A mediados del año dos mil, justo al finalizar las clases, comenzando el verano, nos enteramos de que por el barrio donde mi padre tiene su taller, deambulaba un perrillo perdido. Un día nos acercamos a ver por donde andaba y nos llevamos una sorpresa cuando lo vimos dentro del taller, entre el serrín, corriendo a sus anchas. La verdad es que el perro estaba desnutrido, y mi padre, que aunque lo niegue es más amante de los perros que nosotros, lo acogió para cuidarlo el tiempo que tardáramos en buscar a su dueño. El dueño nunca apareció y el perro se unió a la familia.
Aquel verano, el perro fue atropellado, se rompió una pata, el rabo, y el bazo. Para un grupo de estudiantes, como éramos nosotros en aquella época, sacar 13000 pesetas de los ahorrillos es lo equivalente a recibir una patada bien dada en la espinilla. Pero lo peor no fue lo que costó la operación, ni las múltiples radiografías que tuvimos que hacerle, pues en dos ocasiones más a lo largo de aquel verano se rompió el perrillo la pata.
Parecía que nos hubiera mirado un tuerto. Como decía no fue eso lo peor, sino las murmuraciones de la vecina; amiga, porque más vale tenerla como tal, y entrometida además de vidente, porque esa mujer todo lo ve, y no hay nada que se le escape. ¿Cómo podía ser que siendo todos lo que éramos en nuestra casa, anduviéramos gastándonos los cuartos en un perro de la calle, cuando hay tanta gente necesitada por ahí que no tiene para comer? Para mí, que me caracterizo por ser observadora, que estaba hablando de si misma. El perro se curó, y paso a ser nuestro perro número dos.
El tercero, llego como llegan las lluvias después de un periodo de sequía. Malos tiempos, pérdidas importantes, dolores que no se van y muchas lágrimas. Él vino para tapar todo eso, para borrarlo, aunque muy pronto nos diera otros dolores de cabeza. Fue malo, siendo el único de raza, caprichoso, celoso, asustadizo, desobediente, rabioso, puñetero y meón. Y aún así, en tan sólo un año y medio se ha convertido en el rey.
Son tres amigos; tres confidentes, tres que alborotan como seis. Fieles, leales, mejores que muchas personas.
Si lloras ellos lloran contigo, o te secan las lagrimas con su lengua áspera, como diciendo ¡no llores! Si enfermas permanecen a tu vera, cerca de la cama, o sobre ella, infundiéndote con su calor un afecto sincero. Si ríes ellos saltan y se alborozan, y sientes que lo hacen por ti porque han percibido tu alegría.
Y cuando callas, cuando no tienes ganas de hablar al mundo, ellos comprenden tu silencio y lo respetan. Con su sentido agudizado, ven a través de esa maraña de sentimientos la causa de tu mutismo, y son capaces de hablarte con una mirada. Se acercan, apoyan su cabeza sobre tu regazo y te miran, y con su hocico húmedo tocan tu mejilla reclamando tu atención; y cuando los miras, en sus ojos hay, o se te antoja ver, cariño; el más puro, el de mejor clase, auténtico y verdadero cariño.

espejodevanidad 03/03/0721:16




  • SE LLAMA MARIA.
Nació en el seno de una familia humilde, rodeada de muchos hermanos. De padre jornalero y republicano, trabajando entre olivares. La madre en sus quehaceres diarios y limpiando en los caserones. Eran años malos donde se luchaba por la libertad.
Apenas fue a la escuela, sólo durante sus primeros años, donde apenas pudo escuchar nada sobre la libertad. Recién cumplidos los diez, la pusieron a trabajar en casa de señoritos limpiando y fregando suelos. Allí comenzaron a secuestrarle su libertad. Muchos días lloraba por ir a la escuela, mientras lavaba ropa en el lebrillo grande de barro. Para poder llegar, le colocaban un cajón de madera bajo sus diminutos pies.
Y se fue haciendo muchacha y luego mujer. Conoció a Manuel, otro jornalero como su padre y se enamoró de él. Con veintiún años se casó en una habitación de alquiler. Una cama, mesa con cuatro sillas y poco más era el ajuar. A ella lo material le era indiferente, lo esencial es que sentía algo de libertad.
Pasaron los años y llegaron los hijos, cuatro en total. Su marido dejó el campo y trabajaba en la construcción como oficial. Si había trabajo se cobraba y comía, si no, se apañaba con lo que había. Y de nuevo sentía en su corazón la opresión social, la agonía de aclamar… ¡Que les doy de comer a mis hijos!. Y de nuevo a trabajar, blanqueando fachadas con cal, limpiando, o en cualquier tarea de las casas de señoritos. Su marido emigrando a Francia, los hijos en la escuela. Nuevamente se quedaba sin libertad.
Y pasaron los años y se hizo mayor. Los hijos bien casados y con buenos trabajos. El marido jubilado, hace diez años encontró la muerte. Ella, no se sabe, si de pena o dolor comenzó a enfermar. Primero dolores de huesos, más tarde sin fuerzas y trastornos nerviosos, al final pérdida de movilidad. Y comenzó a usar la silla de ruedas paseando por su ciudad al amparo del mar, cualquiera de sus hijos le servía de cicerón. Ella siempre prefería la pasease su hijo el menor.
Así, durante meses y algunos años. Desde hace más de dos, está sobre la cama sin poderse mover ni hablar, sin quejarse, sin poder llorar. Los ojos sólo los abre cuando escucha mi voz o le doy un beso, pero no me dice nada. Ni llora, ni ríe, ni dice palabra alguna. Definitivamente le han quitado toda su libertad.

erkaytano 05/03/0710:50




  • ¡Y qué es la libertad?
Hablar de uno mismo es una indecencia, pero hoy me es imprescindible.
Debió de ser por el año mil novecientos sesenta y cinco. Soy profesor de Filosofía y fui invitado a dar unas conferencias en la Inter American University de Puerto Rico.
Alargué mi estancia en Borinquen para disfrutar de sus playas blancas de concha molida. Y me tomé tres días de vagancia a cuarenta kilómetros de San Juan.
La playa era casi salvaje, y me alojé bajo un toldo de plama y cocoteros agrios. La insistencia del viento marino había humillado sus orgullosos penachos que mantenían una reverente inclinacion como saludo para el visitante.
Las noches del Caribe son de crital de roca, de murmullo de sombras, de bisbiseos de delfines, de quieta somnolencia destilada por los vahos del ron.
El caso es que hice amistad con John, un mulatazo que juraba haber ahogado a su padre blanco por pendenciero y abstemio. John me paseaba con su esquife por la lisas aguas del golfo dejando tras nosotros una línea de espuma como de cerveza y a veces, ay, alguna aleta de tiburón que entre movimientos bruscos transmitía repeto y miedo.
John charlaba tanto como lo puede hacer un bebedor impertinente. Me decía, “Gallego cúbrete ese cobezón o tendrás insomnio, que el sol aquí es un puñal”; “siéntate en medio y no dejes que tu sombra se proyecte en el agua, concho”; “¿ves aquella bandera roja?, es la señal de que han llegado los tiburones”…
John me dijo que se había casado con una feminista bostoniana cuando vino a predicar a la isla. “Tiene buen tacto, mi blanca…y ya no predica la igualdad de los sexos, ahora aprovecha la desigualdad”. Y reía con una carcajada dura, aguardentosa, enseñando una dentadura como almena vieja destruida por el ron y la falta de higiene.
Le pregunté si se sentía libre. Y el muy truhán me respondió con otra pregunta: “¿y qué es la libertad, gallego?” Y siguió: “La libertad, jaja, cada mañana salgo a bordo de este trozo de palo que flota a hacerles carantoñas a los tiburones y echar las artes de boliche y robarle al mar unos peces de plata como éste, -toma, gallego, come, está crudo como de menú japonés-, y darle la espalda al sol y hablar con tu sombra, y dejar una huella en la arena molida y esperar a que una lengua de mar la arrastre al abismo, y llegar a casa y meterle tremendo apretón a la bostoniana …”
Y continuó: “¿Has probado a dejar la mente en blanco, gallego? ¿sabes pensar sin pensar en nada? ¿sabes hacer que el corazón le gane a la inteligencia?; ¿eres capaz de estremecerte cuando le pasas la mano al maderamen del esquife? ¡No me preguntes qué es la libertad, pendejón, la libertad rema conmigo”.
Me prometió salir a última hora de la tarde, cuando ya el horizonte es un brillo de metal y el mar se vuelve casi negro. No lo olvidaré. Los cocoteros nos despedían agitando sus penachos. No pude menos que meter la mano en el agua para sentirla cerca. El grito de John llegó un segundo tarde: un aprendiz de tiburón me mordió en la mano. Instintivamente saqué la mano del agua y tras ella vino el escualo de ocho kilos. John lo apuñaló.
En su bohío comí la mejor sopa de tiburón de mi vida, o al menos así me lo pareció.

ANDRESNIPORESAS 05/03/0714:35




  • Poder o no poder.
César era un chaval como otro cualquiera. Le gustaba colarse sin billete en los trenes y esconderse cuando se acercaba el revisor. Esa emoción le compensaba de su falta de juguetes. Sólo iban dos o tres estaciones más allá, ida y vuelta, pero así pasaba los días con los amigos. Su debilidad eran las bicicletas, -él no tenía- y más de una vez se había entretenido en desinflar alguna si la veía aparcada.
Cuando su hermano mayor entró a trabajar en un taller de laminación y aumentaron los ingresos familiares, pudo heredar una vieja BH. Estaba descolorida pero no le importó. Adquirió tanta habilidad que bajaba las cuestas haciendo equilibrios y gritando; ¡Sin manos!
Más tarde llegó la moto. Fue cuando dejó de estudiar y le metieron de aprendiz en la misma fábrica que su hermano, que para entonces ya se había casado y hacía un poco de padre con él, porque el verdadero padre faltaba hacía tiempo. Cayó al agua en una noche de borrachera. Lo encontraron flotando en la dársena cuando se hizo de día. Dicen las vecinas que la madre de César no lo lamentó.
Ocurrió el día siguiente a San Andrés, la fiesta local. César fue al trabajo sin haberse acostado. No durmió aquella noche. Pensaba hacer el turno de mañana y echar luego una siesta para seguir la juerga más tarde.
Fue un descuido. Una troqueladora le seccionó las manos. Sus gritos se oyeron sobre el estruendo habitual de la fábrica, y menos mal que le apretaron con fuerza las muñecas, porque sangraba a manguerazos. Más de un obrero se desmayó al ver dos manos sueltas por allí.
Los médicos intentaron el injerto pero no prendió.
Ahora César cobra la incapacidad absoluta. Aprendió a pintar con la boca y en eso se entretiene a ratos. No lo hace mal, lo que pasa es que las acuarelas pierden color con el tiempo. Yo se lo digo, pero ni caso. Usa pantalón de goma elástica y echa de menos todo lo que podía hacer antes del accidente. No puede cepillarse los dientes, ni conducir, ni pasar las páginas del periódico, bueno, tampoco es que leyera mucho, pero de vez en cuando sí, deportes más que nada. El mando de la tele le sobra, y harto de levantarse a dar con otro palito en el botón, es capaz de engancharse a cualquier programa de principio a fin, y habla con ellos como si estuviera más allá del tubo de la tele, en el estudio de grabación. Creo que está empezando a volverse majara. No puede aplaudir, ni silbar en los conciertos, y no puede usar un móvil. Pero lo que más, lo que más le jode es que tengan que limpiarle el culo. Bueno, a mí que soy su amigo, la verdad, no es que me mole.

ASOMBRILLADA 05/03/0718:02




  • Los brazos de Simón.
¿Qué puta vida me aguarda sin mis dos brazos, esas dos extremidades superiores que antes se balanceaban obedientes a mi paso, sin chistar, sin tener nada que objetar a mis decisiones ya fueran diestras o siniestras?
El perro se me acerca buscando lamer mi mano y siento el espectro de mi brazo como una visión quimérica alargarse delante de mi para acariciar su hocico, que recuerdo como un manatial de lealtad.
Mis esposa me abraza, acaricia, me besa demasiado. Mis hijos áun no se atreven a acercarse a mi. Me siento como un animal mutilado y quisiera desaparecer de la faz de la vida de todos. Quisiera huir a algún lugar desierto donde empezar una nueva existencia. Partir de cero. Aprender a sobrevivir sin cuadrúpedos. Olvidar que aprendí una vez en la escuela que el húmero se articula con la escápula por su epífisis superior, y con el cúbito y radio con la inferior. Olvidar que mis brazos eran mis herramientas más preciadas y que no le dí a las extremidades inferiores la importancia que para otros parecen tener. Nunca me gustó mucho caminar, correr, saltar o bailar. Siendo sincero lo he evitado siempre. He preferido sacarle el mayor partido a mis manos con tareas de precisión, paciencia, ingenio y tesón. Pero ellas han dicho que "hasta aquí hemos llegado" y han emigrado de mi cuerpo como dos palomas asustadas y zaheridas. Aún no entiendo muy bien por qué. Tal vez se cansaron de mi empeño.
En la televisión del hospital mi mujer quiere cambiar de canal porque un grupo de personas ejercitan el trapecio, los dorsales, los deltoides, los biceps y los triceps con mancuernas y aparatos. Le digo que quiero ver a esos chicos y chicas poner el mismo tesón que ponía yo hasta el presente en mover sus brazos como les viene en real gana. Mi mujer ha salido al descansillo a llorar. Luego me brindará una de sus mejores sonrisas forzadas. Creo que lo siento más por ella que por mi.No tiene que ser plato de buen gusto pasear del brazo invisible de un marido cercenado.
Quiero cambiar de canal y caigo en la cuenta de que son demasiadas las empresas que hay que acometer con esta maldita parte que le falta a mi anatomía.
No me parece justo que Beatriz se convierta ahora en mi brazo derecho e izquierdo. No me parece justo para ella, que es una mujer joven, guapa, inteligente y que puede aspirar a lo que se proponga. Ante tanta injusticia personal y familiar, creo que tendré que tomar una decisión drástica, pero aún no sé bien cuál, no sé bien qué haré.

gemmayla 06/03/0709:03




  • MADRE OLIVO.
MADRE OLIVO.
Es olivo de cuerpo sereno y retorcida base; se sostiene atraves de profundas e enraizadas raíces, aroma de tierra su labrado y hendido tronco, una entramada corteza protege su savia de fuego. Sus frutos de cuarzo brillante para comer y saborear. De humus, viento y luz blanca su enraizada raíz hacia una tierra de luz. Es árbol de humanidad contenida ante olivos prohibidos que nunca ha de tocar. Su espiritu es tierra mineralizada como la tierra negra y fresca que cubrió a su abuela padre olivo y a su abuela madre hoja.
Es una madre cicatrizante de heridas; hechizada por la vida que alumbra en el alto Guadarrama, donde la alondra anida en lo alto de la ribera, y amanece en campos bordados de rocio. A su lado crece un árbol pequeño, rebelde como otros tantos hijos irreflexivos. La adolescencia es una época dificil para las madres olivos, frente a inviernos intempestivos.
En la mañana soleada de marzo su corazón de olivo gotea densa resina roja ante el comienzo de una primavera incipiente. Frente a su tronco ha extendido un manto vivo la bella Perséfone, y un cristalino amarillo le acaricia su picuda barriga. Un viento racheado le transporta a un tiempo sin responsabilidades para con otros. Desearía huir, correr con sus enraizadas ramas, pero su profundas raices le sugetan a la tierra, tanto como la esencia de madre que ama.
Filippa.

R_Filippa 06/03/0716:31




  • Se ofrece asesino de censores.
Lo primero será disolver las manidas metáforas del céfiro, el águila y todas esas paparruchas. El viento se mueve tiranizado por la física de fluidos, no a su antojo, aunque nosotros, infinitamente soberbios, le atribuyamos un arbitrario afán destructivo. Tampoco el animal es libre, todos están encadenados a la gravedad –sin saber que es una ley inmutable-, a los rigores del clima, al mordisco cruel del hambre o, peor aún, a las dentelladas del depredador hambriento.
¿Tendré que insistir en que tampoco el hombre es libre, en su dimensión estrictamente animal? Habría que ver a todos los ecologistas de salón perdidos una noche por un monte salvaje, una sola noche, sin ropa, ni un mendrugo de pan ni una barrita energética, a escasamente veinte kilómetros de su confortable hogar: peloteta implacable y a la barriga de jabalíes necrófagos, sin remedio.
Digo yo que libre será el que goce de libertad. Y resulta que éste es un concepto abstracto, de manera que no nace en el mundo como un manantial musgosillo, emerge cuando se lo pronuncia y ni aún entonces deberíamos fiarnos mucho de su existencia, porque sólo los hombres emiten palabras y sabido es que los hombres mienten. Mienten porque les va la vida en ello, por costumbre, por descuido, por pretextos piadosos o por flagrante engaño, por pasar el rato, porque a usted se lo voy yo a decir. A veces ni siquiera mienten, sólo es que largan una palabra al buen tuntún, por moda, por quedar bien, porque se lleva y es tan fino y a fin de cuentas tampoco hay que darle tanta importancia a una palabra. Es una mera cuestión semántica, dicen los políticos.
Curiosamente son ellos los que más invocan el término. Pero frecuentemente lo enmarañan, adosándole “responsabilidad” (y entonces ya sabemos que no preconizan la libertad sino sólo que hagamos lo que ellos tengan por conveniente) o quizá “oportunidad” (y entonces ya les huelen las convicciones a muerto). O ni siquiera la enmarañan, ocurre tan sólo que nos damos cuenta de la farsa, pues libertad invocaban Stalin e Idi Amin y otras adorables criaturas. Alguno ha llegado a la desvergüenza retórica de preguntarse para qué la libertad. Pues mira, sin ir más lejos para mandarte al guano, canalla.
Dejénme que entresaque una definición para andar por casa: hurgando en un ampuloso escudo universitario, leo "Libertas pertundet omnia luce". Y eso es, justo eso, la capacidad de iluminar el mundo con toda la fuerza de una inteligencia inquisitiva, de modo que es libre quien piensa sin más atadura que las reglas del silogismo, quien identifica zonas de negrura y les arroja kilovatios de claridad, quien se libera del capote repulsivo de la mentira y deja la verdad desnuda, como una Venus flotando sobre una concha bajo un cielo turquesa. Y qué importa que te llamen lo que sea; que te llamen como se les ponga en las narices, pero que te dejen en paz, o sea rociando de palabras y de luz la jeta feísima de la mugre. Que te dejen matar censores, y tú lo hagas con gusto.

jmlvfalco 06/03/0719:17




  • Libertinaje--¿Libre?
    L
    I
    B
    R
    E
    --¿Eres libre?
    S
    .O
    ...Y
    ....L
    .....I
    ......B
    .......R
    ........E
    --No, eso no es ser libre.
    --Te EqUiVoCaS.
    --Confundes libertad con libertinaje.
    V
    I
    V
    A
    .
    E
    L
    .
    L
    I
    B
    E
    R
    T
    I
    N
    A javascript:envia('ok'); PUBLICAR MENSAJE J
    E

    Unlector 06/03/0721:49


  • Sólo por un momento.

SOLO POR UN MOMENTO
Cuando viajas de vuelta en un tren,con la cabeza de la persona amada apoyada en tu hombro mientras el mundo de fuera es algo que se desliza rápidamente hacia el olvido, es probable, es posible que por un momento, sólo por un momento, pienses en la libertad.
Si viajar es un acto de libertad, viajar de vuelta tal vez no lo sea tanto. Se supone, sólo por un momento puede suponerse, que regresas al lugar de donde partiste y del que, de alguna manera huías. Y si huías es porque implicaba atadura,obligación, compromiso...
Claro que también puede ser que,por un momento, sólo por un momento, viajar no sea necesariamente huir, aunque siempre se busca algo cuando se viaja. En el viaje de ida te buscabas a ti mismo y te encontraste en un pueblo perdido. A veces el mejor lugar para encontrarse es un pueblo perdido.
Viajaste hacia tu interior aquella vez... Hay viajes que se hacen sin moverse de una silla... otros se hacen durmiendo...otros con una jeringuilla...y en todos se busca un poco de libertad...Pero la libertad si que es un sueño...siempre estamos atados a algo,,,¿Siempre? Quizá el único viaje posible hacia la libertad sea el que se hace dentro de una caja de pino en la parte de atrás de un coche funerario...
Todos salimos a hombros alguna vez en la vida...y alguna vez en la vida todos viajamos en Mercedes...pero, quitando ese viaje, esa libertad...la vida es como es y vayas donde vayas de la libertad, como de la felicidad, como de la verdad, solo encuentras aproximaciones. Puede que el amor-piensas, solo por un momento,mientras escuchas su acompasada respiración en tu pecho-,,,puede que el amor sea una buena aproximación a esas tres cosas. Verdad, felicidad,libertad...amor...Te gusta pensar que el amor es al menos,la maravillosa libertad de elegir.
Pero mientras el tren – el vehículo menos libre, siempre sujeto a la vía- avanza, tu dudas sobre si uno elige el amor o es el amor quien le elige a uno. Votarías y votas por lo segundo...todo está escrito en alguna parte, el amor, el odio, la dicha, la muerte...Somos piezas de un engranaje, actores de una farsa...la gran farse de la libertad, un espectáculo en donde el ser humano- el espíritu menos libre, siempre sujeto a la vida- alterna tragedia y comedia, e incluso algunas veces, sólo por un momento, algunas veces se siente dios y autor...Pero hasta eso forma parte de la mentira, de la gran mentira de la libertad.
Pero es una mentira tan perfecta...tan agradablemente real...Cuando amas y eres correspondido te sientes más libre y más dueño que nunca. Capaz de todo. Podrías volar si quisieras. Y ahora quieres, ahora , mientras ella se agita suavemente en mitad de un sueño que seguramente te tiene a ti por protagonista, ahora quieres volar , porque amas, y miras hacia arriba, a través del cristal de la ventanilla,más allá de las nubes, hacia el inmenso azul y te sientes el dueño del mundo y te sientes libre y te sientes pájaro.
Sólo por un momento.
Porque luego vuelves a ti... y procuras dormir tú también, contagiado del leve balanceo...La libertad...que gran entelequia, piensas, triste filósofo, gran amante, valeroso pájaro de la libertad...Todo eso está muy bien, pero la libertad no existe. Y en cuanto a los pájaros...
Ah...los pajaros...Que libres parecen y que alto vuelan, pero...
¿Acaso están libres los pájaros de las cadenas del cielo?
RITMAN

ritman 07/03/0720:01


  • Tic Tac.

Setecientas patas de araña se clavan en la pared: sangre, hiel y pus chorreando por su esqueleto de quiróptero. Cien ojos, mil pelos, cien dientes, treinta antenas y tres agujas en constante movimiento. Se retuerce por el techo con el contoneo viscoso de una serpiente, prepara su veneno frotando sus hediondas fauces. Negro, eterno, pequeño, implacable, asqueroso y cruel. Espera a que duermas para infectarte con su inmunda trompa y convertir tu sangre en negro veneno. Con su voz metálica, de mil lenguas y mil idiomas, te susurra en sueños: ¡corre, corre, corre, corre! Mientras paraliza tu vida con sus heces. Te atrapa en su red pegajosa y te clava su millón de aguijones en el cerebro para inocularte su ponzoña de dulces falsedades:
Cada diez segundos, un deseo.
Ríe y ríe, bestia infernal de mecánicas tripas que se jacta de su fuerza perpetua ¡vivirá por siempre! Reducirá el día, aumentará la noche, acortará futuros, alargará presentes. Se pega y recorre tu cuerpo, veloz como una garrapata, depositando dentro de ti sus huevos jóvenes: sueños felices que jamás eclosionarán, y crías siempre nonatas que se moverán inquietas mientras envejeces. Ríe y ríe, irreverente insecto tocado con la toga de magistrado. Él dirime todo lance en el burlesco juego de la vida. Asienta su tribunal en tu nuca y con sus horripilantes trompas continua entre susurros su chanza de proceso. Él -juez, fiscal, jurado y verdugo- lee las acusaciones entre risas y cada diez segundos te recuerda:
Cada diez segundos, un sueño.
Se despereza indolente y extiende sus alas de papel bíblico. Revolotea ruidoso sobre tu lecho para que lo oigas, para despertarte durante segundos, para que, fugazmente, vislumbres en sueños la verdad: que él es real y que está ahí. Apuestas al número que te indica, soplas los dados en su puño y manoseas las cartas que reparte hasta que la baraja se vuelve vieja e inservible. Juegas su partida desde que naciste, él es tu incansable adversario; él es la mutabilidad de la rueda; él es tapete, dados y ruleta; él es... crupier, banca y vencedor. Así vuela sobre ti derramando sus certezas, pero las olvidas. Las olvidas todas. Quieres dormir y no mirarlas, giras la cabeza somnoliento, lanzas manotazos al aire, pero caes de nuevo en el sopor de su veneno.
Duermes y se acerca a ti igual que una mosca a un cadáver. Se pasea por tu cuerpo y sus restos te ensucian hasta los huesos contagiándote con la suciedad de la existencia y con el deseo agónico por vivir. El repiqueteo de un millar de peludas patas cruza tu pecho hasta que posa su fétida barriga sobre tu labios dormidos, mil ojos hexagonales observan los tuyos mientras su sonrisa inhumana rebosa saliva amarga. Te besa en sueños y su lengua transmite con dolor un vínculo distinto cada diez segundos:
Cada diez segundos, un recuerdo.
Así es el tiempo: un insecto inmortal de voz ferrosa y corazón de relojero, un depredador con las manos de un cirujano ciego que cercena tu cuerpo dejando tus sueños intactos.
Quedará posado sobre ti, será una indeleble mancha de muerte. Será el verdugo que te engaña con la posibilidad de salvación, será la caricia antes de sacrificar a un perro fiel, será el asesino que calma a su victima antes de matarla...será tu invisible destino. Y seguirá sobre ti, vigilante, riendo entre dientes, con sus patas clavadas en tu alma, con sus alas desplegadas sobre tus ojos, y su pútrido veneno derramado en tus labios.
Te acompañará siempre y, cada diez segundos, con su voz de acero te contará un sueño, una esperanza y un deseo. Cada diez segundos de tu vida te engañará con canciones alegres y te embaucará con trucos y abracadabras. Cada diez segundos te seducirá con cien mentiras, pero en el momento inevitable de tu fin te golpeará sin cólera y sin odio, como un carnicero. Y de su boca hórrida, llena de negra saliva, te repetirá, con la voz de un reloj, lo que gritó al poeta maldito: “¡¡ Muere viejo cobarde!!..
Ya es muy tarde”.

Revontulet 07/03/0723:45


Re:Sólo por un momentoRespuesta a: Sólo por un momentoTus sueños son libres.
Siempre.

ecumedesjours08/03/0700:49


Re:Aves del paraíso. COMENTARIO.Respuesta a: Aves del paraíso(Rinovarsi o morire. Voy a dejar aquí el comentario, así, quien quiera comprobar lo que digo lo tendrá cerca. Hale).
SEMENTERIO, (con permiso), utiliza una técnica narrativa que podríamos llamar puntillista. A base de ir dejando palabras adecuadas evoca un ambiente, una época. ¿Cuánto tiempo hacía que no oíamos la palabra “rebeca”? (Quién no recuerda la famosa película del maestro del suspense?
En la casa antigua se agitan la sobrina y la pintora. La pintora muere poco a poco rodeada de sus cuadros y olor a comida de enfermo. Sementerio ha elegido el repollo, un vegetal que llena toda la casa de olor.
Sementerio busca un contraaste: la jaula de los pájaros. Y sin decirlo nos explica que un mirlo y una paloma son prisioneros, tanto, como la tía y la sobrina. Un modo de explicarnos qué es la libertad por su contrario: la prisión, la carencia de libertad.
Es un relato reposado, cuidado en sus detalles y palabras, lleno de imágenes que evocan algo que fenece, que se va. Creo que está bien logrado, aunque no provoca entusiasmo ni deslumbra, porque el tema no da más de sí. Vale.

ANDRESNIPORESAS09/03/0710:11


Re:Aves del paraíso. COMENTARIO.Respuesta a: Re:Aves del paraíso. COMENTARIO.Vale, gracias.

SEMENTERIO09/03/0710:16


Re:Si no tengo amor ... COMENTARIORespuesta a: Si no tengo amor ...Creo que Maldoror no encontró el modo, la voz narrativa adecuada para lo que pretende el relato. Se queda a medio camino entre el humor, la burla y la denuncia feroz.
La pinceladas de ingenio no tienen continuidad y el planteamiento de la acción está lleno de topicazos que una mente ilustrada rechaza por facilones.
Tampoco demuestra un conocimiento suficiente de la vida conventual. Al menos no lo transmite.
Creo que se le ha ido la mano. Una mala tarde la tiene hasta Manolete. (Manolete, Manolete si no sabes torear pa qué te meteeee...)
Vale.

ANDRESNIPORESAS09/03/0710:29


Re:SE LLAMA MARIA...COMENTARIO.Respuesta a: SE LLAMA MARIAHe pasado muy recientemente una situación parecida. Sólo agradecerte y valorar el esfuerzo de encontrar unos minutos para escribir. Esos relatos que salen del corazón no admiten más comentario que el abrazo.
Sé tan fuerte como puedas y procura estar preparado para todo.
Gracias por participar.

ANDRESNIPORESAS09/03/0710:42


Re:Poder o no poder...COMENTARIO.Respuesta a: Poder o no poderUna escena real como la vida misma. César un chaval travieso que le da problemas a su madre. Primero la bici, luego la moto. El chico se adapta a lo que venga. Una máquina le ha seccionado las manos y ahora depende de los demás. No le gusta, pero se adapta. Digamos que va buscando espacios de libertad adaptándose a las situaciones que le vienen como le vienen.
Hay un momento en que va en bici y grita ¡sin manos! El lector aún no sabe que las va a perder. Es un toque de humor negro. Como aquellos chistes gráficos de Summers de mutilados en carrito.
Hay otro momento en que la autora nos confunde. La madre se alegra, dicen las vecinas, de ver a César flotando en la dársena, como diciéndonos, con su muerte se le acabaron las preocupaciones a la madre.
Sin embargo la autora hace inmediatamente una analepsis (vuelta atrás o flashback) y nos explica cómo entró en la fábrica y perdió las manos por culpa de una noche turbia de alcohol y juerga. (A mí me ha quedado algo confuso el relato en ese punto).
Vale.

ANDRESNIPORESAS09/03/0711:09


Re:Los brazos de Simón....MI COMENTARIORespuesta a: Los brazos de Simón IIEl relato parte de un hecho central y trágico: el protagonista no tiene brazos. Pero tiene sensaciones, ausencias.
Dicen los nuerólogos que aunque se carezca de brazos se conservan las sensaciones en las terminaciones nerviosos. En eso se basa Gemmayla para "notar" la cercanía del perro que le lame unas manos inexistentes.
Cada vez que necesita hacer algo "con las manos", por ejemplo cambiar un canal de televisión, depende de otro. Eso le va minando la moral y va madurando hacer algo... La autora no lo dice pero da a entender que busca el suicidio.
Aunque cada cual elige su fin (si quiere), el relato no justifica ese final. La carencia de brazos no es suficiente motivo, al menos como lector no me lo parece.
Hay detalles en el texto que son de fina observación. Y también hay frases recargadas y algo barrocas. Por ejemplo: "Mis dos brazos que antes se balanceaban obedientes a mi paso, sin chistar, sin tener nada que objetar a mis decisiones ya fueran diestras o siniestras".
Vale.

ANDRESNIPORESAS09/03/0711:34


Re:Tic Tac...COMENTARIO.Respuesta a: Re:Tic TacSi he entendido bien, el relato habla del tiempo y el símblo del tiempo es el reloj: Tic-tac.
En un estado de somnolencia el tiempo nos tiene atrapados y cada diez segundos, como una araña peluda, nos va envenenando hasta que llegamos al final que es la muerte. Se acabaó tu tiempo.
A mi modo de ver el planteamiento del relato en segunda persona, como un diálogo interior, lo hace violento para el lector, amenazante. Quizá lo haya buscado el autor/a, no lo sé.
Un defecto que me salta a la vista es que el relato abandona las métáforas o comparaciones antes de exprimirlas y toma otras dejándonos con la boca abierta.
Leyendolo he pensado que se puede escribir un relato a base de unir frases y cuando se agota la inspiración, abrir el diccionario al azar, tomar una palabra y construir la frase siguiente. Con lo cual se da una sensación de "juntarfrases" sin otro sentido que llegar a la línea cuarenta.
Ya digo que puedo no haber entendido nada. O que sea un tiempo de pesadilla/sueño representado por bichos atemorizantes. Pido disculpas.
No quiero desanimar al autor/a. A mí ese modo de narrar en "tú", brusco, sin historia que contar, como hacen los poetas novatos, no me gusta. Pero es a mí, que ni soy ni seré nadie en este mundo de las letras (ni en otros, para mi desgracia).
Espero no haber molestado. Yo analizo el relato no al autor/a, que me merece todos los respetos.
Vale.

ANDRESNIPORESAS09/03/0711:51


Re:¡Y qué es la libertad?Respuesta a: ¡Y qué es la libertad?Tu cuento me parece magistral, lo aplaudo a rabiar, de hecho, lo he leído ya tres veces por ver si se me pega algo y no sé qué más añadir, salvo algunas palabras de envidia. No lo coloqué en primer lugar, es verdad, pero es que me puede el espíritu insurrecto y la declaración con la que participaba Jmlvfalco lo tiene por un tubo.
Gracias, gracias, gracias.

SEMENTERIO09/03/0712:20

Re:Se ofrece asesino de censoresRespuesta a: Se ofrece asesino de censores¡Bravo!
Hay que ver las cosas que escribes, escritor.

SEMENTERIO09/03/0712:23


Re:SE LLAMA MARIARespuesta a: SE LLAMA MARIAQué dura es la vida, pisha.

SEMENTERIO09/03/0712:25


Re:Si no tengo amor ...Respuesta a: Si no tengo amor ...Tú has invertido en la peli de Santa Teresa, ¿verdad?

SEMENTERIO09/03/0712:29


Re:Poder o no poderRespuesta a: Poder o no poderCronica del desastre, no parece el narrador apreciar mucho a su amigo César, aunque le lava el culo porque no tiene brazos.

SEMENTERIO09/03/0712:33


(No te lo mereces)Respuesta a: Se ofrece asesino de censores(Por no votar)

SEMENTERIO09/03/0712:37


Re:¡Y qué es la libertad?Respuesta a: Re:¡Y qué es la libertad?Vale, gracias, Sementerio.

ANDRESNIPORESAS09/03/0717:16

Reflexiones a pluma abiertaRespuesta a: Los brazos de Simón IIInteresante planteamiento: la libertad no es condición a priori, sino derivada de unas plenas facultades físicas. Parece obvio, pero ¿es cierto que el binomio libertad/esclavitud equivale a salud/minusvalía? No me lo parece.
La libertad es una exigencia ética, una aspiración abstracta, un lema irrenunciable, lo que se quiera, pero entonces debemos ligarlo a las capacidades intelectivas, esto es, al cerebro. Poco tiene que ver con los brazos: de hecho, se puede pintar con los dedos de los pies. Ni siquiera quedar sordo impide ser un músico grandioso (Beethoven podría atestiguarlo).
Es libre quien piensa y se interroga y acaso no encuentra respuestas y puede buscarlas en otros seres, de viva voz o en ese trasunto de la vida que es la letra impresa, o quizás en el punteado Braille o en un lenguaje de signos que nos asombra por su ductilidad. Es libre quien se pregunta por lo que hay más allá, o más acá, si es que hay algo, y no importa llegar a donde ese algo está, si es que está, porque importa el proceso intelectual, la pregunta en sí misma, mucho más que la respuesta, sea un dogma o un teorema.
Perder los brazos nos hace desgraciados, quién podría negarlo, pero no necesariamente nos priva de libertad. Yo tengo piernas y quisiera sentir esa sensación de indescriptible ensanchamiento espiritual que sienten los que ascienden a la punta del Everest; pero mis piernas no son capaces de eso. Yo tengo brazos y nada me agradaría más que usarlos para volar, aunque sea un vuelo cortito por encima de los Picos de Europa, pero mis brazos no saben volar. Yo tengo hígado y está sano y puedo degustar un combinado de ginebra, pero esto no me confiere ningún grado de libertad en comparación con Malcolm Lowry, dipsómano voluntario y hepatópata a propio intento, a la par que eximio escritor. Yo tengo un corazón más fuerte que el de mi abuela, pero ella ya ha vivido 92 años con todos sus tragos amargos y dulces, y yo no sé si sobreviviré al próximo viaje estival.
Nadie sabe lo que le aguarda, si merece la pena vivir lo que falta o si sería preferible aceptar el beso frío de la muerte sin más trámite. Con brazos o sin ellos, pues hay quien nace sin brazos, acaso por capricho de la talidomida, y no puede hacerse idea de cómo es la vida con ellos. Pero sí sabemos lo que vale la vida en un régimen estalinista: tanto como el capricho voluble del asesino que te vigila y descarga su ciega furia en la quietud insomne de la noche. Aunque tengas brazos y piernas y una garganta, malvives cercenado en lo más hondo.

jmlvfalco20/03/0716:44


Re:A mi amigo, que lo está pasando tan mal...Respuesta a: Reflexiones a pluma abiertaEste relato lo escribí al conocer que un amigo mío, a raiz de un accidente laboral, seguramente se vea privado a partir de ahora de sus extremidades superiores.
La solución drástica no tiene que ser forzosamente la elección del suicidio...Más bien pensaba en una ruptura con la vida precedente y una nueva singladura a partir del accidente....La vida de mi amigo a partir de ahora ha sufrido un giro inesperado..Por mucho que conozcas a una persona, no puedes predecir qué decisiones tomará ante una eventualidad tan grave y traumática. Deseo de todo corazón que entienda su nueva situación personal tal como lo entiende y la ha descrito Jmlvfalco...Creo que mi amigo no se merecía ese duro revés, pero confío en que poco a poco lo irá asimilando.
Salud e inspiración para todos!!

gemmayla21/03/0708:42


Un lío este sistemaSe me había escapado la lectura de estos comentarios, a ver si me adapto a los cambios. Gracias por las opiniones, voy a aplicarme a leer el actual tintero para votarlo. Hasta luego.

ASOMBRILLADA21/03/0711:13